Concluyó el fin de semana. Tiempo propicio para recoger lo sembrado. Para trabajar todo lo que
sea posible y reconsiderar aquello que no nos salió bien. Y por sobre todas las
cosas, no claudicar en la vocación de esclarecer ante aquello que divide a la sociedad
y que da lugar a conclusiones simplistas.
El título de este posteo alude a la película de Pino Solanas sobre la década del '90. Pero yo lo traigo a colación para referirme al contexto político actual, que presenta varias similitudes. La diferencia es que quedan menos bienes públicos que se puedan privatizar.
El año pasado,
para esta fecha, yo estaba inmerso en el fragor de la campaña electoral.
Económicamente podría decirse que me sirvió, porque había mucho en juego, la
continuidad de un modelo. El contraste con este 2024 es muy significativo. La
sensación es que como ya se votó, lo que decidió la mayoría debe estar
despojado de una mirada crítica, lo cual es muy peligroso. Siempre digo que lo
que se dirima cada dos años merece ser revisado y analizado en el tiempo
presente todas las veces que resulte necesario. Quienes nos gobiernan en el
orden nacional no han logrado resolver las cuestiones de fondo que generan
preocupación e inquietud en la ciudadanía.
Nadie puede
negarme esto: Llegaron con el verso de levantar el cepo y dolarizar, y esas
medidas parecen cada vez más lejos de implementarse. Desde la teoría todo
parece fácil, pero cuando debés tomar decisiones que afectan la vida de
millones de personas, hay que caminar con pies de plomo. Lo que antes era una
decantación natural ahora aparece como inviable. Milei y sus acólitos no saben
gobernar o al menos no lo han demostrado hasta ahora. Poner a gente sin
experiencia para manejar la política exterior de un país es profundamente
nocivo para las relaciones bilaterales. Las jubilaciones siguen siendo una
miseria desde tiempos inmemoriales. No serán populistas, pero sí expertos en
lograr que la gente apruebe un ajuste que encima no trae visos de prosperidad
cuando ese proceso finalice. El consumo cayó 9 % en el último mes y está en los
niveles más bajos desde la pandemia. Los sueldos están lejos de ganarle a la
inflación. Obviamente, las monedas no sirven para nada, excepto para fundirlas
y aprovechar el metal. Los derechos humanos básicos son pisoteados día a día.
La única posibilidad de éxito está atada al resultado del plan económico, que
hasta ahora no ha dado ninguna señal de augurar un desenlace provechoso.
Antes de manifestar mi desacuerdo con este modelo, esperé un tiempo prudencial desde que asumieron la gestión. Y así fue como no vi nada en beneficio de los que menos tienen, sigo sin verlo ahora. Han transcurrido 9 meses y todo se va complicando. Habrá gente que estará dispuesta a bancarse este sufrimiento y malaria con la expectativa de que es un mal necesario para estar mejor, pero permítanme dudar de que esa lógica sea la correcta. Cualquiera que va al supermercado sabe que la plata no vale nada, que no alcanzan los ingresos para cubrir los costos de la canasta básica.
Sería falso afirmar que antes no era así, que no estábamos mal. Pero por lo
menos había determinados productos que estaban bajo un acuerdo de precios, y a
los cuales sí se podía acceder. Me refiero a precios cuidados, que muchos
denostaban o se burlaban porque lo hacían desde la comodidad de la panza llena.
Comer un asado hoy sale mucha guita, y ni hablar de ir a una parrilla o un
restaurante. Con el “plan motosierra”, están destruyendo sistemáticamente
puestos de trabajo, no sólo de la administración pública, sino también del
sector privado. Al caer las ventas, las empresas tienen personal al cual
suspenden o cesantean temporalmente. Como sucede con las automotrices.
Sturzengger y los suyos son los responsables de esta desregulación brutal donde impera la lógica del mercado. Sumado a sus cómplices mediáticos: Los Majul, los Jonatan Viale, los Trebucq y otros especímenes más que frecuentan la pantalla de LN+ y de TN. El Presidente no considera periodismo de calidad a quienes piensan distinto que él. Y lo expresa en ese tono desde Twitter (hoy X).
Que se haya votado
“esto”, no exime de efectuar cuestionamientos a quienes no comulgamos con la
actual gestión. Si yo viera que la calidad de vida de la gente mejora, sería el
primero en destacar ese logro. No me interesa quién lo consiga, lo que sí es
evidente es que es un paso necesario para recuperar el círculo virtuoso de la
vapuleada economía. Lamentablemente, a medida que pasa el tiempo, ello no hace
más que confirmar que el estancamiento continúa. O más que estancamiento, es un
pronunciado declive que no se sabe hasta dónde llegará, porque varios sectores
ya han tocado fondo. Si el camino a transitar tiene forma de “V”, hasta el
momento seguimos sumergidos en la parte más profunda del abecedario. Sólo nos
queda la esperanza de que nuestros legisladores no avalen la sanción de
normativas que constituyen un nuevo saqueo hacia los trabajadores. Nos estamos
viendo pronto. Punto final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario