Llegó el fin de semana, y como diría Mirtha Legrand, el público se renueva. Ya había comentado en otra nota el agotamiento que genera la campaña política, pero en honor a la verdad, lo bueno es que durante ese lapso podés hacer algunas entrevistas interesantes. Hay material, y por ende hay trabajo dentro de mi rubro, entre tantos otros. Como acostumbro decir, siempre es mejor que estar al pedo. El problema es que mientras la atención pública se concentra en esto, que debería ser un proceso electoral normal, seguramente están ocurriendo hechos gravísimos en lo que nadie repara, o quizás a ningún medio masivo le interesa brindarles cobertura, por mínima que sea.
Yo voy a continuar con la línea editorial que he mantenido hasta ahora. Inclusive dentro de un espacio publicitario, me permito ser crítico, y preguntar por qué no se hace esto o aquello. Si te ponés a pensar, no es perjudicial para el candidato en cuestión, en la medida que responda con sensatez y que uno, previamente, pregunte con respeto. Hay varios que se subieron al caballo de la soberbia, y no es extraño que eso pase, hasta que llegue el día de los comicios y los resultados muestren que hubo un error de cálculo, un "exceso de confianza", por decirlo de un modo sutil. Inevitablemente habrá triunfadores y derrotados, es lo que está en juego.
Si tenés a un grupo de aplaudidores que te hacen creer que sos el Campeón y que vas a arrasar con todo, la frustración es mayor. Pero un político de raza supongo que conoce el accionar de los chupamedias que permanecen ahí como sanguijuelas porque su suerte está atada a la del partido que tenga chances de ganar. Como en el Casino, están los que apuestan fuerte, y los que van a entretenerse y juegan unas pocas fichas. Claro que, cuanto más guita pongas en la ruleta, más posibilidades tenés de perderla. Podría hacerse extensivo a todos los órdenes de la vida, pero ya sería tema para otra nota, y prefiero no ampliar para no perder el foco.
Lo que te salva del embudo de la rosca política, es cualquier cosa que no tenga nada que ver con eso: Leer un buen libro, descubrir a autores como Soriano, Arlt, o Cortázar, ver una película de calidad que no subestima al espectador. Cuando te dejás llevar por el placer de ver algo bien hecho, representa una forma de olvidar transitoriamente cualquier otra contingencia. Más de una vez sostuve que –a mi modo de ver- el escapismo es una forma de distensión necesaria. Me hace acordar a una canción del grupo Vivencia, que se llama "En mi cuarto" (creo que debe ser el único hit que tuvieron). Realmente es así, entre cuatro paredes tenés tu lugar. Por eso la gente se desespera, con razón, cuando pierde su vivienda por una hipoteca o por algún desastre natural. Es así, la casa es lo primero. Y no importa si vivas con tus viejos o no, lo importante es tener tu espacio, por modesto que sea, para tener a tu alcance esos dispositivos que te permiten tomar distancia de la estricta actualidad.
Vale reiterar que el tiempo que destines a una actividad recreativa no puede ser ilimitado. Me refiero a que no podemos vivir todo el tiempo sin saber qué pasa en el país, y menos aún en mi caso, siendo periodista. Pero llega un punto en que descubrís que el sosiego se logra por senderos diferentes que confluyen en lo esencial. Hay cosas que sorprenden. Por ejemplo, descubrir nuevos músicos, nuevas bandas, pibes mucho más jóvenes que mi generación y que van abriéndose camino como pueden. No hay que ser tan forro y retrógrada como para ponerles trabas u obstáculos. Nosotros, los que pasamos los 40, nos ganamos una determinada posición con mucho esfuerzo. Ahora les toca a ellos, y sinceramente yo no soy reticente a los cambios sociales que se dan a ese nivel. Quizás algún día patee el tablero y me dedique a otra cosa, quién sabe. Pero hoy por hoy, es momento de defender lo que fui alcanzando en una trayectoria de 21 años. El error de la mayoría, es impedir que los más jóvenes se ganen su lugar: No hay que ser mezquinos, porque mi experiencia me ha llevado a tener que competir siempre en el ámbito laboral haciéndole frente -más de una vez- a todo tipo de zancadillas. No me gustaría que lo mismo le ocurriera a los que vendrán. Se puede ser profesional sin caer en una postura acartonada y solemne. Es cuestión de aprender a separar las cosas, lo demás viene solo. Desde luego que no es tan simple como para resumirlo en una frase, pero lo importante es entender el mensaje y actuar en consecuencia. No existen las verdades absolutas. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.