30 de junio de 2020

El largo camino que recorrí desde 2005

Hoy es un día muy especial para mí: un 30 de junio de 2005, hace exactamente 15 años, comencé a escribir aquí, en este blog. Mis pretensiones siempre fueron modestas, pero es un proyecto que fue creciendo conforme le fui otorgando mayor difusión y me animé a compartir mis notas en las redes sociales. Hay más de 3.000 notas publicadas, y los que ingresan desde la PC, podrán hallarlas en el lateral derecho de la pantalla. Algunas no resisten el paso del tiempo, pero decidí conservarlas como una manera de recordar a aquel que yo fui, o supe ser. Nunca, ni en mis aspiraciones más ambiciosas, me imaginé que continuaría escribiendo durante 15 años, por mero placer, ya que no obtengo ningún lucro por ello. Las actuales condiciones ha sido un período prolífico para mí, he escrito muchas más notas que en circunstancias normales. Una vez que le doy clic al botón de "publicar", ya está, es como una botella arrojada al mar. 

Entre tanta hojarasca, hay posteos que, sin falsa modestia, puedo aseverar que están muy bien hechos, y me enorgullezco de haberlos publicado. En 2005 tenía pocas preocupaciones, y las que había en aquel tiempo no las sobredimensionaba como me sucede actualmente. Mi intención, en los últimos años, ha sido no redactar en base a mi estado de ánimo, o impulsado por alguna experiencia ingrata. No lo hago, porque ello me lleva a quejarme y al lector no le interesan mis problemas o contratiempos. Pero de vez en cuando me gana "mi otro yo", y hago catarsis por este medio, que aun así sigue siendo mejor que cagar a trompadas a alguien. Hay que tener temple, lo hablaba ayer con un amigo. Siempre es mejor no responder al necio o al que lanza una provocación para ver quién se "prende" en esa. Este 2020 me encuentra en una etapa más introspectiva, donde no hay que confundir egoísmo con amor propio. 

He redactado notas que sumaron miles de visitas, no me pregunten cómo, y sin embargo otras que me parecían más logradas pero no corrieron la misma suerte. Sea como fuere, nunca cuestiono el comportamiento del público lector. Lo que sí me fastidia un poco, sobre todo en las redes sociales, es que ya empiecen a opinar por haber leído el título, que puede (o no) tener que ver con el resto del texto. Pero eso sucede más en mi diario digital, en Lobos 24. 


Lobos es mi lugar, lo ha sido siempre, inclusive cuando hace 18 años me ausenté por unos meses buscando un mejor porvenir. 
Ultimo post de junio. Fue un mes lindo, por acontecimientos que exceden a la cuarentena. No me quejo de las obligaciones y compromisos cotidiano que van cayendo sobre mí como pedradas del destino, es lo que hay. Tenés días en lo que te sentís John Travolta con toda la pista de baile a tu disposición, y otros en los que sos uno más de la manada. A menudo la gente deposita demasiadas expectativas sobre una etapa particular del año, incluso sin razón aparente. Pero no lo veo mal, cada uno se aferra a lo que puede para seguir viviendo y creyendo en que algo va a cambiar. Yo solía hacerlo hace un tiempo, pero me embarga una sensación extraña al intentar fijarme límites temporales en este momento de mi vida. Trato de no indignarme por las atrocidades que veo a diario, a medida que envejezco voy tomando conciencia que formará parte de mi vida contemplar ese paisaje absurdo. Intento rescatar lo bueno de las personas, enredarme en una conversación, esbozar una sonrisa de satisfacción luego de haber visto una buena película, maravillarme del talento ajeno para escribir un libro considerado en sí propio. En fin, pequeñas delicias estar vivo. Nos vemos el mes siguiente. 

28 de junio de 2020

A seguir peleándola detras de la trinchera

Domingo por la mañana en la ciudad. 3 grados de temperatura. No anda un alma en la calle. Y a decir verdad,  aquel no tenga motivos para salir a trabajar o a hacer algún mandado, bien puede quedarse en su casa. Trato de ahorrar todo lo que pueda, porque no sé qué nos deparará el futuro, antes de que esto implosionara. Por supuesto que demanda esfuerzo, ya que uno tiene una inclinación a comprar cosas inútiles que no se comparecen con el escenario actual. Es realidad, no son inútiles, sino de pueden esperar . Muchos de nosotros vimos reducidos nuestros ingresos con la pandemia, al igual que varios comercios. Yo "vendo" un producto periodístico que necesita ser sustentable como todo emprendimiento, no puedo ir a pérdida porque de ser así no tiene sentido ni siquiera levantar la persiana.

Es por ello que siempre trato de darle una vuelta de tuerca a las noticias, de forma tal que los titulares o los contenidos no sean iguales a los otros medios. Le busco la vuelta para marcar la diferencia, aunque no siempre lo consiga. Si otro colega publicó una primicia, bien por él, es un logro que obtuvo y no es algo que me ponga mal. Todos los días reviso los principales portales nacionales y provinciales buscando notas que salgan un poco de la coyuntura, porque sé que tener un tema excluyente para informar genera agotamiento o hartazgo en muchos lectores. 


También es fundamental rodearte de gente que no te vaya a defraudar o traicionar, aunque como suele decirse, "la traición nunca viene de un enemigo". Hace poco se difundió un estudio, según el cual los encuestados priorizaban como valor el hecho de ser considerados buenas personas por sus semejantes. Hay un poco de vanidad en esto, porque nos desvela que reconozcan como seres amables y serviciales. Lo cierto es que no abundan, sobre todo cuando es más importante el chusmerío que informarse fehacientemente de los hechos tal como ocurrieron. ¿Es tan difícil encontrar gente buena, sin segundas intenciones, a quien le guste conversar y compartir una parte de su vida con los demás? Parece que sí, a juzgar por lo que uno puede apreciar es una sociedad donde todos quieren sacar ventaja y se cagan en el resto. Hay pocas gente dispuestas a escuchar o a intercambiar ideas, salvo que se dediquen a ello, como los psicólogos. Durante mucho tiempo fui uno de los que daban consejos sin que me los pidieran, en lugar de limitarme a escuchar, hasta que me tocó a mí estar del otro lado y comprendí lo irritante que resulta que un tipo nos intente resolver la vida diciéndonos lo que tenemos que hacer.

El contacto personal es algo que nunca me hubiera gustado perder, quizás por eso me cuesta aceptar el escenario de pandemia. Históricamente, siempre la charlas con mis amigos o "aliados" (al decir de Charly García), han ocupado un lugar importante.  Como buen dinosaurio que soy, no soy muy afecto a las nuevas aplicaciones donde se comparten emojis y caritas para expresar sentimientos que no se comparan en nada a un abrazo franco y sincero. Pero es evidente que el contexto actual ha modificado nuestro concepto de "normalidad".  Estamos tan pendientes de tener el último modelo de celular o del chiche nuevo que fuere,  que en pos de esas pequeñas metas consumistas sacrificamos tiempo que bien podríamos dedicar a conocer a alguien. El desafío que nos plantea esta pandemia, es mantener el contacto humano desde otra manera, que es lo que nos hace ser lo que somos, y que nos cuesta un poco más a la mayoría de los argentinos que solemos saludarnos efusivamente o compartir un asado. A veces me aterra pensar en lo rápido que los objetos de consumo de vuelven obsoletos, y me pregunto si no nos estaremos acostumbrando a hacer eso con las personas, a declararlas obsoletas o a "darlas de baja" simplemente porque ya no sintonizan nuestra "onda", o porque han decidido elegir un camino diferente al nuestro.

Creo que las buenas personas están en algún lado, y que sin duda vale la pena conocerlas, estar en contacto con ellas, y escucharlas. A veces nos vemos obligados a tomar decisiones contrarias a esto, es cierto, pero a veces queda la sensación de que muchas gente nunca "se la juega", y en la vida a menudo hay que poner las fichas sobre la mesa y asumir los riesgos de eso implica. Punto final. 

25 de junio de 2020

El cazador se acerca a su presa

Hoy percibí, por primera vez, que muchos vecinos, muchos lobenses, estaban realmente asustados y alarmados por los hechos de público conocimiento. No era para menos, luego de una seguidilla de casos positivos que nos hicieron comprender que nadie está exento de contagiarse. A decir verdad, era algo que ya sabíamos, pero cuando las balas pican cerca, la presa comienza a desconfiar. Eso es lo que está sucediendo ahora.

Mi rutina de hoy fue normal, procuré aprovechar el tiempo para pagar unas cuentas, publicar notas en mi diario digital,  hacer los quehaceres domésticos y empezar a proyectar en un corto plazo. Adaptándome a la contingencia, de eso se trata. Trazar planes de acá a tres meses no tiene sentido en el escenario que estamos viviendo, donde las decisiones políticas que se toman para hacer frente a la pandemia cambian con bastante frecuencia y nos sumen en el desconcierto. Ello nos hace suponer que las autoridades sanitarias tampoco tienen bien en claro qué quieren hacer, esto es como el rating de la tele, el famoso "minuto a minuto". 

Los contagios o brotes pueden producirse en las situaciones más insólitas, no hace falta entrar en detalles. Un ejemplo elocuente es la reunión familiar que se hizo en Lobos por un joven fallecido, y que motivó que se debiera asilar y monitorear a decenas de personas, con todo el despliegue del recurso humano que eso implica. Por otra parte, ya se está hablando que cuando las camas colapsen, pacientes del Conurbano podrían ser derivados o trasladados a hospitales del Interior de la Provincia. Y aquí hay que ser mesurados: la salud es pública para todos, así como vos quizás debas atenderte en alguna ocasión en un Hospital como El Cruce, de Florencio Varela. Lo que no me cierra es que si el Presidente había emprendido la tarea de construir (o terminar de construir) nuevos centros de salud, si la "curva" no se achata esto puede derivar en consecuencias insospechadas. Por supuesto, no es momento de hacer futurología. No sería prudente, por los motivos que ya acabo de exponer.

Más allá de eso, lo importante es poder afrontar el encierro y este estado de anormalidad siendo creativos, tratando de salir del bajón. Estoy escribiendo mucho más que antes, porque es un modo de hacer catarsis y de explorar una veta diferente. Seamos claros, esto nos cambió a todos, y aquel que no se dio por aludido, no ha aprendido nada. Tengo 40 años y este es el momento más atípico que me tocó afrontar en mi vida. Jamás imaginé que iba a pasar algo así, y creo que nadie se lo imaginaba tampoco. En esta cuarentena, hemos descubierto libros, películas, discos, todo aquello que antes postergábamos porque no teníamos tiempo. Hoy volví a escuchar a Los Beatles, y ahí te das cuenta de que para trascender hacer falta talento, porque nadie hablará del los mercachifles de Ricky Martin, Maluma o Luis Miguel dentro de 50 años. Entonces, vos te ponés a escuchar un disco de 1969 y decís: "¿Cómo hicieron estos tipos?". Es para ponerse a pensar. Y no lo digo sólo porque sean anglosajones, ya que León Gieco, o bien Charly García, superarán con creces el paso del tiempo, por citar sólo dos ejemplos. 

Como les habrá sucedido a la mayoría de ustedes, llegado a cierta edad la vida me ha puesto a prueba infinitas veces, y he tenido que tomar la decisión que creí la más adecuada en ese momento. No siempre fue la mejor o la más acertada. Pero había que jugarse. Si vos podés tener un tiempo razonable para pensar antes de actuar, está todo OK, pero en el común de los casos no es así. Mi aspiración es que todo el período que venimos transitando no haya sido en vano, y si todo esto no nos sirvió para aprender a disfrutar intensamente cada momento, estamos perdidos. Punto final. 




24 de junio de 2020

A no bajar la guardia cuando llega el vendaval

Comenzó el invierno, y en esta oportunidad llegó con frío, lo cual no es una obviedad como parece dado que años anteriores, todavía para esta fecha teníamos temperaturas cálidas. Trato de enfocar mi mente en lo realmente importante, al menos para mí. En Buenos Aires y el AMBA volvieron a Fase 1,5. El Gobierno dice que es "el último esfuerzo". A decir verdad, el esfuerzo ya lleva alrededor de 100 días, con algunos municipios vecinos como Navarro o Roque Pérez que alcanzaron la Fase 5 y ya pueden transitar un camino cercano a la normalidad. Me pareció una estupidez que aquí en Lobos haya gente que se manifestó pidiendo practicar determinados deportes, cuando es sabido que la Provincia denegó esa petición. Para un distrito que tiene 8 casos positivos desde marzo a esta parte, era previsible que no se concedieran nuevos permisos. Puedo entender que haya vecinos que quieran salir a pescar, o a jugar al paddle, pero deberán esperar, como estamos esperando el resto de los lobenses que tampoco podemos hacer todo aquello que quisiéramos. Ese es el alto precio que se paga por la negligencia y la falta de cuidado que debe tomar cada uno. Y hasta que no nos hagamos cargo, seguirán apareciendo nuevos casos, mientras un grupúsculo de fundamentalistas anticuarentena se creen depositarios de una verdad revelada, que no son más que gansadas sin ningún asidero. 

Es tedioso y remanido hablar de la cuarentena, tan tedioso como ella misma, pero no se puede soslayar lo que está ocurriendo. Habrá quienes se cuidaron y se contagiaron accidentalmente, pero son la minoría. En otra nota había mencionado la posibilidad de que se haga una prueba piloto por 15 días, pero ahora que lo pienso bien, sería un colapso, con gente corriendo o comiendo asado en el Parque o donde se les cante la gana. Somos hijos del rigor, aceptémoslo. 

Tal vez no tenga que ver, pero pienso que, a medida que uno va envejeciendo, aparecen las canas y se esfuman los ideales. Nos volvemos más pragmáticos: palo y a la bolsa. Comprendemos que, casi sin quererlo, hemos adoptado un modo de vida burgués, porque hay un sistema pensado para que un celular o un televisor nos mantengan endeudados en infinita cuotas a todos aquellos que no tenemos la capacidad económica de adquirirlo de otra manera. Ni hablar de tener que pagar un alquiler para contar con un techo donde podamos subsistir.

Todo lo que podemos hacer es conformarnos con vivir una vida tranquila, y además deberíamos sentirnos privilegiados si lo logramos. La mayoría de la gente vive alterada, presionada y maltratada por sus empleadores, con sueldos miserables que no alcanzan para invertir, frustrándose por todo lo que no puede comprar, sin  poder fijarse metas y proyectar una realidad distinta.

Mi escepticismo hacia la política (y los políticos) es absoluto, aunque todos podemos tener simpatía por algún legislador que se convierte en un “Llanero Solitario” al hacer honor a su función asistiendo a las sesiones y argumentando con solidez y convicción en los debates.

En lo que a mí respecta, fuera de mi familia y mis amigos, no me importa nadie más. Quiero que esto se entienda bien. Por supuesto, hay personas que por distintos motivos me caen bien, pero no me importan lo suficiente. Me concentro en mi círculo íntimo, porque sé que son los únicos que van a estar a mi lado cuando me suceda algo ingrato.

Al focalizar nuestro afecto hacia quienes realmente valen la pena, evitamos el sufrimiento y el desgaste de las relaciones humanas que no conducen a nada y nos sentimos contenidos emocionalmente por gente que nos conoce y nos quiere de verdad. Considero que ese es el mayor aprendizaje que esta cuarentena, y de tener que estar todos juntos en "la casa de Gran Hermano". Punto final. 

22 de junio de 2020

Plegaria para un Gobierno dormido

Hasta abril/mayo, estábamos acostumbrados a decirles a nuestros amigos: "Cuanto todo esto pase, haremos tal o cual cosa". Hoy, esa expresión de deseo se volvió un tanto ingenua y naif, porque las sucesivas prórrogas de la cuarentena tornaron cada vez más lejano aquel "Cuando todo esto pase". Tendrá un final, más tarde que temprano, pero las últimas noticias no resultan muy alentadoras. El fantasma de volver a Fase 1, o de volver a foja cero, nos genera una duda cargada de profunda ansiedad. Es que, precisamente, el futuro provoca ansiedad ante lo desconocido. Ya no merece la pena detenernos a hablar de las variables económicas, de Vicentín, o del espionaje macrista. Todo eso es real, por supuesto, pero en momentos en que necesitamos mantener la calma, todo lo que enumeré son piedras en el zapato que nos impiden caminar. Por ejemplo, que el dólar suba o baje sólo es de interés para quienes tienen la capacidad de comprarlos, y no es mi caso. Si caemos en default y los "buitres" se enfurecen de codicia, no me van a rematar la casa. Reitero, no quiero decir que todas estas cuestiones no me preocupen, sino que no son relevantes para la vida cotidiana de cualquier argentino que vive con lo puesto. 

Lo que sí me molesta, es que el Gobierno juegue "a todo o nada", que el Presidente esté entusiasmado por sus índices de popularidad y siga con una prédica demagógica. Que nos hablen de "soberanía alimentaria" cuando la pobreza es endémica y millones de compatriotas se cagan de hambre. Esto no es nuevo, ya que desde hace décadas todos prometen una solución para erradicar la pobreza en el país, no sé si porque estaban realmente convencidos de que podían lograrlo o porque era un discurso de campaña. ¿Se acuerdan del "segundo semestre" de Macri que nunca llegó? ¿De que la inflación sería de un dígito? Y la clase media VIP que escuchaba a Baby Etchocopar, Majul o Longobardi y toda esa sarta de reaccionarios fachistas decía:"Hay que esperar, hay que esperar....". Esperar qué? Cuatro años del "gato" fueron suficientes. Los que están ahora no son ningunos angelitos, pero ningún funcionario macrista tiene autoridad moral para hablar.  Con ver 15 minutos de cualquier canal de noticias, ya te enterás de lo esencial, no hace falta más, porque el resto es un eterna letanía. La televisión se tuvo que poner de rodillas ante la realidad. Por suerte, hay muchas personas con capacidad de discernimiento que saber leer entre líneas y no se comen cualquier pescado que les quieran vender. 

Ahora bien, retomando la idea central de esta nota, ¿qué es lo que percibo? Interferencia, cortocircuito, teléfono descompuesto, un desconcierto total. Es como salir en el auto por una ruta desconocida sin tener GPS. Fíjense que ya ni siquiera me quejo de mi magra situación económica en tiempos de pandemia, porque no puedo vivir mirándome el ombligo. Hay que tener una visión "macro", porque si nos quedamos en el chiquitaje no vamos a despegar nunca. De lo contrario, vamos a estar como el burro detrás de la zanahoria. Por primera vez en mucho tiempo, me siento afortunado de vivir en Lobos, porque pese a todo no estamos tan encorsetados como en el AMBA, que es lo que hoy desvela al Gobierno. Para Kicillof, somos un puntito perdido en el mapa de la enorme geografía bonaerense. Un limbo. Pero como es ante él que hay que gestionar los permisos para que nos otorguen nuevas excepciones, hay que meter violín en bolsa, esperar que regresemos a un estado parecido a la normalidad. Punto final. 

20 de junio de 2020

Volverán las oscuras golondrinas

Terminó la semana, y siempre es un buen momento para escribir y reflexionar sobre lo que nos pasa. Lobos sigue en Fase 4 (por ahora), en el Centro hay mucha gente circulando porque mañana es el Día del Padre y la mayoría quiere hacer un regalo de acuerdo con su presupuesto. Por otra parte, me mantengo en contacto con mis amigos más cercanos a través de WhatsApp, y la verdad es que el solo hecho de hablar con ellos me hace sentir mejor. 

Me propuse salir un poco de la melancolía, al menos en esta nota, porque hay muchas cosas que no queremos que sucedan y sin embargo van a pasar igual. No podemos volver el tiempo atrás, por lo tanto debemos aceptar lo que nos toque vivir. No vale la pena buscar culpables, prefiero mantener el bocho ocupado en otra cosa. 


El reloj me dice que es sábado por la mañana en la ciudad, con el termómetro registrando esa delgada línea que divide el frío del calor, el clima que conocemos como "templado". Pero bueno, todos necesitamos una noche de relax, así que todavía no me puedo aventurar a decir que es lo que haré finalmente. Bajo las condiciones actuales, no será nada del otro mundo. Venía demorando un nuevo posteo porque estoy un poco harto de todo, y realmente cuando me siento a escribir intento redactar algo que merezca ser leído. 

A veces pienso que no hemos aprendido nada de las lecciones del pasado. Y debo reconocer que a menudo me muestro súbitamente optimista porque leo un artículo en el cual se habla sobre los avances de la ciencia, sobre el aumento de la expectativa de vida, y esas cosas que cada tanto aparecen en los diarios. Podemos adoptar distintas posiciones frente a un mismo hecho (ejemplo: la eutanasia), pero el nivel del debate es lo que hace que esas posiciones que asumimos resulten válidas y dignas de ser tenidas en cuenta. Los opinólogos no cuentan para mí, y la moral es un concepto demasiado subjetivo que tiñe cualquier opinión de un tufillo insoportable. Hay que esclarecer aquello que aparenta ser difícil de comprender, y no sumar más dosis de confusión. Porque para eso, ya tenemos suficiente con las teorías conspirativas que encontramos por Internet, los terraplanistas, y toda una manga de desquiciados. 

Cuando la vida te sorprende con un cachetazo (o con un cross de izquierda), probablemente no sepas cómo reaccionar. Te preguntás qué hacer. Porque cuando tenés una angustia, una situación realmente apremiante, por lo general no hay "Plan B". Lo que estoy diciendo no es nada original, pero me nace expresarlo porque comparto este sentimiento con mucha gente que me lee en tiempos de pandemia. No pisar sobre terreno seguro es peligroso, porque puede que te estés hundiendo en una ciénaga. Pero como te fuiste tanto al mazo, como te la jugaste tanto por una determinada causa, ahora te cuesta cada vez más salir. En las relaciones humanas, hay gente que te acepta y respeta porque disfruta de tu compañía, otra que no. Parece sumamente básico, pero suponemos que todos deberían darnos un buen trato y hacernos sentir bien. No, pibe, la realidad no es así. O mejor dicho, no funciona así, porque no siempre se da una afinidad que propicie un encuentro, o una charla. 

 Esa es la modesta reflexión que me viene a la mente para que todos podamos afrontar este trance de la mejor manera. Recordemos que no hay plazos, y esa es la incertidumbre nos bloquea. Pero sé que algún día volveremos a hacer una vida normal, del mismo modo que volverán las oscuras golondrinas. Punto final. 


17 de junio de 2020

Ahora sí que estamos al horno

Cada nuevo caso positivo en Lobos nos preocupa a todos, no sólo por la víctima sino también por su familia. Estamos al horno si se siguen produciendo contagios, porque difícilmente nuestro distrito pueda llegar a Fase 5 en estas condiciones. Y pensándolo bien, tampoco sería lo recomendable en este momento. La mujer policía contagiada, en un texto que publicó en las redes sociales, afirmó que en un principio pensó que se trataba de una gripe común, hasta que se agudizó el cuadro. Esto me lleva a suponer que puede haber muchos pacientes asintomáticos en Lobos y que deberían realizarse más test en distintos barrios. Cada vez que algún lector presiona para que "demos nombres", les recuerdo que ello no está permitido, aun cuando el propio portador del virus lo haga público. Es nuestra responsabilidad como medio de comunicación. Además, no aporta demasiado dar a conocer con nombre y apellido quién es, porque no es un delito. Si retrocedemos a Fase 3, lo cual puede suceder, tendremos que resignar libertades, pero hasta tanto Lobos no permanezca un tiempo prudencial sin casos positivos, habrá que aceptar esa nueva realidad.


¿Qué nos resta esperar de esta parte hasta fin de año? Resistir, podría decirse. Cada uno tiene sus proyectos y trata de encauzarlos dentro del contexto. La sociedad actual nos incentiva a "vivir el presente", y como en rigor de verdad no sabemos cuánto tiempo vamos a vivir, a veces no vale la pena hacer proyectos a largo plazo. El futuro es importante, pero no perdamos de vista lo que sucede en lo cotidiano. Muchas veces sobreviene la frustración ante un proyecto que no pudimos concretar, o que no salió como esperábamos. No sé, estamos a mitad de semana y mientras tomo unos mates me surgen estas reflexiones, que están sustentadas en mi historia personal y en el diálogo que tengo con la gente que conozco. Yo creo que hay más incertidumbre de lo que parece, en todos los órdenes, y esto no pasa solamente por lo económico. Muchas veces nos cuesta saber qué es lo que queremos hacer, o cómo actuar ante determinadas situaciones. Y ahora estoy sentado frente a la pantalla, tomando unos "amargos", y pensando en que estamos todos en la misma. Hay un mínimo porcentaje que está con "la vida hecha", por así decirlo, o que cree tener el futuro asegurado en base a sus ingresos. El resto estamos en la lona. Tratando de reinventarnos ante algo que nunca nos tocó atravesar. 

La comodidad de la vida burguesa que todos añoramos en secreto es algo que también conduce a la sensación de que todo va a seguir igual. La casa, el auto, los hijos, los ahorros, ¿las vacaciones? Pura cháchara, comprar felicidad en cuotas. Es gratificante tener una familia y poder darles lo mejor, pero andá a un asentamiento precario o una villa de emergencia y te darás cuenta de que esa gente, olvidada por todos los gobiernos, también son argentinos. Son marginales no porque ellos lo deseen, sino porque el Estado los ignora o los oculta. Ni siquiera en las estadísticas oficiales son tenidos en cuenta. Es ahí donde hay que hacer hincapié para detener la propagación del virus, porque como mencionaba en una nota anterior, sería una hijaputez pedirles a esas personas que se cuiden cuando viven todos juntos en una pieza porque el Estado nunca les facilitó una vivienda digna. Punto final. 

15 de junio de 2020

La difícil tarea de ir recuperando libertades


Lunes feriado en la ciudad. Mañana seguramente aprovecharé la nueva habilitación que nos fue concedida e iré a caminar al Parque o a la plaza. Es fundamental hacer uso de las libertades que vamos recuperando, pese a que ya quisiéramos que la cuarentena se levantara en su totalidad. Se sabe que el Conurbano es el sector donde se han producido más casos en el último tiempo, debido a una vulnerabilidad que arrastra hace años. Ahora bien, ¿Cómo le vas a pedir a una familia numerosa que no viva en condiciones de hacinamiento, si la casa es chica y no alcanza para que cada uno tenga su espacio? De todos modos, me preocupa pensar que esta cuarentena se extenderá por tiempo indeterminado, pronto alcanzaremos los 100 días (atravesando cinco meses) y nada parece indicar que se normalizará la situación en la Provincia y en el AMBA. Se han otorgado habilitaciones o excepciones en algunos municipios, sobre todo en aquellos que no han tenido casos. Sabemos que Lobos hasta ahora tuvo 5 casos positivos, y la mayoría de ellos son pacientes que se recuperaron y que se les dio el alta. Sin embargo, el riesgo persiste, y es entendible que las autoridades sanitarias no coloquen a nuestro distrito en la Fase 5, que es la más cercana a lo que vivíamos antes del 20 de marzo. Lo concreto es que llevamos encerrados demasiado tiempo. Quizás el Gobierno se apuró a implementar la cuarentena, ya que todo parece presumir que recién ahora se está registrando un pico de contagios. La proximidad del invierno hace que el virus circule con mayor facilidad, si es que cabe el término.

Como responsable de un medio de comunicación, nunca revelé la identidad de las personas infectadas, pese a que vivimos en un pueblo chico y nos conocemos todos. No me parece prudente hacerlo, por más que algunos lectores presionen en ese sentido. De lo contrario, se estigmatizaría a la víctima, como si fuera un leproso de los tiempos bíblicos, y es lo último que quisiera. Le puede tocar a cualquiera, no es excluyente para nadie.

No voy a caer en la tentación de la prédica de los activistas “anticuarentena”, sólo digo que un lapso tal prolongado se torna insostenible. Se podría hacer una prueba piloto por 15 días, y ver cómo responde la gente. Y si es necesario volver atrás, porque no dio resultado, también sería válido hacerlo. Ya ni siquiera hablo en términos de reactivación económica, sino de salud psíquica y física. 
Las primeras veces salía de mi casa y olvidaba llevar el barbijo, ahora es algo que tengo casi incorporado, como la desinfección de manos, y otras medidas de higiene.
Insisto en lo que mencionaba más arriba: que nos den 15 días, que abran restoranes y bares, que se amplíe el horario comercial, todo ello con los debidos recaudos, y si hay una suba considerable en los contagios, que se vuelva a foja cero. Prueba y error, ni más ni menos. El régimen actual es casi el de una prisión domiciliaria, pero sin haber cometido delito alguno. Por eso, cada vez que se otorgan nuevos permisos, eso nos pone a prueba a nosotros mismos como sociedad. Si dejamos la supuesta "viveza" a un lado y actuamos a conciencia, será más factible alcanzar un status quo que se acerque un poco a nuestra vida antes del 20 de marzo. Punto final. 

12 de junio de 2020

Que no nos vendan información falsa o "pescado podrido"

Llegó el finde!!! Estoy con todas las pilas para pasarlo lo mejor posible, dentro de la circunstancias que son de público conocimiento. El pronóstico anticipa para los próximos dos días, jornadas con mucho frío y vientos intensos. Esta mañana me mantuve bastante ocupado, ya que tuve que aprovisionarme en el supermercado, llevar a revisar mi bicicleta, chequear los mails que llegan a mi mesa de trabajo todos los días, y continuar con un "status quo" que ya  no representa ninguna novedad. La buena y tan esperada noticia, es que los lobenses podremos realizar caminatas, correr, y actividad física en general en virtud de los permisos que otorgó la Provincia. Hagamos un uso responsable de estas nuevas libertades que nos fueron concedidas. 

Realmente no tengo más que palabras de agradecimiento para toda la gente que confía en mi labor periodística, que podrá no ser la que algunos esperan pero que llevo a cabo con el profesionalismo que requiere. Digo esto porque seguramente ha habido detalles por pulir, pero nunca he obrado de mala fe, no me interesa recibir rumores de dudosa procedencia porque el compromiso que uno asume con los lectores nos lleva a no dar lugar a todo aquello que no sea oficial o que no pueda ser chequeado por fuentes confiables. De lo contrario, caemos en el famoso "pescado podrido", que es cuando "alguien" te envía un trascendido o una noticia que resulta no ser tal. 

Quizás esté pecando de ingenuo, pero sería bueno que aprendiéramos a ejercitar el debate en lo cotidiano, como era habitual a mediados de los '80, cuando se discutía de política en las calles y se lo hacía con auténtica pasión y entusiasmo. Hoy imaginar un escenario similar es una utopía. Me quedé pensado en la visita proselitista que hizo en 2011 de Francisco De Narváez, y en lo superficial que es el discurso político actual. El tipo desapareció de la arena política y ya a nadie le importan sus opiniones.  Tanto el oficialista como el opositor, trasuntan sobre las mismas cuestiones con sorprendentes limitaciones. Y obviamente, los dirigentes no son estúpidos. Quiero decir, que si el debate se da en niveles tan bajos y mezquinos es porque resulta lo que a ellos más les conviene. ¿Para qué hablar del FMI o de Vicentín? ¿Para qué molestarse en pensar en la crisis energética? Aquí siempre se mira a corto plazo, se resuelve sobre la marcha, con parches,  y haciéndolo en esas condiciones el resultado no puede ser otro que el fracaso.

En fin: Viernes nublado de otro fin de semana largo, y bueno... como pasa siempre, uno trata de aprovecharlo, pero yo a estos días los miro con desconfianza. La experiencia me dice que luego se pagan las consecuencias del ocio cuando hay que recuperar los días de trabajo perdidos. Allá por 2012 me compré un libro de ensayos de María Elena Walsh, que quedó "durmiendo" en la biblioteca pero que promete ser muy bueno. Al menos para quienes la conocían solamente como una escritora destinada al público infantil. Los textos que alcancé a leer realmente muestran una madurez y un sentido crítico admirables, poco frecuente en la sociedad argentina, donde todo es violencia, golpes bajos y crispación. Con altura, sin creerse la dueña de la verdad pero exponiendo claramente su posición, M. E. Walsh derribó mitos, alentó a los escritores jóvenes, desnudó la censura de la dictadura y trazó su propia visión, por lo cual pagó un alto costo. No todos compartían sus ideas, y fue víctima de la calumnia y de la mentira, pero siguió adelante. Es una de esas personas que (como suele suceder) todos empezaron a valorar en su real dimensión cuando ya había muerto. Desde luego, en la Argentina eso pasa muy a menudo, cuando artistas y políticos son condenados al ostracismo y luego de su muerte la prensa "descubre" sus virtudes y el legado que dejaron a las futuras generaciones.

También estoy escuchando música, volviendo a los Beatles, algo de Oasis, un poco de Red Hot Chili Peppers, y tratando de rescatar del olvido todos aquellos discos que duermen en el fondo del baúl. Algunos, debo reconocer, son tan mediocres que no vale la pena molestarse en escucharlos nuevamente, pero durante los últimos años traté de no seguir una moda o una tendencia en cuanto a la música. Por ejemplo, tengo un solo disco de Nirvana , porque me parece una de las bandas más sobredimensionadas de la historia. No eran tan revolucionarios, rebeldes y apáticos como nos quisieron hacer creer. Llegaron en el momento justo, la pegaron, e inclusive antes de que muriera Kurt Cobain ya el éxito no les sonreía tanto en los últimos tiempos. Pero así funciona la fama, las coincidencias, y el oportunismo. Ni más ni menos que eso.

Algo que me fastidia un poco que es que vía Internet haya que realizar constantes actualizaciones de las apps. Ya hemos hablado aquí del Messenger, pues bien, ahora resulta que Mozilla y Chrome (los dos navegadores más populares) también nos están pidiendo que instalemos una "nueva versión", que ellos suponen que es mejor. Hasta hace muy poco, sin ir más lejos, me manejaba perfecto con el Windows XP, que ya quedó obsoleto. Algún día quisiera encontrarme con el programador que diseña las actualizaciones y preguntarle qué criterios tiene en cuenta para que los resultados sean cada vez más desconcertantes. Punto final. 

9 de junio de 2020

La grieta de la cuarentena y el intento de volver a la normalidad

Ahora que, más que nunca, hay que dejar las mezquindades de lado, se ha abierto una nueva grieta, que podríamos llamar "sanitaria". Hay un grupo variopinto de intelectuales, actores y dirigentes políticos venidos a menos que presionan para que la cuarentena se levante cuanto antes y hay acuñado el término "infectadura", para describir lo que estamos viviendo. Del otro lado, estamos aquellos que no gozamos de la notoriedad o influencia que parece tener esta gente en los medios, y en consecuencia aceptamos las decisiones que tome el Gobierno de turno. Es evidente que abundan los oportunistas, especialmente aquellos a los que el diario La Nación les dedica generoso espacio en las columnas de los domingos. El macrismo le hizo un daño terrible a una sociedad que soportó todo tipo de atropellos durante 4 años. Fue el Gobierno del marketing, del espionaje y de la mentira. De los tarifazos recurrentes que ponían a las empresas por encima del laburante. Y esta no es una prédica de barricada, ya que estoy lejos de pertenecer a ese grupúsculo. Es lo que padecimos, pero como son demasiado desfachatados como para llamarse a silencio, hacen uso de las redes sociales para instalar temas que surgieron de la nada. Reclamar que los políticos se bajen los sueldos suena muy bien, pero ¿Por qué no lo hicieron ellos antes? Por supuesto, también es necesario reconocer que cada vez que el peronismo vuelve al poder podrá reciclarse, pero sigue teniendo las mañas de siempre. Especular con el rédito político de una emergencia sanitaria es un acto miserable para cualquiera que lo pretenda hacer. 

Ayer vimos por televisión, cómo en Buenos Aires la gente salió "en estampida" a la calle por la flexibilización de la cuarentena, que permite hacer actividad física manteniendo el distanciamiento. Era previsible que ello sucediera, luego de más de 80 días de encierro que hacen trizas nuestra salud mental. Y la aglomeración de porteños que vimos en plazas y parques es una muestra de ese deseo de ir recuperando todas las libertades que creíamos dar por sentado. Acá seguramente pasará lo mismo cuando se habiliten permisos para correr o caminar, ya que el sedentarismo está provocando efectos devastadores en mucha gente que conozco. Añoramos aquello que nos falta, obviamente, que es todo lo que no está permitido hacer. Pero cualquier comparación de esto con una dictadura, no resiste el menor análisis. Hay oponerse al fundamentalismo para no ser cómplice de él y de los que trazan todo tipo de teorías conspirativas en torno al Coronavirus. 

Fernández, al igual que el resto de los ciudadanos, no esperaba encontrarse con este escenario a poco de asumir el poder. Hoy, los picos de contagios se siguen registrando en la Provincia y en el AMBA. Ya hay 18 provincias donde la actividad ha vuelto casi a la normalidad, incluyendo gimnasios y rubros gastronómicos. Por eso, bien podemos afirmar que la cuarentena se está segmentando en función de los casos registrados en cada distrito. Y en lo que respecta a nuestra Provincia, los permisos que son solicitados por los Intendentes se elevan a la Gobernación para que ésta analice si son válidos o aceptables. Todo esto quiere decir que, aunque no lo percibamos, desde el 20 de marzo hasta la fecha hubo una regularización, una búsqueda de la vuelta a la normalidad. Todavía faltan, como mínimo, dos meses para que podamos acceder a nuestro modo de vida habitual, de manera que habrá que tener paciencia en el tramo final de este trance. A no bajar los brazos. Punto final.  


6 de junio de 2020

Día del Periodista 2020

Estoy transitando este finde, tratando de actualizar las notas que he publicado en mi diario digital, e ir buscando nuevo material. Al no haber actividad cultural ni deportiva, casi sin darnos cuenta, entramos en un "bache" que es propicio para mirar TV o escuchar música, pero no lo es tanto para conseguir información. Estoy empezando a trazar un análisis de cómo ha impactado en la vida pueblerina esta situación, pero por ahora es un laburo que está en una primera etapa, y lo hago más que nada porque algún día quedará un testimonio de cómo los lobenses afrontamos este contexto de emergencia.

No obstante,  hoy es un día distinto para nosotros: es el Día del Periodista. Estoy feliz de ser lo que soy, y de contar con el cariño de la gente y el respeto de mis colegas. No tengo un encono personal con nadie, sólo palabras de agradecimiento. Tratamos de honrar la profesión bregando día a día por mejorar y ofrecer a nuestros lectores las noticias que son de su interés. Una cosa es haber estudiado Periodismo (como lo hice yo), y otra es la experiencia, el oficio, que es un complemento indispensable. Caminar la calle, darle una vuelta de tuerca a las cosas, tratar de ser original e innovador. Sin la ayuda de mis padres y de mi familia, esto no hubiera sido posible. Son ellos con los que hago "catarsis" cuando las cosas no me salen bien, y me han bancado siempre. Mis docentes me brindaron una formación integral, inclusive aquellas materias que no les veía utilidad, con el tiempo resultaron valiosas para ejercer la profesión. Los anunciantes, que aún en un marco excepcional como el que nos toca vivir me continúan dando su apoyo para sostener mi emprendimiento. Y por supuesto, reitero mi agradecimiento a los lectores. Sin ellos, nada sería posible. 

Siempre fue bastante reacio a la tecnología, aunque claudiqué en algún momento: no me gustaban los celulares táctiles, ni tener Faceboook, o Twitter. Supongo que hay personas con mayor popularidad que se valen de esos medios para difundir videos o clases a distancia. Ese último es un rubro que ha crecido muchísimo, por razones obvias.

No me agrada  vivir en el fango de  la mediocridad y la estupidez, y lo primero que puedo hacer para que eso cambie es tratar de no ser mediocre ni estúpido. Yo no puedo decidir por los demás. Es el tiempo el que va decantando, les muestra la hilacha a todos. Por eso suele decirse que nadie "resiste un archivo". Si nuestra forma de pensar fuera igual que hace 20 años, estaríamos en problemas, porque es la vida misma la que te empuja a dar un golpe de timón. Saber cambiar en el momento preciso, reinventarse, es todo un desafío para mí, que a veces sostengo estructuras bastante rígidas. Hay que encender todos los días la mecha, esa "llama interna" que todos los periodistas tenemos, para mantener la motivación y el amor propio. Cada cual tiene una aptitud o un talento que puede explotarse, por pequeño que parezca. Esa es la búsqueda que debemos realizar en lo cotidiano. Muchas gracias a todos por el aguante. Punto final. 


5 de junio de 2020

Rebobinando la cinta: una infancia feliz

Viernes con frío y cielo nublado. Ya son casi las 16 hs. y realicé todas las compras del día para evitar tener que salir más tarde, y las largas colas que se generan debido a que la gente quiere hacer todo a último momento. Obviamente, no me es grata esta realidad, y la extensión desmesurada de la cuarentena. Extraño el contacto personal, visitar a mis amigos, o que ellos lo hagan conmigo. Sentarme a la mesa de un bar a tomar un café, realizar actividad física que me permita reducir de a poco todos los kilos que fui acumulando. Esto último, según manifestó el Intendente en un video difundido hoy, le fue pedido a Kicillof, además de rubros comerciales que no mencionó. Sería buenísimo que podamos volver al Parque, a las plazas, a estar en contacto con la naturaleza. 

Ante lo que está pasando, procuro ser creativo, ofrecer combos de publicidad, renegociar el costo de las pautas, todo aquello que me permita sumar algo a mis ingresos. Aprendí, casi forzosamente, a administrar mejor mis finanzas. Trato de buscar precios como cualquier ama de casa, no voy a pagar por un atado de cigarrillos cinco pesos más que en el otro kiosco que está a pocas cuadras de diferencia. O por un pomo de dentífrico "super -extra -blanco", una gansada porque son todos iguales, y si tenés algunos dientes un poco manchados como yo, ninguna pasta dental te va a resolver el problema. 

Estaba "rebobinando la cinta", y pensando que tuve la suerte de disfrutar de una infancia feliz, mis padres hicieron mucho por mí, estimularon mi veta creativa, me acompañaron en todos los momentos. Tomé clases de inglés, de piano, de muchas cosas. Los '80 fueron tiempos duros, pero ellos se esforzaron para que nunca me faltaran los útiles de la escuela, o los manuales.  Que fuéramos en buenas condiciones de higiene, vestidos con el pantalón a la usanza de ese entonces, guardapolvo, portafolio, y zapatos negros impecablemente lustrados. Sufrieron muchas privaciones para garantizarnos una buena educación a mi hermano y a mí. Fue en aquellos primeros años donde aparecieron los amigos, los picados de fútbol en el Parque, y ya en la adolescencia aquel cigarrillo fumado a escondidas, que le agarrábamos a mi viejo de la guantera del auto. Las largas bicicleteadas que parecían interminables, pero éramos jóvenes y nos sentíamos eternos, pensábamos que nunca íbamos a envejecer. Fui jugador de 5° División de Athletic, disputé pocos partidos, creo que le gané por cansancio al entrenador porque no era muy hábil para esas lides.  No recuerdo exactamente la primera borrachera, pero tampoco debe ser un episodio memorable. Yo iba a los boliches porque mis amigos también lo hacían, era muy tímido para decirle algo a una chica y no podía "levantar" ni un papel del piso. Me faltaba dar ese paso, ahora ya soy muy desfachatado, por así decirlo, y voy a los bifes, no me gustan las personas que tienen demasiadas vueltas. Si te parezco interesante y querés conocerme, hay muchos medios para hacerlo, desde el famoso WhatsApp hasta otros más heterodoxos. 


Aprender a aceptar todo aquello que a los ojos de esta sociedad parece una nimiedad, nos abre la puerta para aceptar otras cosas más duras. Es decir, algo logramos, algo hicimos no estuvimos viviendo al pedo. Pero el punto medular de este post es aprender a aceptar determinadas cosas que no van a cambiar por mucho empeño que pongamos. Esto no implica resignarse, sino -por ejemplo- dejar de tomarnos tan en serio a nosotros mismos cuando algo no nos sale bien. No dramatizar, en definitiva como seres adultos los únicos responsables de nuestra vida somos nosotros, y en consecuencia debemos hacernos cargo de lo que nos toque pasar. Es difícil, lo sé, porque conozco personas que sufren la soledad y el abandono de quienes decían ser sus amigos incondicionales, y que a pesar del desapego forzado tienen que salir a trabajar y a parar la olla como todos los días. No pueden darse el "lujo" de deprimirse. 

Empecé hablando de los blogs e inmediatamente ello me hizo pensar en la persona que está detrás de cada pantalla, redactando lo que le salga, ya sea textos de índole científica o bosquejos de una obra literaria. 

Para hacerla corta: La diversidad de la sociedad se pone de manifiesto en el modo de expresarse que sus integrantes tienen. En Internet cada cual se expresa a su manera, y a veces le pedimos a la Red más de lo que está en condiciones de ofrecer, cuando en definitiva quienes creamos este caos hemos sido nosotros. Punto final. 

4 de junio de 2020

Cuánto gané, cuánto perdí

Siempre me propuse ser auténtico, quizás a los ojos de los otros haya adoptado una posición distinta, pero eso es para la gilada, porque quienes me conocen bien saben cómo soy. Es como si fuera la canción de Pablo Milanés, "Cuanto gané, cuanto perdí". Me muestro tal como soy hacia aquellos que actúan del mismo modo conmigo. 

Gané amigos, me alejé de aquellos que decían serlo pero nunca estuvieron cuando las papas quemaban. Gané años, porque envejecí, y acepto el paso del tiempo como algo natural. Perdí plata en malas inversiones, muchas veces. Antes me costaba más decir que no, ahora cuando algo no me convence del todo, lo rechazo. Ya transité casi la mitad de mi vida, tengo 40 años, si es que Dios me concede llegar a los 80. Fui víctima de un sistema educativo que era totalmente anacrónico, no se hablaba de homosexuales, lesbianas, travestis y trans, por lo tanto las minorías sexuales estaban condenadas a la marginalidad. Las clases de historia, si trazamos una línea cronológica, se extendían hasta Perón, toda la represión y dictadura que se vivió después era tabú. 


Ahora que por el momento no estoy yendo al gimnasio, he tomado la decisión de andar en bici todo lo que pueda, ya sea para hacer mandados o para sentirme mejor. No me puedo dejar estar y convertirme en un individuo sedentario, aun con el COVID 19. Reconozco antes de que estallara todo esto, me faltaba voluntad, y uno siempre encontraba excusas para no hacer algún tipo de ejercicio: el calor, la lluvia, los compromisos contraídos, las tareas pendientes. Pero es increíble como podemos sentirnos mejor aunque más no sea dando una vuelta de manzana. A este respecto, me sorprendió darme cuenta cómo la Plaza Tucumán congregaba diariamente a un número de vecinos que caminan por el perímetro de ese paseo público y disfrutar de la frondosa arboleda. Desde luego, el Parque continuó siendo la alternativa más elegida, pero en lo que a mí respecta no me generaba buena vibra, caminar solo en medio de otros pasajeros errantes. A mí me gusta transitar la Av. Yrigoyen en toda su extensión, detener la vista en los pequeños comercios y almacenes que se encuentran a ambas manos de la calle, lidiar con los pozos y con los pastizales que hay en las casi inexistentes veredas a medida que uno se va acercando al acceso a la Ruta 205. Es mi manera de desintoxicarme un poco del cigarrillo, y de tratar de mantenerme ocupado para fumar menos. Cada uno tiene su circuito preferido, por llamarlo de algún modo, y me parece perfecto. Hay quienes prefieren tomar la calle Buenos Aires, pasar por el Instituto y seguir su marcha hasta el puente distribuidor, en fin, podría decirse que han tantos recorridos posibles como caminantes.
Trato de caminar a "paso redoblado", a un ritmo sostenido, aunque el cansancio hace que resulte difícil mantener ese trajín durante toda la marcha.

Es un momento sencillo, pero relajante, darse un ducha con agua caliente cuando uno llega cansado y transpirado de caminar. Elimina las toxinas y tonifica el cuerpo, afloja los músculos y nos brinda una sensación de bienestar.

Ya no puedo sostener mis largas caminatas, por el maldito virus,  pero les aseguro que vale la pena el esfuerzo. Del mismo modo que vale la pena escribir en este blog y compartir con ustedes mis impresiones sobre la vida cotidiana, sobre aquello de debemos afrontar y que muchas veces escapa a nuestro dominio.
Me propuse actualizar este espacio regularmente, siempre que tenga algo interesante para decir y compartir. Después de 15 años del primer posteo, siento que he abordado casi todos los temas. Por ese motivo, ahora me vuelco más a analizar hechos de actualidad. 

De a poco trato de volver a escuchar música. Tengo una colección de CD's bastante generosa pero está un poco saturada y decidí volcarme hacia la radio, aunque debo reconocer que cuesta hallar un buen programa periodístico, como les mencioné en una nota anterior. Espero que todos podamos encontrar un momento de distensión haciendo lo que nos gusta, lo cual implica dejar de lado las responsabilidades y las obligaciones, aunque más no sea que por un rato. Eso es, ni más ni menos, que el amor hacia uno mismo. Punto final.

Crónica de 15 años de historia: una burbuja en el tiempo

Junio es un mes bastante especial para mí, en principio, porque es mi cumpleaños. Sin embargo, ya cuando uno llega a cierta edad, lo celebra de otra manera, no tiene la expectativa de cuando era un niño. Cumpliré 41, y asumo el paso de los años con naturalidad, cuando cumplí 40 me empecé a hacer preguntas sin sentido, indagando en qué había hecho de mi vida durante todos esos años, en todo lo que no había podido concretar. Si no lo hice es porque no pude o no quise, no hay mucha vuelta para darle al asunto. Otro aniversario importante es el de este blog que ustedes están leyendo. El 30 de junio se cumplirán 15 años desde la primera publicación. Los primeros textos me avergüenzan un poco, ya que quizás eran demasiado frívolos o autorreferenciales, pero ese era yo en ese momento. Tenía menos preocupaciones y responsabilidades. Por eso insisto, que es natural que uno piense distinto, empiece a darle valor a otras cosas, a tener las antenas bien puestas para "diagnosticar" lo que va pasando en la sociedad. Es por ello que me da la impresión de que transcurrió más tiempo entre 2005 y 2020, pero aquellas notas siguen en el archivo, pude haber aggiornado algunas pero la mayoría se mantienen tal cual como las escribí en esa burbuja temporal. Casualmente, 2005 fue el año previo a que comenzara mi primer diario digital, que se llamó simplemente "Lobos Digital". Desde 2017, ese proyecto original mutó a "Lobos 24", que es el medio de información que ustedes conocen y leen en la actualidad. 

Suele decirse que la realidad supera a la ficción, y probablemente sea cierto. El Presidente anunciará dos semanas más de cuarentena, pero lo que desvela al mandatario es el área metropolitana (AMBA). La mayoría de los municipios vecinos a Lobos están "blindados", es casi imposible que permitan el ingreso a un foráneo. Nunca vi con agrado esa medida, que si bien apuesta a reforzar los controles, tiene una lógica bastante extraña que presupone que los que traen "la peste" vienen de afuera. De más está decir que no siempre es así. Antes nos despedíamos de nuestros amigos y prometíamos reencontrarnos "cuando todo esto pase". Ahora, que el "cuándo" es un interrogante, resulta difícil analizar cómo seguirá la vida cotidiana de cada uno. Lobos tuvo tres nuevos casos positivos, que generaron alarma y preocupación. Por suerte, parece que ninguno de los contagiados corre riesgo de vida. Es muy bueno que haya psicólogos comprometidos con esta realidad para brinda una red de contención en momentos que nuestra estabilidad emocional se ve amenazada. Por supuesto que un llamado telefónico no es lo mismo que una consulta presencial, pero es lo que hay disponible en este momento.

Cuando la cuarentena se termine (si es que no la vuelven a extender), llevaremos más de 90 días de aislamiento. Más que en la provincia china de Wuhan, donde se inoculó el virus. Las comparaciones, se sabe, son odiosas. Pero sirven para analizar la realidad en base a casos similares. No habrá una vacuna para el virus en un corto plazo, y la teorías conspirativas sostienen que será un gran negocio para los laboratorios farmacéuticos. Cuando yo me referí en una nota anterior al "Nuevo Orden Mundial", no estaba hablando de logias o masonería, sino de una nueva forma de concebir una pandemia global que no existió nunca en la historia. Brasil y EE UU siguen como si nada hubiera sucedido y las gente muere como moscas. Otra vez la ya remanida cuestión "economía vs. salud".Es natural que si la gente no trabaja para proteger su salud haya menor producción industrial, pero a algunos mandatarios eso no les importa demasiado, por eso prefieren que se incrementen los contagios a cualquier riesgo. 

El mes pasado escribí muchísimo por este blog, pero sentí que me reiteraba en algunas cuestiones, y que involuntariamente me contradecía en otras. No lo veo como un defecto, porque nuestro pensamiento es como un péndulo y reacciona ante un estímulo o un disparador. Lo tomo como un signo de los tiempos, porque yo una vez que publico una nota rara vez la vuelvo a leer, a menos que haya cometido algún furcio que sea necesario corregir. Creo que este blog recién encontró una forma definida allá por 2009/2010, no antes. Pero reitero que todo quien lo desee puede leer mis viejas publicaciones, está ahí, son parte de mi historia. Les agradezco a todos los que me brindaron su apoyo y sus consejos, ya que ese espacio seguirá hasta que me canse y tire la toalla. Punto final. 

1 de junio de 2020

Rompamos con la melancolía y apostemos por lo que queda del año

Desde hace tiempo, vengo insistiendo en que tenemos que ponernos de acuerdo en algunos puntos básicos, establecer un Pacto Social y que todas las instituciones involucradas se sienten en la misma mesa. De no ser así, no saldremos nunca del atolladero. Al argentino promedio, como yo, que vive al día, poco le importa el dólar o si entraremos nuevamente en un default. No será la primera ni la última vez que eso suceda. Lo que se debe hacer -a mi modo de ver- es brindar más incentivos para la producción en medio de la pandemia, para atender esta situación de emergencia. 

Tras un comienzo prometedor, el Gobierno va mostrando casi sin disimulo sus profundas contradicciones, probablemente porque se ve superado ante la realidad. Si a un individuo cualquiera le pasa esto, puede considerarse habitual, pero si le ocurre al Presidente y sus ministros, estamos en problemas. Mientras siguen tapando agujeros con los acreedores externos y los bonistas, patean la cuarentena para adelante porque ya se les ha hecho costumbre hacerlo.

Como no podemos esperar demasiado de nuestros dirigentes, hay que mirarse más el ombligo. La paz interior no se consigue por el mero hecho de "estar tranquilo". Es saber actuar con firmeza cuando las circunstancias lo requieren, tener temple, hacerle frente a las cosas, pero con la convicción de que lo hacés porque querés. Ser consecuente con tu pensamiento, te brinda esa paz. Actuás conforme a tus principios, y te comportás de ese modo. Quizás todo esto podrá resultar demasiado idealista, ya que muchas veces nos traicionamos porque estamos expuestos a demasiada presión y actuamos siguiendo al rebaño. No estamos convencidos para nada de la decisión que tomamos, pero sentimos que no nos queda otra alternativa que hacer las cosas de este modo, nos da vergüenza alzar nuestra voz. O simplemente no podemos hacerlo. Sin embargo, debemos reconocer que uno en muchas ocasiones se autocensura: damos demasiados rodeos para expresar algo que dicho de otra manera sería demasiado chocante, o "políticamente incorrecto".

Para tener serenidad, hay que plantarse ante lo que te rodea, pero no con un afán desafiante. Aceptar los consejos de la gente que realmente vale la pena, que te quiere de verdad, y que va a estar a tu lado cuando las papas queman. Y si te toca tratar con alguien que no conocés, hay que tener la capacidad suficiente para saber discernir entre las buenas intenciones y la manipulación.

Hay personas que saben reaccionar ante la adversidad, y otras a las que les cuesta más. A mí se me hace difícil cortar con el pasado, con aquellas cosas que queremos olvidar pero que de alguna forma todavía nos siguen limitando. Pero aprendí que a la vida debemos disfrutarla como podamos, no como nos diga un libro de autoayuda y una conferencia de Pilar Sordo.

La mayoría de nosotros, por el trabajo que realizamos, debemos relacionarnos con personas de diferentes ámbitos. Pero hay que fijarse límites, creo yo, para no permitir que nos intoxiquen o que nos usen como paño de lágrimas. Hay un libro muy recomendable, de Wayne Dyer (el autor de "Tus zonas erróneas"), que se llama: "Evite se utilizado". El título es más que elocuente. No permitir que no tomen como material de descarte, como si no fuéramos personas. No ser funcionales a los intereses de terceros. Creo que por ahí está la clave. Es cuestión de ver qué buscan los demás de nosotros y qué objetivos persiguen para adoptar una actitud ante ellos. Punto final.

Ultimos 6 meses de 2020: a resistir como se pueda

Comenzamos la segunda mitad del año, que no abriga mayores esperanzas, respecto a los 6 meses anteriores. Hasta febrero, la cosa pintaba bastante bien, pero los hechos de público conocimiento nos sumieron en un cambio de vida radical, que la mayoría hemos sostenido porque creemos en la conciencia ciudadana y en el esfuerzo colectivo. No voy a hablar nuevamente del Sr. Nilo Medina porque no quiero darle prensa, sólo puedo afirmar que el activismo o la militancia tiene muchas formas de realizarse, y no es ésa la más adecuada. Mi economía se derrumbó en los últimos días de marzo. La pasé terriblemente mal. Luego logré recomponerme un poco, y ahora estoy con "lo puesto". Temo que esto se agudice aún más, y que el resto del año se replique para trazar un 2020 para el olvido. En rigor de verdad, ya ostenta dicha categoría, inclusive supera a 2002, cuando hubo una crisis social gravísima, pero por lo menos te la podías rebuscar de lo que fuera. No hay Estado de Sitio ni Toque de Queda, pero vivimos como si ambos existieran.

Va a llegar un momento en el cual el bolsillo de la gente no podrá resistir sin trabajar como lo venía haciendo, o con un horario acotado. De hecho es lo que viene ocurriendo. Muchos de mis clientes no me pueden pagar porque facturaron poco y nada. Es una cadena que se corta por lo más delgado. No sé como podré sostener mi diario digital sin la rentabilidad que antes solía tener, además de cumplir con mis obligaciones ante el Fisco. Sé que no soy el único que está en este trance, pero no es consuelo. Como periodista, no puedo alentar a la desobediencia civil, ni avalar a quienes la ejercen. Lo que realmente sirve, es indagar en aquellos rubros que se han visto más perjudicados, y ver qué alternativa brinda el Gobierno si decide continuar con la cuarentena por tiempo indeterminado. 

El humor social no es el mismo que el 20 de marzo, cuando arrancamos con esto. La incertidumbre es lo que genera mayor ansiedad, se complican los trámites para cualquier cosa porque hay que sacar turno para todo, hay gente que anda por todos lados sin permiso de circulación, y si vos tenés viajar a Buenos Aires porque no te queda otra, te la hacen cada vez más difícil. Larreta y los amigos del PRO quieren una ciudad "blindada", como si fuera un principado, y si hay muertos en la villa 31 no importa, sus habitantes ni siquiera merecen ser parte de las estadísticas. 

Yo tengo libre tránsito porque soy trabajador de prensa, pero no me abuso de ese "pemiso" ni ando al pedo a cualquier hora. Hago una nota o saco un par de fotos, y vuelvo a mi casa. No lo tomo como un privilegio. Más de una vez me he olvidado el barbijo en mi casa y he tenido que volver a buscarlo, como lo hace cualquier ciudadano. Las estimaciones dicen que para septiembre habrá un levantamiento de estas restricciones. Sin embargo, en un país tan imprevisible como el nuestro, toda especulación al respecto queda en el terreno de la futurología. Si no es el Estado quien establece pautas claras con miras a volver a la normalidad, será la gente quien se tome esa atribución. Punto final.   


"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...