Sábado por la noche en la ciudad. Hoy sí, vi el segundo partido de la Selección en su totalidad, en principio porque el horario me lo permitía, y antes de trazar una reseña sobre el resultado, prefiero abordar otras cuestiones, porque la saturación de información de ese tipo se las dejo a los canales deportes.
La verdad, debo decir que lo que más me asombró fue el despliegue de tecnología (muchas veces innecesario) que hay en este Mundial. Las cámaras son el común denominador: Los veedores de la FIFA disponen de varios monitores para convalidar o anular una jugada mediante el VAR si el árbitro lo requiere. Detrás de cada arco, hay cientos de cámaras, no sólo las de los fotógrafos acreditados, sino las del propio organismo que rige los destinos del fútbol, a fin de brindar una experiencia que se parezca cada vez más la virtualidad de los juegos de la Play, que a un partido real. Los gestos y las expresiones de los futbolistas se repiten hasta el infinito durante los 90 minutos, con planos del público de ambos equipos. Me hace acordar al paisaje ficticio de The Truman Show. El césped luce un verde brillante que casi enceguece, y esa saturación cromática se nota más si estuvieron viendo el match en Full HD. Hay drones por doquier, y creo que desde que esos aparatos se volvieron de uso masivo, nada volvió a ser igual, tampoco en el cine ni en la televisión común y corriente. Llega un punto en el cual ya cansan esas tomas panorámicas de los estadios repletos de hinchas que tuvieron la suerte de conseguir un ticket y de viajar a un país que carece por completo de un historial futbolero. Bueno, EE. UU. tampoco lo tiene, y sin embargo allí se disputó el infame Mundial de 1994. Los capos de la FIFA, según dicen algunos periodistas, analizan aceptar la moción para que los yanquis sean sede otra vez.
Ya nadie hace la tradicional "ola", una simpática y colorida forma de matar el tiempo y que predominó en mundiales anteriores, que consistía en ir levantando los brazos desde las gradas provocando un efecto fantástico desde la pantalla. Para más de uno, ir a ver un partido cualquiera de primer nivel es una sensación similar a la de ver un estreno de cine, quizás sin pochoclo, pero el paralelismo es casi perfecto porque una película estándar también dura 90 minutos. Budweiser se enojó porque es uno de los sponsors y no autorizaron la venta de cerveza ni de bebida alcohólica alguna en los estadios, aunque le buscaron la vuelta para vender el dulce néctar de la cebada en algunos puestos cercanos antes de ingresar. En un primer momento me sorprendió el tema de los carteles: "¿Dónde están Mac Donald's, Fuji, JVC, y tantas otras empresas que siempre ponen la guita?", recuerdo que le pregunté a mi hermano. Pues bien, con los modernos carteles Led, las publicidades van rotando, más allá de que en cada nueva edición hay alguno que aporta los billetes para asegurar su continuidad y otro que se baja como patrocinante. Sea como fuere, hay un grado de sofisticación significativo.
Qatar es una pequeña península asiática, más chica que la provincia más pequeña de Argentina, es decir Tucumán, lo cual no sé si es relevante para lo que pretendo expresar. A sus autoridades se les habrá ocurrido que ese confín exótico, podía lograr notoriedad con un evento de estas características y que el resto del mundo los conozca por algo, ya que poco se sabe de su cultura y tradiciones. Se me ocurre imaginar a los Emiratos Árabes como sede, que en última instancia tiene un poco más de rodaje si hablamos de importar jugadores y talentos para la alta competencia. Petrodólares sobran.
Cada vez que la Selección juega mal, algo que ocurre en la mayoría de los casos, es inevitable recordar a Maradona dentro de la cancha, ¿cómo no hacerlo? Por una cuestión generacional no tuve la posibilidad de verlo en sus años de gloria, pero de algún modo lo extraño, porque de tanto ver reels y videos, se me fue forjando el recuerdo de cuando era un deportista profesional y no se había volcado a las drogas, el alcohol, las pastillas, la promiscuidad, y todo lo que ya conocemos y lo sumió en su propia decadencia. No jodan con Messi, no intentemos siquiera compararlo... Suele decirse que las comparaciones son odiosas, y en este caso se vuelve más odiosa y recurrente aún.
Diego tenía al equipo nacional como prioridad, aunque al día siguiente tuviera que jugar para su club, se tomara el primer vuelo disponible y llegara "muerto" a Nápoles. Hasta los detractores del Diez no pueden dejar de reconocer que no habrá ninguno que se distinga por su exquisita habilidad y talento. ¿Dónde vas a ver una entrada en calor como la que se volvió viral donde Maradona domina a la pelota a su antojo, al ritmo de "Life is Life", en 1989, en Munich? Nadie hace algo remotamente cercano por más merca que tenga encima.
Y pensar que hoy festejamos un 2-0 ante México... daría lugar a varias lecturas. Por supuesto, no está mal celebrarlo, pero yo quiero ver a la Selección medirse contra Brasil, Alemania, Inglaterra o cualquier representativo rival de primer nivel. Podríamos agregar a Holanda (o Países Bajos) en la lista. Todo lo demás es una densa cortina de humo, pura cháchara, al menos para mí cómo mero espectador. Los pingos se ven en la pista, no en las tapas de los diarios, eso es lo más concreto que puedo decirles. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.
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