Ultimo día del
mes. Llega a su fin un ciclo fructífero en el plano personal. Sigo buscando mi mejor versión, con la diferencia de que ahora soy consciente
de que puedo lograrlo. Voy a dedicar el próximo período a trabajar con más ahínco.
Sé que nunca bajé los brazos ni me dormí en los laureles, pero no es eso lo que
pretendo expresar. Es cuestión de brindar un material que a los lectores les
interese desde que leen el titular hasta el final de la nota. Como es lógico
suponer, hubo días en los que no abundaron las actividades para cubrir, pienso
yo que habrá sido por las vacaciones de invierno. Pero en la vida hay un tiempo
para cada cosa. Hay etapas de prosperidad y otras de escasez. Hay épocas en que
no te alcanzan las horas para cumplir con todo, y otras en las que sentís que
el ocio te está carcomiendo. No me llevo bien con el tiempo que debería ser
destinado al descanso, porque me aburro y me empiezo a fastidiar conmigo mismo.
Lo que resta del año estará focalizado en afianzar lo que hice en los meses previos. El contexto político actual no favorece el disenso ni el debate, pero yo no me voy a quedar callado y sumiso. Voy a seguir gritando mi verdad aunque a algunos no les guste.
Quizás no
me he dado cuenta de que hice bastante más de lo que puedo apreciar. He
surfeado varias olas y no he naufragado. Pude darle continuidad al programa de
TV, que ya va por su quinta temporada en el aire. Estoy capacitándome para
disponer de mejores herramientas mirando el futuro. Sin embargo, trato de darle
vida a mis sueños desde un lugar que esté despojado de lo utópico. Vivo el aquí
y el ahora. Es todo lo que tengo, porque no me parece útil planificar en
exceso. Me quedo con lo bueno que he podido hacer, la verdad es que tendría que
rebobinar la cinta y ver con qué expectativas arranqué enero. Si puedo sentirme
más a gusto con lo que hago y ponerlo en valor, será un logro importante. Ya me
he lamentado lo suficiente de aquello que no conseguí concretar así que no voy
a dilapidar ni un minuto más en eso.
Debo decir que a
veces me he visto superado por la realidad, al sentir que no tenía las armas
para poder enfrentarla. A todos nos pasa. La vida nos pone a prueba
constantemente. Intento no pensar en aquellas cosas que me hacen mal y que no aportan
nada constructivo. Y es difícil, porque le mente adopta la forma de un caballo
desbocado, no sabés hacia dónde te va a llevar, ni en qué lugar te va a dejar.
Hay que aprender a dominarla, a no dejar que nada nos perturbe más allá de lo
razonable. Cuando una preocupación es genuina, hay que darle la importancia que
amerita, ni más ni menos. Recordaré este 2024 como un año que me puso a prueba en muchos aspectos, pero que despertó en mí la decisión de dar vuelta de página y
de seguir adelante.
Lo que ocurre es
que el paso del tiempo a menudo nos paraliza. Se nos vienen los años encima
y es lógico que nos sintamos frustrados al comprobar que el pescado sigue sin
venderse. Pero nada es tan terrible. Todos hemos hecho algo para mejorar, en
mayor o menor medida, aunque no tengamos conciencia de ello. El pensamiento y
la acción deben ser aliados en la mayoría de los casos. Cuando esos dos actúan
en conjunto, todo fluye de la mejor manera. Si hay un desfasaje, comienzan los
problemas.
No vale la pena
discutir con gente que no suma, no surge nada rescatable de eso. Hay estúpidos
en cualquier ámbito, y no por ello vamos a empezar a insultarnos, menos aún si
se trata de personas con las que no tenemos ninguna afinidad. No vale la pena
perder el tiempo, y repito la palabra “tiempo” todas las veces que sea
necesario a falta de un sinónimo adecuado. Algunos deberían caminar más la
calle antes de opinar sin fundamento, o de mirar la paja en el ojo ajeno. Dicen
que sentirse bien es una elección, y yo no estoy completamente convencido de
esa afirmación, porque nadie elige voluntariamente sufrir o transitar por
momentos de zozobra. Son las dos caras de la misma moneda: Necesitamos pasar
por instancias difíciles para comprender que el malestar y la incomodidad son
transitorios. La insatisfacción también. Todo pasa, es posible que vuelva, pero
nadie que baña dos veces en el mismo río, y cuando nos toque otra mala racha,
la miraremos como un viejo conocido que nos disgusta, un pariente que se cuela
en la mesa familiar sin que nadie lo invite. Es horrible, pero ya lo conocemos.
También eso pasará.
Todo está por
verse. El futuro es una hoja en blanco, y es lo que le otorga su faz
maravillosa, ya que escribir nuestro destino implica toparse con lo
imprevisible. No es verdad que el éxito o el fracaso dependa exclusivamente de
nosotros, pero no por eso vas a quedarte esperando en el zaguán. Las personas
que no demuestran el mínimo atisbo por renovarse, serán
siempre espectadores, nunca protagonistas de nada. Esos sí que nunca van a surfear en ninguna ola. Nos estamos viendo pronto.
Punto final.
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