30 de octubre de 2016

Que se vaya ya 2016!

Domingo por la noche en la ciudad. 2016 será recordado, al menos para mí, como un año de transición, muy difícil de sobrellevar, como consecuencia de una serie de medidas que impactaron en el bolsillo de la gente. Parece ser que los tiempos de los políticos, no son los mismos de los del resto de la sociedad. Nos piden paciencia, nos prometen que todo mejorará, que la industria se va a reactivar, que la inflación va a bajar. Los ciudadanos le otorgamos a cada nuevo Gobierno que asume un "plazo de gracia", por llamarlo así, de 3 o 4 meses. Pero ya han transcurrido 10 meses y todos los indicadores económicos van en picada, y si alguien piensa lo contrario, que por favor me lo demuestre con hechos. Macri, en varias declaraciones públicas, ha expresado su deseo de gobernar por 8 años. Lamento decepcionarlo, pero al paso que vamos, el oficialismo se encamina a perder las elecciones del año próximo, que son decisivas para el recambio legislativo. "Pobreza Cero" fue sólo un slogan de campaña: cada vez hay más argentinos que no pueden acceder a las necesidades básicas. La pregunta es: ¿Hay un plan? ¿O al menos, un "Plan B"? Mientras el Gobierno está en piloto automático, el peronismo de a poco se esta reorganizando. Como es sabido, históricamente el peronismo se reinventa, se recicla, con caras nuevas y otras que meten miedo porque son figuritas repetidas. A diferencia del resto de los partidos políticos, el PJ no se despedaza o se fragmenta a sí mismo en internas. La última que hubo fue en 1988, entre Cafiero y Menem, y ganó Menem como candidato a Presidente.  

Hoy por hoy, Vidal tiene una imagen más positiva que la del propio Macri. La Gobernadora rompió con una hegemonía peronista en la Provincia que se remontaba a 1987. Su modo de hacer política es distinto al del Presidente, aunque ambos sean del PRO. El problema que afrontan ambos, al augurar un futuro promisorio, es que no tienen argumentos sólidos para que uno piense que será así. Todos nos tuvimos que ajustar el cinturón, achicar gastos, privarnos de cosas que antes eran parte de nuestra vida. Alguien podrá decir que tuvimos 12 años de fiesta y despilfarro, con subsidios por doquier, con fútbol para todos, y ahora estamos pagando el costo del populismo y la demagogia. En realidad, ambas lecturas son ciertas: el kirchnerismo se agotó como modelo, y por otra parte el Gobierno actual está dilapidando el capital político que lo llevó al poder. Hay muchos ciudadanos que votaron por Macri y que hoy se sienten desencantados, defraudados, o cualquier calificativo similar. Quizás este fenómeno se da porque tuvimos que elegir "el mal menor", dado que Scioli seguramente iba a ser un títere de Cristina si llegaba a ganar. Si no hay una mejoría en el corto plazo, si no se logra controlar la inflación, 2017 será un escollo duro para el oficialismo. Por el momento, estamos transitando en último tramo de un año que nos obligó a la mayoría de los argentinos a cambiar nuestros hábitos de consumo, lo cual no es grato para nadie. Punto final. 

26 de octubre de 2016

Evitar ser manipulado

Martes por la noche en la ciudad. Una noche lluviosa, con las calles invariablemente anegadas ante el menor aguacero. Estos últimos días estuve reflexionado sobre la búsqueda fundamental del ser humano, que es la paz interior. Y no mencioné la felicidad, porque quizás resulte un cliché, y además una cosa está intrínsecamente relacionada con la otra. La paz interior no es el mero hecho de "estar tranquilo". Es saber actuar con firmeza cuando las circunstancias lo requieren, tener temple, hacerle frente a las cosas, pero con la convicción de que lo hacés porque querés. Ser consecuente con tu pensamiento, te brinda esa paz. Actuás conforme a tus principios, y te comportás de ese modo. Quizás todo esto podrá resultar demasiado idealista, ya que muchas veces nos traicionamos porque estamos expuestos a demasiada presión y actuamos siguiendo al rebaño. No estamos convencidos para nada de la decisión que tomamos, pero sentimos que no nos queda otra alternativa que hacer las cosas de este modo, nos da vergüenza alzar nuestra voz. O simplemente no podemos hacerlo. Sin embargo, debemos reconocer que uno muchas veces se autocensura: damos demasiados rodeos para expresar algo que dicho de otra manera sería demasiado chocante, o "políticamente incorrecto".

Para tener serenidad, no sólo tenés que estar bien con vos, sino con los demás. Rodearte de la gente que realmente vale la pena, que te quiere de verdad, y que va a estar a tu lado cuando las papas queman. Y si te toca tratar con alguien que no conocés, hay que tener la capacidad suficiente para saber discernir entre las buenas intenciones y la manipulación. La mayoría de nosotros, por el trabajo que realizamos, debemos relacionarnos con personas de diferentes ámbitos. Pero hay que fijarse límites, creo yo, para no permitir que nos intoxiquen o que nos usen como paño de lágrimas. Hay un libro muy recomendable, de Wayne Dyer (el autor de "Tus zonas erróneas"), que se llama: "Evite se utilizado". El título es más que elocuente. No permitir que no tomen como material de descarte, como si no fuéramos personas. No ser funcionales a los intereses de terceros. Creo que por ahí está la clave. Es cuestión de ver qué buscan los demás de nosotros y qué objetivos persiguen para adoptar una actitud ante ellos. Punto final. 

20 de octubre de 2016

Rebelión en la granja

El deseo de toda persona que trabaja, además de satisfacer sus necesidades básicas para subsistir, es poder darse "un gusto", hacer un viaje a un destino turístico con su familia, o buscar un momento de distensión. Si nos quitan esos períodos de ocio, lo único que hacemos es trabajar sin ninguna compensación interior, sin nada que nos satisfaga de verdad. A mí en particular, nunca me interesó que el Gobierno de turno me dé explicaciones de por qué estamos en determinada situación. Lo que quiero ver son resultados. 

Con medidas y acciones concretas, al poco tiempo la economía podrá volver a recuperarse. Pero insisto en esto: no nos quiten el asado o los ravioles de los domingos, la vuelta al perro en el auto, tres o cuatro días a Mar del Plata (por citar un lugar cualquiera). Porque fue la clase media la que los votó, y ese slogan de "cambio" que se pregonó con tanto énfasis, va hacia la deriva. Aceptemos que no somos un país desarrollado, y que nos resta mucho por mejorar. Y en lugar de mirar hacia Europa, retomemos la mirada hacia nuestros vecinos del Mercosur. Cada vez que el FMI elogia el rumbo de la economía doméstica, es síntoma de que está todo mal. No para ellos, desde luego, que se verán favorecidos con un país que se endeuda. Reconocer las cifras del INDEC (que luego de mucho tiempo vuelven a ser consideradas confiables), es un gesto positivo. Pero lo que arrojan esos datos, es que desde 2015 hasta esta parte, hay 1 millón más de pobres en la Argentina. Gente que no llega a fin de mes, que no puede pagar la luz o el gas a tarifas exorbitantes, y que está harta de que le pidan paciencia. Un jubilado no puede esperar, ni mucho menos una persona con una enfermedad crónica. Y el sistema de salud pública, que fue motivo de orgullo en otras épocas, hoy está colapsado, sin insumos, y en pésimas condiciones. 

Mi diagnóstico es: si bien aún estamos en condiciones de mejorar y de que nuestra calidad de vida vuelva a ser la de antes, el Gobierno parece desorientado por momentos. Fue muy sencillo negociar con los sindicatos un bono de fin de año, porque...no es obligatorio para las empesas pagarlo!!! Y la mayoría de las empresas no lo abonarán porque consideran que los aumentos salariales ya fueron dados en las paritarias. Hicieron una "pirueta" que les salió bien y evitaron un paro general de la CGT. Pero los gremios deberán atender los reclamos de sus afiliados, que por algo les retienen parte del sueldo. Veremos cómo sigue esta historia. Punto final o "final abierto"? El año que viene hay elecciones, y será entonces cuando los ciudadanos tengamos la oportunidad de decidir cómo queremos seguir.

16 de octubre de 2016

Romper con lo establecido

La vida va dejando huellas en nosotros, ya sea con la influencia del entorno, o bien con nuestras propias acciones. Desde chicos crecimos admirando a un músico, a un jugador de fútbol, o quien sea, y lo elevamos al sitial de ídolo. Todo lo que hoy parece nuevo y es motivo de alarma y preocupación en la sociedad, no lo es tanto. Lo que ha cambiado es la forma de comunicarnos y de expresarnos, pero no la perversidad, el odio, la mezquindad, las miserias humanas. Cuando alguien que hace mucho tiempo que no ves te saluda por la calle y te dice: "Estás igual!", es porque él se quedó con tu última imagen de hace años, no porque estés igual. Parece obvio decirlo, pero hay gente que cree que el tiempo no pasa, y que su aspecto juvenil es el único síntoma de un "no-cambio". Esto no es así, en realidad: podés lucir joven, pero es sólo parte del cascarón, no del meollo del asunto. 

El grupo de amigos de la infancia se dispersó: unos de mudaron a otra ciudad, otros viven en el exterior, algunos murieron. Y cada grupo que se va conformando en las relaciones humanas, es sujeto de un permanente cambio. Porque los intereses que tiene una persona de 15 no son los mismos que una de 45. El carácter, el temple, las cicatrices que te fueron quedando, tampoco están ahí de regalo: el tiempo es implacable. Podés tomarlo como un aliado o emprender una lucha inútil contra él. No somos otra cosa que el reflejo de una generación, como lo fueron nuestros padres y abuelos. 

Los usos y costumbres duran hasta que aparece una ruptura con lo establecido, que al principio es resistida pero luego se termina imponiendo. Así pasó con el rock, con los hippies, con una cultura marginal o "contracultura". Si tuviera que definir a qué burbuja de tiempo me gustaría pertenecer, diría simplemente que a la que estoy viviendo, la que me tocó en suerte. Es un error suponer que la vida era más fácil en otras épocas, o que lo será en el futuro. Porque en sí, el capitalismo no cambiará, y todo seguirá teniendo su precio, y el que queda afuera del sistema no existe, se jode. No es esto un panfleto de izquierda, sino un análisis de las causas que nos hacen sentirnos rehenes de un espacio y un  momento. Punto final. 

12 de octubre de 2016

Fijarse prioridades en la vida

En ese "arte" de aprender a vivir, creo que hay un punto clave: darle la dimensión justa a cada cosa. Saber cuándo es necesario preocuparse y entrar en acción, y en qué situaciones es mejor tomarse un tiempo a ver qué pasa. Nosotros, sin quererlo, consumimos la estupidez que nos venden los grandes medios. Cito por caso los partidos de la Selección. Si se gana, perfecto, y si se pierde, a otra cosa. Si no clasificamos para el Mundial, no es el Apocalipsis. Sería lamentable, por supuesto, que así ocurriera. Pero yo prefiero mil veces que se estabilice la economía, que haya menos pobres, que se generen fuentes de trabajo, que todos nos levantemos con ganas a laburar a pesar de que sea un lunes. 

Es elogiable que haya gente que se engancha con el fútbol y que haya un sector del periodismo que se nutre de ello. Pero aunque me duela una frustración en la cancha viéndolo desde la pantalla de la tele, mucho no puedo hacer. Si vamos al caso, a nivel nacional, las políticas de Gobierno se deciden en una "mesa chica" y los demás son de palo. Ahora resulta que lograron evitar un paro general de la CGT, ofreciéndoles distintos beneficios. Es increíble el poder de estos tipos: no por nada los llaman "gordos". Si no te ponés firme o aceptás ceder como funcionario, estás en problemas. Mientras esto acontece, la economía sigue "revuelta": el ciudadano común tiene que hacer las compras esenciales para poder subsistir, y por si ello fuera poco, escuchar que le hablen de repunte, de reactivación, de inversiones. La gente no quiere anuncios, sino hechos. La gente no necesita que le hablen con sonrisas y gestos optimistas desde la Casa Rosada.  Todo lo que pregonan no sucedió ni sucederá en los próximos meses. Lo único que veo, es que la gente de clase media a veces se da un gusto (y está en todo su derecho), y por ahí va a un restaurant, o a tomar algo con un amigo en un bar. Afortunamente, las entradas para ver una película en nuestro querido Cine Italiano son bastante económicas, y también es una buena alternativa para despejar la cabeza y meterse en el mágico mundo del "Séptimo Arte". 

9 de octubre de 2016

Fin de semana veraniego

Domingo por la tarde en la ciudad. Fue una semana complicada por el laburo, de aquí para allá, con días soleados y lluviosos que se sucedían casi sin interrupciones. Buena oportunidad para "bajar un cambio", sentarse frente a la compu y ponerse a ver pavadas, boludeces, algo que distraiga la mente del embrollo en que se encuentra cualquier persona por la vorágine de los acontecimientos. De a poco he dejado de comprar diarios impresos, no me interesa demasiado la producción periodística de los grandes medios. En Internet se puede acceder a las noticias del día, si es que uno desea conocerlas, y además hay una oferta de portales informativos mucho más variada. Trato de leer de diferentes fuentes, aún aquellas que no concuerdan con mi pensamiento. Es valioso indagar en las notas de opinión, porque su autor expone, argumenta, explica, no se limita a decir que sucedió un hecho determinado. La nota editorial, es uno de los géneros más difíciles del periodismo, porque representa la posición del medio para el cual estás escribiendo. Tomás partido por una cuestión, el texto no es neutro en absoluto. Lo que veo cada vez más a menudo, y me molesta, es que se emita opinión o juicio de valor en una mera crónica, o que se subestime al lector bajando línea o "haciendo lobby" por unn determinado sector. Si vos lo hacer dentro de una sección, como editor, Jefe de Redacción, o lo que fuere, me parece lo más respetable y genuino. Lo otro es un mamarracho, al menos para mi gusto. 

Hay gente que todavía no sabe diferenciar o distinguir las distintas secciones de un diario. Pero lo que también es cierto, es el que fútbol está muy vinculado a la política y a intereses espurios, cuasi mafiosos. Digo esto por citar el caso de la sección Deportes. El fútbol, que nos despierta una gran pasión y es el deporte de mayor preferencia entre los argentinos, está manchado con sangre. La sangre de los hinchas que murieron en una cancha, con una bengala, un piedrazo, o los que a la salida del estadio fueron atacados en una emboscada del equipo rival. Hablar de "la violencia en el fútbol", como suele denominarse, sería tarea ardua y no es mi intención hacerlo ahora. Pero es interesante pensar cómo la política y el poder económico atraviesa todos los ejes de la vida social, casi de manera transversal, y por ese motivo el criterio de dividir un diario por temas o secciones se ha vuelto un desafío para los editores. Punto final.

4 de octubre de 2016

Salir de la jaula

Una cosa es aprender a manejar tus emociones, y otra muy distinta, es "masticar bronca" todo el tiempo. Es más sanador escupir tu enojo que dejarlo "reposar" y que se haga cada vez más grande. No permitas que nadie te quite la oportunidad de ser feliz. Parece una frase bonita, sacada de algún libro berreta, pero es la realidad. Esta es la única vida que hay, y en consecuencia, no podemos pretender que nos avasallen o nos pasen por encima. El maltrato que se ve en la calle, en las oficinas públicas, en los hospitales, es constante. A nadie le importa demasiado si está hablando con una persona o con un maniquí, basta con hacer todo lo más rápido posible para rajarse del laburo hasta el día siguiente. Son los mismos que dicen "qué país de mierda" y no pierden oportunidad de irse de vacaciones cualquier feriado puente o fin de semana largo. Tan mal no les va viviendo acá, parece.

El primer paso para salir del estado de interferencia de nuestras emociones, de esa desvalorización del otro (a lo que me refería al principio), es reconocer que siempre habrá alguien que haga las cosas mejor que nosotros. No obstante, tenemos la capacidad de tomar debida nota de ello, de capacitarnos, de no quedarnos pensando en "lo que podría ser". Hay determinados momentos de la vida en los cuales hay que jugarse, apostar las últimas fichas y que sea lo que Dios quiera. Y hay otras situaciones en las que podés tomarte un tiempo para reflexionar y pensar más antes de decidir. En cuestiones de salud, muchas veces no podés dudar un minuto, porque de lo que resuelvas hacer depende la vida de un ser querido. Por eso, considero que muchas veces es provechoso salir de la "jaula" que nos hemos autoimpuesto, del encierro en nuestros propios problemas, y replantearnos cómo mejorar nuestra calidad de vida para no estar luego lamentando o reprochándonos algo que no hicimos. Cuando ampliás la mirada, te tranquilizás un poco y vas sopesando los hechos, se hace más acertado tomar una decisión. CPunto final. 

3 de octubre de 2016

Y si apagamos la luz?


Un lunes cálido y agradable en Lobos, ideal para emprender una buena caminata en la Plaza Tucumán en compañía de un amigo. La primavera se manifiesta de un modo espléndido, al menos si hablamos del clima. En lo que respecta a los ciclos políticos, estamos lejos de atravesar una "primavera". Se habla de un repunte del consumo, de que la gente ha vuelto a comprar. ¿Hay alguna forma de probarlo, más allá de una estadística y de los fríos números del INDEC? Y lo más preocupante aún, ¿es motivo para festejar como si hubiéramos ganado un Mundial? Uno de cada tres argentinos es pobre, de manera que ese tercio de la población no verá en sus bolsillos ningún impacto de la recuperación del consumo, si es que existe. No se trata aquí de ser pesimistas. Siempre habrá un sector de la sociedad que tiene el poder adquisitivo para gastar y despilfarrar en lo que quiera, pero son los menos, y prefieren gastar más en el Exterior que en su propio país. En este contexto, el estrés y la incertidumbre nos están matando de a poco. Nadie sabe qué va a suceder, y ojalá podamos un día sentarnos a la mesa sin tener que hablar de las tarifas, de la inflación, de los impuestos, y de lo caro que se ha vuelto vivir. Efectivamente, mantenerse vivo es caro, más aún si tenés la mala suerte de enfermarte. 

A medida que fue evolucionando la sociedad, los hechos se suceden con una rapidez inusitada, y todo se vuelve impredecible. Ni los políticos pueden prever los resultados de las medidas que van a tomar, caso contrario sería muy sencillo hacer demagogia y dejar a todos contentos, diciendo lo que los demás quieren escuchar. 

Creo que ya no importa pensar si lo que estamos atravesando es nuevo, o hay un "efecto arrastre" de los últimos 12 años. Los que gobernaron hasta 2015, y los que lo están haciendo ahora, tienen que hacerse cargo y tomar cartas en el asunto. Y si se prueba la comisión de un delito, que vayan presos a una cárcel común, como los "tumberos", y no a una prisión VIP.  Como verán, todas estas son expresiones de deseos sobre cómo nos gustaría que fueran las cosas. Porque se acumulan pruebas y denuncias, los funcionarios o ex funcionarios desfilan por los pasillos de Tribunales como si fuera la alfombra roja de los Oscar, y sigue la joda, precisamente en un momento que el ánimo social no está para joder. El horno no está para bollos, seguramente 2017 será mejor, pero este año fue terrible en todos los sentidos, con medidas durísimas para la clase media y los más pobres. No quiero ser reiterativo, lo que ansío es que cuando llegue 2019 pueda decir que Macri hizo una gestión eficiente y que dio lo mejor de sí para resolver este descalabro social. Punto final.

2 de octubre de 2016

Los futuros jubilados, en problemas

Domingo lluvioso en la ciudad. Todavía no tomé conciencia de que faltan apenas dos meses para que termine en año, para que este asqueroso 2016 se vaya de una buena vez. Octubre trae siempre esperanzas y expectativas, ya sea en los años electorales o en los que no hay comicios. Pero me puse a pensar en los futuros jubilados, como yo, y tantos otros que integran el sector activo. Dado que la mayoría de nosotros no somos Diputados, Senadores, ni Intendentes -mucho menos ministros-, luego de 30 o 35 años de aportar, deberemos lidiar con un sistema perverso para que nos reconozcan todo lo que aportamos durante más de tres décadas, y en muchos casos tendremos que continuar trabajando para pagarle a un abogado que se dedique a la faz previsional. Esto último no lo veo necesariamente mal, lo que me resulta inverosímil es el maltrato perpretado por el Estado hacia los viejos (vamos a decir las cosas como son). El hecho de que personas que están postradas en una cama deban esperar, quién sabe hasta cuándo, para que les reconozcan el trabajo de toda una vida, porque ya no les da el cuerpo para seguir. No basta con brindar facilidades en los trámites por Internet, en principio porque no todos los jubilados disponen del servicio, no todos pueden ir al banco o a donde sea a escanear sus huellas digitales como si fueran refugiados del Holocausto. No señores, no es así, déjense de joder con Internet, que funciona excelente para muchas cosas, pero no para nuestros viejos. Señores de ANSES: Expliquen, hagan docencia, vayan por los barrios que tienen personal de sobra, repartan manuales indicando cómo poder jubilarse, sobre todo los que aportaron a diferentes cajas o empleadores. Y de una buena vez, que la oficina de Lobos funcione como la de Saladillo, que sea una UDAI, una unidad integral de atención para liquidar expedientes. 

No nos olvidemos también están lo que no aportaron y laburaron de buena fe, creyendo que el patrón lo haría como corresponde por Ley, y los cagaron. Hay que hacer una moratoria en serio, caso por caso, para determinar quién laburó de verdad y quién se va a jubilar habiendo sido un vago durante 30 años. Esto es posible, no es utópico de llevar a cabo. Porque de lo contrario, se genera una nueva grieta o división entre la sociedad, entre un sector que considera que otro no merece los beneficios jubilatorios. 

Quizás por eso me molesta que se generalice y que el pensamiento común de los que se jubilaron sin aportes es que fueron "vagos". Vayan a ver cuántos peones de albañil, cuántos changarines, tienen recibo de sueldo. Controlen, no juzguen, honren al Estado que los puso en su lugar. Controlen las licencias o "carpetas médicas" que se extienden por tiempo indefinido, los que hacen tareas pasivas en una oficina cebando mate o revisando una pila de papeles y en realidad están mejor que un pibe de 18 años. Fíjense quiénes conforman las Juntas Médicas, con qué criterio otorgan las licencias, si hay negligencia o no. Es la única manera de parar con los abusos y de garantizar que los futuros jubilados recibamos la retribución que nos corresponde. Punto final. 

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...