16 de noviembre de 2024

Un resumen de 20 años

 

Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para mí, los lectores lo saben sin necesidad de que se los diga. Me tocó atravesar tiempos turbulentos, y como debí abocarme a esos menesteres, hubo una merma en la cantidad de posteos que normalmente suelo hacer. Todo parece tan extraño y complejo a la vez que cualquier análisis que uno pretenda hacer se queda a mitad de camino. Insisto en que es oportuno recapitular para tratar de saber cómo llegamos a esta situación. Quienes detentan el poder actúan con total desparpajo y falta de decencia. Hace apenas unos días, Milei hizo lo imposible para tener una foto con Trump y posicionarse como el amigo conservador de un país bananero. Claro que Trump no es estúpido y no le dará ningún beneficio a menos que el Peluca haga ciertas concesiones, sobre todo aquellas relacionadas con el lobby de las empresas estadounidenses. Volviendo a las primeras líneas de este texto, pasé 20 años escribiendo (y describiendo) la realidad del país desde mi mirada. Quizás en alguna instancia estuvimos bien y yo no lo supe percibir. La gente que votó a este gobierno no lo hizo por una convicción de que eran personas idóneas, sino por rechazo al kirchnerismo. Hoy ya es demasiado tarde como para volver atrás. Ya nada será igual. Reconstruir la estructura del Estado será una labor casi titánica para aquel que se proponga llevarla a cabo a partir de 2027. La inflación que ha acumulado la Argentina desde 2005 hasta la actualidad debe ser una de las más altas del mundo. La complicidad con determinados medios de comunicación para tergiversar la realidad es más que evidente. Pero aun así, el principio fundamental es el de la libertad de expresión. TN o Clarín ya no marcan agenda como antes. Apareció el auge de Twitter, de las plataformas de streaming, los podcasts, toda una madeja cibernética que estaba en pañales hace dos décadas.


Milei dice admirar a Menem, pero el Turco era mucho más hábil para conducir. Era un seductor nato para embelesar los hombres de negocios y el empresariado. Moralmente los dos son nefastos, eso sí. Pero uno no puede evitar ver cómo la degradación de la política está escalando a niveles nunca vistos en nuestra vida institucional. Por ejemplo, nadie sabe qué hace la diputada Lilia Lemoine en el Congreso, lo que sí conocemos son las guarangadas que dice en los programas de televisión. Por momentos, la Argentina se asemeja a un país de ciencia ficción. Si vinieran los extraterrestres a visitarnos, no podrían creer que una nación próspera haya quedado reducida a cenizas. Se dice que Milei aún conserva un alto grado de aprobación popular, y puede que sea cierto, pero eso se le va a terminar pronto si siguen tirando de la soga. El alineamiento con EE.UU. es más obsceno y patético que en los años del menemismo. Y además, no parece que nos conduzca a ninguna parte. Hemos roto relaciones con países que históricamente bancaron los reclamos de la Argentina en los foros internacionales. La diplomacia que ejerce la Cancillería es totalmente torpe y genuflexa. Milei no tiene peso político propio, no es alguien con vocación de liderazgo. Tiene ambición de poder, probablemente, pero son dos cosas distintas. No es un faro a seguir, y el experimento libertario terminará cuando la economía transite por otra crisis más aguda e insostenible.


A título personal, trazar una reseña de dos décadas puede resultar abrumador e incompleto, ya que por lo general tenemos un registro nítido de lo más reciente que nos ha sucedido y olvidamos aquellos hechos más lejanos en el tiempo. También es frecuente que uno omita intencionalmente mencionar períodos que no fueron de mucha prosperidad. Ausencias y silencios.


El presente me encuentra en un punto de inflexión. Ya tengo una edad suficiente para asumir responsabilidades que antes delegaba en otros. Llegó el momento de tomar las riendas de la propia vida, pero sin soslayar que a veces no podemos solos. Hay que hacerse cargo de eso y tenerlo en cuenta para rodearse de gente que contribuya al bienestar y no a la toxicidad. No estoy para escuchar problemas de terceros que se vuelvan recurrentes. Si puedo ayudar a alguien, la única forma que se me ocurre es brindando algún consejo, pero a menudo uno se ve superado por las circunstancias y no sabe bien qué decir. Todos hemos atravesado por situaciones límite que no admiten consuelo alguno, son tan irremediables y desoladoras que simplemente hay que esperar a que la herida cicatrice y seguir adelante. Por mucha experiencia que uno crea haber adquirido, esas vueltas del destino te sacuden como un mazazo. No hay una manera de prepararse para afrontar una pérdida, o sobrellevar un duelo. Forma parte de la vida, como también lo son aquellos destellos de felicidad que nos produce ser respetados o queridos por nuestros pares. La cosa es así, amigos, lo digo sin ponerme excesivamente reflexivo. Son las dos caras de la misma moneda. Si aprendemos a valorar y vivenciar intensamente los momentos de placer, la carga no se hará tan pesada, eso ténganlo por seguro. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

13 de noviembre de 2024

Miércoles por la mañana

 

Miércoles por la mañana. Ayer grabé un nuevo programa para la tele y la verdad es que estoy conforme, salió muy bien, más allá de algún furcio que haya podido cometer. Al contrario de lo que mencionaba en la nota anterior, en este caso el invitado tuvo una excelente predisposición, se mostró abierto a las preguntas, no me la hizo difícil y la conversación fluyó con naturalidad. Y como además es músico, en el segundo bloque tocó su instrumento otorgándole un plus a la entrevista. Varias veces he tenido invitados que tocaron en vivo en el estudio. Por otra parte, hoy me siento con pilas, porque di por concluidas determinadas etapas que no había logrado culminar y ahora todo lo que resta por venir puede ser mejor. Es muy difícil trazar un pronóstico, pero al menos me siento con la capacidad de emprender nuevos desafíos.


No me gusta postergar ni dejar las cosas por la mitad. A veces uno cae en ese vicio porque lo abruman la inseguridad y las dudas. Pero como estamos a dos meses de finalizar el año, ya es tiempo de ir redondeando este tramo que nos queda e ir planteándonos qué nos faltó hacer. Soy consciente de que hacer un balance de esa índole puede resultar tedioso y que no siempre conduce a algo bueno. Pero es la única manera de tomar conciencia de lo que logramos y lo que nos quedó en el tintero. Este blog, por ejemplo, me sirve para eso. Yo no recuerdo con precisión qué pasó en enero o febrero de este año, pero como he venido escribiendo sin interrupciones, una relectura me brindará la posibilidad de tomar real dimensión de aquello que me propuse hacer y que no conseguí. Asimismo, quizás me sorprenda comprobar que alcancé otras metas importantes pese a no apostarles muchas fichas. 


Este 2024 escribí mucho sobre la actualidad política, sobre la economía doméstica, que es en lo que más me vi afectado. Sé que no soy el único que está atravesando un contexto adverso. Llegar a determinadas conclusiones se hace cuesta arriba cuando predomina un clima de incertidumbre. Es en esa coyuntura donde se vuelve necesario asumir una posición, que podrá ser equivocada o no, pero que es la tuya.

Más de una vez pensé en dejar de escribir aquí, porque creo que no hay nada más soporífero que ser reiterativo. Pero creo que lo seguiré haciendo en la medida que podamos conservar la capacidad de reflexionar y de ser críticos ante lo que nos pasa. Todos tenemos una vaga idea de aquello que debemos hacer para sentirnos bien. Lo que sucede es que a menudo dejamos transcurrir el tiempo, los días, los meses, porque nos sentimos bloqueados. La ansiedad nos paraliza y nos impide reaccionar. Al igual que el miedo, por supuesto. Sin embargo, yo estoy convencido de que conseguiremos superar las limitaciones que nos asfixian e iniciar un período con otra mirada, una mirada que nos ofrezca motivos para seguir caminando. Si nos ponemos a pensar, no estamos tan lejos como suponemos. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

5 de noviembre de 2024

Relanzamiento

 

Martes por la tarde en la ciudad. Este fin de semana pasado me mantuve ocupado redactando notas, y brindando contenido multimedia para las redes sociales. Hice un par de videos en la Fiesta del Asado, y creo que fueron del agrado de los lectores. Ahora hay que pensar en cómo estirar la buena racha el resto de la semana. Ese es el problema que tiene Lobos desde hace un tiempo: No hay suficiente material como para pensar en jerarquizar un medio periodístico. Por ese motivo, sigo apostando al programa de televisión que conduzco como un espacio donde se pueden obtener buenas entrevistas. 

No me pesa hacerlo, lo que sí me encabrona un poco cuando el invitado no tiene ganas de estar allí y hay que remarla en el dulce de leche. Yo prefiero que me digan si no quieren participar antes de tener que remontar vuelo en una pista anegada. La verdad es esa, prefiero que me metan la excusa de que no pueden asistir, y no tener que liquidar el cuestionario en 15 minutos porque el ocasional participante no le pone ninguna onda al hecho de estar participando de un ciclo televisivo. Hay gente que daría lo que fuera por salir en televisión, y sin embargo tenemos casos donde no sólo no aprovechan la oportunidad, sino que ni siquiera les importa. Es una sensación incómoda. Me pone en una situación donde yo tampoco tengo interés en involucrarme. Porque en esos casos la entrevista sale forzada, no fluye como debería. Por suerte, son casos minoritarios. Al que me hace eso al aire, que se quede tranquilo que no lo invito más. No soy un principiante como para pasar un mal trago inútilmente.


Para los que ven el programa, les cuento que no es tan sencillo como invitar a algún vecino y esperar que te diga que sí espontáneamente. Hay que negociar horarios, enviarles un recordatorio por si se olvidan, preparar todo con varios minutos de antelación una vez que llega al estudio, hablar sobre los temas que se van a desarrollar durante la entrevista. Y hay algunos que se van por la tangente, que quieren sacar chapa sobre cosas que sólo les interesan a ellos, cuando en realidad el formato del programa fue concebido para esclarecer cuestiones polémicas que preocupan a la sociedad. Yo pregunto y repregunto todas las veces que sea necesario, no para lucirme yo, sino para que la audiencia pueda sacar algo en limpio, sobre todo si hablamos de funcionarios con responsabilidades públicas. Nunca discuto, dejo que mi interlocutor hable de lo que desee, pero no acepto que me quieran engatusar con boludeces. Si lo hiciera, me estaría desmereciendo como profesional. Llevo cinco temporadas encima al frente de “Café Doble”, y sigo perfeccionándome porque creo que lo fundamental es el respeto al público. Hay otro dato no menor, y es que con cinco años encima, cuesta renovar la grilla, convocar a nuevos vecinos. Hay algunos que han estado más de una vez, pero sólo cuando había una situación puntual que ameritaba que volviéramos a compartir una charla.


Los primeros programas, allá por 2019, representaron un gran desafío para mí hasta que me fui adaptando a un formato que yo desconocía. Nunca antes había hecho televisión, y lo tomé como una experiencia para incursionar en algo nuevo. No estoy arrepentido para nada, pero como decía antes, deberé renovar la grilla para tratar de no repetir invitados. Son cinco temporadas, pasaron muchísimos vecinos en ese lapso, ahora habrá que agudizar el ingenio para darle una vuelta de tuerca. Esta temporada 2024 hicimos un mix: Contamos con participantes nuevos, y otros que ya habían estado en ediciones anteriores. Por supuesto que, en el caso de los reincidentes, los temas no se repitieron, fue toda una tarea ir preparando preguntas para evitar que eso pasara. Con varios de ellos la pasé muy bien y disfruté el hecho de tenerlos en el estudio. Ahora que entramos en la recta final de este año, voy a ir preparando una agenda de lobenses que no han estado antes y que bien podrían sumarse al programa. Yo no obligo a nadie, ni les insisto para que vayan. Si por algún motivo no quieren estar, están en su derecho. Pero reitero lo que mencioné al comienzo: No me cabe duda de que habría varios que se desesperarían por salir en televisión, mientras que otros inexplicablemente rechazan el convite. Por esa razón, y si el ciclo tiene continuidad, habrá que dotarlo de contenido. A veces uno siente el desgaste de plantearse cuántas personas hay en Lobos dispuestas a mantener una conversación interesante. Sin embargo, aquellos que los inhibe la televisión no lo culpo, porque yo también en la primera temporada tuve que adoptar diferentes estrategias para que el programa tuviera una buena llegada. En cinco años, ha pasado tanta gente querida que sería imposible nombrarlos. Para el año próximo, voy a tratar de incorporar algún valor agregado para remozar el espacio. Todo me parece indicar que lo voy a conseguir. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

3 de noviembre de 2024

Permiso para dudar

 

Me fastidia la gente que acepta mansamente todo lo que le dicen sin atreverse a cuestionar nada. No se permiten ejercer la capacidad de dudar ante lo que parece ser una verdad inmutable. El problema es que, si se da todo por sentado, no hay lugar para el pensamiento crítico. Y creo que es peligroso naturalizar la ignorancia. Esto es válido, sobre todo, para las decisiones que afectan nuestra calidad de vida. La política y la economía a menudo van juntas, son indisolubles, porque todo plan político incluye medidas económicas que lo sustentan. O al menos, antes era así. 


El populismo de derecha no es tan nuevo como suponemos. Siempre hubo especímenes que se jactaron de su ideario conservador y anticomunista como un pretexto para imponer el neoliberalismo y la desregulación de la economía. Eso es lo que están haciendo ahora, y encima se vanaglorian del ajuste que están perpetrando. Lo que estamos viendo ahora, esta “euforia” de los mercados, la baja del dólar y del riesgo país, no repercute en la vida cotidiana de los asalariados, que cada vez deben trabajar más para que el agua no les tape el cuello. Por otra parte, Milei es un tipo que no tiene estatura para ser presidente. Ni él se hubiera imaginado que algún día podría ocupar el cargo. Si recordamos las elecciones del año pasado, lo más lógico hubiera sido que el balotaje se dirimiera entre Massa y Bullrich. Todos sabemos que Bullrich quedó fuera de carrera mucho antes de la segunda vuelta, pero para el caso es lo mismo, ya que ahora es funcionaria de Milei. Claramente, los actuales inquilinos de la Rosada no estaban preparados para gobernar, de lo contrario no se hubieran acumulado tantas renuncias de ministros y colaboradores en un plazo tan corto. Ya hemos hablado aquí del desastre notorio que es la política exterior. Ni ellos saben cómo delinear una estrategia, cómo alinearse ante la ONU y los organismos internacionales. Los antikirchneristas toleran este experimento porque creen que nada es peor a los años K, y ven al populismo de aquella época como un monstruo de varias cabezas. No sé, tal vez en esos años estábamos mejor que ahora, y ni siquiera nos detenemos a recordarlo. Y por no recordar, aparecen estos outsiders, estos monos con navaja que no saben lo que es gestionar ni conocen el arte de la negociación.


Cuando todo esto pase, comprobaremos que nos llevará mucho tiempo volver a recuperarnos, ser un país moderno, con empuje, que pueda ejercer un liderazgo en América del Sur. Si el kirchnerismo –para algunos- nos condenó a la pobreza, ahora no podemos decir que estamos mejor en ese sentido. Cada vez hay más pobres, gente que no puede pagarse los remedios, o que no puede alimentarse como lo venía haciendo. Si los salarios siguen por debajo de la inflación, esa situación persistirá. También cabe la posibilidad de que uno piense que en el pasado estuvimos mejor posicionados y que ello no sea más que un espejismo o una distorsión de la realidad. Una mentira para sentirnos menos insignificantes ante el concierto de las naciones. Por eso dije al comienzo, aprender a dudar. Pensar una y otra vez acerca de la realidad argentina, es pensar en el karma que nos persigue como una maldición, porque solamente hemos tenido algunas rachas positivas y el resto es miseria. Aun así, la mayoría de la gente –yo también- volveríamos a elegir este país para vivir, no se nos cruza por la cabeza ser exiliados si pudiéramos. No es algo que esté dentro de las alternativas. La vamos peleando desde adentro, es lo único que nos salva de una completa disgregación social.


Estuve leyendo en medios nacionales algunas notas referidas a una supuesta “reactivación económica”. Debo decir que no noto ninguna mejora en mis ingresos, ni tampoco una mayor capacidad de compra. Hablan también de un efecto rebote, de que tocamos fondo y que ahora empezamos a levantar cabeza otra vez. Yo no sería tan optimista. Pienso que todavía falta para percibir un cambio positivo sustancial. Mientras los salarios estén por debajo del costo de vida, no me imagino que haya una recuperación. Aquellos que tienen que alquilar pueden afirmarlo mejor que yo. Los precios de los medicamentos no paran de subir, entonces ya podemos citar dos o tres rubros clave con valores en alza. Alquilar una casa y tomar la medicación implican un costo significativo, por no mencionar a los alimentos. No hay una estabilidad, y si algún día percibo una mejora, seré el primero en reconocerlo. Pero hoy por hoy, no sería atinado declamar que estamos transitando una recuperación. Hay algunos productos que no han registrado aumentos, pero son muy escasos. Y si a eso le sumamos las tarifas y el combustible, ya tenemos varios ítems que no encuentran un techo. La suba de las naftas empuja a otros rubros, como el transporte público, y el costo de la energía repercute más en la antesala del verano. Será un verano complicado, sin dudas, pero habrá que darle pelea. Todas las épocas del año tienen aspectos para disfrutar. Por lo menos, no tendremos que gastar tanto en ropa. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

2 de noviembre de 2024

¿Quién se hace cargo?

 

Sábado en la ciudad. Retomo los posteos en el blog, ahora que tengo un poco de tiempo libre y que lo puedo destinar a estos menesteres. Pasaron varios días desde mi última publicación, y lo que yo destaco es que éste es un espacio donde me puedo expresar con absoluta libertad y sin condicionamientos. Así ha sido desde hace casi 20 años. Quizás haya llegado el momento para hacer un cierre y escribir más esporádicamente. Los últimos días me dieron un envión importante, porque hubo varias notas por cubrir y eso hizo que tuviera una mayor actividad. Es importante subrayarlo porque venimos de semanas muy “tranquilas”, no ha habido mucho para destacar en la vida pueblerina. Más que tranquilo, yo diría que venimos avanzando a media máquina. Lobos adolece de la falta de gestión, y por otra parte no hay incentivos como para impulsar a la producción local. No hay, tampoco, un modelo a seguir, un plan. Está todo atado con alambre, sostenido de una forma muy precaria, y así es difícil determinar si la ciudad está en condiciones de prosperar.


La semana cerró con la noticia de la crítica situación que atraviesa el Asilo de Ancianos. Sin duda, el Municipio puede hacer un desembolso mayor al que venía haciendo, y garantizar un ingreso mensual de dinero para el rescate de la institución. Parece ser que los abuelos que se encuentran alojados allí no son prioridad, o al menos a nadie le interesa sostener el funcionamiento del Hogar con fondos frescos. Todo ello es decepcionante. La semana pasada, la plana mayor del Ejecutivo viajó a Mar del Plata para la final de los Torneos Bonaerenses. Me gustaría saber cuánto se gastó en concepto de estadía y comidas, y si ese dinero no se hubiera podido ahorrar para destinarlo a los ancianos que están alojados en el Hogar. La actual Comisión expuso ante la prensa un diagnóstico que está lejos de ser alentador. Pero, a la luz de los hechos, a nadie le importa lo que pueda pasar. Hay una desidia evidente, en la cual todos se rasgan las vestiduras pero son pocos los que asumen el compromiso de hacerse cargo. Lo que está en juego, ni más ni menos, es la continuidad de una entidad centenaria que históricamente brindó contención a los adultos mayores. Hoy se ve desbordada al no poder hacer frente al pago de sueldos y cargas sociales del personal.


Quienes asumen la función pública deben estar preparados para afrontar responsabilidades que son indelegables. Ningún vecino de a pie tiene acceso a la caja del Municipio. Para el presupuesto 2025, hay que designar una partida específica que esté destinada a las erogaciones del Asilo. Haber entregado $ 2.800.000 por tres meses es una vergüenza, porque esa cifra es casi un vuelto para los fondos que maneja la Comuna. Es un monto insuficiente y mezquino, que no alcanza para nada. El problema es que no se han establecido prioridades, como mencionaba antes. O a lo mejor sí, pero en tal caso el Asilo no ha sido tenido en cuenta porque históricamente se ha pensado que puede manejarse con sus propios recursos. Está visto que esos recursos no bastan. Que las donaciones son un paliativo, pero no logran cubrir los gastos del personal que presta servicio en la institución. Por ese motivo hay que tomar como una declaración genuina y desesperada que la Comisión haya dicho que “tocó fondo”. Podrán hacerse objeciones, pero lo cierto es que el común de la gente no aceptar participar de una Comisión y dedicar tiempo a ello, entonces no sería prudente cargar las tintas contra los actuales miembros. Si no hay gente que esté dispuesta a participar activamente, mal puede cuestionarse a quienes lo están haciendo ahora.


Ojalá que se entienda el espíritu que persigue esta nota. Imaginate que tengas a tu abuelo en el Hogar, y que no sepas por cuánto tiempo va a poder permanecer alojado allí. O si sos un empleado con cierta antigüedad, el hecho de no saber hasta cuándo vas a cobrar un sueldo. Genera mucha impotencia poner en el tapete estos temas, que ya deberían darse por superados hace rato. Es evidente que no se ha hecho nada en los últimos años, y es así como llegamos a un punto de no retorno. No podemos soslayar esto, es una instancia de extrema gravedad donde hay personas en juego. Hay que seguir insistiendo por todos los medios que sean posibles hasta que los funcionarios de turno den una respuesta. Y mi compromiso está con los ancianos, que tienen la salud quebrantada, tienen como único sostén a sus familias, y padecen la incertidumbre que es consecuencia de la desidia y la improvisación. Vamos a ver cómo sigue esta historia, que no tiene final abierto, porque la única solución es poner plata. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

25 de octubre de 2024

Mejor que ayer

 

Estoy en una etapa de transición hacia algo superador. Todavía me falta para sentirme al 100 %, pero creo que voy bien encaminado. Es normal frustrarse con facilidad ante los nuevos obstáculos, aunque eso tiene que ver con la personalidad de cada uno. Pero lo que rescato es que sigo andando. Hay aspectos que me gustaría modificar o corregir, pero les aseguro que no es fácil. Y en tal sentido cabe declinar toda pretensión por ser original. El hecho de no sentirse a gusto con quien uno es, nos pone en la necesidad de crear una nueva versión de nosotros mismos. Nos coloca en una posición donde debemos asumir un protagonismo al cual habíamos renunciado. Y eso nunca es gratis o con costo cero. Demanda tiempo y esfuerzo. Porque implica realizar cambios profundos a todo nivel que debemos estar preparados para adoptar.

 

Conocerse a uno mismo significa aceptar que no podemos con todo, que habrá dificultades, que nos encontraremos ante nuevos desafíos que se nos irán presentando. No podemos elegir cómo nos caerán las fichas, eso es algo que escapa a nuestro control. Los hechos se van dando según lo que determinen los factores externos. Nadie puede hacerse cargo de todo o cargar en soledad con su mochila. Claro que si es “tu” mochila, entonces cabe preguntarse por qué delegaríamos esa responsabilidad en un tercero. Pues bien: A veces hay que reconocer que no siempre podemos hacerlo solos. Debemos aceptarlo, reconciliarnos con el propio pasado, establecer prioridades, aprender a ejercer la tolerancia. De lo contrario, sería lo mismo que un mago o un bufón que siempre repite los mismos chistes. Un chiste causa gracia porque te sorprende, no lo esperás. Cuando aparece otra vez, ya pierde el efecto inicial. También podríamos afirmar que las personas que se reiteran en una conversación son aburridas. No hay nada que nos motive a hablar con alguien que está encerrado en su propio laberinto discursivo, porque ya sabemos con qué speech nos vamos a encontrar.

 

Yo creo que todos podemos obtener un rendimiento mayor a nivel personal si lo planteamos con objetividad y capacidad crítica. No hay forma de lograrlo si no nos sinceramos. Porque de lo contrario, nos estaríamos engañando ante una realidad que no auténtica. Es decir, no es la que nos toca enfrentar. Partiríamos del error, de un diagnóstico equivocado. Entonces, si ya empezamos mal, no parece que lo que resta por venir sea muy promisorio. Contamos con la oportunidad de torcer una racha adversa y de brindarnos una gratificación que vaya por encima de cualquier limitación que tengamos. Eso es lo que nos queda como asignatura pendiente, ir sobrevolando, pasando por alto la mediocridad. Entonces, si conseguimos elevarnos, estaremos alcanzando una instancia completamente diferente. Que superará a todo lo vivido, un momento que será de una dimensión distinta a lo ya conocido. Ese es el desafío a partir del instante en que nosotros deseemos darle volumen y plasmarlo en lo cotidiano. De esta manera ya dejará de ser una expresión de deseo para transformarse en algo concreto y digno de ser recordado como un quiebre, un hito, o como ustedes gusten llamarlo. 

La persistencia de la voluntad es un factor clave para alcanzar una meta ambiciosa. Si no tenemos ese fuego sagrado, esa llama interior, todo se volverá más complicado y tedioso. Al asumir nuestra responsabilidad, nos estamos haciendo cargo de lo que nos toca, tomando las riendas de nuestra vida. Es así como podemos vislumbrar el éxito y fracaso en términos relativos. El límite entre uno y otro se vuelve más difuso. Lo que nos parece un golazo, un triunfo rotundo, puede cambiar rápidamente esa condición para transformarse en un revés inesperado. Es interesante que aprendamos a ver los hechos con este prisma, porque si no fuera así, no podríamos procesar lo que nos sucede y despojarnos de los innumerables prejuicios que son parte de lo que ya todos conocemos.

 Nos estamos viendo pronto. Punto final.

21 de octubre de 2024

Es por ahí

Voy transitando este camino a mi ritmo, que no sé si será el mejor, pero es el que yo puedo alcanzar hoy por hoy. Ultimamente me he puesto a escribir borradores de varios textos, aunque sé que para lograr la versión definitiva me falta bastante. En el plano personal es lo mismo. Hoy caminé más de lo habitual porque se me había roto la bici y no me quedó otra opción que recorrer el trayecto a pie. Hice una caminata hasta el Hospital para una consulta médica, atravesando el campito de la estación. Cuando salí de allí aún me quedaban cosas por hacer, y ya estaba apretando el calor. El día estaba demasiado húmedo y pesado. Pero, como dije al comienzo, yo tengo mis tiempos, y cada uno tendrá los suyos. Lo importante es tener en claro hacia dónde ir.


Voy a retomar el gimnasio a la brevedad, ya no caben más excusas para justificar el desgano o como se llame. Si todo sale bien, pienso intercalar los días de pileta con otros para el gym, o bien dedicar una misma jornada a ambas actividades. Ayer terminé de leer “El palacio de la Luna”, una de las novelas más famosas de Paul Auster, y me sentí contento de haber llegado hasta el final del libro. Salteé algunas páginas, eso sí, pero lo pude terminar. Resistí el impulso de dejar todo por la mitad, o de hojear las últimas páginas. Así es como voy domesticando a la ansiedad. No voy a dejarme llevar por ningún impulso sin antes medir las consecuencias, eso es algo que aprendí a ejercitar. No hay que bajar la guardia: Pienso que perdemos mucho tiempo dándole rosca a cualquier asunto, haciéndonos los rulos en lugar de actuar. Nos imaginamos una y otra vez en posibles desenlaces y llegamos al final del día sin hacer nada. Nos agobian las preocupaciones, pese a que no tenemos mucha injerencia en las decisiones que puedan tomarse a otro nivel. Nada puede salir bien con la cabeza embotada y llena de problemas. Ideas o pensamientos recurrentes que no van a ninguna parte. Tonterías que sobredimensionamos. Y así podría seguir enumerando.


Creo que el bien más preciado es la tranquilidad. Y para obtenerla, hay que cambiar el chip. No es ni tan simple ni tan complejo como parece. Lo que nos lleva a flaquear en ese proceso es insistir con recetas que ya fracasaron. Es más común de lo que parece, a todos nos pasa, de no ser así no habría margen para el error. Por eso en este último tramo del año, hay que sacar fuerzas de donde haya para remontar vuelo, y despegar de una vez. Si lo conseguimos, tendremos más posibilidades de decir que 2024 no fue un completo desperdicio, y lo recordaremos sin rencor.


No todos los años son iguales, pero debemos aceptar que es lo que nos toca y no sería atinado poner resistencia a períodos turbulentos. Que pase lo que tenga que pasar. Que duela lo que tenga que doler. No es saludable anticiparse a los hechos porque, si lo hacemos, ya nos estamos cargando de ansiedad de antemano. Creamos un estado de alerta que nos pone mal y nos desgasta notablemente. Quizás todo lo que estoy escribiendo yo no lo ponga a la práctica, pero sí puedo saber lo que es bueno para mí. Como dicen ahora, “es por ahí” donde hay que ir, con o sin temores. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

Un resumen de 20 años

  Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para ...