Los meses se
pasaron volando. Iniciamos agosto con expectativas renovadas, con un clima más
cálido, con el frío que dice adiós. Un espacio para barajar y dar de nuevo.
Para ilusionarse con el día a día. Para pensar que podemos ser mejores en todo
sentido.
La actualidad
política que marca la agenda cotidiana nos llena de desazón, de asombro e
impotencia. Pero yo no puedo evitar que eso siga ocurriendo. Lo que hagan
nuestros dirigentes nos afecta directamente y nos coloca en una posición
incómoda, como si fuéramos los súdbitos de un monarca demente. No se puede
esperar nada de este Gobierno: Quizás algún día consigan estabilizar la
economía, no lo sé. A corto plazo, es poco probable que eso pase, porque este
mes nos recibió con un aumento en los combustibles y en los servicios públicos.
Para mantener el subsidio y la tarifa social, hay que hacer innumerables
trámites, llenando un formulario por Internet, declarando los ingresos de
quienes viven en el hogar, abundante información personal que uno no sabe
adónde va a ir a parar, porque muchos declararán que perciben una suma exigua
para calificar dentro de los requisitos. Es lógico suponer que haya una escala
para que no sean beneficiarios aquellos que ganan por encima del tope
establecido. Pero tener un auto no es un lujo, para muchos es una necesidad disponer
de un medio de transporte propio.
Si nos ponemos a analizar el discurso de Milei días atrás en la Sociedad Rural, veremos que colmó de elogios a los grandes terratenientes, los tildó de “héroes”, machacó una vez más en su diatriba contra el socialismo, pero lo más curioso es que defendió el modelo agroexportador del siglo XIX. Argentina está destinada, por decisión de quienes nos gobiernan, a ser un país que continúe exportando cereales y carne e importando todo tipo de basura entre lo que se consideran bienes de capital. El proceso de sustitución de importaciones lleva tiempo, pero es la senda que el país debe transitar para fortalecer la industria manufacturera y no continuar trayendo cualquier bazofia de afuera. Hay que fomentar el desarrollo tecnológico, soñar con un Silicon Valley argentino, como lo está haciendo Brasil con una vasta porción de su territorio que elegió para la radicación de fábricas que les generan otro posicionamiento dentro de las economías de la región.
La retórica de quienes ejercen el poder en nuestro país
es enfermiza. Desde que asumió Milei, fueron despedidos alrededor de 50
funcionarios de primera y segunda línea, por osar disentir con algunos
postulados del oficialismo. Es la eterna puja entre halcones y palomas.
Bullrich, que fue denostada y humillada por el presidente durante la campaña,
ahora se transformó en uno de los halcones de esta gestión. Pero como dije
antes, yo no voy a dejar que este rompecabezas me afecte el humor, porque el
año que viene hay elecciones otra vez y todo parece indicar que el oficialismo
recibirá una paliza ejemplar, que servirá para volver a poner las cosas en su
lugar y evitar que en el Congreso sigan creyéndose con derecho a todo.
Seguir
priorizando la agenda internacional con posicionamientos dudosos cuando en el plano doméstico hace agua por todos lados, en una muestra más de la vocación de Milei
por castigar a países que históricamente fueron aliados de la Argentina, y con
los cuales hemos sabido mantener relaciones respetuosas. Que sean populistas o
de izquierda no debe ser impedimento para preservar un vínculo cordial con esas
naciones que permita salvar esas diferencias y establecer acuerdos comerciales.
De lo contrario, habrá varios frentes abiertos y los mercados que tiene el país
en el comercio exterior se reducirán considerablemente. Este último párrafo
daría lugar a un análisis más profundo, que sin lugar a duda abordaré en lo
sucesivo. Nos estamos viendo pronto, y a no aflojar. Punto final.
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