Miércoles 30. A todos nos genera tristeza y zozobra ver que cada vez que se acerca el verano, aparecen inevitablemente las imágenes de la Laguna casi totalmemente seca, con mortandad de peces incluida, lógica consecuencia de la decisiones desacertadas en torno a la compuerta y obviamente de la gran sequía que estamos padeciendo. Todo ello trae consigo una escasa proporción de oxígeno en los ínfimos reservorios que todavía subsisten en algunos sectores. Por eso la lluvia de este miércoles representa un gran alivio, que no será suficiente para paliar los 4 o 5 meses en los cuales no cayó casi una gota, pero sí para bajar la temperatura transitoriamente por un para de días. Asimismo, puede que se incremente el caudal de los arroyos que permiten el ingreso del vital elemento al emblema turístico de Lobos por excelencia. Nuestros vecinos de Navarro no la están pasando mucho mejor, pese a que el espejo de agua que tienen es mucho más pequeño. "Se parece más a un campo de doma que a una laguna", ironizó con un dejo de resignación un navarrense.
Como si se tratara de un link, recordaba esta tarde que hace varios años, tuve que viajar hasta la Laguna para cubrir una nota, y cuando salía del lugar de la conferencia de prensa (que dicho sea de paso, era una boludez), detuve mi vista en la mansedumbre del agua, ese charco que se me antojaba infinito, ocasionalmente ajeno a los vendavales y a los temporales feroces que supieron castigarla. La sensación de paz que transmitía ese estanque, persistió en mi memoria como una de las más gratificantes del día. La contemplé desde lejos, al atardecer, y el leve oleaje turbio yacía sobre el lecho como lo hace un gato perezoso. Lamento no haber sacado fotos en aquella oportunidad, y en parte no lo hice porque estaba apurado por volver a Lobos, seguramente ese año ya imperaba una campaña política con inauguraciones, cortes de cintas, actos proselitistas, y bla bla blá. Además, no había buena luz natural y mi cámara no es apta para una buena toma fotográfica en esas condiciones. Pero la mejor lente son mis ojos, del mismo modo que lo más representativo de tu vida, tené por seguro que no aparecerá en el registro de ningún dispositivo digital.
Me gusta más la experiencia de viajar a la Laguna un día laborable, como lo hice durante años cuando ejercía la docencia en la escuela primaria de ese poblado rural, que desandar el mismo trayecto un fin de semana, cuando la tranquilidad de la Villa Logüercio, donde residen de manera estable alrededor de 400 personas o poco más, se ve alterada por turistas bulliciosos del Conurbano, que los lugareños aceptan recibir porque saben que aportan divisas a los comercios de la zona. Es difícil encontrar lugares agrestes, donde el hombre no haya arruinado la belleza natural con un cartel, con edificaciones torpes y de mal gusto, muchas de ellas que quedaron truncas por distintos motivos, o simplemente arrojando basura de un modo desaprensivo pese a que existen cestos suficientes para depositar los residuos donde corresponde.
A veces la mano del hombre es necesaria para hacer que un sitio resulte habitable o adecuado para acampar, por ejemplo. Si vos a la Laguna la querés llamar humedal, está ok, lo que debo decirte es que la humedad, al menos hasta ahora, es lo que menos abunda en el suelo.
Toda acción
tendiente a preservar un lugar de esas características debe hacerse con mesura,
respetando los límites que impone la naturaleza, pero no prohibiendo que los
visitantes puedan hacer uso de las parrillas o fogones existentes, por citar un caso concreto que esta gestión municipal intentó hacer en un momento. La gente paga por el uso de las instalaciones, tanto de la Costanera Pública como del Club de Pesca, y no tiene razón de ser el hecho impedirles que pasen el día comiendo un asado o lo que se les cante tirar a la parrilla en plan de distensión, siempre que el espacio verde se mantenga limpio.
No tan lejos de
la Argentina, en la selva amazónica, el saqueo de las entrañas de la tierra es
cotidiano, pero se perpetra por la búsqueda codiciosa de extraer metales u otros
recursos naturales. Por eso, y aunque me estoy yendo por las ramas, no caigamos en la ingenuidad de pensar que Brasil
es una superpotencia desarrollada y que nosotros somos la Cenicienta del
Continente. Ni una cosa ni la otra. Ya habrá una nueva nota en este blog para ahondar más sobre esta idea que dista de ser descabellada. Punto final.