29 de abril de 2020

20 años de Periodismo Puro

Quienes nos dedicamos a esta profesión, sabemos que no es tan fácil como mucha gente lo ve desde afuera. Hay que tener el temple necesario para soportar comentarios desagradables y fuera de lugar, insultos y descalificaciones. Pero eso habla de que vas por el camino correcto. Lo que vos decís, al otro lo incomoda y lo pone en un lugar donde no le gusta estar. Si yo fuera complaciente o condescendiente, diciendo lo que a los demás les gusta escuchar, nadie me saltaría a la yugular. Pero cuando hay que jugársela, somos unos pocos acá en Lobos los que tenemos huevos para hacerlo. No es tanto un mérito, sino una tendencia por "ir al hueso". No darle al lector todo masticado para que lo consuma como una mascota, sino redactar notas de calidad. 

Y en ese proceso nos equivocamos (me equivoco), sí, claro que sí... porque la vida es un aprendizaje, porque redactamos apresuradamente y sin mirar el teclado, porque caímos alguna vez en la trampa de un falso rumor...pero en lo que a mí respecta siempre he actuado de buena fe. Amo lo que hago y pese a todo lo que me pueda pasar voy a seguir en la trinchera. Como hace casi 20 años. La mitad de mi vida la he dedicado al periodismo, hubo veces que gané buen dinero y otras que estuve al borde del quebranto económico. Pero eso no viene al caso. 

Iba a hacer un breve "racconto" de todos los lugares donde trabajé, pero sería demasiado tedioso y quizás es mejor dejarlo para otra ocasión. Es fácil hacer la guerra detrás del monitor, lo he dicho varias veces. Es fácil insultar desde una red social. Sobre todo Facebook, que con esto de la cuarentena se ha convertido en una cloaca. Me encuentro en una etapa de transición forzada, esperando que todo esto pase para volver a hacer el programa de tele, para realizar más entrevistas a personajes de Lobos que tienen mucho para contar. 

Lo más irónico del caso es que muchos lectores "piden sangre" (accidentes, salidas de bomberos, etc), y son los mismos que adoptan una falsa postura dogmática para señalarte con el dedo. Eso se llama hipocresía. El pueblo pide sangre, decía Charly, y tenía razón. 

Con 40 años, tengo aún tiempo para superarme y ser mejor. Eso se consigue leyendo a los grandes maestros de la literatura, no compartiendo memes estúpidos. Se consigue investigando e indagando, no esperando a que te traigan la noticia servida. Por todo ello, hay que jerarquizar la profesión. La vida es una carrera (casi una maratón), y los que quedan atrás son los mediocres. Como dice el pasaje bíblico, "Por sus frutos los conoceréis". Punto final. 

25 de abril de 2020

ELOGIO DE LA RUTINA




Hay muchas canciones que aluden a un determinado día de la semana, ya sea en el título o bien en la letra. Y no es casualidad. Los artistas son personas como nosotros, con más dinero seguramente, pero si realmente son artistas en un sentido estricto y saben palpar el pulso de la realidad, sienten esa adrenalina de tener que dirigirse al público que pagó su entrada para el teatro y procurar que la gente se distienda durante el tiempo que dure la función. Expresar en música lo que te genera un día en particular no es algo sencillo, aunque muchos lo han intentado, con éxito dispar. Me vienen a la memoria The Cure con “Friday I’m in love”, New Order con “Blue Monday”, o yendo al rock argentino, Sui Generis, con su magnífica postal del Buenos Aires de principios de los '70, en "Lunes otra vez". Ese "otra vez" implica, resulta obvio decirlo, repetición. Otra vez lo mismo. Otra vez la rutina. Otra vez el laburo. Otra vez a vestirse para ir a la oficina. Otra vez el playero debe vestirse con ese horrible uniforme amarillo y rojo de la Estación de Servicio Shell. Otra vez a sentir que soy el engranaje de una máquina que funciona al compás del mercado. Pero, sin embargo, sin una rutina nuestra vida sería bastante caótica. Sin que ello implique ser tirano de los horarios, necesitamos cierto orden. Eso es lo que está pasando ahora: con la cuarentena, cada día parece igual a ayer, o al de la semana anterior. Antes tenía el celular encendido todo el día, pero para que no me fastidie opté por apagarlo por las noches. No sé si ese proceder reviste alguna utilidad, pero a mí me funciona. Primero, nadie me manda mensajes con pavadas, y además no me tiento de perder el tiempo con las redes sociales.

La rutina, que tiene mala fama por cierto, es lo que nos permite otorgarle a cada cosa su tiempo y su lugar, dentro de una determinada franja horaria. Hay gente que tiene rutinas de las cuales depende su propia salud, por ejemplo un esquema de medicación diario. Las pastillas de cualquier índole no son buenas o malas en sí mismas, en la medida que te ayuden a vivir mejor. Creo que no hay mucha vuelta en esto. El tema es que vivimos en una sociedad que está más "empastillada" que nunca, dado que no encontramos una manera mejor de bajar un cambio para escapar a un contexto que nos supera. No estoy haciendo una apología de los remedios, deben ser recetados como corresponde. No lo iba a decir, pero lo hago por las dudas de que alguien no lo interprete.

Comparto pequeñas viñetas cotidianas de hace unos años: Estoy en la plaza. Me siento a fumar un cigarrillo y a hacer tiempo hasta que abra un negocio. El dueño no está y ha dejado el infame cartelito "Vuelvo enseguida" de manera que no sé sabe cuál es el concepto él que tiene de la brevedad. Observo las otras personas que están sentadas en los distintos bancos, en particular los de las diagonales de la plaza. Chicas bonitas riéndose a carcajadas de quién sabe qué, una pareja mayor que con legítimo derecho salió a despejarse en el tramo final de su vida, un grupo de muchachos con mochilas y bolsos. Ninguno de nosotros sabe absolutamente nada de la vida del otro. Pero todos estamos ahí por algo. La Plaza 1810 es el único espacio público ubicado en el Centro de la ciudad donde uno puede estar sin tener que matar el tiempo o gastar dinero sentándose en un bar a tomar un café. Ha conocido épocas de prosperidad y de abandono, ha sido testigo de historias de amor y del fin de una relación entre dos seres que alguna vez se juraron amor eterno. Veo a una pareja que le entrega el celular a un amigo para que le tomen una foto, con la fuente de agua de fondo, como mustio recuerdo para llevar a sus lugares de origen. Muchas cosas pasan por la plaza. Cruzan sus diagonales los abogados que hicieron buen dinero (no todos) con algún juicio laboral, divorcios, accidentes de tránsito, y hoy andan trajeados y con un maletín pendiendo del brazo derecho. Detrás de ellos asoman señoras con bolsas de compras del supermercado Super Vea, que se quejan por el peso de las bolsas, porque viven lejos y no pueden pagar un remís para transportar la preciada carga. Hay gente que está sentada en otro banco, de la Plaza, también como yo, pero con la mirada perdida en algún lugar, ajena a todo, pensando quién sabe qué. Todo esto era normal, o al menos habitual, antes de marzo. Hoy forma parte de la anécdota. Como la señora cheta que había instalado una reposera para tomar sol en CABA y se resistía a “guardarse” en su departamento. Punto final.


24 de abril de 2020

El podio: Emergencia de salud mental, sanitaria, y económica

Vivimos tiempos de profunda confusión e incertidumbre. Todavía no alcanzamos a comprender cómo nos está pasando esto. Ya llevamos más de un mes de aislamiento y nuestro cuerpo lo empieza a sentir, de varias maneras: en el deseo sexual, la aptitud física, la capacidad de no aburrirnos por todo. Es una mochila demasiado pesada, porque todo se convierte en cansancio y agobio al no saber cómo terminará esta historia. En la planta frigorífica (o Matadero) de Lobos, ya despidieron a 6 empleados y la cifra amenaza con incrementarse día tras día. Es el peor momento para quedarse sin laburo, y las autoridades deben ponerse al frente del reclamo. Son vecinos nuestros que reclamaban el pago de un bono de 3.000 pesos que la empresa se había comprometido a abonar. 

Por lo que leí hoy en un diario local, existe la posibilidad de reabrir progresivamente algunos comercios cuya facturación se desplomó. Primero pensamos que esta cuarentena se levantaría en abril, ahora todo me hace suponer que seguirá hasta principios de la primavera. El Gobierno perdió la brújula, no sabe qué hacer, porque la recaudación de ARBA y AFIP cayó drásticamente. Era previsible que eso sucediera. Si no podés trabajar, menos vas a poder pagar impuestos. Con suerte, alcanza para tener un plato de comida en la mesa. 

Es difícil aventurar un pronóstico respecto a cómo seguiremos. No tenemos poder de decisión, excepto cuando nos toca votar. Se escuchan cosas descabelladas por televisión, dado que como hablar es gratis, cualquier médico u opinólogo dice lo primero que se le ocurre. Hay que llenar horas de aire en la grilla, ahora que no hay fútbol ni espectáculos públicos. Es evidente que los que nos estamos yendo "al descenso", somo nosotros. 

Es así como vemos que a nadie le importa que templos e iglesias estén cerrados, porque Dios no está en esos claustros sagrados, si es que existe. Está en las oraciones que cada uno haga si es que tiene fe. Semana Santa pasó sin pena ni gloria, porque hoy las preocupaciones o intereses del común de la gente son otros. A nadie le importa, tampoco, comer pescado, ayunar, o comprar huevos de Pascua, ya que en ninguna parte de la Biblia dice que haya que adoptar esos hábitos. Hoy vemos el resurgimiento de libros de autoayuda, que hace años se hallaban en franca decadencia. La gente necesita algo que la "sostenga" emocionalmente, que le brinde la convicción de que vamos a salir de esto. 

Si un mes de inactividad económica causa estragos a un país, ni hablemos de que esto se prolongue 6 meses más. 2020 está perdido y será recordado como el peor año del siglo XXI, detrás del infame 2001/2002. Pero antes de dejarme sumir por la desazón colectiva, prefiero aceptar la realidad y hacer lo que esté a mi alcance para ganar algún peso más. Punto final. 

23 de abril de 2020

Cigarrillos

Casi en ningún kiosco de Lobos se consiguen cigarrillos, porque las tabacaleras no están produciendo. No es un insumo de primera necesidad. Podemos tomarlo como algo positivo, pero hay personas que tienen una adicción al tabaco y por ende pueden padecer síndrome de abstinencia. Y si a ello le sumamos el encierro de cuarentena, es aún peor. 

Yo soy fumador desde hace 10 años, aunque hubo un tiempo en que logré dejar ese hábito mortífero. Trato de controlarme, nunca fumé más de un atado por día. No es algo de lo que me enorgullezca, realmente quisiera dejar el vicio pero este no es el momento propicio, hay demasiado tiempo de ocio y no es casualidad que la venta de tabaco se haya incrementado notablemente. Hace unas semanas fui a un kiosco céntrico, y estaba delante mío un señor que se llevó como cuatro atados. Le pregunté a la empleada: "¿Qué pasa, tantas ganas de fumar tiene la gente?". "Y...lo que pasa es que con esta situación está aburridos", me respondió. 

El peor cigarrillo que fumé en mi vida era marca Rodeo. Me lo convidó un paisano en el campo. Por Dios, que asco, casi me dan ganas de vomitar. Hay otros realmente asquerosos, como el Red Point, que imita el diseño del Lucky Strike en la etiqueta. 

El 35 % de las ventas de los kioscos (por lo menos), es de cigarrillos. Es mentira que les den poco margen de ganancia, de lo contrario nadie los vendería. Sí es cierto que quien compra un atado, quizás también se lleve un paquete de chicles, o alguna golosina.

La ansiedad desmedida, propia del escenario actual, lleva a fumar, a beber, o a vicios de otra índole. Esto no significa que todos procedan de la misma manera, ya que hay gente que se relaja leyendo un buen libro, o cocinando. 


La naturaleza de mi profesión me obliga a estar en permanente contacto con la realidad, aunque nadie tiene acceso a la realidad considerada como un todo, sino a aquello que nos es permitido ver, husmear, investigar. Pienso que cuando uno tiene cierta edad resulta un tanto ingenuo renegar por la injusticia de la sociedad, por la hipocresía de la gente, por la mentira que todos ven y nadie se hace cargo de denunciar. Y eso ocurre porque te vas dando cuenta, con resignación, de que las cosas van a seguir así, que no está en tus manos cambiar absolutamente nada ni siquiera con un voto, porque los mismos que vos no votaste volverán en una versión reciclada dos años después, en un entramado de alianzas y frentes electorales que no existen en ningún país desarrollado. 

Cada dos años asistimos a esta pantomima, y vemos cómo la voracidad por el poder, la lucha por no perder un espacio, se apodera de quienes buscan mantenerse ocupando una banca como diputados o senadores. Justo cuando más se le pide un esfuerzo a la población, que procura respetar el aislamiento.
 Estamos a mitad de semana ya, hacía unos días que no posteaba, espero poder comenzar la semana siguiente en paz, rodeado de buena música y libros, del afecto de mis amigos y de mi familia, y mantenerme a prudente distancia de toda esta oleada tóxica de noticias nefastas que nos van envenenando de a poco. Nadie está pidiendo que se oculten esos hechos si es que efectivamente ocurrieron (es decir, si son reales y no "nacieron" de videos o audios de WhatsApp). 

Lo que la gente pide es un poco de distensión, que levanten el pie del acelerador y nos den un respiro, al menos por unos días. No hay nada nuevo bajo el sol, y para cerrar, si van a comprar cigarrillos, no dejen que los "maten" con los precios aprovechando la escasez de dicho producto. Punto final. 

19 de abril de 2020

Sostener la cuarentena con argentinos en la miseria es inmoral

Hay dos (o tres) cosas que son muy probables que ocurran: 

1) La cuarentena se extendería hasta mayo.
2) Habrá un colapso económico (mayor al actual), lo cual traerá como inmediata consecuencia que las empresas deban despedir personal.
3) La gente sin trabajo, en medio de la crisis, no encontrará manera de buscar otro. 

Ahora vamos a analizar esta situación: Todos estamos de acuerdo en que la salud es el principal bien que hay que cuidar, pero la prolongación excesiva de la cuarentena nos secará los bolsillos, algo que ya está ocurriendo y que cada familia lo sufre para poner el plato en la mesa. La ayuda económica que pueda brindar el Gobierno es insuficiente, no ya por mala voluntad de los funcionarios de turno, sino porque entramos en default. Ningún acreedor sensato aceptará que le paguen dentro de tres años y con una quita superior al 60 %. ¿Usted lo haría? Seguramente no. Por otra parte, en varios hogares aparecen conflictos familiares en esta suerte de "casa de Gran Hermano". Convivir las 24 horas hace que muchas actitudes que antes tolerábamos porque los miembros del grupo familiar no estaban todo el tiempo en casa, se vuelvan intolerables. Y también sobreviene el tema del sexo. El Ministerio de Salud aconseja el "sexo virtual", que no está claro bien en qué consiste, pero podríamos resumir diciendo que es sin contacto físico con otra persona. Pero hay tanta pálida, tanto descontento, que muchos argentinos en lo último que piensan es en eso. 

Las noticias son confusas, nos informan que se aplanó la curva de contagios, sin embargo dudo que el Gobierno termine con el aislamiento el 26/4. Las facturas de los servicios siguen llegando, se multiplican las colas en los Rapipago o Pago Fácil, son escasos aquellos que cobran en efectivo, y la gente que ya se gastó lo poco que tenía en la tarjeta de débito, queda "en bolas". Demasiado frustrante para ser real. 

Cumplimos un mes de cuarentena, período que muchos especialistas consideran suficiente, pero habrá que ver quiénes son aquellos que aconsejan o asesoran al Presidente. Es fácil criticar que la gente haga cola para tomar un colectivo en GBA, pero no tienen otra manera de viajar si es que todavía tienen laburo. Hay que sacar turno por Internet para poder ir al banco, pero pese a ello las colas que se forman son interminables, por más barbijo y profilaxis que haya. 

Cuando mencionaba en otra nota, que éste es el mayor desastre de la historia de la humanidad, me refería a aquellos no provocados por guerras y conflictos armados. Ni siquiera la famosa "gripe española" tiene un parangón con esto, aunque las cifras de muertes hayan sido superiores. Es una crisis global, que algunos países están afrontando con más responsabilidad que otros. Puede haber riesgo de un estallido social (en determinadas áreas del país) cuando no haya un mango en el bolsillo y la gente salga a reclamar para poder parar la olla. Esto no es joda, puede suceder, porque si bien la mayoría de la sociedad apoya al Presidente, cuando no tenés guita para las necesidades mínimas y no podés trabajar, está en juego mucho más que la pandemia. Lo que se impone es reforzar la asistencia ante la contingencia, porque la que se viene brindando, será insuficiente cuando a la clase media se le acaben pocos ahorros que tenga. Está todo atado con alambre y es más delicado de lo que parece. Vivir el "día a día" en términos económicos es angustiante, y la recuperación de industrias y fábricas no se dará de un día para otro. ¿Quién va a pedir un crédito al banco si no sabe cuándo lo va a poder pagar? Sería irresponsable, casi suicida, hacer algo semejante. Si analizamos el precio de los alimentos, el bono de $ 10.000 alcanzaría para que una familia coma 15 o 20 días, no más. No es un regalo de Papá Noel. Es un paliativo, que algunos podrán administrar de mejor manera que otros. 

Resignación y decepción son los términos que prevalecen en el argentino promedio. Y la amenaza de que esto se agudice y profundice hasta límites insospechados. Punto final. 

14 de abril de 2020

No hay secretos: Habrá que empezar desde cero

Martes por la noche en la ciudad. Después de mucho tiempo, los argentinos hemos escuchado hablar nuevamente del dólar. En el contexto actual, me resulta totalmente irrelevante que el billete suba hasta la estratósfera, ya que nunca he ahorrado en dólares, ni pienso hacerlo. Mi vida no se basa en la especulación para obtener una ganancia, siempre he trabajado (algunas veces más, otras menos) para ganarme el mango. 

La verdad es que no pensaba escribir nada por tiempo indeterminado, pero quiero decirles a todos que no voy a aflojar, y les aconsejo a ustedes que en la medida de lo posible hagan lo mismo. Esta crisis es sanitaria, pero también económica. Tengo la chance de trabajar desde mi casa, y de hacer notas o entrevistas porque quienes nos dedicamos a la prensa tenemos libre tránsito. Hoy más que nunca, hay que hacer una profunda revisión de nuestras prioridades, porque si salimos vivos de esta y seguimos como si nada hubiera pasado, si no valoramos todo lo que hoy ansiamos hacer y no podemos, no hemos aprendido nada. Y la ansiedad nos desborda a cada momento, porque no hay certezas, ni plazos, no hay nada. Bajo esas condiciones, es normal que esto nos suceda. 

Lo fundamental es garantizar el pago de los sueldos, y las fuentes de trabajo de quienes no pueden laburar por la pandemia. Que el Estado deje de ser una gran caja de la burocracia y se ponga en un rol preponderante para lograrlo. Porque hay muchos miserables, pobres de espíritu, que piensan sacar provecho de la desgracia. No les demos de comer a esas lacras. En un país con una notoria fragmentación social, vemos gente que almacena alimentos y que va a comprar todos los días, mientras otros apenas tienen para comer lo justo. Y es entonces cuando empiezan a despotricar con "los planeros", y tantos calificativos de cuarta, porque quienes utilizan esa jerga despectiva se creen que a ellos nunca les tocará estar en el fondo de la olla. No se dan cuenta de que si nos hundimos, nos hundimos todos. La única forma de salir de ésta es con un gran pacto social, algo utópico de conseguir, pero hablando claro. Los pobres no son "los que menos tienen", son pobres. Los que están un poquito más arriba se jactan de creer que se salvarán, como si fueran los elegidos del Arca de Noé. Va a llevar años revertir esta crisis, que muchos comparan con la Gran Depresión de 1929. De manera que esto va para largo, porque aun levantada la cuarentena, no alcanzarán los cuatro años de Fernández para que salgamos a flote. Y si perdemos el tiempo en discusiones estúpidas, será más cuesta arriba. 

Limpiemos la mente de pensamientos huecos y de ideas reaccionarias. Imaginemos que es una habitación abandonada, llena de cosas que necesitamos ordenar. Si ordenamos un poco el bocho y conseguimos analizar aquello que realmente importa, habremos dado un gran paso para salir de la mediocridad. Punto final. 

11 de abril de 2020

Crónica de un sábado distinto en la ciudad


Hoy es un sábado distinto, la mayoría de quienes no profesan religión alguna o no son practicantes, no le dan importancia a la Semana Santa. Y menos aún al hecho de consumir pescado o huevos de Pascua. A decir verdad, en ninguna parte de la Biblia dice que tendríamos que hacer ambas cosas para ser mejores personas. Hay otras necesidades más acuciantes, y otras maneras de conectarnos con la realidad desde el encierro.

Debemos adaptarnos a una situación que nos desagrada y nos llena de confusión, pero a esta altura de los acontecimientos, no tiene sentido quejarse. Sí se pueden buscar alternativas para hacer que nuestra estadía en la casa durante 24 horas resulte lo más llevadera posible. No sirven de nada las supuestas predicciones que proliferan en las redes sociales, acerca de lo que finalmente sucedió. Nunca creí en eso, y si fuera cierto, ya poco importa. Estamos en el aquí y ahora. Todo lo que hayan dicho que podía pasar, está sucediendo. No le demos más vueltas al asunto y aceptemos lo que nos toca vivir. Estamos frente a un desafío que día tras día nos pone a prueba, y hoy valoramos muchas cosas que antes ni siquiera registrábamos (o percibíamos) al finalizar cada jornada. 

 Conozco gente que anota minuciosamente en una libreta los gastos que hace diariamente. Evidentemente, ese trabajo metódico les debe dar resultado, de lo contrario dejarían de hacerlo. Yo estoy pensando seriamente en intentar algo similar, aunque sin llevar la contabilidad a puntos extremos: o sea, si me compro un paquete de chicles no lo voy a anotar; si voy al supermercado para abastecerme durante toda la semana,  tal vez sí. Las monedas son muy solicitadas por los comerciantes, pero para quien desea comprar algo tienen escaso valor, como consecuencia de las sucesivas devaluaciones y procesos inflacionarios. De todos modos, no es una mala idea juntar las monedas que te dan de vuelto cuando comprás algo, y guardar los billetes para gastar en una próxima compra. Las estrategias para el ahorro son tan infinitas como los ahorristas. Algunos son disciplinados consigo mismos y no se permiten darse ningún gusto, otros despilfarran lo que tienen en la primera semana de cobrado el sueldo y el resto del mes subsisten a pan y agua. En realidad, es difícil encontrar un equilibrio y que los números cierren. Yo he intentado hacer un "presupuesto" de gastos fijos, para saber qué dinero voy a gastar y con qué excedente puedo disponer, pero no me convencieron los resultados. Siempre aparece una situación emergente que no tenías prevista y que te obliga a gastar, entonces ahí comprendés la importancia de tener una reserva para hacer frente a cualquier contingencia, como conseguir un medicamento. Creo que, en definitiva, lo mejor es que si comprás algo estés satisfecho con tu compra, que no sientas culpa pensando que malgastaste la plata, y que disfrutes de esa revista, libro, juego de Playstation, o lo que sea, porque no se puede volver el tiempo atrás. Pero hoy, es tiempo de cuidar cada moneda, hasta que esto termine y (tal vez) sobrevenga una nueva etapa de prosperidad. Punto final. 

10 de abril de 2020

Cómo funciona la psicología de rumor

Probablemente esta sea la última nota que escriba hasta que se levante el período de aislamiento, ya que no quiero resultar reiterativo ni aburrir a nadie. Trato de expresar sentimientos que compartimos por estar atravesando el mismo estado excepcional. Pero la vida sigue, y ya no tiene sentido especular acerca de cuándo se levantará la cuarentena, creo que nadie puede afirmarlo con certeza. Busco que mi mente encuentre otra sintonía, que no hablemos siempre de lo mismo, que podamos ver muchas cosas que nos parecieron ajenas o distantes cuando estábamos más ocupados. 

Nadie nos va a arrebatar el derecho a ser felices, o al menos en mi caso eso no sucederá, porque está en el primer lugar de mis prioridades. Y sí, me quejo mucho, reniego demasiado, pero nunca lo hago en vano, sino por situaciones concretas que me fastidian y me joden la vida. Cuando permitimos que los demás decidan por nosotros, estamos sacándonos de encima una responsabilidad, delegando un acto propio e individual. Si tomamos una decisión, aceptando la posibilidad del error, seremos más libres. Si en estos tiempos dejamos de lado la avivada y la boludez para concentrarnos en lo que realmente importa, las cosas cambiarán. No esperemos grandes gestos, construyamos el futuro desde lo cotidiano, veamos lo que está pasando como una oportunidad para reconciliarnos con nosotros mismos y no exigirnos tanto en querer "cumplir" con todo el mundo. 

Les comparto un texto: 

Gordon W. Allport y Leo Postman, profesionales especializados en el estudio de la información directa, han estudiado el fenómeno del rumor desde distintos puntos de vista, tratando de esclarecer las motivaciones particulares de las personas que se dedican a difundir rumores y la ingenuidad de la mayoría al caer víctima de sus propósitos, participando en una elaborada cadena generalmente instrumentada con intenciones malignas.

Debemos tener en cuenta que gran parte de la información que intercambiamos cotidianamente con nuestros semejantes son chismes ociosos que no siempre son inocentes, como manera de llenar un diálogo que creemos necesario para comunicarnos con la gente. Quiere decir que existe interés en la gente tanto de enterarse de lo que acontece como de contarlo después, con aditamentos subjetivos extraídos de su propia imaginación.

Es difícil saber a ciencia cierta el propósito verdadero que cumple la difusión de un tipo de información que pretende ser secreta y novedosa; pero de lo que no hay ninguna duda es que despierta el interés de la mayoría. La última noticia siempre lleva consigo la ilusión de despejar la incertidumbre y el vano propósito de calmar la ansiedad que provoca el miedo a lo desconocido.

El rumor es un problema social, principalmente en momentos difíciles cuando la avidez de noticias estimula la imaginación y puede llegar a afectar la moral de la gente, creando alarmas innecesarias o vagas esperanzas. Es una amenaza para la paz social y siembra el odio entre la gente.
El rumor sigue el mismo curso de la comunicación humana, se distorsiona con las sucesivas interpretaciones subjetivas y los intereses de cada uno, para terminar siendo algo totalmente diferente.
Las personas tienen la tendencia a modificar lo que oyen cuando lo difunden, desde su perspectiva, aunque esa información no resista ningún análisis crítico.

Los rumores que se esparcen con mayor rapidez son los que se transmiten por los medios de comunicación masiva, siempre que se vincule con personas de notoriedad de cualquier ámbito de la sociedad y que pueda significar la posibilidad de un escándalo; pero también corren rumores entre personas que se conocen porque pertenecen al mismo grupo.

Lo más peculiar de un rumor es la facilidad con que circula sin ninguna prueba que lo sustente.
Aunque la fuente de un rumor sea fidedigna, al dispersarse a través de muchos individuos pierde su categoría de autenticidad para transformarse en algo ambiguo y diferente.

Estos autores consideran saludable mantener un cierto grado de escepticismo ante cualquier información verbal como la más segura defensa.

Para que un rumor se disemine como reguera de pólvora es necesario que cuente con dos ingredientes básicos: tiene que tratarse de algo que tenga importancia para la mayoría y tiene que ser ambiguo, por la ausencia de detalles precisos o por los datos que a veces resultan incoherentes.
Un rumor puede partir de una minúscula verdad que luego se modifica hasta hacerla irreconocible.
Los momentos más favorables para la circulación de rumores en una sociedad son los críticos, principalmente en tiempos de guerra.

El rumor sólo avanza a través de personas con mentalidades semejantes ya que en un ambiente demasiado heterogéneo con pocos puntos en común e intereses diversos, tenderá a desaparecer.
El rumor cumple una función de descarga emocional en forma inmediata al proporcionar alivio mediante una salida verbal.

Fuente: Psicología del Rumor, de Gordon W. Allport y Leo Postman, Editorial Psique, Buenos Aires, 1973

8 de abril de 2020

Días extraños y difíciles

Estos días se viven con mucha incertidumbre. Ya nadie sabe con precisión cuándo se levantará la cuarentena. No podemos acostumbrarnos a que esto sea lo normal o habitual. Es necesario recuperar de a poco el ritmo de vida que solíamos tener antes del 20 de marzo. Es increíble, no se ha cumplido todavía ni un mes pero ya se torna insoportable para la mayoría. Estamos muy lejos aún de que la situación se normalice. Ya han puesto una nueva fecha, según la cual, este período se extenderá hasta el 23 de abril. Por supuesto, debemos ser sensatos. Nadie espera que esto se revierta de un día para otro, sabemos que será con un criterio gradualista. En una nota anterior, me refería a la flexibilización de la cuarentena, y hoy vemos que esa posibilidad está cada vez más lejana. Se habló demasiado al pedo, ya que el Presidente ratificó que todo va a seguir igual.

Hasta tanto no haya novedades, la actividad industrial y comercial seguirá paralizada, con un costo social altísimo que ningún bono o subsidio podrá mitigar. Con excepción de las farmacias y los supermercados, el resto de los laburantes estamos muy complicados. Habrá que ahorrar hasta el último centavo, mientras se pueda hacerlo, porque las facturas siguen llegando, los créditos hay que pagarlos, aun en este estado de emergencia. Así, no hay bolsillo que aguante un mes más sin facturar. Tengo varios clientes que me deben plata, pero no hay forma de que pueda cobrarles porque no han podido trabajar ellos tampoco. Es una cadena, tan simple como eso. Ojalá en mayo (por decir un mes al azar), podamos recordar lo que está ocurriendo sólo como un mal trago y ver que todos han recuperado su capacidad productiva. 


Estos días son extraños. Tienen un sabor a transición, y a espera forzosa. Porque (en condiciones normales) es sabido que en marzo comienza la verdadera actividad. De todas maneras, me gusta estar disfrutando tranquilamente de este mes, y tener tiempo para actualizar el blog. En estos momentos estoy escribiendo desde la cocina de mi casa, y en el periodismo siempre he pensado que cuando el tiempo apremia me estimula más a producir un texto y a darle forma.
Hay cosas que parecen inmodificables, porque escapan a nuestra capacidad de cambiarlas, como también existen otras sobre las cuales sí tenemos poder, pero las dejamos pasar. Creo que ése es el mensaje de esta nota de hoy. Intentar cambiar de a poco. No buscar ser "otra persona" de un día para otro. Levantarse temprano hace bien, comer alimentos bajos en grasas también, pero si sos una basura como persona nada de ello podrá ayudarte a congraciarte con quienes te rodean.

Estamos a mitad de semana y quiero aprovechar este día al máximo para hacer cosas que me gusten. Por los motivos ya conocidos, no puedo caminar y llenar mis pulmones de aire puro, lejos de la polución del centro. Veremos qué es lo que hago, finalmente, porque todavía es temprano y quedan muchas cosas por decidir. Espero que este mes les sea leve, porque en algunos aspectos se hace cuesta arriba remar contra la corriente. Un abrazo a todos.

3 de abril de 2020

¿Se "rompió" la cuarentena?

¿Qué loco, no? Todo el mundo diciendo a boca de jarro que "se rompió la cuarentena" porque los jubilados fueron a los bancos a cobrar lo que les corresponde (en la mayoría de los casos). Por supuesto que había gente que pretendía hacer un trámite que no estaba permitido, porque las entidades bancarias sólo operaban para atender casos muy específicos. Desde el primer momento, los medios informaron con claridad qué tipo de operaciones se podían realizar, las cuales eran muy acotadas.

 Yo les preguntaría a todos los que se rasgan las vestiduras, si ellos pondrían plata de su bolsillo para pagarle la jubilación mínima a un anciano que trabajó 30 años o más, o bien a una mamá beneficiaria de la AUH. Si hubo colas o aglomeraciones sin respetar la distancia necesaria entre uno u otro cliente, es harina de otro costal porque el Estado no arbitró los medios para evitarlo. Pero cierto sector de la sociedad ya empezó a despotricar, diciendo: "15 días cuidándonos en casa para que pase esto", o frases por el estilo. Yo si necesitara plata urgente y tuviera derecho a recibir una asignación, iría al banco como cualquiera de los que concurrieron hoy. Es fácil hablar para la tribuna y no pensar que ese señor mayor que enfocan las cámaras de televisión sólo fue a buscar las migajas que le otorga el Estado. Hace falta que la policía organice de mejor manera las largas filas que se forman fuera de los bancos, pero eso de ningún modo desmerece el derecho a cobrar lo que es justo. Si vos tenés como familiar a un jubilado, podés hacer el trámite de apoderado para que él no tenga que ir al banco, y si la mayoría lo hiciera, los jubilados podrían cuidar su salud no saliendo de sus hogares. Hasta tanto eso no ocurra, ellos tienen que parar la olla y comprarse su medicación como cualquiera. Y tampoco es su culpa si no saben usar la tarjeta y prefieren cobrar por ventanilla. Lo que ocurrió hoy con la cobertura de muchos medios de comunicación me pareció totalmente desmesurado y fuera de lugar. Digo esto, porque está claro que no se hace foco donde está el problema, sino que se estigmatiza a los viejos que por distintos motivos no saben o no pueden usar un cajero automático. No están ayudando a que nuestros adultos mayores hagan frente a sus gastos, porque si no cobran, se corta la cadena de pagos, como ya está sucediendo inclusive en las grandes empresas. 

¿En qué quedamos, muchachos? ¿No querían que abrieran los bancos de una vez? Pues bien, ahí tienen el resultado, era previsible que iba a pasar, así que tengan un poco de sentido común y dejen de buscar fantasmas donde no los hay. El objetivo fue descomprimir los trámites que habían quedado en el "freezer" por la cuarentena, no se trata de una conspiración contra los viejos, a ver si la entienden de una vez. Hasta que no nos pongamos de acuerdo, seguiremos viviendo en el reino de revés. Punto final.  

1 de abril de 2020

Comenzando un nuevo ciclo de aprendizajes

Comienza un nuevo mes, un nuevo ciclo, que se presenta en circunstancias atípicas. Debemos hacerle frente a esto, y aprovechar la coyuntura para indagar en lo que somos como sociedad. Me parece que esta cuarentena nos ha dado una gran lección a todos los que tenemos un mínimo de conciencia. Si cuando pase esta circunstancia excepcional seguimos comportándonos igual, es señal de que no hemos aprendido nada. Tengo la convicción de que este aislamiento nos hará valorar todo lo que realmente tenemos y que durante años estuvo relegado a un segundo plano. Nos hemos enfrentado ante situaciones extremas que han puesto a prueba nuestra capacidad para cumplir las normas y para reforzar vínculos. Cuando llegue el 12 de abril y podamos abrir las puertas de casa para recibir a nuestros amigos y seres queridos, sentiremos que hemos ganado una batalla. Es fácil entenderlo: Mientras las cifras de muertos por el virus en el mundo son alarmantes, nosotros habremos sobrevivido (o estado menos expuestos) por haber tomado los recaudos necesarios. Podría quejarme de varias cosas, entre ellas la recesión económica, pero no lo voy a hacer porque cada uno sabe sus carencias y dificultades. 

Dicho de otra manera, la cosas "son como son", se han dado de este modo, y el hecho de aceptarlas no implica resignación, sino madurez. Podemos tomarlo como un aprendizaje forzoso, pero aprendizaje al fin. 


Hay muchos rasgos de mi personalidad que no me gustan, pero quizás nunca hice demasiado esfuerzo para quitármelos de encima, hasta ahora que me choqué contra una pared, o cuatro paredes de mi habitación. Durante mucho tiempo, creí que las personas no cambiaban su modo de ser, pero me he encontrado con amigos que han logrado recomponer su vida y sentirse mejor.

Aclaración: No es que me sienta mal. Es que hay cosas que me fastidian, me molestan, y no puedo evitarlo. Lo que sí puedo hacer es permanecer indiferente ante los comentarios de los demás. Pero creo que me estoy yendo de tema. La cuestión es que, tarde o temprano, nos damos cuenta de que es momento de cambiar. Aceptar que ya no somos nenes, asumir la responsabilidad de laburar a conciencia, y comprender que sólo nuestros seres queridos se preocuparán por nosotros. Al resto de la gente no le importa un carajo, simplemente porque cada uno vive en sus cosas.

Hay que dejar de ser nostálgicos. Por ejemplo, a mí me encantan los Beatles, pero desde 1970 no existen más. Sólo quedan los discos y las películas que hicieron. Hay que abrir un poco la cabeza y aceptar lo nuevo, pero no con cualquier bazofia que aparezca con aires de novedad, sino cosas que valgan la pena.
Hay que aprender a disfrutar de la vida con aquello que nos haga felices. La lectura, la música, el cine, hacer el amor con una linda mujer, lo que sea. Porque, por si no se han dado cuenta, nosotros tenemos fecha de vencimiento. Llegará un punto en que estaremos demasiado viejos y enfermos, y nos arrepentiremos de todo aquello que no hicimos en nuestra juventud. Tengo 40 años y no estoy para estupideces.

Por eso, amigos, quiero decirles que de alguna u otra manera, es momento de empezar un cambio. Y yo estoy emprendiendo ese proceso, con tranquilidad, tomándome el tiempo que sea necesario, pero sabiendo quién soy yo y qué puedo dar. Hay que aprender a quererse un poco más y no pasar por la vida pidiendo perdón por todo. Si te mandaste una cag..,  bueno, ya está hecho, seguí adelante y no te claves puñales por eso. Punto final.

Dame aunque sea una mísera señal!

  Martes por la noche en la ciudad. La verdad es que no estaba del todo convencido acerca de escribir algo hoy. Pero si voy a esperar a deja...