Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
29 de noviembre de 2010
Mirá que novedad!!!
(Archivo 2010)
Pues bien, señores, probablemente éste sea el último post de noviembre. El lunes de hoy me ha tratado más o menos, por la mañana estuve bastante nervioso, inquieto y estresado. Tenía trabajo pendiente y me costaba darle la forma adecuada a los textos. Además, no había dormido bien la noche anterior. Por la tarde fue distinto, ya tenía bastantes notas hechas y aunque faltan algunos detalles la mayor parte ya está resuelta.Ahora todos están hablando de los cables supuestamente "secretos" que el Departamento de Estado de EE. UU., por intermedio de sus embajadas, suele recibir, con conceptos y calificaciones que no se ajustan demasiado a la verdad. O al menos, a lo que nosotros percibimos desde nuestra modesta condición. No me sorprende la mirada que históricamente ha tenido EE. UU. sobre América Latina, subcontinente al cual ha sometido y presionado para que resulte funcional a sus intereses.
Pero Internet es, definitivamente, una caja de sorpresas: hasta hace unos días, pocos sabían de la existencia del sitio web Wikileaks, y los que sí lo conocían, no hallaban demasiados motivos como para poner el grito en el cielo. La política exterior de los yanquis siempre ha sido nefasta, y no sólo eso, sino también ineficaz. Lograron el derrocamiento de Salvador Allende, un presidente socialista de un país que apenas conocían, porque para ellos Chile no representa demasiado. Pero, desde luego, tampoco era cuestión de que los latinoamericanos nos tomáramos el atrevimiento de elegir a un presidente de izquierda en elecciones libres y democráticas en plena Guerra Fría. Evidentamente, se sintieron más a gusto cuando el infame Pinochet tomó el poder y comenzó a oprimir a los chilenos a punta de fusil. Se sabe, incluso desde antes de que se conocieran estos nuevos documentos, que la diplomacia yanqui vio con satisfacción las dictaduras militares en América Latina, o en su defecto, cualquier forma de gobierno que estuviera lo más lejana posible del comunismo, y en consecuencia, de la Unión Soviética. Pero lo más irónico de todo es que haya gente que crea que estas cosas suceden ahora. Como si la CIA nunca hubiera existido, los espías fueran un ficción a la usanza de James Bond, y las operaciones de las multinacionales para voltear gobiernos fueran meras teorías conspirativas.
Como suele suceder en estos casos, el "escándalo diplomático" durará un par de semanas, a lo sumo, y luego todo seguirá tal como antes, porque no hay motivos para pensar que EE. UU. vaya a cambiar su modo de infiltrarse en los países subdesarrollados o periféricos. Además, ellos no tienen que rendirle cuentas a nadie (o sí, pero no lo hacen). Lo que sí lamento es que este puterío le haya explotado en la manos a Obama, que sin llegar a ser un tipo progresista al menos tiene una visión estratégica que Bush era totalmente incapaz de implementar en las relaciones internacionales. Obama es inteligente, pero quizás por eso sabe que las papas queman, le están respirando en la nuca y que le tocó heredar a un país en condiciones deplorables para lo que es una superpotencia. En fin, me voy a dormir, y si alguien me quiere espiar, le aviso que no va a encontrar nada interesante, mi vida es demasiado monótona y aburrida y no ando con 800.000 dólares en la valija de un aeropuerto. Buenas noches, y vuelvan pronto que esto sigue... no sé cómo pero desde hace 5 años este blog sigue. Y tal mal no me va, de acuerdo con las expectativas que tenía al momento de empezar con esto. Nos vemos en diciembre!!!!!!!!
28 de noviembre de 2010
A suerte y verdad...
Hola amigos, como anda todo por ahí? Es domingo por la noche y trato de disfrutar los últimos minutos del fin de semana. En realidad, como suele sucederme últimamente, se pasó rapidísimo porque tuve que cubrir muchas actividades y suelen insumir más tiempo de lo que la lógica indica. Hay, en muchos casos, una evidente falla de organización que hace que un determinado evento comience tarde, y cuando digo "tarde" me refiero a lo que va más allá de lo razonable.
Todos los que vivimos de esto sabemos que la tolerancia es fundamental y por lo tanto no resulta extraño tener que esperar 15 o 20 minutos, pero cuando esa demora se extiende sin ninguna explicación, se atrasa todo, la gente se comienza a fastidiar, y hay que reacomodar toda la agenda. En fin, no les aseguro que hago infinitos esfuerzos para no quejarme, pero hay cosas que me irritan porque con sólo bastaría una dosis de buena voluntad todos podríamos trabajar mejor, tanto los funcionarios como la prensa, en este caso puntual.
Este noviembre ha sido duro, y como he dicho alguna vez, la gente supone que el único tiempo que vale es el suyo. Por eso, uno debe soportar actos largos y aburridos, discursos redundantes y con bajadas de línea políticas que son muy burdas y evidente. No son más que un puñado de las tantas batallas que vamos librando día a día para llevar información.
Por supuesto que, cuando uno elige una profesión, puede arrepentirse o no, pero tiene que aceptar las "bases y condiciones". Uno siente una íntima satisfacción cuando ha hecho un buen trabajo, cuando consiguió una primicia, o simplemente cuando logró que un entrevistado hiciera una confesión imprevista en un reportaje que "a priori" no aportaba ningún atisbo de novedad.
Espero que esta semana traiga consigo la necesaria calma interior que uno necesita para no golpearse la cabeza contra la pared, y que las cosas fluyan naturalmente, sin tener que dar demasiadas vueltas sobre un mismo asunto, lo cual suele ser agotador y poco productivo.
Fuerza gente, que llega el lunes. Vamos a hacerle frente entre todos de la mejor manera posible, y el resto lo dirá el destino.
27 de noviembre de 2010
It's hard to be a saint in the city
Sábado por la madrugada. No acostumbro redactar "posts" a esta hora, pero temo que de lo contrario no tenga tiempo para actualizar el blog. La noche del viernes estuvo bien, entre una recorrida por "Viejo Lobo" y la visita casi obligada por El Bar de la Porteña. Todo transcurrió con normalidad, sin grandes pretensiones. De hecho, salí a tomar unas cervezas en la cálida noche del viernes por el mero hecho de distenderme un poco. Ya son las 2 AM del sábado y estoy de nuevo en casa, estamos a fin de mes y eso se nota en la calle. Hay poco movimiento, o mejor dicho, poca plata en el bolsillo. Es probable que en diciembre, a más tardar, los bares apliquen un nuevo "ajuste" en los precios de las bebibas, aprovechando que se viene el verano y que la inflación no da tregua.
Desde mi adolescencia comencé a salir los viernes y luego el sábado, pero no tuve una continuidad en ese hábito, ni tampoco me interesaba. Años después dejé de hacerlo porque tenía otros intereses que eran más prioritarios y ya me estaba hastiando el limitado circuito de lugares de esparcimiento que tiene. Hagamos la salvi, claro está, de que no soy el mismo de 10 años atrás y el sentido que uno le encuentra a determinadas cosas va cambiando a medida que pasa el tiempo. Si vamos al caso, la sociedad tampoco es la misma. Pero como suele decirse, todo pasa: los argentinos tenemos la capacidad de olvidarnos rápidamente de los malos tragos, aunque dudo de que ello sea precisamente una virtud. Está bien dar una vuelta de página, pero no de un modo caprichoso y antojadiza.
Disco recomendado del día: Charly García, "Parte de la Religión" (1987, Sony Music)
24 de noviembre de 2010
La virtud de la paciencia
Cuando uno está cansado de trabajar, al menos en mi caso, no consigo distenderme fácilmente y las cosas que me suelen provocar placer me aburren. Por ese motivo, no he escrito un nuevo post últimamente. Siempre que redacto algo para el blog, lo hago con una idea en la mente, que luego voy desarrollando y a veces termina saliendo un texto totalmente distinto al que imaginé cuando me senté frente a la pantalla a escribir.
Es que aquí, en Lobos, si un día cualquiera de la semana querés salir de las cuatro paredes de tu casa y hacer algo que te cambie el humor, es difícil. Los fines de semana siempre surge algún plan, aunque sea modesto, pero el resto de los días las opciones son pocas. Esta percepción es compartida con varias personas de mi edad con las que tuve oportunidad de hablar.
Me gustaría tener un fin de semana completamente al pedo, sólo para mí, y pasar 24 horas durmiendo si así lo quisiera. O ir a la Laguna por el sólo hecho de disfrutar la tranquildad de mirar el agua, conversar con los ocasionales pescadores, comer un asado en la Costanera, y saber que puedo pasar el día tomando un vino sin tener que pensar que a determinada hora tengo que volver.
Pero es entonces cuando me pongo a pensar: es lo que elegí. Vivir así es lo que elegí, porque soy periodista y en consecuencia si a un grupo de boludos se le ocurre hacer una conferencia de prensa un domingo a las tres de la tarde, hay que estar. Y escuchar, preguntar, desgrabar y redactar.
No voy a negar que la profesión brinda satisfacciones, que a veces me cuesta ver cuando sé que otro día más se me acaba de escapar como arena entre los dedos. Está bueno tener acceso a los hechos, a la información, y buscar un modo adecuado para transmitirla a la opinión pública.
Como le sucede a la mayoría de los asalariados, vivo el "día a día", y esa vorágine hace que pocas veces me haya ocupado de profundizar en esto. Pero cuando me pongo a pensar seriamente, me doy cuenta de que la gente cree que uno hace periodismo por hobby. Y esto no es así, es un laburo. Por supuesto, hay trabajos infinitamente peores a éste, que la gente no valora. Y esto es así porque nos acostumbramos a que los demás hagan las cosas por nosotros. Por ejemplo, para qué molestarse en generar menos basura, total van a pasar los recolectores a juntar las bolsas. O para qué tomarse el trabajo de cuidar el plato de comida, de usar un preservativo para prevenir embarazos y enfermedades, de mirar la vida como un camino con principio y fin. Reitero: siempre esperamos que los demás hagan cosas por nosotros, y no nos hacemos cargo de nuestras acciones.
Hay gente que se cree con derecho a todo por estar en una posición de privilegio, y los periodistas solemos ser víctimas del maltrato o de que nos descalifiquen. Pero, quizás, la secretaria de una oficina de seguros, de un estudio jurídico, o de lo que carajo sea, padezca lo mismo, no lo sé.
Pero si hay algo que tengo claro es que lo mejor de la vida no son los halagos, los aplausos y los premios. Sino el simple hecho de que el resto sepa que estás haciendo las cosas bien, y que uno mismo tenga esa convicción.
19 de noviembre de 2010
Los exitosos Pells en el recuerdo
Hola amigos, aquí estoy nuevamente con ustedes. Pasaron cuatro días desde mi último post, pero sinceramente tenía la sensación de que había transcurrido mucho tiempo más. De acuerdo con el software que me brinda las estadísticas de las visitas que recibo al blog y los textos más leídos, aquel que publiqué sobre "Los exitosos Pells" el 5 de diciembre de 2008 (hace casi dos años) superó todas las expectativas y es consultado casi todos los días por obra y gracia de la búsqueda en Google.
Debo decir que "Los exitosos Pells" fue la última telecomedia (o "tira") cuyos episodios seguí con genuino entusiasmo, porque me pareció que sin llegar a ser un producto superlativo si tenemos en cuenta la trama que se iba desarrollando, era una brisa de aire fresco en medio del tufo asfixiante de actores y mediáticos devenidos en bailarines que decoraron la pantalla de "Showmatch" en Canal 13. Creo que lo que más me exasperaba de Los exitosos pells era que no lo sentía como una producción auténticamente argentina. Los diálogos eran bastante neutros, se evitaban los modismos o palabras tan cotidianas en el habla coloquial como "boludo" o "forro", políticamente incorrectas.
Ello estaba sustentado, claro está, en la necesidad de vender el formato al exterior, hecho que finalmente se consumó con resultados notables, dado que en Chile y otros países la tira también salió al aire con personajes propios y algo de color local. Nunca hubiera imaginado que un post intrascendente, que redacté poco tiempo después del comienzo de la tira, sería uno de los más visitados de mi blog. Creo haber redactado textos de mayor análisis, profundidad y pensamiento crítico, pero si bien hubo gente que los leyó y los comentó, no tuvieron la repercusión que aquel que decidí escribir sobre "Los exitosos Pells". Sin lugar a dudas, fue el papel consagratorio para Carla Peterson, una actriz de una belleza sorprendente y que ya había demostrado sus condiciones para la comedia en "Lalola", por América TV.
15 de noviembre de 2010
Ese noviembre que suena a historia repetida
Hoy, lunes, me desperté para comenzar la semana sin el esfuerzo habitual que me provoca despabilarme y que mi mente comience a funcionar a pleno. Anoche me acosté temprano y supongo que eso habrá ayudado a que el eterno forcejeo por permancer en la cama hasta el último segundo posible antes de ir a trabajar no fuera tan traumático.
Nuevamente aparecen denuncias por presuntas coimas o favores a legisladores a cambio de votos, o de que se retiren del recinto para forzar una votación que beneficie al oficialismo, en este caso respecto al Presupuesto. Tengo la convicción de que este tipo de manejos miserables ha existido desde siempre, incluso antes del caso más recordado que fue por la Ley de Flexibilización Laboral durante el gobierno de la Alianza, aquella famosa "Banelco" según la cual el Gobierno compraba voluntades y se aseguraba votos de senadores que cambiaban sus convicciones por billetes.
Deberíamos pensar hasta dónde es capaz de llegar una persona, sea cual fuere su rol en la sociedad, si le ofrecen una buena suma de dinero para que haga algo que considera contrario a sus principios. Creo que nos llevaríamos una desagradable sorpresa. La necesidad tiene cara de hereje, suele decirse, pero nuestros diputados y senadores no parecer ser precisamente personas necesitadas, sino que gozan de sueldos o "dietas" mensuales que un trabajador de clase media no logra ganar en todo un año. Entonces, también podría hablarse de codicia. De ese deseo perverso por tener siempre más, por consolidar una posición dominante sustentada en la riqueza y en los privilegios derivados de ella. Ya hemos hablado desde este espacio de la concepción que cada uno de nosotros tiene del dinero y de cómo se comporta en función a la cantidad de guita que reciba, pero está además la ambición. Para ellos, los que tienen el poder, nunca parece ser suficiente. Tener plata es tener poder, y ejercerlo les provoca el placer de sentir que pueden disponer libremente del destino del resto, jugar con los sentimientos y las ilusiones de las masas, humillar públicamente a sus subordinados, y sentir una suerte de privilegio por acceder rápidamente a todo lo que al resto de la población le lleva una eternidad: documentos, pasaportes, visas, autos con chofer, pasajes gratis en avión si provienen de las provincias del Interior y tienen que sesionar en el Congreso, y podría seguir enumerando beneficios hasta el infinito.
Nosotros sólo recibimos las migajas de ese banquete, tenemos que someternos a que los diputados y senadores se levanten de buen humor y con un mínimo sentido común para que se dedidan a votar una Ley que contribuya a mejorar los ingresos y la calidad de vida de quienes los votaron. Más allá de que reciban coimas, "sobres", promesas de altos puestos en el Gobierno, o cualquier prebenda que se les ocurra pensar, si al menos hicieran algo, en lugar de brindarnos ese espectáculo patético y decadente por televisión, donde se los ve tomando café, hablando por celular, contando los votos en una planilla como cuando la maestra tomaba asistencia en clase, sin todo ello no sucediera, no nos sentiríamos tan ajenos a todo.
Pero vivimos como podemos, y sabemos que no podemos esperar nada de ellos, ni de los ministros, ni de los legisladores, porque están allí para hacer su juego, que consiste en enriquecer todo lo que sea posible, lucirse con arengas en favor de la Patria y de la sociedad en su conjunto (cuando las cámaras se encienden, claro está), y presentar proyectos de ley absolutamente inútiles e inviables que gozan del beneplácito de un grupo de obsecuentes, que nunca faltan, porque todo rey tiene a sus cortesanos para que el ego y la vanidad se mantengan incluso ante la evidencia de los hechos consumados.
Aprovecho la ocasión para comentarles que me cansé de bajar música, en principio porque he notado que las bandas que prometen un atisbo de novedad no son más que un reciclado de todo lo que se generó musicalmente en las décadas del '60 y '70. Desde luego, puedo hacer alguna excepción ante algún material que juzgue particularmente interesante. Pero mi bolsillo no está dispuesto a invertir en cosas que no me provocan la menor satisfacción. Y tampoco me voy a molestar en usar el Ares para descargar música que nunca voy a escuchar o que es producto de un entusiasmo efímero.
Para novedades, los clásicos: digamos de una vez por todas que Nirvana fue un fraude, lo mismo que Guns N' Roses, mal que les pese a algunos. Sin embargo, no voy a ser tan hipócrita como para negar que nunca los escuché. De hecho, reconozco que los GNR a mediados de los '90 escribieron algunas páginas notables. Escasas, pero notables al fin. Pero si hacemos uso del sentido común, no hace falta ser un erudito para pensar que dentro de 20 años, y estoy siendo generoso en el plazo, nadie se acordará de ellos. Los Beatles, Los Rolling Stones, Pink Floyd, Janis Joplin, Jimi Hendrix y nuestro compatriota Astor Piazzolla son inoxidables y resisten el paso del tiempo. Todos los pendejos que con natural entusiasmo se compran su primera guitarra para castigar al vecindario con sus rudimentarios acordes le deben buena parte de ese impulso por crear algo a los "próceres" de hace 40 años. Tal vez esté exagerando un poco o siendo algo cínico con las nuevas generaciones, pero ese es mi modo de ver las cosas. Punto final.
13 de noviembre de 2010
El precio de la carne
Si hay algo que genera preocupación es el aumento en el precio de los alimentos. Pero en particular, la atención se ha centrado en el precio de la carne, que supera holgadamente los 20 pesos el kilo en los cortes más modestos. Inclusive, un carnicero "vip" de la Recoleta obtuvo varios minutos de fama en Crónica TV por el dudoso mérito tener en su comercio el kilo de lomo a 95 pesos. Como suelo decir ante este tipo de situaciones: estamos en problemas.
La carne vacuna es el alimento por excelencia de los argentinos. Podemos alternar con otras carnes, como el pollo o el cerdo, pero no se puede quitar de la mesa familiar a un producto que ha permanecido por más de un siglo. Bifes, churrascos, milanesas, el asado de los domingos, o unas humildes hamburguesas caseras que resultan más sabrosas y genuinas que las de Mc Donald's parecen ser parte del pasado.
Y dado que no se puede prescindir de la comida, uno se ve obligado a recortar gastos. Y nos damos cuenta, con dolorosa certeza, de que nuestra capacidad de ahorro va reduciéndose cada vez más. El dinero que antes podíamos separar de nuestros gastos corrientes, y que guardábamos en el Banco o en algún cajón secreto de la casa, pasa a ser una suma que se incorpora a la economía doméstica y se aleja lentamente de la posibilidad de ser ahorrada para un fin determinado.
A todos nos gusta comprar un libro de vez en cuando, un disco, o disfrutar de una noche con amigos en un bar. Pero vemos cómo aquellas cosas que nos servían de refugio de la rutina y del tedio que padecemos diariamente, también se nos vuelven inaccesibles. Porque o nos ajustamos el cinturón y seguimos firmes en nuestra intención de ahorrar, o debemos echar mano a la plata que juntábamos ante cualquier eventualidad. Basta con revisar el ticket del supermercado o la factura de cualquier servicio para comprobar que los gastos que se han incrementado notablemente y que exceden cualquier previsión que podamos hacer. Parece ser que la inflación es un mal endémico de los argentinos, y que las decenas de Ministros de Economía que pasaron por el país con sus posgrados en Harvard bajo el brazo no hay podido resolver. La escalada de los precios resulta cada vez más evidente y el Gobierno, por más que intente negar o minizar el problema dibujando cifras irreales, no podrá revertir el ánimo popular, que viene bastante caldeado, porque la gente tolera la corrupción y los negocios espurios, pero si hay algo que no se banca es que le metan la mano en el bolsillo.
La carne vacuna es el alimento por excelencia de los argentinos. Podemos alternar con otras carnes, como el pollo o el cerdo, pero no se puede quitar de la mesa familiar a un producto que ha permanecido por más de un siglo. Bifes, churrascos, milanesas, el asado de los domingos, o unas humildes hamburguesas caseras que resultan más sabrosas y genuinas que las de Mc Donald's parecen ser parte del pasado.
Y dado que no se puede prescindir de la comida, uno se ve obligado a recortar gastos. Y nos damos cuenta, con dolorosa certeza, de que nuestra capacidad de ahorro va reduciéndose cada vez más. El dinero que antes podíamos separar de nuestros gastos corrientes, y que guardábamos en el Banco o en algún cajón secreto de la casa, pasa a ser una suma que se incorpora a la economía doméstica y se aleja lentamente de la posibilidad de ser ahorrada para un fin determinado.
A todos nos gusta comprar un libro de vez en cuando, un disco, o disfrutar de una noche con amigos en un bar. Pero vemos cómo aquellas cosas que nos servían de refugio de la rutina y del tedio que padecemos diariamente, también se nos vuelven inaccesibles. Porque o nos ajustamos el cinturón y seguimos firmes en nuestra intención de ahorrar, o debemos echar mano a la plata que juntábamos ante cualquier eventualidad. Basta con revisar el ticket del supermercado o la factura de cualquier servicio para comprobar que los gastos que se han incrementado notablemente y que exceden cualquier previsión que podamos hacer. Parece ser que la inflación es un mal endémico de los argentinos, y que las decenas de Ministros de Economía que pasaron por el país con sus posgrados en Harvard bajo el brazo no hay podido resolver. La escalada de los precios resulta cada vez más evidente y el Gobierno, por más que intente negar o minizar el problema dibujando cifras irreales, no podrá revertir el ánimo popular, que viene bastante caldeado, porque la gente tolera la corrupción y los negocios espurios, pero si hay algo que no se banca es que le metan la mano en el bolsillo.
9 de noviembre de 2010
Haciendo lo mejor posible
Aquí estoy, en esta fresca noche de martes, actualizando el blog. A medida que vamos arrancando las hojas del calendario y el año se termina, me voy sintiendo más cansado. El calor y la humedad me agobian, y este último fin de semana hubo que cubrir tantas actividades que no tuve respiro. Voy tratando de seguir, sin dejarme caer, y desde luego que no todo es padecimiento. Siempre hay un momento de distensión, ya sea disfrutando del almuerzo que prepara mi vieja y que para mí es mejor que el de cuales restaurante, o bien escuchando a The Pretenders antes de irme a dormir.
Es cierto que el ocio te mata, porque te conduce a la inacción y a la falta de incentivos. Pero también es bueno disfrutar de un fin de semana tranquilo, cosa que hace tiempo que no puedo hacer. Siento que se pasa demasiado rápido: cuando quiero acordar, es lunes otra vez. En realidad, no estoy descubriendo nada brillante, dado que la mayoría de la gente percibe lo mismo. A veces, uno quisiera que un día fuera diferente, tan sólo eso: que ocurra algo que nos sacuda un poco de la rutina, que nos movilice, y que nos motive a no bajar los brazos. Puede ser una buena noticia, un regalo inesperado, un reencuentro con alguien que hace mucho que no vemos, no lo sé. Cada uno tendrá en su mente distintas imágenes de lo que hacen que un día sea especial.
A veces quisiera administrar mejor mi escaso tiempo libre, pero nunca logro hacerlo. En parte, porque no me gusta la idea de pensar que tengo que armarme una "agenda" con las cosas que me gusta hacer. El periodismo no sabe de horarios ni de feriados: las noticias no se toman vacaciones y alguien tiene que cubrirlas y ponerlas a la consideración de los lectores.
No creo que mi profesión sea más especial que otras, pero es rigurosamente cierto que no tengo horarios preestablecidos, y esa es una de las premisas que acepté cuando decidí dedicarme a esto. Reniego mucho por eso, no lo voy a negar, pero creo que el periodismo es lo que mejor sé hacer y que probablemente, a esta altura de mi vida, no podría dedicarme a otra cosa y obtener un buen resultado.
Son pensamientos que me surgen este martes, tal vez mañana la realidad me sorprenda con hechos que cambien totalmente mi concepción de las cosas. Algo que sucede con más frecuencia de lo que pensamos, aunque no lo querramos ver.
Es cierto que el ocio te mata, porque te conduce a la inacción y a la falta de incentivos. Pero también es bueno disfrutar de un fin de semana tranquilo, cosa que hace tiempo que no puedo hacer. Siento que se pasa demasiado rápido: cuando quiero acordar, es lunes otra vez. En realidad, no estoy descubriendo nada brillante, dado que la mayoría de la gente percibe lo mismo. A veces, uno quisiera que un día fuera diferente, tan sólo eso: que ocurra algo que nos sacuda un poco de la rutina, que nos movilice, y que nos motive a no bajar los brazos. Puede ser una buena noticia, un regalo inesperado, un reencuentro con alguien que hace mucho que no vemos, no lo sé. Cada uno tendrá en su mente distintas imágenes de lo que hacen que un día sea especial.
A veces quisiera administrar mejor mi escaso tiempo libre, pero nunca logro hacerlo. En parte, porque no me gusta la idea de pensar que tengo que armarme una "agenda" con las cosas que me gusta hacer. El periodismo no sabe de horarios ni de feriados: las noticias no se toman vacaciones y alguien tiene que cubrirlas y ponerlas a la consideración de los lectores.
No creo que mi profesión sea más especial que otras, pero es rigurosamente cierto que no tengo horarios preestablecidos, y esa es una de las premisas que acepté cuando decidí dedicarme a esto. Reniego mucho por eso, no lo voy a negar, pero creo que el periodismo es lo que mejor sé hacer y que probablemente, a esta altura de mi vida, no podría dedicarme a otra cosa y obtener un buen resultado.
Son pensamientos que me surgen este martes, tal vez mañana la realidad me sorprenda con hechos que cambien totalmente mi concepción de las cosas. Algo que sucede con más frecuencia de lo que pensamos, aunque no lo querramos ver.
6 de noviembre de 2010
Bossa & Clarín
Sábado de agobiante calor, y con ganas de sentarse en la mesa de afuera de un bar tomando una cerveza, un café o lo que sea. Mañana es el Día del Canillita, motivo por el cual los kioscos de diarios y revistas permanecerán cerrados. En mi casa se acostumbra comprar los diarios los sábados, y la edición de hoy de "Clarín" trajo todos los suplementos de la edición dominical, incluida la revista. Y por enésima vez, me pongo a pensar en cuál será el futuro de los diarios impresos. ¿Tendrán alguna forma de reinventarse, desaparecerán, dejarán de ser diarios y se convertirán en semanarios? Para mí no es lo mismo tomar contacto con el diario en papel que leerlo por Internet. La lectura de un texto en el monitor provoca fatiga, y uno tiene esa sensación extraña de lo intangible. Las palabras están ahí, alojadas en el servidor de alguna computadora, pero no impresas. Hoy, hasta se ve como algo habitual que los chicos estudien leyendo directamente de la compu o del celular los apuntes de la faculta en formato PDF.
Ya no puedo recortar con la tijera una nota que me interesa conservar, y hacer un crucigrama por internet resulta por lo menos engorroso. Claro que, ocasionalmente, puedo guardar como un documento de Word una nota que haya aparecido en la edición online, pero la experiencia me dice que hubo un tiempo en que tenía miles de archivos de Word del New York Times en su mayoría, con artículos que me interesaba volver a leer, aunque muy pocos casos emprendí esa relectura.
El papel, por más que sea el de menor calidad, tiene el valor de lo perdurable. En la Web, es muy difícil que algo se sostenga en el tiempo, hay una constante mutación. Aparecen links que antes no estaban, galerías de fotos que no aportan demasiado, secciones orientadas a difundir los últimos avances en tecnología. Pura hojarasca. Ojalá que leer el diario se mantenga como un placer, y que los editores se esfuercen en ofrecer un producto periodístico de calidad, sin fotos gigantescas ni títulos tamaño catástrofe que suelen emplearse para llenar páginas cuando hay poco texto. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
3 de noviembre de 2010
El peligroso recurso de mantener una doctrina
Segundo post del día. Un miércoles con lluvias intermitentes y mucho calor, y un país donde todavía no está claro el escenario post-K. Si la intención del Gobierno es seguir adelante con el "modelo" como si nada hubiera sucedido, o acaso como un gesto de lealtad al líder fallecido, estamos en problemas. La mayoría piensa que un hecho tan lamentable como la muerte de K brindaría la oportunidad para que la Presidenta pueda ejercer su poder plenamente, asumir un espíritu componedor, mediar entre las partes, buscar el consenso. Pero quizás, tardíamente, nos estemos dando cuenta de que en realidad Cristina siempre fue tan confrontativa como Néstor, y que si bien ella no era la ideóloga de los enfrentamientos que propiciaba su marido, tampoco le disgustaba demasiado esa situación. Además, no sería extraño que se presente nuevamente como candidata en 2011 y que gane la elección por amplio margen. Todo es posible, al menos en esta parte del mundo.
No pasará mucho tiempo para que la Presidenta asuma el duelo, y así empezar a gobernar, delineando un perfil propio de gestión, que es lo que todos queremos. No me importa que se equivoque, que tenga desaciertos, pero que en todo caso éstas sean exclusiva responsabilidad de ella, y no de un tercero que tras bambalinas toma las decisiones yle va diciendo qué tiene que hacer. En estos momentos nadie sabe bien qué va a pasar, y lo más paradójico es que probablemente no ocurra nada trascendente y todo siga igual, de manera que se continuaría con una serie de políticas que promueven el verticalismo y la obediencia ciega a una figura central, el acatamiento irrestricto a los caprichos de quien detenta el poder, y la consolidación del clientelismo como forma de sumar votos. Por supuesto, esto no ha sido privativo del kirchnerismo. Porque para cualquier gobierno, los habitantes del país no son personas, sino votos. Boletas electorales dentro de un sobre que cada dos años se esconden en las fauces de una urna de cartón.
Tenía razón Roger Waters, cuando decía que no somos más que otro ladrillo en la pared. Lo peor es que la pared en cualquier momento parece derrumbarse, y el albañil ha resuelto tomarse vacaciones en Venezuela.
No pasará mucho tiempo para que la Presidenta asuma el duelo, y así empezar a gobernar, delineando un perfil propio de gestión, que es lo que todos queremos. No me importa que se equivoque, que tenga desaciertos, pero que en todo caso éstas sean exclusiva responsabilidad de ella, y no de un tercero que tras bambalinas toma las decisiones yle va diciendo qué tiene que hacer. En estos momentos nadie sabe bien qué va a pasar, y lo más paradójico es que probablemente no ocurra nada trascendente y todo siga igual, de manera que se continuaría con una serie de políticas que promueven el verticalismo y la obediencia ciega a una figura central, el acatamiento irrestricto a los caprichos de quien detenta el poder, y la consolidación del clientelismo como forma de sumar votos. Por supuesto, esto no ha sido privativo del kirchnerismo. Porque para cualquier gobierno, los habitantes del país no son personas, sino votos. Boletas electorales dentro de un sobre que cada dos años se esconden en las fauces de una urna de cartón.
Tenía razón Roger Waters, cuando decía que no somos más que otro ladrillo en la pared. Lo peor es que la pared en cualquier momento parece derrumbarse, y el albañil ha resuelto tomarse vacaciones en Venezuela.
Siguiendo en la ruta
Bueno, amigos, aquí tienen entre ustedes al primer post de noviembre, redactado a las apuradas porque recién terminé de almorzar y quiero descansar un poco antes de seguir trabajando. Como alguna vez he comentado, dormir la siesta resulta una tarea casi imposible para mí, en principio porque siempre me ha costado conciliar el sueño, más aún cuando no es de noche, excepto que esté muy cansado. Además, tampoco tendría tiempo para hacerlo.
Anoche empecé a revolver viejos discos y encontré dos de Jimi Hendrix ("Electric Ladyland" y "Are you experienced") que valdría la pena escuchar nuevamente. Aunque muchos no estén de acuerdo conmigo, debo decir que Jimi siempre me pareció un guitarrista virtuoso y desmesurado, que extrajo de su instrumento sonidos inusitados para la época, sin embargo no es un músico que me provoque placer escuchar asiduamente. Su muerte prematura, su legado, y el mito posterior, sentaron las bases para que nuevas generaciones de músicos intentaran adoptar o imitar su estilo. Si de guitarristas se trata, prefiero a Eric Clapton o Santana, pero cada uno fija sus preferencias en función de factores que van más allá de lo objetivo. Porque, aunque resulte obvio, preferir un hecho artístico por sobre otro implica una carga de subjetividad. Podemos discutir si tal músico es más talentoso que otro, pero a menudo el talento no resulta suficiente para seducir a las masas. El carisma, la personalidad sobre el escenario, y el deseo de trascender a partir de un hecho artístico son factores gravitantes.
En fin, en lugar de hacer filosofía barata o divagar sobre una cuestión de elecciones, me voy a descansar en la cama aunque sea un rato, tratando de mantenerme a salvo de los 26 grados de temperatura que nos obsequió en la mañana de hoy esta primavera que no deja de sorprendernos con la sucesión de sol, calor, humedad, y aguaceros.
Anoche empecé a revolver viejos discos y encontré dos de Jimi Hendrix ("Electric Ladyland" y "Are you experienced") que valdría la pena escuchar nuevamente. Aunque muchos no estén de acuerdo conmigo, debo decir que Jimi siempre me pareció un guitarrista virtuoso y desmesurado, que extrajo de su instrumento sonidos inusitados para la época, sin embargo no es un músico que me provoque placer escuchar asiduamente. Su muerte prematura, su legado, y el mito posterior, sentaron las bases para que nuevas generaciones de músicos intentaran adoptar o imitar su estilo. Si de guitarristas se trata, prefiero a Eric Clapton o Santana, pero cada uno fija sus preferencias en función de factores que van más allá de lo objetivo. Porque, aunque resulte obvio, preferir un hecho artístico por sobre otro implica una carga de subjetividad. Podemos discutir si tal músico es más talentoso que otro, pero a menudo el talento no resulta suficiente para seducir a las masas. El carisma, la personalidad sobre el escenario, y el deseo de trascender a partir de un hecho artístico son factores gravitantes.
En fin, en lugar de hacer filosofía barata o divagar sobre una cuestión de elecciones, me voy a descansar en la cama aunque sea un rato, tratando de mantenerme a salvo de los 26 grados de temperatura que nos obsequió en la mañana de hoy esta primavera que no deja de sorprendernos con la sucesión de sol, calor, humedad, y aguaceros.
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Permiso para dudar
Me fastidia la gente que acepta mansamente todo lo que le dicen sin atreverse a cuestionar nada. No se permiten ejercer la capacidad de du...
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El gobierno exageró alevosamente el diagnóstico para justificar el despojo. La Ley Bases que se encaminan a aprobar no hace más que trazar...
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Que si se disculpa, que si no… Que uno saca al embajador, el otro lo deja… Todas estas idas y vueltas entre Milei y el presidente de Españ...
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Cada uno alcanza la felicidad a su modo. Son episodios fugaces que nos otorga la vida y que hay que aprender a disfrutarlos, a degustarlos...