27 de septiembre de 2010

Demasiado para muy poco

La vanidad genera en el ser humano el deseo de tener objetos que realmente no necesita, pero que le confieren status social y frecuentemente lo hacen ser envidiado por sus pares. Con ese objetivo, una persona no vacila en pagar un televisor LCD en 50 cuotas (más de cuatro años), para de ese modo congraciarse con la chusma del barrio y asistir a ese "prodigio" de la tecnología que es la alta definición, la búsqueda de la imagen perfecta, el realismo elevado a la máxima potencia. 

A veces, cuando ando caminando al pedo y veo en las vidrieras del Centro modelos de celulares cada vez más sofisticados e inútiles, me pregunto qué motiva a una persona a comprarse un teléfono móvil, el cual incorpora como novedad infinitas boludeces que su orgulloso propietario nunca va a usar. Desde luego, cada uno gasta su dinero en lo que quiere.

 Pero la pregunta que anda flotando por ahí, tiene ver que ver con eso: ¿Para qué querés el último modelo de teléfono, televisor, auto, equipo de audio, o lo que fuere? ¿Realmente sentís placer, disfrutás lo que comprás, o sos un comprador compulsivo? ¿Lo hacés porque te sobra la plata y no sabés en qué gastarla o porque estás convencido de que lo que compraste te puede servir? ¿Quién en su sano juicio quiere leer un"libro" en una pantalla de cuatro o cinco pulgadas? ¿O quién va a mirar televisión desde un celular? ¿Vas a viajar en el tren a Merlo haciéndote el vivo con tu imagen de "tipo moderno"?

Les confieso que hace tiempo que tengo ganas de comprarme un buen tocadiscos, un televisor blanco y negro, una radio AM de las de antes, con pilas Eveready incluidas (las más chotas y las más baratas), y olvidarme de todo. No necesito más. Voy a ir a un remate y quizás consiga todos esos objetos que la gente ya ha descartado por viejos y obsoletos por dos mangos. 


Quizás por todo lo mencionado, me sorprende el resurgimiento de los discos de vinilo, y el hecho de que el coleccionismo se haya volcado hacia ese formato. Alguien podrá sostener que un LP tiene un sonido más "cálido" que un compact, pero más allá de todo esto, creo que en definitiva todo vuelve. Me refiero a que, aquello que hace 20 o 30 años fue una moda, hoy se "toma revancha", se reinventa, vaya uno a saber po qué. Me gustaría tener una buena bandeja tocadiscos, pero para percibir y disfrutar de ese particular sonido necesitás un buen amplificador y equipo de audio, de lo contrario es inútil. Punto final. 

Disco recomendado del día: 
Riff, "Que sea rock" (1997, Pop Art discos)

22 de septiembre de 2010

Una cuestión de clases


En esta Argentina siglo XXI que no deja de sorprendernos, hay gente que vive sin electricidad, luz, gas, agua, teléfono, y obviamente sin Internet. Y no hay que alejarse demasiado de Buenos Aires para comprobarlo. La pregunta que uno suele hacerse, y que surge naturalmente cuando somos testigos directos de estos casos de extrema indigencia y precariedad, es: "¿Qué puedo hacer?" Probablemente, muy poco, excepto sentirnos culpables por tener todas las cosas de las cuales estas almas carecen. Y es así, porque casi sin darte cuenta empezás a pensar de qué me quejo, si este pobre tipo no tiene acceso a los servicios mínimos que le garanticen bienestar y calidad de vida. Y estoy acá, con cuatro paredes y un techo, haciendo filosofía barata en la Web, y hay gente que la pasa realmente mal, durmiendo en la calle, abrigándose con cartones o con mantas viejas y corroídas por la intemperie. Y cuando llega el verano, ven pasar a quienes se van de vacaciones a la Costa, o simplemente tienen la posibilidad de mojarse un poco las patas en una pileta pública, mientras ellos padecen el sol calcinante, los mosquitos, los días interminables, y esas horas que parecen ser eternas. Nunca fui una persona de grandes gestos solidarios, no me gusta hacer caridad, ni sentir lástima por nadie, pero sí tengo el criterio suficiente para darme cuenta de que alguien debería hacer algo para que estas personas tengan sus necesidades básicas satisfechas, lo cual me supera y me excede totalmente.

Y que no se entienda esto como una crítica excluyente a los K, porque en la Argentina ha habido miseria desde que yo tengo uso de razón, aunque quizá yo esté siendo recurrente con la cuestión de la pobreza que abordé en mi post anterior. Pero déjenme decirles que la clase media es bastante egoísta e hipócrita en su modo de actuar, porque la única vez que tuvieron huevos para movilizarse y se dieron cuenta de que había pobres en este país fue en el 2001, cuando se produjo el fin de la fiesta menemista y los codiciados dólares que el mediocre especulador había guardado en el banco quedaron atrapados en el nefasto "corralito" por todos conocido.

Desde luego, hubo ahorristas cuya única intención era precisamente ésa, la de ahorrar, pero hubo muchos otros que especularon hasta la debacle acumulando pesos/dólares y vieron esfumarse su efímera riqueza de un zarpazo, mientras las grandes masas de dinero se fugaban a los paraísos fiscales. Por eso, a pesar de pertenecer a lo que genéricamente se conoce como "clase media", no me siento del todo identificado con ella.

19 de septiembre de 2010

Todos respiramos el mismo aire

Despunta la primavera en la ciudad. Sin temor a suponer que "todo tiempo pasado fue mejor", creo que antes la vida era más sencilla. Cada uno sabía lo que tenía que hacer y cuál era su rol en la sociedad. Y si no lograba dedicarse a aquello que lo hiciera feliz, agachaba la cabeza y trabajaba de lo que fuera, porque no existían esas boludeces de orientación vocacional. La gente tenía otro concepto de la dignidad, y como no todos podían estudiar en una universidad, graduándose de licenciados o doctores, laburaban de lo que podían. Por supuesto que dedicar toda tu vida a un trabajo que no te gusta es ingrato, pero la gente antes ni se ponía a hacer esas conjeturas: simplemente lo hacía. Todos hemos escuchado alguna vez frases como: "Siempre quise estudiar abogacía, pero terminé pegando ladrillos y haciendo revoques. Es lo que me tocó".

Esas palabras no fueron pronunciadas por un fracasado, ni por una persona que lamenta todos los días de no haber podido cursar estudios superiores. Son palabras de una persona digna, que no esperó a que el Estado la asistiera, sino que hizo lo que pudo para sobrevivir, comer, mantener una familia, y respirar del mismo aire que todos. El tipo acepta que no pudo estudiar, le da bronca, quizás cargue con ese karma toda su vida, pero sabe que en este país no todos podemos ser abogados ni escribanos, y a su manera, él contribuyó con su esfuerzo a hacernos comprender algo mucho más profundo. Y es que con su vida, lejos de las tarjetas de crédito y de la estupidez mediática que nos quema la cabeza y nos tiene cada vez más perturbados, hizo algo para que esta sociedad funcione. Si vos sos un albañil, hacés bien tu trabajo, y ganás suficiente como para vivir, sos un tipo digno. Mucho tan digno que los corruptos de mierda, que los ñoquis que cobran sin laburar, que los inútiles para todo servicio que ocupan cargos públicos con oficina y secretaria y tienen la caradurez de querer enseñarnos cómo tenemos que vivir.

Para el que nace en el seno de una familia pudiente, y que tiene un sentimiento de pertenencia hacia las clases acomodadas con acceso a toda clase de privilegios, el pobre es un estorbo. O ni siquiera eso: intentan simular que no existen, porque como las personas de guita tienen sus countries, sus clubes exclusivos, y sus bares temáticos, en el ambiente en que se mueven evitan la molestia de toparse con un pobre. Creo profundamente en el concepto de la "pobreza digna". Porque pobreza, hasta hace unas décadas, no era sinónimo de marginalidad y delito.

Me molesta que subestimen a los pobres. Podés subestimar a un ignorante, pero si considerás que pobreza e ignorancia están ligados, estamos en problemas, y tengo miles de ejemplos para refutarte. De hecho, y para concluir, me parece más ignorante Ricardo Fort que cualquier cartonero que recorre todas las noches las calles de Buenos Aires.

18 de septiembre de 2010

Buenas noches, Argentina

Sábado por la madrugada. Un consejo: los viernes, absténganse de concurrir al Bar de La Porteña hasta nuevo aviso. Bien saben los lectores que es uno de mis lugares predilectos, donde puedo beber una cerveza o fumar un cigarrillo tranquilo. Pero los viernes en particular, tocan bandas mediocres, que no resisten el menor análisis, y que brindar el inmediato impulso de huir. No sé, evidentemente hay gente que disfruta de ver a un grupo de invertebrados haciendo covers, o lo que es peor aún, esbozando sus limitadas composiciones. No quiero ser cruel ni ofender a nadie, pero sinceramente dejan mucho que desear. Anoche tuve que soportar una pésima versión de "Guantanamera", por ejemplo, canción de por sí resulta lamentable, y más aún interpretada por estos sujetos. Afortunadamente, concentré mis esfuerzos en hacer caso omiso a esas peripecias de estos bienientencionados "músicos", y me dediqué a disfrutar de una Budweisser mientras veía a una pequeño grupo haciendo palmas al compás de los ritmos caribeños. Como ya he expresado anteriormente, no soy quién para juzgar a nadie, pero bueno sería que alguna vez sepan que existe en el acervo musical contemporáneo bandas como Pink Floyd, The Beatles, Cream (de Eric Clapton), y hasta Santana, si es que deciden incursionar en el rock latino o con reminiscencias afrocaribeñas. Digo esto para que vean que no tengo ningún tipo de prejuicio, en el sentido de que aprecio el talento del extraordinario panameño Rubén Blades para la salsa, por ejemplo. Pero no jodan, muchachos, improvisando por unas pocas monedas. Como mencioné antes, yo no tenía la menor intención de escucharlos y ya ni me acuerdo de quiénes son, pero alguien que conozca realmente las raíces de la música del Caribe, alguien que haya escuchado a Celia Cruz, Tito Puente, o Ray Baretto, no puede soportar algo semejante. He dicho. Hasta el próximo post!!!

15 de septiembre de 2010

Belleza y talento, muy buena combinación



Hola amigos, escribo estas breves líneas para seguir dándole impulso al blog, siempre que el tiempo me lo permita. Les recomiendo escuchar el último disco de la actriz Scarlett Johansson (editado en 2008), que lleva por título "Anywhere I lay my head". Constituye una suerte de homenaje a Tom Waits, y contiene un tema compuesto por la propia Johansson. Debo admitir que el disco recibió críticas dispares, desde algunas revistas especializadas que lo consideraron uno de los mejores álbumes del año hasta otros que no dudaron en calificarlo de poco menos que una basura. Pero sin lugar a dudas, no pasó inadvertido. Les cuento, siguiendo con uno de los tópicos de mis posts anteriores, que no tengo nada contra la gente que baja música en formato MP3, incluso yo mismo lo hago, pero la calidad de sonido que ofrece el CD no tiene comparación por el momento. Recurro al MP3 cuando quiero armar mis propios compilados y me parece que no tiene sentido comprar un disco por una sola canción que vale realmente la pena. Pero habrá que adaptarse a los tiempos: hoy vemos que el vinilo ha vuelto a resurgir de sus cenizas y las ventas en EE. UU. y en Europa han aumentado considerablemente. En la década del '90, al "long play" se le otorgó un ingrato certificado de defunción y fue rápidamente reemplazado por el CD. Por tal motivo, queda la incógnita de saber qué es lo que sucederá con el DVD, que también arrasó con todo reemplazando con una velocidad sorprendente a los viejos y queridos videocassettes, declarándolos obsoletos.

13 de septiembre de 2010

No se puede dejar conforme a todo el mundo

A todos nos gusta sentirnos respetados, queridos y reconocidos por nuestros pares, pero debemos comprender que no podemos decidir por los demás, ni manipular los sentimientos ajenos. Hay personas con las cuales hay una inmediata empatía que deriva en una amistad, y otras con las que tenemos diferencias irreconciliables. Aunque últimamente me he puesto a pensar en que ninguna diferencia es absolutamente irreconciliable o insalvable. Se ha perdido el hábito de sentarse a hablar acerca de lo que nos pasa, y de preguntarle al otro qué es lo que le molesta de nosotros. Si hiciéramos este sencillo ejercicio más seguido, nos daríamos cuenta de que muchas veces la persona que nos rodea no tiene ningún problema en particular con nosotros, sino que simplemente no le caemos bien, por motivos que sólo él (o ella) conoce. 

A veces es más saludable tener en claro algunas cuestiones básicas de las relaciones humanas antes que vivir suponiendo, erróneamente, que somos víctima de una conspiración de hijos de puta que nos quieren cagar todo el tiempo, ¿no les parece? Además, lo irónico de todo esto es que no somos tan "importantes" como pensamos como para que los demás dediquen minutos de su vida a vivir pendientes de nuestros desaciertos. La mayoría de la gente hace la suya y no le importa nada del resto, y hasta cierto punto está bien que así sea, porque si todos viviéramos pendientes de lo que se hace o dice de nosotros, estaríamos en problemas. Dado que vivimos en una sociedad, inevitablemente debemos interactuar con otras personas: el kiosquero, la cajera del supermercado, tu jefe o supervisor, tus viejos, tus hijos, en fin... si aprendemos a dimensionar qué valor juega cada uno de ellos en nuestra vida, las cosas se vuelven más simples, porque con los primeros que nombré se trata de una mera relación comercial, en cambio en los últimos casos, estamos hablando de afectos cercanos. Punto final. 

Primavera anticipada

Lunes lluvioso y frío en la ciudad. Pasó la resaca, el domingo fue prolijamente desperdiciado y hoy hubo que volver al trabajo como sea. Por suerte, fue un día relativamente tranquilo para empezar la semana. Estimo que a partir de mañana ya entraremos en la vorágine propia de un medio de comunicación. Hoy llegué cansado al mediodía, almorcé y me acosté tan pronto como engullí el último bocado, pero la experiencia me dice que con el estómago en embullición es imposible dormir. Debí haber esperado unos minutos para "hacer la digestión", como suele decirse. Les cuento que al final, entre una cosa y otra, todavía no pude escuchar completo el disco de Fito Páez del cual había hablado en mi post anterior. Prefiero escuchar música en la cama y con auriculares, para no joder a nadie que esté durmiendo y además siento que puedo disfrutar mejor del sonido. Hay gente que colecciona tapitas de gaseosa, estampillas o cualquier otra boludez. Yo colecciono discos. Pero no me limito a comprarlo y dejarlos en exhibición como trofeos: los escucho, no todos, porque me sería imposible, pero está bueno saber que tenés música de todos los géneros y para cada ocasión. De todas maneras, nunca me consideré un coleccionista: no busco ediciones importadas, rarezas o todo aquellos que provoca éxtasis entre los melómanos. Compro un CD que me gusta, lo escucho hasta que me cansa o me aburre, y eso es todo.

Acabo de escuchar que la Presidenta planea crear nuevos feriados para fomentar el turismo. Definitivamente, espero que se trate de un mal chiste, y que en el peor de los casos, la iniciativa no prospere. Es una vergüenza, no hace falta hacer demasiadas conjeturas para entender que con proyectos de esta naturaleza está claro que acá nadie quiere laburar. Y encima de que hay una malaria terrible, se llenan la boca hablando del turismo. Seguramente, los hiperoficialistas de "6, 7,8" buscarán darle una veta "buena onda" y positiva a esta iniciativa lamentable que sólo fomenta el ocio es un país que se jacta de promover "la cultura del trabajo".

11 de septiembre de 2010

Composiciones notables


Como frutilla del poste, les dejo una de mis letras favoritas del rock de todos los tiempos. El tema se llama "The River", del gran Bruce Springsteen, y está incluido en el disco doble homónimo, de 1980. Aquellos que sepan algo de inglés, que la disfruten:

THE RIVER

I come from down in the valley
where mister when you're young
They bring you up to do like your daddy done
Me and Mary we met in high school
when she was just seventeen
We'd ride out of that valley down to where the fields were green

We'd go down to the river
And into the river we'd dive
Oh down to the river we'd ride

Then I got Mary pregnant
and man that was all she wrote
And for my nineteenth birthday I got a union card and a wedding coat
We went down to the courthouse
and the judge put it all to rest
No wedding day smiles no walk down the aisle
No flowers no wedding dress

That night we went down to the river
And into the river we'd dive
Oh down to the river we did ride

I got a job working construction for the Johnstown Company
But lately there ain't been much work on account of the economy
Now all them things that seemed so important
Well mister they vanished right into the air
Now I just act like I don't remember
Mary acts like she don't care

But I remember us riding in my brother's car
Her body tan and wet down at the reservoir
At night on them banks I'd lie awake
And pull her close just to feel each breath she'd take
Now those memories come back to haunt me
they haunt me like a curse
Is a dream a lie if it don't come true
Or is it something worse
that sends me down to the river
though I know the river is dry
That sends me down to the river tonight
Down to the river
my baby and I
Oh, down to the river we ride...

Fito Páez y un elogio a la brevedad


Hay discos que son breves, pero intensos. Tal es el caso de "Giros" (1985) , de Fito Páez, que dura apenas 30 minutos. Al principio me gustaba, pero creo que sin restarle méritos, Fito ha hecho discos mejores. La portada del álbum es la imagen que elegí para ilustrar este post. Lo que sucede es que como uno ya está acostumbrado a consumir compacts, siente que un CD de media hora de duración es casi una desperdicio, teniendo en cuenta que se pueden grabar hasta 80 minutos. Sin embargo, hasta la irrupción del CD, los discos de vinilo o "long plays" difícilmente superaban los 45 minutos. De todas maneras, en casos puntuales como el disco de Fito, la discográfica podría haberse esmerado en relanzar el álbum con "bonus tracks", aprovechando que ahora se cuenta con un formato que ofrece suficiente tiempo para ello. Curiosamente, el disco que a mi criterio es el mejor de la historia del rock argentino, tampoco dura demasiado. Se trata de "Clics Modernos" (1983), del genial Charly García. Por lo menos, a este último disco se tomaron el trabajo de remasterizarlo, lo cual no deja de ser una grata noticia para los oídos y para apreciar una obra en toda su dimensión.

Tema dos: Hoy viajé a Buenos Aires en plan de distensión, para comprar algunas boludeces que me gustan y aprovisionarme de ropa y calzado, porque aunque sea de vez en cuando tengo que lucir presentable y cambiar mi imagen. Al compás de la inflación y del aumento de los combustibles, el pasaje de la combi está cada vez más caro. Pero me estoy yendo de tema. Nunca le di demasiada importancia a la ropa, pero sí a las zapatillas: no voy a negar que me gusta que sean "de marca", pero si no me resultan cómodas, por más que te llames Nike o Adidas te podés ir a cagar. Camino demasiado durante el día, y necesito usar un calzado que me permita sentirme cómodo. No podría usar un par de alpargatas, porque si bien son lindas, el espesor de la suela es ínfimo y me hace doler la planta de los pies. Pero en fin, ésa es otra historia... Feliz día a todos los maestros que ejercen su tarea con auténtica vocación y que se bancan a los pendejos insoportables, agresivos y violentos que abundan en las escuelas. Realmente hay que tener huevos para afrontar determinadas situaciones dentro de un aula y yo no sé si sería capaz de hacerlo.

6 de septiembre de 2010

Una luz que se apaga para siempre


Hace dos días, el 4 de septiembre, falleció uno de mis mejores amigos, como consecuencia de un paro cardíaco, en la Fundación Favaloro. Le estaban practicando un trasplante de pulmón, pero sus órganos vitales, dañados por una enfermedad crónica que lo acompañó desde la infancia, no resistieron más y el tan ansiado trasplante, que le hubiera salvado la vida, no pudo concretarse. Escribo esto con cierta tranquilidad (si es que cabe el término), porque ya lloré, ya pasé 12 horas consecutivas en el velorio, acompañamos al cortejo fúnebre hasta el Cementerio y cada uno de nosotros actuó de acuerdo a su conciencia. He comprendido que no soy quién para juzgar a nadie, sobre todo ante situaciones de esa naturaleza, en las cuales cada cual reacciona como puede. Algunos lloran, otros permanecen inperturbables, y otros consideran a un velatorio como un mero compromiso social. Sienten la necesidad de hacer un acto de presencia, pero eso es todo. Yo hice lo mejor que pude para dejar de lado diferencias personales: en definitiva, la muerte de Darío consiguió lo que ninguno de nosotros hubiera podido lograr por nuestra propia iniciativa. Mantenernos juntos, aunque sea por unas horas, unidos por el dolor.

Y ello me permitió darme cuenta que hasta aquella persona superficial y careta no por eso deja de ser humano. Y como tal, también sufre, tiene un montón de quilombos igual que yo y trata de hacer su vida.
Como le comentaba a un amigo que por razones de distancia no pudo asistir al velorio, todavía "no me cayó la ficha". No me acostumbro a la ausencia de Darío. No tomo conciencia de fue una persona con la cual compartí momentos gratos de mi vida. Un ser humano simple, sencillo, sin pretensiones. Darío no era un héroe, ni un intelectual, ni un habitué de "jet set" lobense. Era como yo, y a partir de esa simpleza de dos personas de clase media que estaban en plena efervescencia adolescente nació el vínculo. Nunca tuvimos una amistad estrecha, porque recién cuando recompuse mi relación con mis ex compañeros de la secundaria me abrí un poco más hacia ellos. Pero fue mucho tiempo perdido por la vanidad, por los prejucios, y por la sensación de que transitábamos caminos diferentes. Sin embargo, en algún punto, ambos caminos se encuentran y te das cuenta de que el otro no es tan diferente a vos. Ir a un velatorio es una experiencia dolorosa y desgastante, y trato de evitarlos, pero esta vez hice una excepción, porque Darío es el primero de nuestra generación que deja este mundo. Y no puedo evitar recordar que nos emborrachábamos juntos, íbamos al boliche juntos, salíamos a dar "la vuelta al perro" los domingos a la tarde, y tantas cosas que cuando se vaya armando el rompecabezas voy a rescatar del olvido.

Quedan las fotos, los discos de Charly García,y por último, la imagen del féretro que no olvidaré nunca más en mi vida. Cuando un ser querido se va, cada vez nos sentimos un poco más solos mientras esperamos nuestro propio final.

1 de septiembre de 2010

La lluvia que moja el espíritu

Miércoles con lluvia y viento en la ciudad. Normalmente, siempre me gustaron los días de lluvia, para quedarme en mi casa, viendo desde la ventana la tierra mojada y los pequeños charcos que se iban formando, pero ahora que estoy trabajando a tiempo completo se me vuelve una molestia, porque debo caminar a la intemperie en medio del viento y del agua, hasta que algún día cuente con recursos para comprarme un auto. Además, muchas actividades que uno tenía previsto cubrir se suspenden por estas contigencias meteorológicas, y uno empieza a ponerse de malhumor.

En este año, me ha costado mantener cierta regularidad con los "posts", pero siempre he tratado de volcar mis impresiones sobre la realidad. Debo admitir que me he vuelto pesimista. Cuando descubrí el abismo existente entre mis expectativas y la realidad, comencé a desconfiar de las personas que portan el carnet de sonrisa eterna.
Me gusta tener un blog, porque es mi lugar, donde escribo lo que quiero y no tengo que rendirle cuentas a nadie. A quienes frecuentan este espacio les habrá extrañado lo esporádico del material publicado durante el mes pasado. Sin embargo mi intención es que no transcurran tantos días entre un "post" y otro. Como viene la mano, lamento pensar que septiembre no será un mes tan productivo como sus antecesores en lo que respecta a la cantidad de textos publicados aquí, pero en definitiva lo importante es seguir en contacto. He estado muy ocupado redactando crónicas periodísticas y debo reconocer que ello me hizo alejarme del blog para cumplir con mis obligaciones laborales.

Cambiando de tema, creo en en un post anterior hice mención a este clima político que se va gestando, a este hartazgo de la sociedad, que parece tener un ánimo tan volátil por momentos. A veces no hace falta más que una chispa para encender la llama de un futuro estallido social. Creo que, más allá de las ideologías, quienes rigen los destinos de este país deberían ser conscientes de esto. Los abusos, el clientelismo, la demagogia, no es patrimonio exclusivo de esta gestión de gobierno, pero la realidad es que son ellos quienes se encuentran ejerciendo el poder ahora y quienes deben aportar soluciones. La alianza entre piqueteros y Gobierno transita por un nuevo frente de tormenta, y nadie sabe cómo va a terminar. Los conflictos sociales recrudecen, y la Iglesia emite documentos cada vez más alarmantes sobre la pobreza. Sabemos que hay sacerdotes que hacen de la austeridad un medio de vida, y que hay otros que son tan corruptos como cualquier laico. Pero aunque la Iglesia no sea tal vez la institución más autorizada para decirlo, la pobreza existe y no hace falta que alguien me lo escriba en un papel con membrete. Los pobres "verdaderos", los que alguna vez pudieron vivir dignamente y hoy se ven privados de esa posibilidad, no quieren limosnas, ni planes sociales, ni sumarse a agrupaciones piqueteras para operar como fuerzas de choque contra ciudadanos indefensos. Simplemente quieren un trabajo, un empleo que no esté disfrazado por las cifras ilusorias del INDEC. ¿Tan difícil resulta para los políticos entender esto? ¿O debemos dejar la ingenuidad de lado y admitir que se hacen los boludos?


Disco recomendado del día: Jorge Drexler, "Amar la trama". (Warner Music Spain, 2010).

Feliz domingo

  Domingo en la ciudad. Hoy debo hacer un par de notas, que por lo menos son interesantes y no significarán un tedio para mí. La verdad es q...