Nuevamente,
nuestros concejales han protagonizado un lamentable espectáculo al enfrentarse
con duros epítetos y con amenazas de agresión física. No han sido todos,
afortunadamente, pero las chicanas y los pases de factura están a la orden del
día. No se ocupan por legislar como debería ser, sino por defender posiciones
personales. En algunas ciudades vecinas, como Navarro, las sesiones son
televisadas, y en esos casos los ediles que cuidan un poco más porque saben que
están expuestos. Pero acá se sesiona entre gallos y medianoche ante la
indiferencia del común de la gente, que tiene demasiados asuntos en qué pensar
antes que presenciar una discusión estéril entre dos concejales de distintas
bancadas. Lo que es evidente, es que no fueron elegidos por el voto para dar vergüenza.
Llegó el momento
de ponerle freno a esto, porque de lo contrario se va a empezar a tomar como
una conducta natural de nuestros representantes. Para más de uno, cobrar una
dieta todos los meses y estar 4 años significa un buen negocio, no una vocación
cívica. Sería bueno saber cuántos estarían dispuestos a ser concejales
ad-honorem, sin percibir ningún beneficio económico. Todo me hace pensar que no
habría muchos voluntarios. Hay un reglamento que cumplir, aquel legislador que
llega tarde o se ausenta sin aviso debe ser sancionado, y lo mismo criterio
debe adoptarse para el que asume una actitud agresiva hacia un par. El
oficialismo siempre suele ser funcional al Ejecutivo para aprobar los proyectos
de ordenanza que éste eleva para su tratamiento. La oposición no siempre asume
ese rol. O se oponen a todo porque sí, o hacen la vista gorda cuando deberían
auditar y controlar los recursos públicos.
Cuando se vota el
presupuesto, generalmente suele ser aprobado por mayoría. Lo que pasa es que el
oficialismo puede ostentar una mayoría circunstancial, pero la composición de
los bloques va cambiando cada nueva elección como un tablero de ajedrez. Así
como en su momento hubo bancas para el Frente Renovador por el efecto arrastre
de la boleta, ahora también hay un legislador de LLA. Lo más probable es que
permanezca cuatro años sin pena ni gloria y luego pase prontamente al olvido. A
nadie le importará lo que hizo ni lo que hará. El tiempo es un efecto fugaz,
decía Fito Páez. Y tenía razón. Porque en ese afán de protagonismo, algunos son
capaces de utilizar un estrado como tribuna de fútbol, una actitud inaceptable
y que merece el repudio de toda la sociedad que puso a esos ediles en el sitial
que ostentan actualmente. Puede haber opiniones diversas, pero siempre en un
marco de respeto. Si después de la sesión quieren seguir discutiendo en la
calle, son libres de hacerlo. Llegamos entonces a las siguientes conclusiones:
1) Fueron elegidos por el voto, 2) Les pagan un sueldo, 3) No hay ninguna
sanción para el que llega tarde o no se presenta a sesionar. Con esos tres
puntos estoy diciendo suficiente. Quienes ser comportan como guapos de barrio no contribuyen a jerarquizar la función pública, sino que la denigran. El resto queda a consideración de los
lectores. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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