Luego de un prolongado paréntesis vuelvo a escribir en el blog, con las ganas de siempre, tratando de abstraerme de la agenda mediática nacional al menos por un rato, y aprovechando mis momentos libres para retomar la lectura de aquellos libros que marcaron mi adolescencia o los años posteriores. Lo mismo sucede con la música. Creo que volver a aquello que nos hizo bien es reencontrarnos con nuestras raíces y con nosotros mismos. Por ejemplo, Cortázar es uno de esos autores que no me canso de recorrer. Charly García, el prócer máximo del rock nacional. También busco la manera de sanear mis finanzas y de poder hacer frente a un sinnúmero de gastos, que van surgiendo sin que uno tenga la real dimensión del impacto que provocan en el bolsillo promedio.
Se trata, entonces, de buscar formas de distensión que no impliquen un gran gasto económico. Mientras pude hacerlo, compré libros de distintas colecciones, muchos de ellos que venían con los diarios, y que ahora tengo más tiempo para leer. O realizar una segunda lectura, más pausada que aquella inicial. Me gusta indagar en las biografías, sean autorizadas o no, ver el lado oculto o íntimo de aquellas personas que hicieron historia por su arte y su talento. Creo que todos somos mediocres en alguna faceta de nuestra vida, por eso la excelencia se nos presenta como un ideal inalcanzable, ligado a la perfección o a una realización superlativa. En esta tarde de jueves, mientras tomo unos mates, me dispuse ordenar un poco todo ese material bibliográfico y discográfico que durante varios meses ocupó un espacio ocioso en distintos lugares de la casa. Hay gente que va leyendo dos o tres libros casi a la vez, en mi caso me resulta bastante engorroso y prefiero concentrar mi atención en un texto en particular hasta que lo termine. Pero por mi naturaleza impaciente, cuando veo que tiene muchas páginas, o que una película supera las dos horas, debe ser muy cautivante para que emprenda la tarea. Si algo se convierte en best-seller pierde un poco de interés, se ha vuelto muy masivo y todo el mundo habla de eso. Como sucedió hace poco con la miniserie de Luis Miguel que se podía ver por Netflix. No tengo Netflix, ni Spotify, ni nada de esas cosas. Quizás algún día, quién sabe, cuando ya me acostumbre a escuchar música en la compu o a ver películas dobladas al castellano. Pues bien, todo lo que he estado enumerando transcurre en los ratos que puedo tomarme un descanso, algo que no suele suceder, o que ocurre con mayor frecuencia los fines de semana lluviosos, cuando las actividades que tengo en agenda se suspenden. Hasta tanto esas cosas no pasen, continuaré con la vorágine diaria para ganarme el mango. Punto final.
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