30 de abril de 2018

Vísperas del Día del Trabajo: mucha gente tiene poco para celebrar



Es una destemplada noche de otoño en la ciudad y el clima adverso (luego de varios días de lluvia) me incita a escribir algo. Trato de crear nuevos textos dentro de mis posibilidades y de lo que me vaya dictando cada momento. Cuando no se actualiza con la frecuencia que yo quisiera, esto sucede por el mero hecho de que a veces no dispongo del tiempo necesario para hacerlo con la periodicidad que me propuse en los comienzos. Esto no quiere decir que se discontinuará, o que quedará varado en el ciberespacio.

Mañana es el día del trabajador, y muchos de nosotros tenemos que agradecer el hecho de tener un empleo, cuando debería ser un derecho universal. Y la precarización laboral avanza al compás de nuevas reformas, que pretenden excluir de la indemnización por despido al aguinaldo y otros beneficios. Como así también crear un fondo que abona el propio trabajador al momento de ser cesanteado. Ya hemos tenido una experiencia poco edificante en torno a la situación de los empleados en relación de dependencia, con la Ley de Flexibilización Laboral, durante el efímero gobierno de De la Rúa, la cual fue derogada. En aquel momento, ustedes recordarán que se habló mucho del pago de coimas y sobornos. Pues bien, no me extrañaría que estas maniobras espurias sigan existiendo en el Congreso.


Y es entonces cuando uno piensa qué futuro le espera, o mejor dicho, si existe un futuro. En la faz periodística, es voluntad mía y de los colaboradores que me acompañaron en los comienzos,  continuar con mi diario digital y con este modesto blog. Dicho esto, ahora voy a hablar en plural: los que hacemos (tercera persona del plural) este sitio, es decir, quien esto escribe y el grupo de gente que hace su aporte con toda buena voluntad y entusiasmo, teníamos el deseo de que este espacio sea de interés de los lectores. Creemos que hemos cumplido dicho objetivo. Nunca fue nuestra intención que este sea un blog visitado masivamente, y no porque seamos elitistas, sino porque sabíamos de antemano que el contenido quizás no invitaba a una gran cantidad de lectores. Hoy, contamos con casi 53.000 visitas desde junio de 2005 a la fecha, lo cual nos parece una cifra interesante, si tenemos en consideración de que no es una página donde se pueda bajar música o películas, ni que se vende nada, es un lugar de opinión. Uno supone que cada persona que entra ha leído al menos una nota, y no se ha limitado a ver los títulos o las fotografías que ilustran cada texto. Cuando asumimos una posición pesimista sobre determinados asuntos, intentamos fundamentar ese juicio de valor, de lo contrario carecería de sustento. 

Cuando criticamos el despilfarro de dinero que a veces advertimos de las arcas municipales, no por ello estamos desmereciendo aquellas acciones positivas emprendidas por este gobierno. No es este tampoco un foro político, en el sentido de política partidaria. No nos interesa. No sirve, y sólo siembra la discusión exaltada y los enconos en ámbitos que no han sido concebidos para tal fin. Abril, por diversos motivos, es un mes "difícil" para todos: estudiantes en general, asalariados, personal jerárquico de distinta índole. Es momento, entonces,  de despertar de los tres meses de letargo que lo precedieron y de comenzar a hacer, construir, trabajar, realizar. Este blog, CULTURA LOBOS, precisamente, está abocado a esa tarea. Y, además, queremos decir que, si bien no ha sido nuestra propuesta en un primer momento, hemos abordado asuntos que exceden los límites de la geografía lobense, pero sobre los cuales creemos necesario reflexionar porque no somos  una “isla” y lo que se decida desde arriba inevitablemente repercute en nuestra calidad de vida, y no nos puede resultar ajeno. Punto final.

28 de abril de 2018

Balance de una semana convulsionada y que nos pide "recalcular"

Hola, amigos, me reencuentro con ustedes en este espacio, cerrando una semana bastante ajetreada en términos de información, aunque por supuesto el sábado y el domingo hay que continuar trabajando. Por lo general, los fines de semana hay más actividades culturales y de esparcimiento, pero no siempre concitan el interés de los lectores. No sé bien a qué atribuirlo, pero salvo algún acontecimiento excepcional, las exposiciones de arte o las obras de teatro tienen más repercusión entre el público que va a verlas, que entre los lectores de la crónica que uno escribe. Es que son eventos que se disfrutan plenamente con el momento de presenciarlos, resulta difícil describir con una nota periodística lo que significa admirar un cuadro, un espectáculo musical, o lo que fuere.

Yendo a la arena política, podríamos decir que tras la convulsionada sesión en el Concejo, tendríamos que darnos cuenta aquello que está en juego, y los intereses sectoriales que se persiguen buscando sacar rédito de un legítimo reclamo. Los aumentos de tarifas nos agobian, y hay que apagar las luces de la casa a cada rato para ahorrar lo poco que se pueda, instalar artefactos de bajo consumo, todas cosas a las cuales no estábamos acostumbrados, porque no es un derroche tener encendida una luz, sí lo es tener el televisor todo el día al pedo cuando nadie está mirando. Forzosamente debemos replantearnos nuestros gastos, de la manera que podamos. 

Y con el gas, es aún más difícil cuando el invierno comience a apretar, porque las bajas temperaturas requieren calefacción. Cualquier cocina doméstica gasta lo mínimo que insume hacer un plato de sopa, y entonces nos preguntamos: ¿cómo hacer? ¿Debemos comprarnos una salamandra de hierro y echarle leña para calentarnos, si es que resulta más barato que el gas? Son dilema de la economía cotidiana. Este Gobierno está decidido a eliminar los subsidios pagando cualquier costo político, el cual puede ser alto, porque se avecinan las elecciones y el humor popular ha comenzado a mutar cuando nos tocan el bolsillo. Siempre ha sido así: toleramos la corrupción, pero no que se metan con nuestro dinero. Por eso fue que Menem, con la famosa "estabilidad" e inflación cero, gobernó casi diez años consecutivos, pese a que los escándalos por corrupción y coimas estaban a la orden del día. Punto final. 

25 de abril de 2018

El HCD: Crónica de una sesión agitada y difícil

La verdad es que trato de "decodificar" todo lo que vi y escuché ayer por la noche, en calidad de periodista, cuando concurrí a la escandalosa sesión del Concejo, y todavía no salgo de mi asombro. Nunca había presenciado algo semejante. Por supuesto que estamos viviendo un momento difícil, y que la presión por las facturas de luz y gas nos agobia. Además, es valioso que muchos vecinos hayan presenciado dicha sesión. Pero bajo ningún punto de vista se puede caer tan bajo de insultar, agraviar, a los concejales oficialistas, porque ellos nos representan a TODOS los lobenses, quienes los votaron y quienes no. Y están en todo su derecho de disentir con el proyecto presentado por la oposición. 

Si el objetivo de la masiva presencia de vecinos fue torcer la voluntad de los ediles de Cambiemos, no se logró el cometido, dado que el citado proyecto fue rechazado, en base a aspectos formales, y a otras consideraciones que luego se fueron exponiendo. Una de ellas, es que el HCD no tiene potestad para decidir sobre servicios públicos provinciales o nacionales. Lo cierto es que el concejal Zabalo se sinceró al afirmar que, aun cuando esos "aspectos formales" se hubieran corregido, difícilmente hubieran aprobado el proyecto. Si nos ponemos en la piel de los legisladores, que tenían detrás a un gran número de vecinos y militantes que los insultaban, no es la mejor manera de sesionar en paz, con un griterío constante. 

Hoy, los hechos dicen que Cambiemos tiene mayoría absoluta en el Concejo, y además -como hemos dicho- tiene quórum propio, lo cual quiere decir que no necesita del resto de los bloques para sesionar, y si lo desea puede abortar una sesión al no presentarse en la Sala. Que no nos guste esta realidad, es otra historia. Habría que pensarlo mejor al momento de votar, luego es demasiado tarde para lágrimas. 

No estoy defendiendo al oficialismo, lejos de mi ánimo está hacerlo, sólo digo que en esas condiciones se vuelve imposible llegar a un acuerdo, con una horda que empieza a putear y a gritar, y ahora parece que extrañamos a los K, cuando durante 12 años nos chuparon la sangre. Punto final. 

21 de abril de 2018

No hay peor sordo que quien no quiere oír...

Fin de semana tranquilo en Lobos, con escasa actividad, entrando (de a poco) en la recta final de abril. Siempre que cuestiono a algún estamento político, trato de hacerlo con fundamentos, de lo contrario sería una opinión caprichosa y tendenciosa. En nuestra ciudad, al oficialismo le falta tacto, capacidad para administrar poder. Porque la ciudadanía les otorgó esa responsabilidad, y parecen incapaces para asumirla. Esta gestión ha decidido reducir al mínimo posible las conferencias de prensa, precisamente porque temen las preguntas de los periodistas independientes, aquellos que laburamos de esto sin "casarnos con nadie". Entonces es natural que se generen efectos no deseados, cuando se recibe una escueta gacetilla o comunicado. Esto no es responsabilidad de la gente de prensa del Municipio, sino de las directivas que reciben. Si no hay posibilidad de preguntar, si no hay margen para el disenso, menos aún se puede informar con espíritu crítico. Que se hagan cargo de ser Gobierno, radicales y conservadores por igual, pues para ello el pueblo los votó. Y las deserciones de funcionarios, las renuncias, no son casualidad. No soportan el destrato, la falta de atención, o que no se los tenga en cuenta. Golpean puertas donde no hay nadie. Por supuesto, sería injusto afirmar que no hay personal idóneo. Pero ese es el requisito esencial para la función pública, la idoneidad. 

Lo mismo sucede cuando proclaman: "Nosotros decimos la verdad". Como ya dijimos, decir la verdad no es un mérito, es un deber, y si no están dispuestos a asumirlo así, tienen una escala de valores totalmente trastocada. 

Es lamentable que a veces se ataque a la prensa, porque es "matar al mensajero". Los medios reproducen los dichos de los funcionarios, pero los periodistas no necesariamente opinamos igual que ellos. Así las cosas, todo lo que podemos esperar es que ciertos funcionarios recapaciten, se bajen del caballo, y se den cuenta de que no son eternos. El año que viene hay elecciones, y si no están a la altura de las circunstancias, la gente les quitará su apoyo. La lucha por espacios de poder es feroz, ya lo mencionamos, y si Etcheverry ya se considera candidato, vamos a ver qué tiene para decirle el electorado en 2019. Punto final. 

SEÑORA ROBINSON (Cuento)



El diario “La Justicia” había sido fundado en 1970, durante la efímera presidencia de Roberto Marcelo Levingston. Era un viejo edificio en Avenida de Mayo, muy cerca de la Plaza homónima. Supo tener un gran número de lectores, pero cuando murió su fundador cambió su línea editorial y la gente, que no es boluda, comenzó a volcarse a otros medios de prensa. Yo había entrado como cronista hace ya 15 años, en la Sección Interés General.

Lo recuerdo como si fuera hoy. Era el 30 de abril de 2011 y estaba desgrabando un reportaje que le había hecho a Froilán González, leyenda del automovilismo. Me recibió en su casa, me atendió amablemente y hasta me facilitó algunas fotos para publicar en el diario. 


El Negro Ruiz era uno de los periodistas con más trayectoria en la Redacción del diario. Se llamaba Omar, pero lo apodábamos Floreal por el célebre cantor de tangos. Renegaba de su apodo, pero se había acostumbrado, inclusive una vez me regaló, con una sonrisa, un disco de Floreal Ruiz como consintiendo la humorada. Siempre en mangas de camisa celeste, aún el pleno invierno. De bigotes tupidos, pelado y con un cigarrillo negro en los labios.
Estaba prohibido fumar, pero como era el más veterano hicimos una excepción con él. De todos modos, se tomaba la delicadeza de fumar en el baño, dejando un olor insoportable entre el humo y el hedor de sus propias heces.
Se dedicaba a cubrir notas sociales o culturales. Era un periodista todo terreno, que podría haber llegado más lejos hasta que un par de piernas ocupó la Secretaría de Redacción. Recuerdo que por una primicia del Negro vendimos más de 200.000 ejemplares cuando anunció los indultos de Menem. Tenía contactos con un funcionario de Cancillería que le pasó el dato y el Director, que era un kamikaze como él, se animó a publicarlo. “Lanata se atribuyó el mérito, pero la posta la tuve yo”, se jactaba.
Estaba cada uno en lo suyo, y sólo se oía el sonido de los teclados de las computadoras. Hasta que comencé a escuchar un murmullo y vi alguien que salía presurosa del despacho del Director.

Fue entonces que Andrea, Secretaria de Redacción, le dijo, expeditiva:
-          Negro, hacete rápido una necrológica de Sábato. Se murió hace unas horas. Está en todos los portales de Internet.
-          ¡Colaboracionista de la Dictadura! –bramó el Negro.
-          ¿De qué estás hablando?- dijo Andrea, que quería apurar el trámite porque estábamos a punto de cerrar la edición.
-          Ese tipo fue al famoso almuerzo en la Casa Rosada, invitado por Videla y habló maravillas de él. Todavía tengo la grabación –dijo, mientras desempolvaba un viejo grabador con un casette que tenía como única inscripción “Sábato hijo de puta”.
-          Sí, es discutible, todo lo que vos quieras. Pero fue un gran escritor, le otorgaron el Premio Cervantes...
-          No me jodas. Ese premio de mierda se lo dan a cualquiera.
-          Bueno, ¡Basta! Hacete la necrológica que estamos por cerrar el kiosco!- dijo Andrea, ya fastidiada.
-          Está bien. Lo primero que debemos hacer, es buscar en el archivo. ¿Querés que vaya a buscar testimonios de la gente que lo conoció?
-          Claro, pero hacelo por teléfono porque no llegamos. Tomate un taxi o un remís hasta Santos Lugares y sacá las fotos que puedas.
-          ¿Por qué no buscás la data en Wikipedia?- dijo con candor Luciano, el más joven de todos.
-          No me rompas las pelotas, nene. Wikipedia no sirve para nada. Cuando yo tenía tu edad las cosas eran diferentes. Aprendí a escribir a máquina, no con estas computadoras que me cagaron la vista y me obligar a usar anteojos de culo de botella- gritó Floreal con los ojos inyectados en sangre.

     Luciano se encogió de hombros, y siguió corrigiendo las notas y las faltas de ortografía.
       En diez minutos, el Negro redactó la necrológica. Se la mostró desafiante a Andrea.
-          Pero Negro, no podemos publicar esto! ¿Cómo vas a titular “Falleció Ernesto Sábato, un escritor controvertido”?
-          Bueno, que le cambie el título Luciano. Ahora me voy a sacar las fotos, hablo con algunos de sus supuestos admiradores o amigos, cono Dolina, con Beatriz Sarlo, alguno más, y listo el pollo.
-          Está bien, pero apurate. Y acordate de resaltar que fue integrante de la CONADEP, de su lucha por los Derechos Humanos... –dijo Andrea.
 Demasiado tarde: el Negro tomó rápidamente un viejo gabán del perchero, cosa que rara vez hacía, y se fue a buscar un taxi. A las dos horas volvió.

-          ¿Dónde te metiste, Floreal? Faltan cuarenta minutos para el cierre!! ¿Qué vamos a hacer?
-          Acá tenés. Fotos de la casa. Hablé con el hijo, Mario, el cineasta. Con los vecinos del barrio. Beatriz Sarlo y José Pablo Feinmann dijeron que nos iban a mandar un texto por mail.  El velorio es mañana en el Club Defensores de Santos Lugares. Buscá una foto de archivo de Sábato, no vamos a publicar una foto del cadáver, intento suponer. Y a la mierda.
Se hizo un silencio. Andrea resopló, contó hasta diez, y cuanto vio que el Negro se mostraba intransigente, dijo escuetamente:
-          Está bien. Que Luciano lo corrija y listo. Saldrá publicado así.

Al día siguiente, llovieron las puteadas y los mails a la Redacción. La crónica del Negro no estaba mal, pero como es sabido, la gente siempre es condescendiente con los muertos. Lo que desencadenó la ira de los lectores fue la última frase del texto. Decía: “La muerte no mejora a nadie”.  Floreal no se inmutó, y mientras hacía un crucigrama de Clarín, la llamó Andrea:

-          Negro, te vamos a cambiar de sección. ¿Querés dedicarte a los Policiales? Al pibe que estaba lo echamos por inútil. Pero me tenés que prometer que no publiques trascendidos. Somos un diario serio.
-          ¿Serio? – dijo el Negro encolerizado – Esto es un puterío. Me la banco porque ya me estoy por jubilar.
-          Bueno, como sea. Vamos a hacer una reestructuración del personal, así que será aproximadamente en dos meses. Andá todos los días a Tribunales. Hacete amigo de jueces y fiscales. Y por supuesto de la Policía. Pero chequeá bien la información antes de que la publiquemos.
-          Está bien. Me gustan los nuevos desafíos- ironizó Floreal.
Ni bien Andrea se fue a su oficina, me llamó desde su escritorio.
-          Vení. Vamos a tomar algo por ahí- me dijo.
No sé por qué, pero no opuse demasiada resistencia. Ruiz detestaba hablar por celular, pero no le quedó otra que acostumbrarse. Extrajo un Nokia 1100 del bolsillo, llamó supuestamente a un amigo tachero, y comenzó a hablar: “Hola Tucho, ¿cómo andás? Sí, está dura la calle. Che, si no tenés ningún viaje pasame a buscar al diario. ¿Estás al pedo? Bueno, dale que estoy con un amigo”.

A los cinco minutos teníamos el taxi estacionado en el hall de entrada del diario. Era un Renault Megane. Le susurró al chofer unas pocas palabras que no pude entender, y arrancamos.

Terminamos en un bar de mala muerte en La Boca, en la calle Pinzón al 100. El panorama era deprimente. Había unos viejos sentados en las mesas de la vereda, bebiendo cerveza o ginebra. Unos muchachos estaban degustando un guiso de lentejas. A pocos metros de allí, los perros se habían encargado de destrozar prolijamente las bolsas de basura: con Floreal tuvimos que esquivar pañales de bebés, toallitas femeninas, preservativos, jeringas y hasta vendas con sangre. “Qué ciudad decandente. Gracias, Macri, y todos los que vendrán”, dijo el Negro mientras nos disponíamos a ingresar al bar.
Había un tipo de traje y anteojos comiendo un guiso de lentejas, una pareja degustando algo parecido a una paella, y dos pendejos jugando al pool. Eso era todo. Un banderín de Boca y un viejo poster de Boca Campeón del Apertura 1992 constituían todo el decorado.

El Negro se acercó a la barra, habló con quien supuestamente era el dueño de ese antro y le dijo: “¿Cómo va, Marito? Traeme una botella de Vasco Viejo y dos vasos. Quedate con el vuelto”, mientras sacaba del bolsillo un billete de 100 pesos todo arrugado.

-          Negro, ¿cómo vamos a justificar que no estamos en la Redacción? Nos van a echar a los dos!!!
-          Le decimos a Andrea que vinimos a cubrir un incendio en un conventillo de La Boca- dijo con una ingenuidad insólita para un veterano del cuarto poder.
-          Vos estás mal de la cabeza. En la Redacción hay cinco televisores con todos los canales de noticias! No se va a comer el verso ni a palos.
-          Vamos a disfrutar el momento- dijo Floreal, componedor – Algo se me va a ocurrir. Le hago una nota a algún pintor que ande por acá... también tengo un amigo que juega al ajedrez y que la semana que viene se va a Hungría... todo sirve.
-          Andrea nos va a matar, Omar- le dije, llamándolo por su nombre verdadero para que tomara conciencia de la situación.
El Negro se quedó callado. Destapamos la botella. Me sirvió generosamente a mí, y dijo con solemnidad: “Por la Justicia”.
El vino estaba bueno. No estaba picado, al menos. Floreal pidió hielo porque le gustaba bien frío. De a poco fuimos terminando la botella. Sin darme tiempo a reaccionar, pidió otra.
No sé por qué, pero como la suerte estaba echada y la idea era distenderse un poco, le dije:
-          Te voy a hacer un interrogatorio policial.
-          Proceda, oficial- repuso, ya bajo los efectos del alcohol, con una sonrisa ancha mientras apuraba el trago.
-          Lugar y fecha de nacimiento.
-          A ver...estamos en 2011...así que...se me hizo una laguna. Nací en Punta Alta, el 18 de agosto de 1944.
“67 años…este tipo ya está de vuelta”, pensaba, mientras le dije:  “Mirá vos…¿Naciste en Punta Alta? ¿Y cómo viniste a parar a Buenos Aires?”
-          Es un pueblo aburrido. Lo único que tiene de interesante es la Base Naval Puerto Belgrano. Mis padres tenían un matrimonio amigo que les comentó que acá íbamos a estar mejor. Mi viejo trabajaba en una tornería, y cuando llegamos acá consiguió laburo en una fundición de aluminio.
-          Cómo se llamaban tus padres?
-          Corina y Jorge. Mamá murió de una aneurisma en 1967. Mi viejo se juntó con otra mina unos meses después y se murió en 1978. A la concubina la vi un par de veces. Como soy un renegado social, no me cayó muy bien la situación. Pero así es la cosa- comentó lacónicamente el Negro con los ojos vidriosos.
Traté de distender un  poco la conversación:
-          Viajaste muchas veces al Exterior, Negro?
-          Dos veces a Estados Unidos, en 1981. En el diario querían que viajara solo pero no di brazo a torcer y me fui con Alicia.
Alicia era su mujer. No sabíamos demasiado de ella, porque el Negro tampoco comentaba su vida conyugal. En ese sentido, era muy reservado. La única referencia que hizo, desde que lo conozco, fue el año pasado: “Uy, la puta madre, le tengo que comprar el regalo a Alicia!”. Llamó al cadete del diario y le dijo: tomá pibe, por favor traeme una caja de bombones y un ramo de rosas. Es muy cursi pero no conozco otra cosa. Ah, y si pasás por algún kiosco comprame un atado de Parisiennes.

La cuestión es que Ruiz se entusiasmó cuando le pregunté por el tema de los viajes:
-          Sí, estuve el 20 de enero cuando asumió Reagan. Hacía un frío terrible. Era la época de la plata dulce, Fredi. Antes de partir me compré un traje y Alicia un tapado en Harrod’s. Al otro día nos embarcamos para Ezeiza.
-          La otra vez la pasamos mucho mejor. Fuimos a cubrir el concierto de Simon & Garfunkel en el Central Park, el 19 de septiembre. A mí y a mi mujer siempre nos gustaron. Había muchísima gente, Freddy, no te das una idea... además, el diario no era como ahora. Tenía otro perfil, apuntaba a otro público, era parecido a lo que fue La Opinión en su momento. Después Jacobo Timerman se mandó muchas cagadas con los milicos pero era un diario que daba gusto leer.

  Miré el reloj: eran las diez de la noche. Teníamos muy poco tiempo para armar algo y llevarlo a la Redacción.
La conversación había sido encantadora, pero tuve que apurar el trámite:
-          Negro, vamos a ver a ese ajedrecista de una buena vez que tenemos que cerrar el diario.
Asintió. Amagó con sacar el celular del bolsillo, pero antes me mostró su mejor tesoro: un Rolex Presidente de oro.
-          Este chiche me lo traje de Nueva York. No lo llevo en la muñeca porque tengo miedo de que me lo afanen. ¡No sabés la guita que tuve que juntar para comprarlo! Pero casi no lo uso porque cualquier arrebataron que me vea con esto en la calle es capaz de cortarme la mano- dijo con tono reflexivo.
Decidí tomar las riendas de la situación. Aunque no me correspondía hacerlo, le dije:
-          Dame los datos del ajedrecista de mierda que lo entrevisto yo. Vos quedate acá y esperame. Ojo con el vino, Negro.
Sacó del bolsillo una lapicera Parker, un trozo de papel y anotó dos o tres boludeces. Decía: “Roberto Zizlack. Av. Rivadavia 2069 piso 12”.
-          Bueno perfecto Negro. Avisale a Zizlack que voy a ir.
Ya con una evidente lentitud de reflejos, sacó el celular, marcó los números con una rapidez que me asombró y dijo:
-          Hola, Roberto! Cómo estás? Sí, mejor no hablar de fútbol. En cualquier momento nos vamos a la B. Che, te mando un muchacho amigo del diario, Federico Torres, para que te haga una entrevista antes de que viajes a Hungría. Puede ser? Ah, buenísimo. Ya sale para allá. Un abrazo, Beto!.
      No se por qué se detuvo a mirar el viejo poster de Boca que estaba colgado en la pared, quizás le trajo recuerdos de algún jugador. O podría ser efecto de su notable ebriedad. Sea como fuere, me dijo:
-          Listo, Fredi, ya hablé con él, andá y hacele la nota tranquilo, no va a tener problemas en recibirte.
-          Bueno, me voy. No podemos perder más tiempo. Te llamo en media hora, Negro. En estas condiciones no podés ir al diario. Después vemos que inventamos.
Asintió de mala gana e hizo un gesto de repugnancia.
Me tomé un taxi, llegué al departamento del Zizlack, un tipo pedante pero que a pesar de ello me recibió amablemente. Tenía la misma edad que el Negro, pero quizás el hecho de ser entrevistado le pareció todo un acontecimiento, de modo que vestía traje y corbata. De fondo se escuchaba jazz, creo que era John Coltrane.  Charlamos 20 minutos. Traté de poner fin a la entrevista lo antes posible, pero Zizlack seguía comentándome de su última visita a Budapest. Finalmente, lo que hice fue grabar lo esencial y simulando interés,  dejarlo que siguiera hablando hasta que se aburriera de sí mismo o se cansara.
-          Así que me voy la semana que viene, si todo sale bien. Le agradezco la nota, mándele saludos a Omar de parte mía- dijo secamente. Casi me cierra la puerta en la cara. Ni siquiera me invitó un café. Pero ya estaba acostumbrado a lidiar con toda clase de personajes.
Llegué a la Redacción, esta vez en colectivo. Me saqué el abrigo, saludé a los que aún quedaban y me puse a escribir la nota. Terminé a los quince minutos. Conseguí milagrosamente una foto de archivo (no sabía que alguien del diario hubiera entrevistado alguna vez a Zizlack), y di por concluida la faena.

Se la llevé a Andrea, a quien le pareció acertada la nota. “Me gusta, Fredi. Hoy ya nadie le da bola al ajedrez”, se limitó a decir. Casi de inmediato me preguntó: “Dónde está Omar, no salió con vos?”
“Sí, pero se descompensó y lo llevé un rato a la casa para que descansara. Tenía la presión muy alta. Ahora voy a ver si está mejor, y si no tendrá que pasar unos días en el hospital”, argumenté con fingido desconsuelo.

“Bueno, hacé lo que creas conveniente, pero resolvelo rápido. Ya estamos por cerrar. Con esta nota está perfecto. La publicamos en el suplemento de Cultura”.

“Muy bien, Andrea. Yo voy a buscar a Floreal y en un rato te llamo y te comento cómo está”, dije mientras sacaba la billetera para ver si me quedaba algo de cambio.

“No podemos perder más tiempo. Hacelo rápido, porque ustedes se mandan las cagadas y yo tengo que dar explicaciones al Director”.

No la dejé terminar la frase. Ya estaba en el ascensor rumbo a la planta baja del edificio. Esta vez salí con mi auto, porque iba a ser imposible justificar todos los viáticos. Finalmente llegué a La Boca y lo encontré al Negro en un estado deplorable. Si figura apenas se distinguía a los lejos, estaba envuelto en el humo del cigarrillo. No supe bien qué hacer.

-          Negro, estás bien?- le dije, casi como pregunta retórica.
-          Acá andamos. Llevame a casa que me doy una ducha rápida y volvemos juntos al diario. Alicia se fue a visitar a unos amigos de Punta Alta y vuelve dentro de dos días.
La propuesta no me convenció demasiado, pero acepté. Fuimos hasta la calle Combate de los Pozos, muy cerca de donde vivía el “famoso” ajedrecista. Me dio las llaves. Abrí la puerta de acceso, encaramos para el ascensor lo más rápido posible y llegamos al departamento. Piso 10, departamento B.
Tal como había manifestado, se dirigió inmediatamente al baño sin decir palabra, y estuvo allí un buen rato mientras cantaba “Mrs. Robinson” una y otra vez.

Mientras esperaba, me puse a observar el living, si bien ya había estado antes en el departamento del Negro. Era un caos: dos atados de Parisiennes sin abrir, colillas esparcidas sobre la alfombra, cajas de pizza. Mi curiosidad resultó más fuerte que la privacidad: hice una breve excursión por el dormitorio y encontré una caja de Rivotril en la mesa de luz del. La arrojé rápidamente por el balcón, no fuera a ser cosa que mezclara las pastillas con el vino. También había una Biblia, de esas que tienen solamente el Nuevo Testamento.
Lo único prolijo eran los discos: Todos los álbumes de los Beatles, ordenados cronológicamente de manera impecable. Un afiche gigante del concierto de Simon & Garfunkel en el Central Park que tanto me comentó, enmarcado en la pared. Y lo que seguramente más buscó: una foto con  Paul Simon.
Me detuve en la mesa ratona, y encontré algo que me llamó la atención. Una foto con Raúl Alfonsín, lo cual me sorprendió un poco porque el Negro siempre afirmó ser socialista. Pero me recuerdo que una vez, mientras tomábamos un café en el buffet,  me dijo que rescataba la dignidad del caudillo radical.

Casi sin disimulo, había dos libros sobre la mesa. Uno era “Tener y no tener”, de Ernest Hemingway. El otro era “El Túnel”, de Sábato, con un señalador. Mientras yo hacía esa suerte de allanamiento, me iba indignando cada vez más. Este hijo de puta nos había puesto en aprietos a todos nosotros y en su intimidad leía a Sabato!!! No podía disimular mi molestar, pero al mismo tiempo opté por no hacer comentario alguno.

Terminó de ducharse, salió con la bata de baño, se vistió en cuestión de minutos, y salimos de regreso a la Redacción.
De durante el viaje, le dije: “¿Che, Negro, vos leíste alguna vez a Sabato?

-          Lo único que leí de él fue “Hombres y engranajes”- mintió- Está bueno el libro, pero no es nada fuera de lo común.

Me hice el boludo y seguí viaje. Llegamos al diario. El Negro había tomado la precaución de apestar a perfume para disimular el vaho del alcohol.
Mientras nos estábamos sentando en nuestros respectivos escritorios, le pedí a Cacho, el dibujante, que me hiciera una caricatura. Era un dibujo de Omar, recostado en un diván de psicoanalista, leyendo “Informe sobre ciegos”, y con un bastón blanco en la mano.
Mientras el Negro Floreal se fue a buscar unas carpetas, se lo dejé al lado de la computadora. Lo miró con extrañeza, estalló en una carcajada, y lo único que dijo fue:

-          Tal vez Sábato haya sido un buen tipo- sonrió, mientras iba en dirección al baño con un ejemplar de la revista Gente bajo el brazo. Antes de abrir la puerta, nos mostró la tapa: “Los personajes del año”.






20 de abril de 2018

Argentina, tierra arrasada por los "ajustes" y un Estado ausente

La suba desmedida de tarifas está "limando" la base electoral que supo tener Cambiemos, con la clase media como núcleo duro, que es el estrato social donde obtuvo más votos. Esta erosión en el favor popular en el favor popular se hace evidente, porque nadie estará dispuesto a avalar con su voto esta inequidad que nos pone a todos en estado de alerta. En Lobos, a menos que el Intendente se ponga al frente del reclamo y declare la Emergencia Tarifaria, poco se podrá hacer para torcer esta historia a la cual parecemos condenados. Los atrasos en las tarifas, si  los hubiere, no los tiene por qué pagar el pueblo, de un modo tan brutal e intempestivo. El Gobierno se propone la quita de subsidios a cualquier costo político, beneficiando a las grandes empresas en detrimento de nuestros bolsillos, cuyos ingresos son iguales o menores que hace dos años atrás. Vale decir, que las promesas de recuperación de la economía, el famoso “segundo semestre”, se diluyen y caen por su propio peso, y esto trae aparejado un menor consumo y menos rentabilidad para los comercios. A su vez, la carga en impuestos es cada vez mayor, de hecho en la boleta de EDEN, los conceptos facturados que no son estrictamente consumo eléctrico, casi duplican el costo final a pagar.

Es así como el Gobierno se ha metido en su propio laberinto de la sinrazón, sumado esto a la tozudez que demuestran, la incapacidad de diálogo que es visto como una muestra de debilidad, y el desgaste de sostener a un ministro servil como Aranguren, que no ha tenido el buen criterio de renunciar y seguir con su actividad privada. Por eso, este empecinamiento le costará caro a Cambiemos, los aumentos en combustibles, transporte público, peajes, entre otros. Como dijimos antes, hoy viajar a Buenos Aires se nos vuelve carísimo a los lobenses, siendo que muchas veces debemos hacerlo no por placer, sino para cumplir con algún trámite o concurrir a un centro de salud. Es doloroso ver a un gobierno de ejecutivos con corbata que nos castiga llevándonos casi al quebranto económico, cuando todos buscamos mejorar nuestra calidad de vida. Cada uno desde su lugar. 

Cuando llegue el final, que ojalá no sea antes de 2019, nos encontraremos con tierra arrasada y políticas públicas nulas. Fueron votados para gobernar y torcer el rumbo de la historia, no para destruir lo ya existente y generar más pobreza, aunque los fríos números del INDEC digan lo contrario. Punto final.

17 de abril de 2018

Desensillar hasta que aclare....

Martes por la noche en Lobos. "Es difícil emprender un proyecto nuevo cuando tenés muchas variables en contra". En eso pensaba hoy cuando me di cuenta de la verdadera motivación que tienen las cosas que -con el tiempo- son reconocidas. La frase daba vueltas por mi cabeza durante un largo rato. Luchar contra la apatía y el desinterés generalizado representa un desafío muy fuerte. Y esas sensaciones se contagian, porque uno también tiende a volverse apático o indiferente ante ciertas situaciones, casi sin darse cuenta. La mirada interior, por su parte, nos dice que uno tiene que lidiar con sus propias limitaciones, como si todo lo expuesto fuera poco. El resultado suele ser la decepción, el desencanto y la pérdida del entusiasmo, lo cual trae aparejado el abandono del proyecto o idea que habíamos esbozado tímidamente. Por eso insisto hasta el hartazgo en no claudicar. Si nos dejamos ganar por la derrota (juego de palabras), sucederá lo que mencioné antes. Es entonces cuando las personas perdemos la capacidad de reaccionar, somos conscientes de lo que está pasando pero no podemos generar los anticuerpos adecuados para seguir. 



Pero hay algo más fuerte que todo eso: la necesidad de trascender, de un modo no narcisista sino estrictamente existencial (honrar la vida), nos impulsa a doblegar nuestra intrínseca mediocridad para elaborar textos, trazar líneas, modelar figuras, y trasformar en arte nuestros sentimientos y emociones más recónditas.



Quizás por eso, admiro a los que siguen adelante con los objetivos o las metas que se trazaron, a pesar de las adversidades. Esto no implica que esté mal cambiar de dirección o hacer un golpe de timón de vez en cuando. El asunto es cómo logramos que algo que es puesto a consideración del público sea tenido en cuenta y, a su vez, sea rentable para poder sostenerlo económicamente.  La información también es un negocio y -en algunos casos- una industria. Punto final.

16 de abril de 2018

NUEVO EDIFICIO DEL CBC: UN LOGRO DE TODOS LOS LOBENSES


Lunes caluroso en Lobos. Hoy asistí al acto en el cual se inauguró el Centro Universitario Regional (o mejor dicho, el nuevo edificio). Realmente, más allá de las gestiones que hayan hecho los distintos gobiernos, considero que es un logro de todos, porque la guita para que hoy tengamos un edificio propio, salió de nuestros bolsillos. El Presupuesto prevé una partida para Obras Públicas, y no me cabe duda que seguramente estaba contemplado la construcción el inmueble. 

Y como los recaudadores no discriminan por partidos políticos (todos pagamos por igual, en función de nuestros ingresos), entre tantas pálidas, ver que hay una sede para que los chicos puedan cursar el CBC con comodidad, es alentador. La tarea más difícil será el mantenimiento de las instalaciones, procurar que sean cuidadas, si algún artefacto se rompe, tratar de reponerlo o arreglarlo antes de que resulte más costoso. 

Casi 400 chicos están cursando el CBC en Lobos este año. Poco más de la mitad son lobenses, el resto proviene de Saladillo, Navarro, Cañuelas, y hasta del Conurbano. Y no es discutible que así sea, la educación debe incluir, porque es lo mismo que si una persona del Interior necesita atenderse en un hospital público de Buenos Aires. 

En el caso de los chicos de nuestra ciudad, el mayor logro radica en que puedan permanecer un año más en Lobos, no gastar en el alquiler que insume un departamento o en transporte, y luego- si aprueban el CBC- estarán listos para ingresar a la UBA. Lo cual no es menor, es todo un desafío. Además, la transición se hace más fácil estando en Lobos, con aulas no muy numerosas, y una atención de parte del docente que se parece bastante -en términos de matrícula- a las escuelas secundarias. Los propios estudiantes serán conscientes de sus limitaciones, por lo cual se sabe que habrá un porcentaje de deserción. Y como bien dijo "Vitucho" Mansione, desde hace 20 años que se viene peleando por tener el CBC en Lobos, el cual se concretó en la gestión del ex Intendente Sobrero. Y como sostengo siempre, cada alcalde va dejando algo, en obra pública o en lo que fuere, que luego tomará su sucesor. Y en caso de estar inconcluso un proyecto, lo terminará. Punto final. 

14 de abril de 2018

Objetos inútiles que se van acumulando en la casa


Espléndido día soleado en la ciudad. Nos merecíamos que este otoño despertara de su letargo, después de varios días de lluvia y humedad. Elegí esta "tardecita" de sábado para escribir unas líneas, en este modesto blog, porque si lo hago por la noche, seguramente voy a estar demasiado cansado y no voy a poder redactar algo digno de ser leído. Tuve una semana de mucho laburo (como la mayoría de ustedes, supongo), y hoy aproveché para organizar algunas cosas. Por ejemplo, me puse a revisar mi "videoteca" (si podemos llamarla así) y me di cuenta de que tenía varias películas sin ver. Pero también comprendí que nunca las vería, porque como dije varias veces ya no soporto estar más de 90 minutos viendo algo que no sea la final de un campeonato de fútbol. Puedo hacer una excepción con aquellos clásicos del cine mundial que no me canso de ver.  Y como además aquellas películas los compré de puro impulso, fiándome de la “crítica especializada” y resultaron ser una auténtica bazofia, la semana pasada hice "la buena acción del día" y se las regalé a un grupo de amigos y conocidos. No sé si ellos las verán, pero al menos podrán ilustrarse un poco, dado que entre los DVD en cuestión había un documental aburridísimo de la Segunda Guerra Mundial que nunca pude terminar de ver. De hecho, no creo que vaya a comprar más discos de filmes en el corto plazo, ya sean truchos u originales, porque tengo bastante material para ver todavía. Pero sigo prefiriendo ese formato antes que Netflix, tan en boga hoy en día. Hay objetos que caen en desuso por el propio avance de la tecnología, como los cassettes: tengo más de 20, con entrevistas grabadas, ni sé a quién, porque no tengo ya dónde reproducirlos. Y como el costo para digitalizar esas cintas es alto, dudo que valga la pena conservarlos. 

Con el tema de los diarios me sucede algo parecido: una vez por semana, al menos, acostumbro comprar Clarín o La Nación, pero no tengo tiempo para leer el ejemplar. Lo hojeo como puedo, mientras estoy en el baño o antes de dormir, cuando las noticias ya hay sido sepultadas por la actualidad. Es decir, han dejado de ser noticias: forman parte del arcón de los recuerdos. En fin, siempre fui un ávido lector, pero para leer un texto y comprenderlo, por simple que sea, se requiere concentración, y si tenés la cabeza en otra parte el cansancio mental se nota y lo que menos querés hacer es agarrar un diario. La única excepción que se me ocurre, es cuando uno se sienta solo, a la mesa de un bar, a tomar un café. No sé por qué, pero leer el diario en un bar resulta más entretenido que leerlo en casa.


Estamos siendo testigos de cómo se está pasando del formato papel, al digital. Por esa razón, los grandes medios se reinventan, y ofrecen una suscripción para leer las noticias por Internet. Qué se yo, hace tiempo ya que le vienen declarando la muerte al libro, y sin embargo sostengo que goza de larga vida. Sobre todo en un país donde hay abundantes comercios del ramo, que ofrecen no sólo los best sellers, sino las grandes obras de la literatura universal, que no tienen fecha de vencimiento, y que las nuevas generaciones no dejan de redescubrir. Punto final.

11 de abril de 2018

Las contradicciones nos hacen más humanos

Es miércoles y la lluvia anduvo jugando a las escondidas durante todo el día. Podía estar parcialmente nublado, cuando súbitamente se venía un chaparrón en la ciudad. O bien, por momentos, llover furiosamente. 

Uno es el mismo de siempre, pero la opinión que tuvimos sobre determinados hechos que ocurrieron en el país quizás no sea la misma a la que tenemos hoy. Es que a menudo nos sentimos superados por lo que vemos en los noticieros, y tenemos esa necesidad de expresarnos, de decir qué pensamos, de hacer un modesto aporte a la razón cuando todo el mundo parece demasiado exacerbado, en parte porque vivimos a full, sin respiro. 

Desde luego, siempre que fijo una posición sobre un tema trato de hacerlo con argumentos, pero muchas veces es inevitable caer en la contradicción. Son esas mismas contradicciones que desnudan los programas "de archivo", sólo que se trata de personas de la farándula o vinculadas a la política. Pero si nos ponemos a reflexionar, todos tenemos pensamientos opuestos, y esa tendencia se afianza más con el paso de los años. Lo bueno es hacernos cargo de ello, no tomarlo como algo nocivo, sino como una conducta natural de una persona aunque la realidad, tan irrefutable, hace cambiar el prisma con el cual ve las cosas. Cuando se habla de "revolución" o de "resistencia", suelen imaginarse episodios de violencia armada. No obstante, la educación y la lectura es la mejor revolución que podemos tener, y está al alcance de todos. 

Retomando las primeras líneas, un ejemplo sencillo de cómo vamos mutando pueden ser los gustos, las preferencias de cada uno. Ya no nos convence el cine comercial, buscamos películas de los grandes cineastas europeos injustamente olvidados. O quizás nos damos cuenta de que aquella banda que nos emocionaba y nos conmovía en cada show, ya dejó de generarnos esa adrenalina. Es entonces cuando vemos al tango como algo más cercano a nuestros oídos, y quizás nos sentamos a escuchar jazz, olvidándonos de hacer "pogo" en los recitales (emblema del punk) ante un demoledor riff de guitarra. Y en cuanto a las ideas políticas, sería largo enumerar cómo los dirigentes en quienes depositamos nuestra confianza -y nuestro voto- nos han ido decepcionando saltando de un partido a otro como si fuera un trampolín. Así es la vida, llena de vericuetos. Lo importante es encontrar el camino que nos conduzca hacia donde queremos llegar. 

10 de abril de 2018

Algo para decir antes de apagar la luz


Martes por la noche en la ciudad, con insólitas temperaturas para el otoño en ciernes (25º C en promedio), y una humedad “pegajosa” que, más allá del conocido adagio popular, no hace bien a la salud. Recién el fin de semana pasado, que llovió copiosamente,  pude empezar a relajarme y a disfrutar de esta mínima interrupción laboral que fue involuntaria,  por los motivos climáticos que mencioné antes. Venía de una semana en la cual no lograba despejar la mente y concentrarme en mis objetivos. Recuerdo que cuando estudiaba, mi desempeño académico en el Instituto –si bien no era malo- no me convencía y me generaba mucha tensión. Hoy que esos años quedaron atrás, le comento que estoy trabajando sobre una tesis, sin ánimo de presentarla a ninguna casa de estudios, sino por el interés de hacer un laburo de investigación y entregarlo a alguna institución que le sea útil. El tema que abordaré (si me da el tiempo), será la historia de Lobos desde 1983 hasta la fecha, en base a todas las áreas que componen una gestión municipal.



Traté de aprovechar estos días antes de que deba retomar la actividad, que entre el lunes (9/4) y hoy, arreció sin atenuantes.

Hay que dejar de ser nostálgicos. Por ejemplo, a mí me encantan los Beatles, pero desde 1970 no existen más. Sólo quedan los discos y las películas que hicieron. Hay que abrir un poco la cabeza y aceptar lo nuevo, pero no cualquier bazofia que aparezca, sino cosas que valgan la pena. 

Hay que aprender a disfrutar de la vida con aquello que nos haga felices (que nos puede llevar tiempo descubrir, pues no es lo mismo que "sentirse bien"). La lectura, la música, el cine, hacer el amor con una linda mujer, lo que sea. Porque, por si no se han dado cuenta, nosotros tenemos fecha de vencimiento. Llegará un punto en que estaremos demasiado viejos y enfermos, y nos arrepentiremos de todo aquello que no hicimos en nuestra juventud. Tengo casi 40 años y no estoy para boludeces. Hay que aprender a respetarse un poco más -en todos los sentidos- y no pasar por la vida pidiendo perdón por todo. Si te mandaste una estropicio, bueno, ya fue, seguí adelante y no te claves puñales por eso. 

Mientras voy cerrando el círculo de esta breve crónica, pensaba qué provechoso resulta para nuestra inestable salud mental ignorar los discursos que provienen la Casa Rosada, como en su momento lo fueron los de la Presidenta, con la famosa Cadena Nacional que nos quemaba la cabeza, y cuánta satisfacción podemos encontrar en hojear algo que nos aporte conocimiento genuinos, mientras pasamos revista a la actividad laboral del día o escuchamos un programa de radio.

Uno busca ,naturalmente, historias con las cuales pueda sentirse identificado, quizás por eso en la TV el género ficción tiene tantos vericuetos para concebir un producto exitoso. La modo de vivir de los yanquis es muy diferente al nuestro, y es por ello que en las series que provienen de EE. UU. hay cosas que no nos terminan de cerrar, porque son totalmente ajenas a nuestra realidad. Latinoamérica misma es tan diversa que muchas veces no entendemos el humor mexicano o chileno, por citar dos casos. Quienes alguna vez buceamos en el cable los canales internacionales, nos encontramos con distintas maneras de pensar la televisión. Una de las cosas que siempre admiré han sido los noticieros de otros países. No son sensacionalistas, los conductores no se hacen los graciosos al aire o subestiman al espectador buscando su complicidad. Simplemente, cumplen con la función para la cual existen, que es la de informar, difundir noticias, sin añadir comentarios o apreciaciones personales. 

El Telediario de la Televisión Española (TVE), es uno de los mejores ejemplos de lo que acabo de exponer. Los hechos son presentados tal como ocurrieron, sin adjetivos desmesurados, sin "exclusivas", "primicias", ni "último momento". Las noticias van pasando con el correr de los minutos, y punto. No hay demasiado que agregar más que lo necesario para ir de un tema a otro. No hay periodistas especializados en noticias policiales como aquí, y no es precisamente porque en Europa no haya delitos. Es otra forma de entender el periodismo, sin convertir a la noticia en un show. Qué lejos estamos de hacer un noticiero de calidad, y (lo que es peor) sólo hace falta un poco de sentido común para concretarlo. Punto final.




El error de pensar que el mundo está "contra vos"


Cuando creas (o sientas) que el mundo está contra vos, pensá esto: nadie es demasiado importante como para que el resto de la humanidad se preocupe por él, en hacerle daño o perjudicarlo. Por lo general, se dan una sucesión de hechos negativos, lo que conocemos como "mala racha", y que nos hace pensar de ese modo. Por lo tanto, cuando la pegamos y nos pasan un par de cosas buenas, nos cabe la misma lógica, porque no es que el mundo decidió favorecernos, ni nada que se le parezca.

Cosechar los frutos de tu trabajo, obtener el reconocimiento y el respeto de tus pares, lleva demasiado tiempo. No obstante, son más felices las personas que no viven pendientes de la aprobación de los demás. Es decir, aquellas que hacen lo que consideran correcto, y siguen su vida, porque es la forma que han adoptado para comportarse. En parte, yo soy así, pero a veces hay que actuar con diplomacia y mucho temple ante situaciones adversas. Porque si ante cada insulto o agresión fuéramos a responder, entraríamos en el juego del desquiciado que nos quiere envolver en él. 

Por obvio que resulte decirlo, nadie es perfecto, ni mucho menos imprescindible. Podemos decir, sí, que "no habrá otro igual". No habrá otro Maradona, otro Gardel, otro Sandro.... pero aún así, esas personas (que alcanzaron logros superlativos), hoy son un recuerdo, y las generaciones venideras lo tomarán con el mismo criterio, no como superhéroes o  mucho menos. Tener el talento para destacarse en el deporte o en el arte, no te hace imprescindible, simplemente te permite perdurar en la memoria colectiva de esa "burbuja de tiempo" de la cual fuiste parte. Lo cual no es poco: como el ser humano busca la trascendencia más allá de su propia muerte, hay personas que lo han conseguido, por su legado. Pero quienes tenemos aspiraciones más modestas, sólo queremos hacer bien nuestro trabajo, obtener una paga, e irnos a descansar por la noche hasta el día siguiente. 

Volviendo al tema del comienzo, que hay "gente de mierda", por supuesto que sí. Y existe la envidia, la malicia, y la crueldad. De no ser así, todos estaríamos felices y ninguna preocupación nos agobiaría (pensamiento utópico). Sin embargo, debemos comprender que NO SIEMPRE esas acciones repercuten en todos de la misma manera. Porque se trata, precisamente, de aprender a poner límites. Punto final. 

6 de abril de 2018

Declaración de principios para un día lluvioso (parte 4)

Viernes lluvioso en Lobos, y todo parece indicar que seguirá así en los días sucesivos. La verdad es que a todos nos ha sucedido alguna -o varias veces-, el hecho de pensar que la realidad nos supera. Esa cruda realidad que nos impide mejorar y progresar. Cada vez que me ocurre algo semejante, me repito a mí mismo: "No hay que claudicar". Suena sencillo decirlo o pensarlo, pero es en lo cotidiano donde demostrás tu fuerza interior. Tratar de sacar lo mejor de vos, en el laburo, en el trato con tu familia y tus amigos. Porque como mencioné en otra nota, el resto de la humanidad no tiene la culpa de tus problemas. Pero a su vez, tampoco tiene mérito alguno por tus logros. El mérito es tuyo, y de nadie más. 

Más que ser responsable en un determinado ámbito, hay que ser responsable de todos lo actos que uno haga en público, y hacerse cargo de ellos. A los de mi generación, podría decirles que nuestros padres no van a estar toda la vida (por obvio que resulte afirmarlo), de manera que llega el momento de despegar, de dar el salto, aún con circunstancias adversas. 

Por supuesto que existen miles de obstáculos y condicionamientos, y que si fuera tan fácil, todos seríamos prósperos empresarios o exitosos profesionales. La vida es injusta por naturaleza, pero en algún momento te da revancha. Exceptuando aquellas víctimas inocentes de secuestros, asesinatos, violaciones,  torturas o vejámenes. Esas personas quedarán marcadas para siempre, y ya la vida no será igual. Hay un punto de quiebre. Por eso hay que valorar la salud pública, y los terapeutas que atienden a quienes atravesaron episodios terriblemente traumáticos. Nadie está exento de sufrir un mazazo emocional. Y hay que indagar, con la ayuda de ese psicólogo, hasta encontrarse a uno mismo y ver dónde comenzó la crisis (si es que aún no terminó). Del quebranto económico es complicado salir, pero del quebranto emocional, cuando no podemos decodificar lo que nos está pasando, es más angustiante aún. 

Como yo no soy profesional de la salud ni pretendo dar soluciones mágicas a nadie, sólo puedo reiterar, que en las cosas sencillas, en aquellos momentos que ni siquiera reparás a diario que están sucediendo, nos podemos sentir mejor. Un plato de sopa humeante en un día de invierno. Unos mates bien cebados. Una taza de café. Un libro de Cortázar. Un documental copado que pasen por televisión. La trasnoche de la radio. Y podría seguir enumerando situaciones que se me vienen a la mente. Como dice la célebre frase, "Los muertos que vos matáis gozan de buena salud". Punto final. 

5 de abril de 2018

Galazzi: Crónica de un final anunciado

Ante todo, debo decir que todas las veces que entrevisté al Secretario Guillermo Galazzi, éste me trató con respeto y consideración. La relación que tuve fue estrictamente profesional, es decir: Periodista- Funcionario. Aun cuando comenzaron a filtrarse datos sobre su vida privada, jamás le pregunté por ninguno de ellos, sino que lo hice en base a su cargo de Obras Públicas. Nunca fui amigo de él, ni correspondería que lo fuera por una cuestión ética. Del mismo modo que no me gusta que hablen de mi vida privada, aplico el mismo precepto para los demás. 

Ahora bien, si está probado que el funcionario en cuestión hizo uso de un vehículo municipal con fines particulares, y si a esto le sumamos que la Policía allanó su vivienda, tal como fue publicado en el portal "Cañuelas al día", estamos en problemas. Ningún Gobierno puede sostener en su cargo a un funcionario, de cualquier rango, con estos antecedentes. De lo contrario, la transparencia que tanto se pregona sería un mero slogan de campaña. 

Como mencioné antes, hacía tiempo que conocía detalles de su vida privada que eran, al menos, cuestionables. Pero considero que le corresponde a la Justicia actuar en esos casos, y no es potestad mía hacerlo. Esta semana, un conocido concejal del radicalismo me manifestó sus reparos contra Galazzi, y su deseo implícito de que el Ejecutivo lo removiera. Esa conversación no fue grabada ni mucho menos, dado que se dio en un contexto informal, por lo cual no nombraré al legislador que me lo dijo. 

Pues bien, hoy nos enteramos de que se ha decidido apartar de su cargo a Galazzi, con una suspensión sin goce de sueldo, y se puede conjeturar que su futuro es incierto. El Ejecutivo no quiere pagar el costo político que implicaría la renuncia de un nuevo Secretario (ya se fueron Rita Montes, Giralde, y Hernández). Y aunque los motivos de los renunciantes sean distintos, en los hechos es lo mismo: se fueron, y otro funcionario ocupa sus respectivos lugares. 

Hay que tener en cuenta, asimismo, lo que se mencionó en este mismo espacio, de la compulsa o puja por espacios de poder entre la UCR y la UVC, como así también que referentes o dirigentes de ambos partidos se consideran con legítimo derecho de ocupar determinados cargos, o de ser candidatos en 2019. 

Y para concluir (hablando ahora en plural), podemos afirmar que este desenlace a los lobenses no nos sorprende, sabíamos que tarde o temprano "alguien" iba a tener que tomar una decisión, quizás antes de que se conocieran estos últimos detonantes que se mencionan al comienzo de esta nota. Sólo esperamos que el Secretario interino, Catriel Carboni, hombre de estrecha confianza del Intendente, pueda estar a la altura de las circunstancias, por el bien de todos los vecinos, sin distinción de ideología alguna. Salvo los de espíritu destituyente, todos queremos que a una gestión de gobierno le vaya bien, independientemente de que la hayamos avalado con el voto o no. Por lo tanto, sólo resta esperar a ver cómo sigue esta historia. Punto final. 

P.C.

4 de abril de 2018

Malvinas: No siempre "la historia la escriben los que ganan"

Si fuera cierto que "la historia la escriben los que ganan", nunca podría haberme sentado a redactar este texto sobre Malvinas. Es que, es términos objetivos, perdimos una guerra, que nunca debió haber sido tal, y contra los hechos no se puede discutir. No sé si será una experiencia grata visitar las Islas, quizás algún día vaya, más allá del costo económico. Claro está que el hecho de volver, tiene otro significado para los veteranos, porque de inmediato sobrevienen recuerdos y lugares reconocibles en los cuales les tocó participar del conflicto bélico. Está claro que fuimos derrotados, pero escribimos la historia en base a lo sucedido, con los testimonios de quienes estuvieron combatiendo en esa tierra bajo condiciones adversas, y muchos de ellos que dejaron su vida en defensa de nuestros legítimos derechos. 

EE. UU. perdió la guerra de Vietman  que duró 20 años: de 1955 a 1975. Se estima que 2 millones de personas murieron, entre militares y civiles. Pero también escribió la historia en base a la derrota. Es muy común ver películas ambientadas en Vietnam, y la más emblemática quizás sea "Nacido el 4 de Julio", que recomiendo verla, en la cual Tom Cruise encarna a un veterano y el infierno de la posguerra. 

Alemania perdió las dos Guerras Mundiales. La primera de ellas fue entre 1914 y 1918, y la más conocida, la Segunda Guerra Mundial en medio de la locura del nazismo y del nacionalismo exacerbado de Hitler, fue entre 1939 y 1945. Aun así, pudo superar el quebranto de una sociedad que no tenía nada en qué creer, más que en ellos mismos. Hoy, luego de que cayera el comunismo y se unificara en 1989, Alemania es la primera potencia mundial de Europa. Un país relativamente pequeño en términos de extensión territorial, del tamaño de cualquier provincia de Argentina. 

En los eventos deportivos, debo decir que ahí sí la historia la escriben -casi siempre- los que ganan. De los segundos nadie se acuerda. A nadie le importa qué atleta salió en el segundo puesto en una competencia, o qué equipo de fútbol se consagró Subcampeón. Quizás sea porque somos demasiado resultadistas, y eso hace que veamos como un fracasado a aquel que no alcanzó el logro máximo. La historia del deporte subestima, o no tiene en cuenta, a los atletas o equipos que no fueron campeones. Puede que se los mencione al pasar a modo de estadística, pero no mucho más. Es algo que daría para pensar, porque está ligado a nuestro ADN Argentino, tan contradictorio por cierto. 

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...