Probablemente
éste sea uno de los últimos posteos que haga este mes. Estaba pensando que la
virtud de los grandes escritores radica en describir paisajes, estados de
ánimo, lugares, con sorprendente naturalidad. A mí me cuesta ser espontáneo,
quizás en una conversación con alguien desconocido también se note cierta
incomodidad, pero en menor medida. Siempre hay cosas que uno se guarda para sí
mismo. Todos tenemos un lado oscuro, pero esa oscuridad no es sinónimo de
maldad o perversidad, es un recurso al cual apelamos para preservar nuestra
intimidad. Este blog se ha ido construyendo de mis percepciones sobre la vida
diaria, de la actualidad, y de las nuevas tendencias que fueron surgiendo.
Yo no podría
afirmar qué tan lejos o tan cerca estoy de darle contenido genuino a este
espacio, pienso que eso lo dirán los lectores. La política o la economía sólo
me interesan cuando afectan mi bolsillo, al igual que a muchos de ustedes. De
lo que estoy seguro es que habiendo escrito aquí casi 20 años, se hace más
difícil plantear enfoques novedosos y atractivos sobre lo que nos toca vivir.
Es más, creo que voy a borrar varias de las notas que escribí en el primer año
porque no me siento representado por ellas, me parecen que están hablando de
otra persona que no soy yo. Básicamente, en la post-adolescencia vivía con
menos preocupaciones y podía dedicarme a redactar textos de otro tenor.
A menudo, nuestra
vida se parece bastante a un enjambre de senderos que, llegado un punto, se
bifurcan, pero que no van a ninguna parte. Hay que construir el tramo que
falta, como esas rutas de Santa Cruz que dejaron a medio terminar o con un
camino de ripio. Podemos elegir el camino que queramos, pero una vez que
llegamos a un punto determinado ya no se puede volver atrás. O tal vez sí, pero tendrás que empezar de cero. Porque en realidad, aquello que no
transitamos ya lo está haciendo otro. Eligió lo que nosotros desestimamos.
Como ser medianamente sociable que soy, comparto lo que me sucede con otras personas, tratando de no agobiar a mi interlocutor. Cada día me convenzo más de que la apatía y el no saber qué estamos haciendo de nuestras vidas es un común denominador. Estamos demasiado ocupados intentando remarla día a día como para hacernos planteos metafísicos. El que tiene un trabajo se aferra a los mendrugos conseguidos tras varios años de laboriosa antigüedad y hace lo imposible por mantenerlos, a expensas del jefe que te maltrata impunemente abusándose de su posición jerárquica. Yo soy autónomo, no laburo más en relación de dependencia, o como se decía antes, bajo patrón. Pero también pasé por esas instancias.
El que no tiene
trabajo, lucha por conseguirlo, obviamente, y ello hace que mire la vida desde
un costado. Siente que se le escapa el tren, que no llega a alcanzarlo. El
nivel de agresividad, de locura, de intolerancia que hay en la calle puede
atribuirse a diversos factores. La compulsa por ganarse un lugar, por
asegurarse un porvenir sin importar quién se nos cruce por delante, es uno de
ellos.
Cuando cruzamos de calle para no encontrarnos
al vecino al que antes saludábamos con bastante cortesía, cuando esquivamos la
mirada pretextando que estamos apurados, estamos evidenciando nuestra
incapacidad para abstraernos de lo que nos agobia y detenernos a pensar en lo
que realmente tiene valor. En lo perdurable, en lo que va más allá de un mero
deleite de los sentidos. Basta detenerse unos instantes a observar los gestos
serios y adustos de los ocasionales transeúntes. Esto es síntoma de una
sociedad en la cual lo que nos divide es la pertenencia a tal o cual partido
político, nuestra afición a tal o cual club de fútbol, y la lista sigue... Este
cuadro de situación nos hace vivir cada vez más alienados, cada vez más
encerrados en los círculos íntimos (familia, amigos, un puñado de buenos conocidos
y malos por conocer).
La idea de las
autopistas que se cruzan entre sí no es casual. Es cierto que podría haber
buscado una idea mejor para introducir este texto, o más referencial, pero es
una imagen que me parece válida. Esos caminos, que no sabemos si nos llevarán a
un destino cierto, son los que seguimos recorriendo para darle un sentido a
nuestro presente. Hay que evitar la crítica sistemática sin emprender ninguna
acción concreta. Ya me cansé de criticar a los demás sin mirar lo que yo soy y
lo que tengo para ofrecer. Es muy fácil poner el ojo en la paja ajena, y
tampoco sirve para nada. Este sitio, con sus limitaciones, es un intento de
crear algo diferente. Sobrevive con no pocas dificultades, derivadas no de
cuestiones presupuestarias, sino de disponibilidad horaria. Casi todos los
anónimos escribientes que hacemos este blog tenemos otras ocupaciones, y
procuramos compatibilizarlas de la mejor manera posible.
Hay personas que
han defendido sus ideas caiga quien caiga y han pagado con su vida el precio de
mantener en alto sus ideales. Y esto no es una fantasía o el argumento de una
mala película, es algo que ocurrió y seguirá ocurriendo mientras tengamos a
nuestro alcance un medio para difundir esas ideas. Algunos son próceres, otros
héroes, otros anónimos.
A veces no se
trata más que de un germen, que tardará varios meses en convertirse en algo
apreciable. El trabajo silencioso, sin estridencias, es quizá la mejor receta
para quien quiera alcanzar el éxito y lograr que su voz sea escuchada en una
sociedad que tiene a un creciente individualismo.
Modificar la
realidad es una pretensión que todos sabemos inalcanzable, a menos que ocupemos
cargos dirigenciales y que tengamos el poder derivado de un patrimonio con
varios ceros a nuestro favor. La democracia que tenemos es no participativa,
excepción hecha por la obligación de emitir el voto cada dos años.
Existe un
importante segmento de lectores que consume libros de autoayuda y publicaciones
que instan a superarse, pero nada es más cierto que el consejo de un amigo, un
familiar, o de un profesional. No reniego de este tipo de textos, los hay muy
buenos y motivadores, pero la vida es otra cosa. No se puede resumir en unas
páginas impresas.
Diseñar este
blog, corregir los posteos, “pulirlos” para que transmitan un mensaje que se
comprensible y claro, es tarea ardua. Considero que todo lo aquí publicado
puede ser tenido en cuenta o no. No puedo ni quiero indagar en la calidad del
mismo, eso deberán juzgarlo los lectores. Aún los textos breves, fueron
trabajados y concebidos en función de ser publicados en este sitio.
A todos lo que
hacen que este espacio tenga sentido, les agradezco de corazón. Seguiré adelante con
esto, ya no por inclinaciones egocéntricas, sino por el deseo de poner en
consideración de ustedes un modo de entender la vida que quizá compartamos.
Ojalá alguien
comprenda que el progreso de un pueblo es fruto de la unión de una
multiplicidad de variables, para evitar así la excesiva conformidad que nos
llevó a pensar que una calle pavimentada o la reparación de alumbrado público son indicadores
de prosperidad.
Es interesante,
por otra parte, conversar con quienes nos visitan desde otras localidades y
darnos cuenta de que Lobos no es el ombligo del mundo, de que no somos tan
buena gente como suponemos, y de que somos un pueblo más de los tantos que
abundan en la vasta geografía bonaerense. No tenemos ningún atributo que nos
haga especiales, excepción hecha de la Laguna, que se encuentra sumida en una
polémica como consecuencia de las deficientes políticas que se han adoptado
para fomentar el turismo, cobrando el uso de mesas y parrillas a valores que no
son accesibles. Pero ya es suficiente por hoy. Lo que yo digo lo podrán
comprobar ustedes mismos, y llegado el caso podrán refutarme. Sea como fuere,
sigue siendo valioso promover el debate y que las opiniones sean con total
libertad, dentro de los límites que impone el respeto. Nos estamos viendo
pronto. Punto final.
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