28 de noviembre de 2011

Un feriado demasiado aburrido


Un nuevo lunes feriado en la ciudad. A diferencia de lo que ocurre en otras fechas similares, esta vez el cierre de los comercios fue masivo, con excepción de los bares y cafés. El pueblo se despertó de la modorra alrededor de las siete de la tarde, cuando comenzó a divisarse una caravana de autos que daba la clásica "vuelta al perro" por el Centro. Durante buena parte del día, las calles estuvieron desoladas, y quienes pudieron optaron por dormir la siesta luego del almuerzo. En realidad, no había mucho para hacer si uno quería salir a dar un paseo, sobre todo si estamos a fin de mes y hay que cuidar cada moneda. Tenía ganas de ir a La Marina pero desistí a último momento porque preferí guardarme el dinero para otra ocasión. Por lo general, a la tarde voy a los bares a leer los diarios, pero me ha pasado que el ejemplar lo está leyendo otra persona o que tiene páginas incompletas (esto último me fastidia bastante). Lo que sí puedo aseverar es que me concentro mucho más en la lectura de un diario si lo hago en un bar que si lo compro para leerlo en mi casa, no sé por qué.

Hoy estoy tranquilo, sin preocupaciones, pero la escasa actividad pueblerina me dejó la sensación de un día vacío, como si todos los lobenses se hubieran puesto de acuerdo para encerrarse en sus casas con el aire acondicionado o el ventilador, mirando televisión en camiseta. En fin, la vida cotidiana en los pueblos tiene su propio ritmo y movimiento, algo que ya hemos abordado en este blog cada vez que se aproxima el verano. Será cuestión de husmear en la biblioteca y buscar algún libro pasatista, de fácil lectura, que no haga más ameno un día "a media máquina".

27 de noviembre de 2011

Cada uno con su Walkman hace lo que quiere


La música popular constituye un territorio tan vasto, que de alguna manera nos permite justificarnos cuando nos encontramos escuchando cualquier basura. Ya comprenderán por qué se los digo. Es lo que se suele denominar "placeres culpables": es decir, somos conscientes de que estamos consumiendo algo mediocre, sin el menor vuelo artístico, pero por alguna razón nos sentimos atraídos hacia ello. Desde luego, esto no resulta privativo de la música: también sucede con la literatura y la televisión. Pero en lo que respecta a este post, me referiré a la música por tratarse de la actividad de placer a la que dedico mayor tiempo fuera de mis ocupaciones. Nada mejor que ponerse los auriculares y olvidarse de todo, aunque más no sea por unos minutos.

Es inevitable no sentir curiosidad ante fenómenos sociales (si cabe el término) como los denominados "Wachiturros", aunque nos resulten repulsivos. Felizmente, todavía conservo cierta lucidez de pensamiento y trato de despegarme de la novedad cuando no me complace, manteniéndome a salvo de cada atisbo de chatarra sonora que producen estos muchachos. Al igual que los raperos latinos, que son realmente muy básicos y limitados si los comparamos con tipos como Eminem.


Pero no los aburro más, es tarde y mientras mis dedos juguetean con el teclado tengo una nube de mosquitos al acecho. Debo buscar un espiral o una tableta para ahuyentarlos, de no ser así se hará difícil dormir esta noche. Este es uno de los posts más extraños que he escrito, no por lo que puede leerse en él, sino por la situación en que lo estoy redactando. En fin, buenas noches para todos y disfruten de este fin de semana "Extra Large" si es que pueden.

24 de noviembre de 2011

Perdidos en la Aduana......


(Versión corregida 2019)
Es necesario que, si lo que se pretende es sustituir importaciones, estemos en condiciones de fabricar productos de calidad. No estamos en el siglo XIX cuando solamente vendíamos al exterior cereales y carne, hay que generar polos productivos para que el argentino promedio deje de comprar cualquier basura en plataformas como Ebay o Amazon. Un dólar alto como el que tenemos actualmente desalienta ese tipo de compras, además de los gastos de envío, los trámites en la Aduana, y todo lo que conlleva traer un producto de exterior. La tecnología de Japón está entre las más valoradas del mundo, sin embargo los costos de producción son altos, y me contaba un amigo que fue a visitar ese país, que no es extraño encontrarse con relojes de industria china, o al menos ensamblados allí. Más o menos lo que sucede acá con los celulares, sale más caro armarlos el Tierra del Fuego que importarlos directamente, pero la provincia austral tiene un régimen especial para promover ese tipo de emprendimientos, y mientras traigan consigo fuentes de trabajo, no veo mayor inconveniente.

 Otra cosa: por lo que me han contado, llevar un electrodoméstico al servicio técnico es casi un desperdicio de tiempo, porque los repuestos son importados y el infame Secretario Guillermo Moreno no los dejaba ingresar. Por ejemplo, si se te rompe la pantalla de una cámara digital, el service te dice que no dispone de los respuestos.

La Aduana, seguramente, debe ser un descontrol, como lo ha sido siempre, con empleados hijos de puta que se roban todo lo que encuentran y otros que "agilizan" la entrega de los productos a cambio de coimas. Así estamos, entonces. La industria nacional no está en condiciones de producir (y mucho menos de competir) con las grandes empresas internacionales. El problema es que los "cráneos" que están posando su culo en los Ministerios de Economía, o en las carteras de industria y producción, nunca pusieron demasiado empeño en revertir esto.


Así llegamos a un punto de no retorno: la industrialización es un proceso que debió haberse iniciado antes, como hizo Brasil, que hoy ya está fabricando celulares y televisores que exporta a toda América Latina. No se puede forzar un saldo favorable de la balanza comercial tomando este tipo de medidas que carecen de todo sustento. Hasta que acá no haya capacidad para desarrollar equipos con tecnología de punta, muchas veces uno opta por seguir con lo importado. Punto final.

21 de noviembre de 2011

Europa y el salvataje financiero

Tengo un amigo que es de Lobos pero actualmente vive en Puerto Madryn, y que solía interesarse mucho por la política internacional. Debo reconocer que yo siempre tuve una mezcla de pereza y dificultad para comprender el modo en que se producen los procesos políticos en otros países. Por la televisión me entero diariamente de que Europa está atravesando por una crisis de consecuencias aún impredecibles. Lo que sucede es que la mayoría de los argentinos tenemos la sensación de que todo lo que pueda padecer cualquier país europeo no se parece ni remotamente a la crisis que nos tocó vivir aquí en 2001/2002. Niños desnutridos, saqueos, millones de personas sin empleo, una devaluación feroz y brutal de la moneda, el aumento cotidiano de los alimentos, eran moneda corriente por aquellos años. Y sin subestimar lo que está ocurriendo en el Viejo Continente, yo no creo que los europeos lleguen a ese extremo. En principio, durante la crisis la Argentina no recibió ningún tipo de rescate financiero externo, al menos que yo sepa. Ya desde antes, allá por el 2000, se le había negado el acceso al crédito y el infame ministro Cavallo deambulaba por los pasillos del FMI mientras sus viejos compañeros de usura le daban vuelta la cara. Quizás por eso me cuesta ver a la crisis europea en su verdadera dimensión. Pero, si nos ponemos a pensar, los argentinos tenemos la peligrosa sensación de que lo que nos pasó a nosotros siempre fue más grave que lo de los demás. Como si fuéramos los mejores incluso en las desgracias. De algún modo sentimos que, a pobres y humillados no hay nadie que nos gane.

Ahora asistimos a un escenario post-electoral, y muchos se resisten a escuchar la palabra más prohibida por los foros oficiales: ajuste. La eliminación de los subsidios (algo impensable en los años de prosperidad de Kirchner) y la reestructuración de Aerolíneas Argentinas son tan sólo la punta del ovillo. La Presidenta procedió con gran oportunismo al tomar estas medidas luego de su contundente triunfo: tiene todo el respaldo de las personas que la votaron, más del 50 %, y todavía ni siquiera asumió su nuevo mandato. Ese respaldo le otorga "legitimidad" para tomar medidas impopulares o que en otro momento generarían un fuerte rechazo. Creo que este Gobierno va por más en la reducción del gasto, pero como dije en un post anterior, quienes votaron este modelo deberán hacerse cargo de haber puesto la boleta en la urna y llamarse a silencio. El voto no es joda, y quienes se lo tomaron como un mero trámite para seguir con una supuesta bonanza económica tienen la obligación moral de asumir el compromiso del gobierno que eligieron. Porque si no es así, nunca vamos a madurar como una sociedad democrática, y nos seguiremos siendo una nación fragmentada, donde a nadie le importa nada de nadie. Punto final.

19 de noviembre de 2011

Volver al futuro incierto

¡Hola, amigos! Como habrán notado, hacía varios días que no actualizaba el blog, confieso que había olvidado la última vez que escribí un texto nuevo. Cada vez que redacto un post lo tomo como un reencuentro, que siempre tiene algo de misterio porque uno no sabe con certeza quién estará del otro lado de la pantalla leyendo estas líneas. Estoy pensando en comprarme un mueble (lo más económico posible) para guardar en él mi colección de CD's, y algunos libros en caso de que sobre espacio. Se me ocurre que lo más apropiado será una biblioteca, dado que hacer un mueble a medida, como era mi intención, está fuera de mi presupuesto. Es sábado por la tarde, hay una tormenta y un vendaval terrible en la ciudad, y siempre es un buen pretexto para permanecer en casa viendo TV o escuchando música. Hablando del clima, ya empiezo a sentir el calor más intensamente que en años anteriores, ¿será que estoy envejeciendo y me afecta más? Lo cierto es que cualquier día soleado de esta primavera en ciernes me provoca calor, ese tufo que no te deja respirar y que convierte a la ciudad en un sauna a cielo abierto. A veces siento que tenemos demasiados prejuicios que nos limitan y nos hacen daño, y no me refiero a pensar bien o mal de una determinada persona. A la hora de vestirnos, o de escuchar determinada música, enseguida pensamos que ya estamos "grandes" para eso, que no es para nosotros, o que está fuera de lo políticamente correcto. A mí me sucede: soy bastante conservador en el vestir, trato de pasar desapercibido en lugares donde me siento incómodo, y desconfío de quien no debo desconfiar. Es irónico, porque muchas de las personas que se ganaron mi confianza me terminaron defraudando tiempo atrás. ¿Cómo saber dónde hay un amigo y dónde hay un impostor que se apropia de una amistad que le es ajena? Hay que tener cuidado si no se quiere sucumbir en una decepción, y mientras escribo en esta maldita interfaz del blog, me doy cuenta de que el teclado me funciona cada vez peor,la p... que lo parió, no me reconoce los acentos....en fin...mejor lo dejamos ahí... Buen fin de semana para todos!

14 de noviembre de 2011

Yendo de la cama al living

Sólo quienes han tenido que mudarse alguna vez conocen lo engorroso que resulta este trámite, y las innumerables sensaciones que derivan del hecho de tener que abandonar un lugar que uno ocupó durante años. Lo primero que ocurre, cuando llega el momento de poner las pertenencias en cajas, es que uno se da cuenta de la cantidad de objetos inútiles que fue acumulando y que ocupaban un espacio innecesario. Y es natural que aparezca algo que nos conmueva, en medio de tanta hojarasca: una foto con personas que ya no están, un cuaderno de la escuela primaria, una revista de los años ochenta. Y como el camión del flete tiene un espacio limitado, llega el momento de deshacernos de cosas que, si bien tienen cierto valor afectivo, son difíciles de trasladar en virtud de su tamaño. Los muebles pesados también son un problema, y en estos casos se necesita de la ayuda de algún amigo o familiar para moverlos, y si están ubicados en un primer piso quizás haya que utilizar sogas para bajarlos y que no se estropeen. Una mesa y cuatro sillas pueden llevar más tiempo de lo previsto desde que uno comienza a trasladarlos hasta que finalmente reposan en el camión rumbo a su nuevo destino. La biblioteca, los libros, los discos, el equipo de música, el televisor, la computadora, el lavarropas, todo se va dañando cada vez que se mueve de su sitio original. Una vez que se ha cargado todo lo posible y la casa va quedando vacía, hay que tener cuidado de buscar calles pavimentadas y sin pozos, para que los objetos más frágiles no sufran el trajín. Por eso, no hay nada mejor que encontrar un lugar para vivir y sentirnos a gusto, de manera todos los objetos que nos rodean se mantengan siempre en su lugar y no haya que pasar por la ingrata experiencia de una mudanza, que dura varios días hasta que uno se va acostumbrando a su nuevo hábitat.

11 de noviembre de 2011

El día 11, un viernes a la tarde

Al parecer, en el día de hoy (11/11/11) iba a producirse una suerte de cambio importante en nuestras vidas o en el destino del universo. Miles de personas se congregaron en el Cerro Uritorco, en Córdoba, y otras tantas (seguramente al pedo) lo hicieron en el Obelisco. El número más apostado en la Quiniela fue, obviamente, el 11. Toda una estafa a la ilusión, por cierto, como lo es el hecho de creer que una coincidencia numérica cambiará radicalmente el curso de nuestra modestísima existencia. Al menos aquí, en Lobos, no ha sucedido hasta el momento nada relevante que nos haga pensar en un futuro más promisorio.

De todas maneras, la que sigue sin evolucionar es la Selección, que obtuvo un paupérrimo empate 1-1 ante Bolivia como local. De más está decir que el equipo ha perdido todo el respeto de los rivales, para quienes el representativo local no es considerado una amenaza ni mucho menos. Ya hemos dicho que los jugadores tienen una jerarquía sustentada por su desempeño en los distintos clubes. Pero algo no funciona bien, si ese nivel de juego no puede repetirse cuando se ponen la camiseta celeste y blanca. Han pasado varios entrenadores, los jugadores siguen, y el momento del "clic" nunca se produce. Ese momento en que empecemos a ver a un equipo con ambiciones, que sea ofensivo, y que salga a la cancha para arrinconar al rival. Maradona y Batista fracasaron como DT, y Sabella no está obteniendo resultados que le permitan escapar de este destino de frustración. La verdad es que era un lindo plan, para un viernes a la tarde, sentarse a ver el partido tomando unos mates y disfrutar de la Selección. Pero el equipo otra vez estuvo en deuda, y me encontré haciendo zapping en medio de algún bostezo que me provocaba el poco vuelo futbolístico demostrado por ambos equipos, pero especialmente por Argentina. Basta de mentiras, y hagámonos cargo de tener a 11 jugadores dando vueltas por la cancha y con sus egos y sus vanidades como peores enemigos para un funcionamiento colectivo. Punto final.

7 de noviembre de 2011

Escuchando a Pink Floyd


La discográfica EMI está lanzando todos los álbumes editados por Pink Floyd remasterizados, con fotos inéditas y desde luego con un sonido superior a las anteriores ediciones disponibles en el mercado. 

La remasterización implica una mejora del sonido con respecto a las ediciones anteriores, o al menos así debería ser. Se trata de una estrategia comercial que juzgo acertada para intentar seducir a quienes todavía compran/compramos CD's, ahorrando como se pueda, y no sucumben ante las descargas digitales. 

Cuando me refiero a las descargas, esto incluye a aquellas legales y pagas, como I Tunes, porque no podemos negar la realidad y decir que no hay gente que paga por música. Quizás en los países emergentes la piratería es un mal endémico porque el común de la gente no puede o no quiere gastar dinero en bajarse un disco en forma legal, nadie va preso por un delito que no jode a nadie, si los sellos de música ganan millones, sea como fuere. Pero en EE. UU. y otros países desarrollados hace tiempo ya que existe esta nueva forma de comercializar música.

Hoy, después de mucho sacrificio para ir regulando mis modestas finanzas, me compré "The dark side of the moon" (1973), en la versión 2011, pensé que debía tener un ejemplar porque los lanzamientos anteriores sonaban a un volumen demasiado bajo. Todos los lanzamientos de CBS o Sony en los comienzos de la era del CD tienen ese defecto, no así los de Warner, por citar un ejemplo, que se fabricaban en Alemania y hasta el día de hoy se la re bancan.

Con respecto a "Dark Side...", ahora está disponible también otra versión más costosa, se suma al álbum original, un disco extra donde la banda toca en vivo íntegramente los temas que lo componen. Por el momento no está en mis planes adquirirla. 
 Más allá de esto, debo decir que el desembolso de mis flacos bolsillos valió la pena. "The Dark Side of The Moon" es un disco esencial, y marcó un hito en la música popular. Cada fan de Pink Floyd tendrá el suyo, pero yo nunca me sentí a gusto con los primeros años y con la etapa más psicodélica de la banda. Por el contrario, tras la partida de Syd Barrett y la consecuente asunción de Roger Waters como líder del grupo, Pink Floyd fue desarrollando nuevas texturas y experimentando en el estudio con un ingeniero de sonido como Alan Parsons, que luego daría que hablar con sus propios proyectos. A menudo, la esencia de un disco se ve arruinado por una remasterización hecha sin tomar como fuente las cintas analógicas originales. Es un proceso que lo debe hacer alguien que conozca el paño. Yo mismo no soy un experto en el tema, pero a quienes les interese pueden buscar en Google resultados lamentables como el famoso "loudness war", que satura los oídos y no permite disfrutar de cada instrumento porque está todo enmarañado en en afán de que el disco "suene bien" en equipos de audio baratos o en los stereos de los autos. Pero me estoy yendo de tema, cosa habitual en mí. A pesar de que varios de sus integrantes han muerto, todos soñamos con ver nuevamente a Pink Floyd sobre un escenario, aunque más no sea a Roger Waters y David Gilmour juntos. Ojalá que algún día se pueda concretar. Punto final.

4 de noviembre de 2011

Lluvia de viernes


Es recurrente escuchar, en boca de fans o críticos supuestamente especializados, que una banda se ha vuelto "muy comercial". Este argumento es discutible, desde luego, y en particular esa apreciación se ha adjudicado al nuevo disco de Coldplay, "Mylo Xyloto". Es cierto que hay una evolución en la banda que muestra un concepto diferente y un estilo más amigable con la rotación radial. De hecho, el álbum incluye un tema interpretado por la cantante pop Rihanna, llamado "Princess of China", algo que resultaba impensado en los comienzos de Coldplay. Pero a mi criterio, el disco está bueno. No es para aplaudir de pie ni para rasgarse las vestiduras, pero está bueno. Debo admitir que al principio me sorprendió, porque naturalmente no era lo que estaba acostumbrado a escuchar. Los temas son más cortos y se nota que está más producido. Pero no todo cambio es en sí mismo contraproducente, al menos para mí.

Si tomamos el caso de Linkin Park, encontramos a una banda que comenzó siendo casi nü metal, y que ahora intenta hacer discos conceptuales. Pero aquí me parece que es distinto, porque precisamente lo que han hecho va en una dirección contraria a lo que constituye la esencia de su popularidad. El negocio de la música se ha vuelto muy complejo, y hoy los artistas ganan más por las giras que hacen que por las regalías de la venta de discos. De todos modos, nunca me interesó demasiado ver a una banda en vivo, porque la versiones de los temas de estudio adquieren una metamorfosis que puede ser bastante decepcionante para el tipo que compró el disco y se tomó el trabajo de escuchar cada uno de los tracks. Los interminables solos de guitarra, las arengas al público, el falso virtuosismo, y la afectación al cantar son el común denominador de una banda top cuando toca en un estadio.
En esta tarde lluviosa de viernes, se me ocurrió reflexionar sobre cómo cambia nuestra percepción de las cosas de acuerdo con factores condicionantes, y la música no es una excepción. En tiempos en que los productores y los ingenieros de sonido son más relevantes que los propios artistas que graban un disco, hay algo que se está perdiendo, y es ese sonido fresco, grabado en una primera toma, sin arreglos infinitos ni sobregrabaciones que estropean el resultado primigenio de una sesión en un estudio. Punto final.

Disco recomendado del día:
Coldplay, "Mylo Xyloto" (EMI, 2011).

1 de noviembre de 2011

Feliz noviembre para todos!!!


Primer día del mes. Como nos ocurre a la mayoría, nos hace pensar acerca del paso del tiempo, de lo que hicimos y de lo que nos falta concretar. Yo me he propuesto como meta mantenerme tranquilo ante toda la vorágine propia de este último tramo de 2011. Es cierto que me podría haber ido mejor en varios aspectos, pero a veces caemos en la tentación de no pensar qué responsabilidad tenemos nosotros para que las cosas sucedan.

Si tengo que hacer una autocrítica, diría que tomé muchas decisiones equivocadas, o que me apresuré demasiado al hacerlo. Quizás por eso, noviembre es para mí un mes distinto a los anteriores, porque estoy tratando que no me afecten cosas que antes me angustiaban más de lo que merecían.
De a poco voy retomando viejos hábitos que me daban placer, por escuchar música (hoy estuve con los Bee Gees y con U2, por ejemplo), y procuro despejar mi mente de todo aquello que no puedo solucionar en un corto plazo. Tengo una familia que me apoya incondicionalmente, y eso es el mayor capital con el que puedo contar. Nunca me gustaron las tareas domésticas, como barrer los pisos o tener que lijar una puerta, pero comprendí que es una manera de colaborar para que la casa no se venga abajo, porque en casi todos los hogares siempre se rompe algo como consecuencia del desgaste natural de una vivienda. Además, como a muchas personas de mi edad, me preocupa el hecho de no saber arreglármelas para mantener una casa cuando me vaya a vivir solo, hecho que no sé cuándo ocurrirá, pero que representa todo un desafío.

Hoy fui al supermercado, como hago habitualmente, y me puse a mirar los precios para intentar elucidar por qué la guita rinde tan poco. Los alimentos están caros, y a diferencia de otros productos, necesitamos de ellos para subsistir. En el Mercado Central, que visité el pasado domingo, hay precios que están muy por debajo de los que se consiguen en Lobos, pero los programas del Gobierno ofrecen mercadería que no es de buena calidad. Comprar asado por $ 10,50 el kilo suena interesante, pero si el corte de carne tiene mucha grasa se desperdicia demasiado y el kilo que adquirimos queda reducido a la mitad. Las frutas y las verduras en el Mercado Central son imbatibles, eso hay que decirlo. Hay buenos precios, variedad y calidad. Lo mejor que se puede hacer es comprar directamente, sin intermediarios, pero para hacer una buena diferencia es importante comprar una buena cantidad, y tener una camioneta o un vehículo de gran porte para poder llevar varios cajones de frutas y verduras. Los puestos son casi infinitos, y en los que están gestionados por el Gobierno siempre aparece un cartel que dice: "Clarín miente". La única mentira es tener que seguir creyendo que no hay inflación y que el INDEC es un organismo estatal impoluto. En fin, podría escribir más sobre mi paseo del domingo por el Mercado Central, pero prefiero empezar noviembre con algo que me motive a creer que los argentinos dejaremos de ser tan egoístas e intolerantes, obsesionados por el dólar, y por la codicia. Feliz noviembre para todos, y que sea un mes fructífero para nuestros objetivos! Será momento que empezar a tomar apuntes de todas las cosas que queremos hacer, como bien ilustra la foto que elegí.

Crónica de una sociedad en ataque de nervios

Comenzamos la semana. Ayer saltó la térmica y media casa permaneció a oscuras mientras intentaba escribir estas líneas. Así que tuve que int...