5 de julio de 2024

La pantalla de TV

 

La semana transcurrió tranquila. Me hacía falta un poco de serenidad luego de varios períodos previos en los que me sentía alterado por una cosa o por otra. Pude cumplir con mi trabajo, y creo que lo hice razonablemente bien. Grabé el programa de televisión y quedé bastante satisfecho con el resultado. No sólo eso: También es reconfortante que los vecinos que uno invita a participar muestren predisposición para concurrir al estudio y ser parte de este ciclo de entrevistas que ya lleva 5 años consecutivos en el aire. Siempre, en todos los órdenes, es un punto a favor que los hechos se den naturalmente.

Han pasado por el programa tantos lobenses, tantas historias…. La verdad es que no puedo nombrar a uno en particular porque caería en una omisión injusta. Pero sí me tocaron fuerte los testimonios de Elu Reyes, por ejemplo, que estuvo al borde de la muerte por el COVID y pudo recuperarse favorablemente. O el veterano de Malvinas Ricardo Guette, quien relató en primera persona lo que significa convivir con el recuerdo cotidiano de la guerra. O Carlitos Olcese, la joven promesa del boxeo local, que se entrena con mucho sacrificio y dedicación para representar a su pueblo de la mejor manera. Qué contradicción: Dije que no iba a mencionar a nadie y me surgieron aleatoriamente los nombres de tres vecinos que me dejaron huella.

Hubo, y habrá, espacio para la actualidad política. La premisa es que los invitados se sientan a gusto, pero soy consciente de que algunos se han incomodado ante una pregunta determinada. Por otra parte, yo los invito a la entrevista, pero si no tienen en claro qué es lo que van a decir, prefiero que no vayan. Tenemos que cumplir 45 minutos de programa, y no está como para responder monosilábicamente.

Lo concreto es que- aun siendo crítico- yo nunca le falté el respeto a nadie, todas las intervenciones de parte mía se hicieron con altura, por respeto a ellos mismos y al público. Y sobre esto último, se habrán dado cuenta de que yo soy bastante tímido para hablar en público, caigo presa del nerviosismo. En el estudio es diferente porque yo no veo a los casi 10.000 abonados que tiene la señal de cable, somos dos personas en el piso, un monitor, y otra persona para la edición y puesta en el aire. Hay muchos que pagarían por contar con un espacio en la tele, y yo lo tengo desde hace años, creo que me gané un lugar, que sumé experiencia, y eso no quiere decir dormirse en los laureles. Me queda mucho camino por delante, mucho por corregir y por mejorar. Como vivimos en un pueblo chico, en principal capital que uno puede ofrecer es ser auténtico, y yo me comporto de esa manera. Si me equivoco o me trabo al hablar, soy yo. Si por esas cosas del azar me sale un programa brillante, también soy yo. No me creo más que nadie ni peco de falsa modestia. Me molestan los halagos que considero inmerecidos, pero si son sinceros, mi actitud hacia esa persona nunca deja de ser la gratitud.

El próximo paso será hacer radio, no sé cuándo ni cómo, porque no quiero tener que pagar un espacio sino que sea autosustentable. Que se pueda solventar con avisos publicitarios. Pero la calle está dura, no es el momento más apropiado para conseguir sponsors, y pienso que para eso habrá que esperar. Además, si bien tengo una idea general de cómo sería el formato que pretendo instalar, habría que pulir varios detalles. Vivir de esta profesión no es fácil, pese a que uno estudió y recibió una formación. Eso sucede porque están aquellos que no contribuyen a jerarquizarla, y que no viene al caso mencionar. Ni siquiera son malos vecinos, sino que hacen las cosas “así nomás”, y eso se nota. Cuando me agarra el bajón o no me siento en la disposición de escribir, prefiero limitarme a lo básico antes de emprender un texto más elaborado, porque en tal caso el resultado final dejaría mucho que desear. Nos estamos viendo pronto, amigos. Punto final.

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