La corrrida bancaria de hoy (jueves), en la cual el dólar escaló 4 pesos en cuestión de horas, no es un tema menor. Refleja la incapacidad de una dirigencia política para controlar, con medidas eficaces, los avatares del mercado.
Dicho de otra manera, lo que vivimos hoy no retrotrae casi dos décadas, a 1989, cuando la hiperinflación y la suba sostenida del billete verde hizo volar todo por los aires y se llevó puesto al gobierno de Alfonsín.
Esta gente que ahora ocupa lugares de privilegio en el Gabinete, y que se supone que conocen algo de la economía argentina, es totalmente inepta. No tienen un plan, no saben qué hacer. O no les importa. Hasta que comiencen los cacerolazos de antaño, y la ciudadanía pida nuevamente que se vayan todos.
Estamos asistiendo a una devaluación abrupta de nuestra moneda, a una inflación que no da tregua y que se trasladará en los precios. Debo decir que se me ocurrieron otras frases más terminantes antes de escribir este texto, pero luego opté por ser más mesurado. El peso argentino no vale nada en términos internacionales, y precisamente como hay insumos que dependen del dólar, den por hecho que habrá un nuevo aumento de los combustibles. Hoy (31/8), anunciaron que el valor de la nafta se incrementará cerca de $ 0,60.
No sé si estamos volviendo a 2001, quizás sería demasiado temerario afirmarlo y no quiero ser alarmista, pero la cosa no da para más. Cada vez que Macri habla por TV, produce el efecto inverso: en lugar de llevar tranquilidad, genera más zozobra e incertidumbre. Este Gobierno tiene dos opciones: o realizar un cambio de Gabinete, o dar un vuelco de timón que le permita llegar a 2019 con algo de oxígeno. Cuando te ponés a hablar con comerciantes o amigos, te das cuenta de que no sos el único que padece la crisis, a un punto tal que se ha vuelto insostenible.
La agenda mediática, que se regodeaba con los "cuadernos K", o "los cuadernos de las coimas", se vio superada por la cruda actualidad. Estamos tocando fondo, pero pocos parecen haberse percatado de ello. Quedan un par de entusiastas que ejercitan su optimismo diciendo que todo va a mejorar. Ojalá fuera cierto.
Vale decir que no soy el único pesimista, de hecho hasta los medios más afines al Gobierno, como La Nación o Clarín, le han dedicado una generosa cobertura a este desquicio financiero. Clarín publicó una nota en la cual explica que los precios de insumos y alimentos están fijados con un dólar a $ 30, lo que implica un evidente desfasaje ya que la divisa se cotiza a $ 42, por lo cual repercutirá irremediablemente en los precios.
A mis amigos macristas, les recuerdo que no tengo compromisos políticos con nadie, ni pertenencia ideológica, de manera que ello me da la libertad de efectuar un análisis crítico que los lectores juzgarán acertado o no.
Para concluir, puedo afirmar que si este Gobierno llega a 2019 (como corresponde y es el deseo de la mayoría), lo hará en condiciones muy precarias, y difícilmente Macri pueda pensar siquiera en ser reelecto en este contexto de profunda decadencia moral, económica y social. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
30 de agosto de 2018
29 de agosto de 2018
La economía es un barco que se va a pique
Está raro el ambiente, amigos. Con un dólar que no encuentra su techo e inflación creciente, el escenario es totalmente desconcertante. Lo único que puedo aseverar es que lo que está por venir no será provechoso, ni mucho menos. Hoy por hoy, 100 pesos argentinos valen menos que 1 dólar. Parece que cada intento de Macri por llevar tranquilidad a los mercados, obtuviera el efecto opuesto. No suena creíble lo que el mandatario pretende transmitir, y mucho menos lo que nos toca vivir todos los días. Todo parece indicar que esta gente llegó al Gobierno sin ningún plan, creyendo que con pequeñas medidas se resolvería el desquicio heredado, pero ello lejos está de suceder. Es un escenario distinto al de 2001, no sabría explicarlo bien porque en aquella época estaba bastante desconectado de todo, pero lo que persiste es la tendencia de la gente a ahorrar en dólares. Y pagarlos al precio que sea. Esto demuestra que los supuestos casos de corrupción del gobierno K no revisten mayor interés para los mercados, mientras se anuncia un nuevo desembolso del FMI. Cualquier persona sabe que si hay que recurrir al auxilio financiero, es porque la situación actual no es muy prometedora. Y anunciarlo como un logro, como lo hizo Macri, es echar más nafta al fuego. Abunda la incertidumbre, y no es extraño que así sea, puesto que no hay reglas claras. Los políticos hablar genéricamente de "los que menos tienen", porque les molesta decir la palabra "pobres". Cada vez hay más pobreza e indigencia, crece el desempleo, y por ende no es lógico esperar un futuro mejor.
A veces me pregunto si realmente el macrismo tenía intenciones de llegar al poder con un plan coherente. Dejemos de lado si los K cometieron actos de corrupción o de populismo. Lo que nos toca vivir es el aquí y ahora, por eso esta coalición (Cambiemos) entre la UCR y el PRO, no tiene vías de mantenerse, sobre todo por parte del radicalismo, si es que todavía queda algún dirigente con principios que comprenda que el actual modelo no tiene nada que ver con la histórica vocación dialoguista y progresista del centenario partido. Muchos se inmolaron para poder ocupar cargos, y sumar fuerzas a los "globitos amarillos", pero a las palabras se las lleva el viento, como se está llevando las divisas extranjeras que los argentinos buscan por mera especulación, o bien para salvarse de un previsible abismo como consecuencia de la falta de políticas públicas. Punto final.
A veces me pregunto si realmente el macrismo tenía intenciones de llegar al poder con un plan coherente. Dejemos de lado si los K cometieron actos de corrupción o de populismo. Lo que nos toca vivir es el aquí y ahora, por eso esta coalición (Cambiemos) entre la UCR y el PRO, no tiene vías de mantenerse, sobre todo por parte del radicalismo, si es que todavía queda algún dirigente con principios que comprenda que el actual modelo no tiene nada que ver con la histórica vocación dialoguista y progresista del centenario partido. Muchos se inmolaron para poder ocupar cargos, y sumar fuerzas a los "globitos amarillos", pero a las palabras se las lleva el viento, como se está llevando las divisas extranjeras que los argentinos buscan por mera especulación, o bien para salvarse de un previsible abismo como consecuencia de la falta de políticas públicas. Punto final.
25 de agosto de 2018
El Hospital, de mal en peor
Desde hace tiempo que la atención en el Hospital deja mucho
que desear. Tengamos en cuenta que es el primer centro asistencial al cual una
persona es derivada en caso de un accidente en la vía pública. Ante todo, debo
decir que en mi caso, las veces que tuve que ir al Hospital para atenderme en
la Guardia o por una internación, lo hicieron con profesionalismo y calidad
humana. Pero no por ello puedo desconocer otros casos, de los cuales uno se
entera a diario, como falsos diagnósticos, es decir que el médico receta un
determinado remedio que no tiene nada que ver con el cuadro clínico del
paciente.
Además, como el Ministerio no está pagando a los
profesionales sus sueldos o honorarios, muchos han optado por dejar de ir y
trabajar en el sector privado. Y la Terapia Intensiva, que se construyó con el
esfuerzo de todos los lobenses, corre el riesgo de quedar sin un médico
responsable de dicho servicio.
Esa situación no es
nueva, y hace décadas que el sistema de salud pública no funciona como los
pacientes se merecen. Las huelgas o reclamos de los sindicatos son entendibles,
pero estamos hablando de la salud de la gente, que no puede ir a una clínica
privada y que necesita asistencia médica. Nuestro país ha sido emblema en la
región por la salud pública y gratuita, y por garantizar a todos los ciudadanos
el acceso a los medicamentos que necesiten. Pasan los directores, y vemos que
todo sigue igual, con algunos breves períodos en los cuales las cosas parecen
encaminarse. Por supuesto que sería injusto generalizar y decir que todos los
médicos son negligentes. No es así. Considero que el período de mejor gestión que tuvo el nosocomio (en tiempos recientes), fue cuando el Dr. Giavino se hizo cargo de la Dirección.
Los principales problemas que los vecinos
denuncian ocurren en el servicio de Guardia, que es a donde uno acude ante una
emergencia. Y es de público conocimiento que muchos médicos extranjeros flojos
de papeles, luego del escándalo del Hospital Marzetti de Cañuelas, se fueron en una suerte de "éxodo" ante la posibilidad de que un desquicio similar estalle en Lobos. La
Cooperadora hace lo mejor que puede, pero a mi criterio no es la función de ésta pagar sueldos,
sino contribuir de otra manera, por ejemplo, para refacciones edilicias. Así
las cosas, y ante los reclamos que se multiplican, urge llamar a un concurso
para convocar a nuevos profesionales que reemplacen a los que se fueron, y
ofrecerle condiciones de trabajo atractivas que los motiven a radicarse en
nuestra ciudad para prestar servicio en el nosocomio. Punto final.
23 de agosto de 2018
Un breve recorrido por el ocio en un jueves nublado
Luego de un prolongado paréntesis vuelvo a escribir en el blog, con las ganas de siempre, tratando de abstraerme de la agenda mediática nacional al menos por un rato, y aprovechando mis momentos libres para retomar la lectura de aquellos libros que marcaron mi adolescencia o los años posteriores. Lo mismo sucede con la música. Creo que volver a aquello que nos hizo bien es reencontrarnos con nuestras raíces y con nosotros mismos. Por ejemplo, Cortázar es uno de esos autores que no me canso de recorrer. Charly García, el prócer máximo del rock nacional. También busco la manera de sanear mis finanzas y de poder hacer frente a un sinnúmero de gastos, que van surgiendo sin que uno tenga la real dimensión del impacto que provocan en el bolsillo promedio.
Se trata, entonces, de buscar formas de distensión que no impliquen un gran gasto económico. Mientras pude hacerlo, compré libros de distintas colecciones, muchos de ellos que venían con los diarios, y que ahora tengo más tiempo para leer. O realizar una segunda lectura, más pausada que aquella inicial. Me gusta indagar en las biografías, sean autorizadas o no, ver el lado oculto o íntimo de aquellas personas que hicieron historia por su arte y su talento. Creo que todos somos mediocres en alguna faceta de nuestra vida, por eso la excelencia se nos presenta como un ideal inalcanzable, ligado a la perfección o a una realización superlativa. En esta tarde de jueves, mientras tomo unos mates, me dispuse ordenar un poco todo ese material bibliográfico y discográfico que durante varios meses ocupó un espacio ocioso en distintos lugares de la casa. Hay gente que va leyendo dos o tres libros casi a la vez, en mi caso me resulta bastante engorroso y prefiero concentrar mi atención en un texto en particular hasta que lo termine. Pero por mi naturaleza impaciente, cuando veo que tiene muchas páginas, o que una película supera las dos horas, debe ser muy cautivante para que emprenda la tarea. Si algo se convierte en best-seller pierde un poco de interés, se ha vuelto muy masivo y todo el mundo habla de eso. Como sucedió hace poco con la miniserie de Luis Miguel que se podía ver por Netflix. No tengo Netflix, ni Spotify, ni nada de esas cosas. Quizás algún día, quién sabe, cuando ya me acostumbre a escuchar música en la compu o a ver películas dobladas al castellano. Pues bien, todo lo que he estado enumerando transcurre en los ratos que puedo tomarme un descanso, algo que no suele suceder, o que ocurre con mayor frecuencia los fines de semana lluviosos, cuando las actividades que tengo en agenda se suspenden. Hasta tanto esas cosas no pasen, continuaré con la vorágine diaria para ganarme el mango. Punto final.
Se trata, entonces, de buscar formas de distensión que no impliquen un gran gasto económico. Mientras pude hacerlo, compré libros de distintas colecciones, muchos de ellos que venían con los diarios, y que ahora tengo más tiempo para leer. O realizar una segunda lectura, más pausada que aquella inicial. Me gusta indagar en las biografías, sean autorizadas o no, ver el lado oculto o íntimo de aquellas personas que hicieron historia por su arte y su talento. Creo que todos somos mediocres en alguna faceta de nuestra vida, por eso la excelencia se nos presenta como un ideal inalcanzable, ligado a la perfección o a una realización superlativa. En esta tarde de jueves, mientras tomo unos mates, me dispuse ordenar un poco todo ese material bibliográfico y discográfico que durante varios meses ocupó un espacio ocioso en distintos lugares de la casa. Hay gente que va leyendo dos o tres libros casi a la vez, en mi caso me resulta bastante engorroso y prefiero concentrar mi atención en un texto en particular hasta que lo termine. Pero por mi naturaleza impaciente, cuando veo que tiene muchas páginas, o que una película supera las dos horas, debe ser muy cautivante para que emprenda la tarea. Si algo se convierte en best-seller pierde un poco de interés, se ha vuelto muy masivo y todo el mundo habla de eso. Como sucedió hace poco con la miniserie de Luis Miguel que se podía ver por Netflix. No tengo Netflix, ni Spotify, ni nada de esas cosas. Quizás algún día, quién sabe, cuando ya me acostumbre a escuchar música en la compu o a ver películas dobladas al castellano. Pues bien, todo lo que he estado enumerando transcurre en los ratos que puedo tomarme un descanso, algo que no suele suceder, o que ocurre con mayor frecuencia los fines de semana lluviosos, cuando las actividades que tengo en agenda se suspenden. Hasta tanto esas cosas no pasen, continuaré con la vorágine diaria para ganarme el mango. Punto final.
19 de agosto de 2018
Un domingo para disfrutar
Domingo fresco pero soleado en Lobos, después de la lluvia
de ayer. Hola amigos, quizás en mis últimas notas tracé un panorama demasiado
pesimista de lo que nos toca vivir, pero no puedo permanecer ajeno. Sin
embargo, creo que el rol del periodismo, entre otras cosas, es el de ser
crítico pero ecuánime, es decir, equilibrado. De lo contrario, me traicionaría
en mis convicciones y terminaría escribiendo un pasquín oficialista. Lo que
está bien hecho en materia de políticas públicas o gestión de gobierno, debe
ser valorado, pero no le corresponde un mérito a ello (sean del partido que fueren), puesto que así es como debe ser y para eso son elegidos. Las acciones
solidarias o sin fines de lucro, como la Fiesta del Día del Niño que estamos
viviendo hoy en la Plaza 1810, sí merecen todo mi reconocimiento, porque hay mucha
gente colaborando sin cobrar un peso y dedicando parte de su tiempo para que los chicos tengan un día
distinto.
La corrupción, el
nepotismo, la malversación de fondos, no sólo merecen ser repudiados por la
sociedad, sino por quienes tenemos una responsabilidad como informar. Denunciar
cualquier cosa no es “periodismo de investigación”, porque dicha denuncia debe
estar sustentada y fundamentada con pruebas y documentación que deben ser
presentadas a la Justicia antes de la difusión por los medios. Los periodistas
no tenemos el poder de encarcelar ni condenar a nadie. Y por lo que puedo ver
en medios que se dicen “serios”, se condena al imputado por televisión, no se
respeta el principio de presunción de inocencia, dado que toda persona es
considerada inocente hasta que la Justicia le aplique una condena por un
delito. No es del todo cierto que somos “formadores de opinión”, porque la
gente opina lo que se le da la gana y no necesita que nadie le marque agenda.
Lo hace según sus principios o su escala de valores. La prensa va adaptándose a
una nueva realidad en la cual la gente lee cada vez menos, los diarios en papel
están en crisis, y toda esta histeria de
Facebook y Twitter le puede hacer pasar un mal momento a cualquiera.
Ya hubo una transición importante, de la máquina de escribir
a la computadora, pero debo decir que a mí me ayudó aprender mecanografía en el
colegio porque puedo escribir sin mirar el teclado. Eran clases un poco
aburridas, donde el profesor iba dictando y uno escribiendo con la máquina, y
por supuesto las letras de las teclas debían estar tapadas con cinta o algún
elemento adhesivo, de lo contrario no tendría sentido escribir mirando la
composición del teclado. Uf, y después, escribir por duplicado, con el papel
carbónico, otra antigüedad que aprendí. Todavía conservo la vieja máquina
Olivetti en algún lado, ya para esa época (1996), eran modelos livianos y portátiles,
que venían en un bolso similar a una mochila. Muchos conocimientos que fui
incorporando y que en aquel momento me parecían inútiles, a posteriori me
terminaron sirviendo para algo. Claro está que dependía mucho del profesor y de
su capacidad para enseñar. Eramos pendejos, jodíamos en clase como lo hace
cualquier adolescente, pero no al nivel de lo que se puede ver en un aula hoy.
Es duro poner orden y disciplina en el salón cuando los chicos ven que fuera de
la escuela “vale todo”, entonces no entienden que hay un ámbito en el cual
ciertas cosas no están permitidas, desde el uso del celular, hasta cualquier
cosa que se les ocurra pensar. Por eso, como me dijeron con gran sentido común
alguna vez, “la escuela es un espejo de la sociedad”. Punto final.
17 de agosto de 2018
Tiempos duros
Viernes cálido y sofocante en Lobos. La humedad se hace sentir, con temperaturas inusuales para esta época del año que oscilan los 20 grados. Muchas veces la calle es esfervecencia, movimiento, y en otra ocasiones caemos en la calma y en la abulia de un pueblo que suele ofrecer una postal diferente a la de los últimos años. Los comerciantes registran una notoria caída en sus ventas, y en las tiendas de ropa se han adelantando las liquidaciones por fin de temporada. Se trata, entonces, de consumir sólo lo esencial, los alimentos para el sustento diario y los productos de higiene y limpieza. Se conocieron esta semana datos del INDEC, según los cuales la inflación de los precios mayoristas acumula un 46 % en lo que va del año. Imposible que esta escalada no impacte en el sector minorista. El Gobierno no tiene ningún plan económico, no sabe qué hacer. Suele aceptar con parsimonia que suba el dólar hasta límites insospechados, y en otras oportunidades decide intervenir en el mercado sacrificando las reservas del Banco Central. Como la política económica no es previsible, la gente de a pie, que debe parar la olla todos los días, tiene que hacer malabares para cumplir con el Fisco, con las abultadas tarifas de los servicios públicos, cargar la SUBE para tomar el colectivo o el tren. Hoy hay que agradecer tener un trabajo, porque en las grandes empresas los recortes de personal se hacen sentir.El caso más cercano a nuestra ciudad ha sido el de Electromac, con reducción de la planta de personal y licencias sin goce de sueldo.
Más allá de la coyuntura, podríamos pensar que esto no es nuevo. El problema es que nos toca vivir esta realidad en tiempo presente, en el "aquí y ahora", y aunque ya hayamos atravesado momentos de zozobra, no es un consuelo para nadie. En el párrafo anterior hice mención al transporte. Para las familias que deben viajar diariamente a Empalme o a la Laguna en colectivo, insume un costo considerable. Siempre que aparece de la nada un escándalo de corrupción que involucra a un gobierno anterior (sean los K o sus antecesores), sospecho que están los servicios de inteligencia operando para hacer una suerte de contraste entre quienes supuestamente "se robaron todo", y el plan "buen onda" de Macri, que hasta ahora no ha dado ningún resultado y condena a más argentinos a la pobreza, cuando precisamente el slogan de campaña del Presidente fue "Pobreza Cero". Ellos tienen las estadísticas y las cifras, y saben muy bien que es una falacia casi obscena para un funcionario público que prometió el eterno "segundo semestre" de recuperación económica, que no sólo nunca apareció, sino que no lo vemos de ninguna manera cuando las propias cifras del INDEC van en el sentido opuesto al "mantra" de los ideólogos de este modelo. Punto final.
14 de agosto de 2018
Cosas que hasta un niño podría hacer mejor
Noche de martes, cansado pero feliz de haber podido cumplir con el trabajo diario. Por supuesto que esto no constituye un mérito, es parte de lo que uno ha decidido hacer en la vida para ganarse unos pesos. Hay cosas que cada vez me fastidian más, porque ya no tengo 20 años, ni la paciencia ni la forma de pensar de aquella época, entonces sin darte cuenta empezás a rezongar como un viejo gagá, aunque reconozco que muchas veces tengo razón. Me molesta que cuando vas a un negocio a comprar algo te atiendan de la peor manera, o no te den bola, como si vos fueras a mendigar. Pero claro, los comerciantes se quejan de la caída de las ventas, cuando del otro lado del mostrador hay una chica con cara de nada, a la que le pagan dos monedas, y que está jugando con el celular mientras vos esperás como un gil que alguien se digne en percatarse de tu presencia y en atenderte como corresponde. Hay ocasiones en que prefiero pagar un poco más pero recibir un trato como el que me merezco en condición de cliente. Porque en realidad, cuando vos comprás un producto estás pagando todo: el valor del mismo, el costo de los empleados, el alquiler del local...entonces, ¿por qué no reclamar un servicio en el cual los consumidores sean tratados y atendidos con consideración?
Otra cosa que me irrita es que, por la escasez de monedas, te den como vuelto un caramelo de porquería que vale 1 peso (o dos). No es que me indigne por ser rata o amarrete (estoy lejos de serlo), sino porque esa moneda es mía, y yo las voy juntando para cosas más necesarias, dentro de lo poco que valen en tiempos de creciente inflación. Pero, por lo menos, si juntás todo el vuelto en monedas que te pueden llegar a dar en una semana, te comprás un litro de leche, un paquete de galletitas, nada del otro mundo, y que sin embargo en mucho mejor que masticar un caramelo que te queda pegado en las muelas como si fuera una prótesis.
Yo trato de cuidar a mis clientes, que son mis anunciantes, y de brindarles un servicio acorde a lo que ellos necesiten. No todos los clientes son iguales, como tampoco lo es aquello que buscan al momento de hacer publicidad. Entonces, hay que adaptarse en función a cada comerciante, y en particular al rubro al cual se dedique. El buen trato hacia los anunciantes lo tengo porque se merecen mi respeto, y porque además son mis fuentes de recursos. Ojalá haya otros comercios que también lo entendieran así. Punto final.
Otra cosa que me irrita es que, por la escasez de monedas, te den como vuelto un caramelo de porquería que vale 1 peso (o dos). No es que me indigne por ser rata o amarrete (estoy lejos de serlo), sino porque esa moneda es mía, y yo las voy juntando para cosas más necesarias, dentro de lo poco que valen en tiempos de creciente inflación. Pero, por lo menos, si juntás todo el vuelto en monedas que te pueden llegar a dar en una semana, te comprás un litro de leche, un paquete de galletitas, nada del otro mundo, y que sin embargo en mucho mejor que masticar un caramelo que te queda pegado en las muelas como si fuera una prótesis.
Yo trato de cuidar a mis clientes, que son mis anunciantes, y de brindarles un servicio acorde a lo que ellos necesiten. No todos los clientes son iguales, como tampoco lo es aquello que buscan al momento de hacer publicidad. Entonces, hay que adaptarse en función a cada comerciante, y en particular al rubro al cual se dedique. El buen trato hacia los anunciantes lo tengo porque se merecen mi respeto, y porque además son mis fuentes de recursos. Ojalá haya otros comercios que también lo entendieran así. Punto final.
12 de agosto de 2018
Un domingo melancólico y tranquilo
Mañana de domingo en Lobos. Comienzo el día tranquilo, tomándome el tiempo necesario para cebar unos mates y mientras voy bebiendo por la bombilla, chequear el trabajo. Revisar grabaciones de entrevistas que hice, los mails, esto último porque la memoria a veces me traiciona y no recuerdo bien el horario de una conferencia de prensa, o el evento que fuere.
Los domingos por los general discurren tranquilos dentro de la rutina semanal, aunque el periodista debe estar disponible para lo que surja en cualquier día. Por la mañana suelo dedicarme a lo que mencioné antes, a ver lo que ya tengo hecho para poder darle forma y publicarlo cuando sea el momento.
Y siempre que haya un rato libre y el clima acompañe, aprovechar para caminar, en el Parque o donde sea, como una forma de salir del encierro y hacer actividad física, que me hace bastante falta. Es fácil aumentar de peso, y mucho más engorroso perder esos kilos que ya se hacen sentir. Lo que me juega en contra es que soy muy inconstante, proponerme una rutina que sea fuera del trabajo me tiende a aburrir, por eso quizás tampoco podría hacer meditación, en mi cabeza pasan miles de cosas por minuto y creo que me costaría concentrarme en un pensamiento específico.
Lo principal es sentir que el día te rindió, que lo aprovechaste de la forma que vos quisiste, porque el tiempo no da tregua, van cayendo las hojas del almanaque y vamos postergando cosas que se podrían resolver sin mayores problemas. Mantener una casa no es fácil, siempre hay que hacer algún arreglo de mampostería, o de pintura, y si te querés ahorrar unos mangos y sentís que lo podés hacer bien, se puede desistir de llamar al pintor o al plomero. Por supuesto, cada uno se gana el mango como puede, de hecho al lado de mi casa hace ya tres meses (como mínimo), que tengo una obra en construcción. Se hace imposible descansar porque están toda la tarde con el martillo neumático, con la sierra, con la maza, y no se qué otro tipo de herramientas. La cuestión es que, yo respeto el trabajo de los albañiles, pero tienen que contemplar que hay determinados horarios donde uno quiere descansar, o simplemente ver televisión, tarea imposible con los martillazos constantes. Parece que luego de haber "dinamitado" todo, la obra va llegando a su fin. Al igual que esta nota. Punto final.
Los domingos por los general discurren tranquilos dentro de la rutina semanal, aunque el periodista debe estar disponible para lo que surja en cualquier día. Por la mañana suelo dedicarme a lo que mencioné antes, a ver lo que ya tengo hecho para poder darle forma y publicarlo cuando sea el momento.
Y siempre que haya un rato libre y el clima acompañe, aprovechar para caminar, en el Parque o donde sea, como una forma de salir del encierro y hacer actividad física, que me hace bastante falta. Es fácil aumentar de peso, y mucho más engorroso perder esos kilos que ya se hacen sentir. Lo que me juega en contra es que soy muy inconstante, proponerme una rutina que sea fuera del trabajo me tiende a aburrir, por eso quizás tampoco podría hacer meditación, en mi cabeza pasan miles de cosas por minuto y creo que me costaría concentrarme en un pensamiento específico.
Lo principal es sentir que el día te rindió, que lo aprovechaste de la forma que vos quisiste, porque el tiempo no da tregua, van cayendo las hojas del almanaque y vamos postergando cosas que se podrían resolver sin mayores problemas. Mantener una casa no es fácil, siempre hay que hacer algún arreglo de mampostería, o de pintura, y si te querés ahorrar unos mangos y sentís que lo podés hacer bien, se puede desistir de llamar al pintor o al plomero. Por supuesto, cada uno se gana el mango como puede, de hecho al lado de mi casa hace ya tres meses (como mínimo), que tengo una obra en construcción. Se hace imposible descansar porque están toda la tarde con el martillo neumático, con la sierra, con la maza, y no se qué otro tipo de herramientas. La cuestión es que, yo respeto el trabajo de los albañiles, pero tienen que contemplar que hay determinados horarios donde uno quiere descansar, o simplemente ver televisión, tarea imposible con los martillazos constantes. Parece que luego de haber "dinamitado" todo, la obra va llegando a su fin. Al igual que esta nota. Punto final.
9 de agosto de 2018
Los lectores son el sostén de todo proyecto periodístico
Vamos cerrando una semana que en la jornada diaria se presentó tranquila, con todos sus vaivenes como suele suceder. Hubo que redoblar los esfuerzos para conseguir material periodístico, y en parte es bueno que eso suceda, no me gusta que me den todo "masticado", encuentro mayor satisfacción haciendo entrevistas e indagando en aquellas cuestiones de el lector promedio necesita saber.
Obviamente, lo que más vende (o lo que más se lee) es aquello que genera debate o polémica, pero la gente a menudo se exacerba demasiado o incurre en el viejo error de "matar al mensajero". Nosotros, los periodistas, transmitimos la información que nos llega de organismos oficiales o de fuentes confiables, pero eso no significa que estamos adhiriendo a lo que se publica o expresando una opinión. Es el lector quien tiene el criterio suficiente para formarse un juicio de valor. Y como suelo decir, es fácil hacer la guerra detrás de un monitor en estos tiempos de supremacía de las redes sociales. Parecer ser que es gratis (e impune) cuestionar e insultar a una persona que es un profesional de los medios y que ellos ni siquiera conocen. También es frecuente que lean sólo el título o el encabezado y enseguida salgan a vociferar su indignación y rasgarse las vestiduras. Cuando miro hacia atrás, me parece mentira que ya hayan transcurrido 15 años desde que comencé en esto, y como a cualquiera que tiene un trabajo durante un determinado lapso, he visto de todo, he sido testigo involuntario de muchas situaciones desagradables, he tenido momentos de gratificación también. Y no hay que dejarse llevar por la vanidad, por la tentación de escribir para el lucimiento personal. Yo lo hago porque es mi trabajo. Como canta Serrat, "nunca perseguí la gloria". Lo que yo hago tiene el mismo valor que el almacenero, el albañil, el plomero, o cualquier otro. Porque ellos también tuvieron que aprender a hacer lo que hacer para ganarse el mango.
De más está decir que todavía me queda mucho por aprender: detalles por pulir, o lograr mayor empatía con el público, por ejemplo. Cuando tomás la decisión de dedicarte a un oficio o profesión, tenés que ser consciente de que hay otros que ya hacen lo mismo y otros que lo harán en un futuro. Y la sana competencia entre los medios es bienvenida, porque te exige más, te pone en una situación en la cual buscás diferenciarte del resto porque es la única manera honesta de destacarse. Además, seria frustrante que todos los medios reprodujeran el mismo material, y que no haya diversidad en la información, o en el abordaje de una noticia.
Pensar en que no somos "el ombligo del mundo", nos ayuda a comprender que nuestra labor, si bien requiere responsabilidad, es modesta. Al periodismo se lo suele llamar "el cuarto poder", pero quien escribe puede hacerlo con la intención de denunciar un supuesto hecho de corrupción, o bien puede tratarse de cubrir una mera crónica deportiva. El poder político siempre pretende usar a los medios de prensa según su conveniencia, y siempre procuro poner un freno a esto. No quiero ser un títere y que me manipulen para que yo escriba lo que los demás quieren. Ni tampoco que busquen hacer publicidad encubierta de espectáculos o eventos que son pagos, mientras ellos se llenan los bolsillos. Punto final.
Obviamente, lo que más vende (o lo que más se lee) es aquello que genera debate o polémica, pero la gente a menudo se exacerba demasiado o incurre en el viejo error de "matar al mensajero". Nosotros, los periodistas, transmitimos la información que nos llega de organismos oficiales o de fuentes confiables, pero eso no significa que estamos adhiriendo a lo que se publica o expresando una opinión. Es el lector quien tiene el criterio suficiente para formarse un juicio de valor. Y como suelo decir, es fácil hacer la guerra detrás de un monitor en estos tiempos de supremacía de las redes sociales. Parecer ser que es gratis (e impune) cuestionar e insultar a una persona que es un profesional de los medios y que ellos ni siquiera conocen. También es frecuente que lean sólo el título o el encabezado y enseguida salgan a vociferar su indignación y rasgarse las vestiduras. Cuando miro hacia atrás, me parece mentira que ya hayan transcurrido 15 años desde que comencé en esto, y como a cualquiera que tiene un trabajo durante un determinado lapso, he visto de todo, he sido testigo involuntario de muchas situaciones desagradables, he tenido momentos de gratificación también. Y no hay que dejarse llevar por la vanidad, por la tentación de escribir para el lucimiento personal. Yo lo hago porque es mi trabajo. Como canta Serrat, "nunca perseguí la gloria". Lo que yo hago tiene el mismo valor que el almacenero, el albañil, el plomero, o cualquier otro. Porque ellos también tuvieron que aprender a hacer lo que hacer para ganarse el mango.
De más está decir que todavía me queda mucho por aprender: detalles por pulir, o lograr mayor empatía con el público, por ejemplo. Cuando tomás la decisión de dedicarte a un oficio o profesión, tenés que ser consciente de que hay otros que ya hacen lo mismo y otros que lo harán en un futuro. Y la sana competencia entre los medios es bienvenida, porque te exige más, te pone en una situación en la cual buscás diferenciarte del resto porque es la única manera honesta de destacarse. Además, seria frustrante que todos los medios reprodujeran el mismo material, y que no haya diversidad en la información, o en el abordaje de una noticia.
Pensar en que no somos "el ombligo del mundo", nos ayuda a comprender que nuestra labor, si bien requiere responsabilidad, es modesta. Al periodismo se lo suele llamar "el cuarto poder", pero quien escribe puede hacerlo con la intención de denunciar un supuesto hecho de corrupción, o bien puede tratarse de cubrir una mera crónica deportiva. El poder político siempre pretende usar a los medios de prensa según su conveniencia, y siempre procuro poner un freno a esto. No quiero ser un títere y que me manipulen para que yo escriba lo que los demás quieren. Ni tampoco que busquen hacer publicidad encubierta de espectáculos o eventos que son pagos, mientras ellos se llenan los bolsillos. Punto final.
7 de agosto de 2018
Crónica de un martes agotador que no dio respiro
Quizás lo bueno de haber tenido un día agotador, es que te garantiza un buen descanso. Este martes, prácticamente no paré ni un minuto, recién a eso de las 7 de la tarde di por concluida la jornada laboral. Pero además del trabajo, los quehaceres domésticos ocupan un tiempo considerable. Me levanté temprano, desayuné liviano, me dispuse a cortar el pasto del patio de mi casa ante la posibilidad de que llueva y que el césped crezca aún más. Salí a la calle, hice unas cobranzas, pauté algunas entrevistas, aproveché un hueco que me quedó de la mañana para ir a la peluquería, porque ya no soportaba esa maraña indomable que tenía en mi cabeza y que era imposible de poder peinar y presentar un aspecto prolijo. Como hoy se celebró la festividad de San Cayetano, temprano por la tarde fui caminando hacia la capilla homónima para cubrir el día del Santo del Pan y el Trabajo. Al regreso, tuve que ir al consultorio médico a hacer unas recetas (como suele suceder, debí esperar bastante), luego rápidamente a la farmacia para comprar la medicación, esperar a que me hicieran la factura fiscal como corresponde, ya entrada la tarde comer algo porque el hambre empezaba a arreciar, tomar un café con leche con un poco de pan que había quedado del día anterior porque había olvidado ir a la panadería. Una pausa de unos minutos para fumar un cigarrillo (un mal hábito que trato de erradicar) y "bajar un cambio", para retomar la actividad. Desgrabar notas, editar fotos, seleccionar todo el material periodístico que había conseguido durante la mañana. Ir a la obra social a solicitar el reintegro por los remedios que había adquirido anteriormente. Como la mutual deja mucho que desear, tendré que esperar alrededor de dos semanas para recuperar parte del dinero.
Para finalizar, me dediqué que poner orden en la mesa de trabajo, donde tengo la notebook, los pendrives, todos los cables, las tarjetas de memoria de la cámara. En fin, despejar un poco esa zona que con el transcurso de los días se había vuelto un caos. Los cables USB, que suelo usar para descargar las fotos, y todos los insumos, los guardé lo más prolijamente que pude en una caja. Una ducha para sacarme la mufa de encima y que mi cuerpo esté más relajado, sin tanta tensión. Otra taza de café, en rigor de verdad un pequeño pocillo porque ya era tarde y el exceso de cafeína no me deja conciliar el sueño. Y así la rueda sigue girando. Hay días en que las actividades y las obligaciones laborales son escasas, y otros de mayor intensidad. Pues bien, éste fue uno de ellos. Pero esa vorágine que te exige ir de acá para allá, no está tan mal. Mantenerme ocupado en mi faz profesional y en mi calidad de habitante de un hogar me insumió un desgaste considerable, porque por momentos sentí que no daba abasto con todo y había cosas que no podía postergar, trato de hacerme cargo de mantener en condiciones el lugar donde vivo, de hace una limpieza periódica, y de algún modo es gratificante porque te sentís útil aportando lo que puedas hacer a la vida diaria de una casa de familia. Como mencioné antes, quizás mañana la jornada no sea tan intensa, nunca se sabe. Mi objetivo es ocupar mi tiempo en aquellas tareas que me mantengan activo laboralmente, sin descuidar todo lo inherente a un lugar en el cual uno está viviendo y como tal debe contribuir para evitar que te tape la mugre. Punto final.
Para finalizar, me dediqué que poner orden en la mesa de trabajo, donde tengo la notebook, los pendrives, todos los cables, las tarjetas de memoria de la cámara. En fin, despejar un poco esa zona que con el transcurso de los días se había vuelto un caos. Los cables USB, que suelo usar para descargar las fotos, y todos los insumos, los guardé lo más prolijamente que pude en una caja. Una ducha para sacarme la mufa de encima y que mi cuerpo esté más relajado, sin tanta tensión. Otra taza de café, en rigor de verdad un pequeño pocillo porque ya era tarde y el exceso de cafeína no me deja conciliar el sueño. Y así la rueda sigue girando. Hay días en que las actividades y las obligaciones laborales son escasas, y otros de mayor intensidad. Pues bien, éste fue uno de ellos. Pero esa vorágine que te exige ir de acá para allá, no está tan mal. Mantenerme ocupado en mi faz profesional y en mi calidad de habitante de un hogar me insumió un desgaste considerable, porque por momentos sentí que no daba abasto con todo y había cosas que no podía postergar, trato de hacerme cargo de mantener en condiciones el lugar donde vivo, de hace una limpieza periódica, y de algún modo es gratificante porque te sentís útil aportando lo que puedas hacer a la vida diaria de una casa de familia. Como mencioné antes, quizás mañana la jornada no sea tan intensa, nunca se sabe. Mi objetivo es ocupar mi tiempo en aquellas tareas que me mantengan activo laboralmente, sin descuidar todo lo inherente a un lugar en el cual uno está viviendo y como tal debe contribuir para evitar que te tape la mugre. Punto final.
5 de agosto de 2018
Ser consecuente con nuestros actos también es aceptarse
Sábado por la noche en la ciudad. Luego de una mañana nublada, por la tarde comenzaron a divisarse tímidamente los rayos del sol, que nos prodigaron una jornada magnífica, digna de ser vivida y disfrutada. Dediqué un par de horas a la lectura, a escuchar música que hace tiempo tenía relegada en el arcón de los recuerdos. No vivo de la nostalgia, no me interesa escuchar bandas que me remiten a mi adolescencia, precisamente porque en esos años yo era otro, ya no siento gusto por las mismas cosas. Me voy desapegando de ese vicio tan argentino como es vivir de los recuerdos, en lugar de plantearse algún objetivo en el corto plazo. Pues bien, con la música, con los libros, con aquello que nos dio placer, sucede lo mismo. Si vamos envejeciendo, de algún modo también crecemos y evolucionamos, por lo tanto es natural que busquemos alcanzar lo que antes nos parecía complejo o inasible. Sin embargo, conozco gente que pasan los años y está siempre igual, en el peor de los sentidos. Una cosa es conservar rasgos de la juventud, y otra es pretender negar el paso del tiempo. Estamos en una época donde proliferan libros sobre liderazgo y espiritualidad. Si tuviéramos la vida resuelta leyendo esas páginas infames, viviríamos en el Edén. Hay todo un negocio detrás de esto, no hay que confundir la literatura con otros géneros como la autoayuda o lo que se conoce como "superación personal". Por lo general, este tipo de textos se apoyan en frases de motivación pero difíciles de implementar, haciéndole creer al lector que cualquiera puede ser un triunfador, y gozar del éxito y del reconocimiento de sus pares. Lamento decirles que la realidad no es así, tienen que darse una serie de condiciones para que eso ocurra, que exceden largamente lo que un gurú de las finanzas nos intente convencer de hacer.
A veces nos cuesta aceptar la edad que tenemos. O quizás, pensar involuntariamente en todo lo que hicimos o dejamos de hacer durante los años anteriores. Podemos arrepentirnos, pero no clavarnos puñales todo el tiempo por aquello que no nos salió bien. Yo emprendí muchos proyectos que quedaron inconclusos, sin embargo no es motivo de amargura para mí. Fue una etapa, por algo no se dio, quizás uno lleva sobre sus espaldas toda la responsabilidad de cuando algo no sale de un modo óptimo. Por eso, creo que la aceptación de uno mismo no implica renunciar al cambio. Somos lo que vemos y lo que sentimos, y si hay que dar un golpe de timón, habrá que hacerle frente y tomar la decisión. En todo caso, lo mejor es que ese viraje en el camino sea proyectado por nosotros, y no obligados por las circunstancias. Punto final.
A veces nos cuesta aceptar la edad que tenemos. O quizás, pensar involuntariamente en todo lo que hicimos o dejamos de hacer durante los años anteriores. Podemos arrepentirnos, pero no clavarnos puñales todo el tiempo por aquello que no nos salió bien. Yo emprendí muchos proyectos que quedaron inconclusos, sin embargo no es motivo de amargura para mí. Fue una etapa, por algo no se dio, quizás uno lleva sobre sus espaldas toda la responsabilidad de cuando algo no sale de un modo óptimo. Por eso, creo que la aceptación de uno mismo no implica renunciar al cambio. Somos lo que vemos y lo que sentimos, y si hay que dar un golpe de timón, habrá que hacerle frente y tomar la decisión. En todo caso, lo mejor es que ese viraje en el camino sea proyectado por nosotros, y no obligados por las circunstancias. Punto final.
3 de agosto de 2018
Hoy puede ser un gran día
Viernes nublado en Lobos. Realmente, sobran motivos para dejarse ganar por la adversidad. Es por todos conocido los aumentos de las tarifas, de los combustibles, y de los alimentos (entre otros rubros). Sin embargo, yo tengo que seguir viviendo, y si mis ingresos no son los de antes, tendré que ajustarme, algo que no me agrada pero no me queda otra alternativa. Desde hace más de 10 años empecé a hacer periodismo por Internet, y no voy a quemar las naves ahora. Como he mencionado más de una vez, me siento decepcionado por los políticos y la dirigencia política, la de antes y la de hoy. Pero tengo que recalcular y pensar cómo puedo abstraerme de todo ese tufillo y continuar brindando el fruto de mi trabajo. Sería muy fácil esbozar una queja, no obstante lo cual no quiero hacerlo, porque todos habitamos el mismo país y de distintas maneras nos vemos afectados por lo mismo. No me pongo a reflexionar si hay salida o hay solución a esto, lo único que está a mi alcance es seguir redoblando los esfuerzos para brindar un producto periodístico de calidad.
No es nuevo que la economía doméstica se ha visto seriamente resentida, en todos los órdenes, pero los argentinos hemos atravesado tantas crisis, que nos hemos visto acostumbrados a agudizar el ingenio, a rebuscar la forma de que no nos falte el plato de comida en la mesa todos los días. Cada vez más chicos concurren a los comedores escolares porque en sus hogares la plata no alcanza, y es triste pensar que esas familias necesitan de la asistencia del Estado porque de lo contrario no tendrían qué comer. Precisamente, en la coyuntura actual, el Estado debe estar más presente que nunca, tratando de paliar como sea esta falta de recursos. Si existe la Justicia, algún día, probablemente cuando se vayan, esta gente que nos gobierna pagará por todo el desequilibrio social en que estamos sumidos. Pero soy bastante escéptico de que suceda. Punto final.
No es nuevo que la economía doméstica se ha visto seriamente resentida, en todos los órdenes, pero los argentinos hemos atravesado tantas crisis, que nos hemos visto acostumbrados a agudizar el ingenio, a rebuscar la forma de que no nos falte el plato de comida en la mesa todos los días. Cada vez más chicos concurren a los comedores escolares porque en sus hogares la plata no alcanza, y es triste pensar que esas familias necesitan de la asistencia del Estado porque de lo contrario no tendrían qué comer. Precisamente, en la coyuntura actual, el Estado debe estar más presente que nunca, tratando de paliar como sea esta falta de recursos. Si existe la Justicia, algún día, probablemente cuando se vayan, esta gente que nos gobierna pagará por todo el desequilibrio social en que estamos sumidos. Pero soy bastante escéptico de que suceda. Punto final.
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