26 de agosto de 2024

Últimas páginas del mes

 

Probablemente éste sea uno de los últimos posteos que haga este mes. Estaba pensando que la virtud de los grandes escritores radica en describir paisajes, estados de ánimo, lugares, con sorprendente naturalidad. A mí me cuesta ser espontáneo, quizás en una conversación con alguien desconocido también se note cierta incomodidad, pero en menor medida. Siempre hay cosas que uno se guarda para sí mismo. Todos tenemos un lado oscuro, pero esa oscuridad no es sinónimo de maldad o perversidad, es un recurso al cual apelamos para preservar nuestra intimidad. Este blog se ha ido construyendo de mis percepciones sobre la vida diaria, de la actualidad, y de las nuevas tendencias que fueron surgiendo.

 

Yo no podría afirmar qué tan lejos o tan cerca estoy de darle contenido genuino a este espacio, pienso que eso lo dirán los lectores. La política o la economía sólo me interesan cuando afectan mi bolsillo, al igual que a muchos de ustedes. De lo que estoy seguro es que habiendo escrito aquí casi 20 años, se hace más difícil plantear enfoques novedosos y atractivos sobre lo que nos toca vivir. Es más, creo que voy a borrar varias de las notas que escribí en el primer año porque no me siento representado por ellas, me parecen que están hablando de otra persona que no soy yo. Básicamente, en la post-adolescencia vivía con menos preocupaciones y podía dedicarme a redactar textos de otro tenor.


A menudo, nuestra vida se parece bastante a un enjambre de senderos que, llegado un punto, se bifurcan, pero que no van a ninguna parte. Hay que construir el tramo que falta, como esas rutas de Santa Cruz que dejaron a medio terminar o con un camino de ripio. Podemos elegir el camino que queramos, pero una vez que llegamos a un punto determinado ya no se puede volver atrás. O tal vez sí, pero tendrás que empezar de cero. Porque en realidad, aquello que no transitamos ya lo está haciendo otro. Eligió lo que nosotros desestimamos.


Como ser medianamente sociable que soy, comparto lo que me sucede con otras personas, tratando de no agobiar a mi interlocutor. Cada día me convenzo más de que la apatía y el no saber qué estamos haciendo de nuestras vidas es un común denominador. Estamos demasiado ocupados intentando remarla día a día como para hacernos planteos metafísicos. El que tiene un trabajo se aferra a los mendrugos conseguidos tras varios años de laboriosa antigüedad y hace lo imposible por mantenerlos, a expensas del jefe que te maltrata impunemente abusándose de su posición jerárquica. Yo soy autónomo, no laburo más en relación de dependencia, o como se decía antes, bajo patrón. Pero también pasé por esas instancias.


El que no tiene trabajo, lucha por conseguirlo, obviamente, y ello hace que mire la vida desde un costado. Siente que se le escapa el tren, que no llega a alcanzarlo. El nivel de agresividad, de locura, de intolerancia que hay en la calle puede atribuirse a diversos factores. La compulsa por ganarse un lugar, por asegurarse un porvenir sin importar quién se nos cruce por delante, es uno de ellos.

 

 Cuando cruzamos de calle para no encontrarnos al vecino al que antes saludábamos con bastante cortesía, cuando esquivamos la mirada pretextando que estamos apurados, estamos evidenciando nuestra incapacidad para abstraernos de lo que nos agobia y detenernos a pensar en lo que realmente tiene valor. En lo perdurable, en lo que va más allá de un mero deleite de los sentidos. Basta detenerse unos instantes a observar los gestos serios y adustos de los ocasionales transeúntes. Esto es síntoma de una sociedad en la cual lo que nos divide es la pertenencia a tal o cual partido político, nuestra afición a tal o cual club de fútbol, y la lista sigue... Este cuadro de situación nos hace vivir cada vez más alienados, cada vez más encerrados en los círculos íntimos (familia, amigos, un puñado de buenos conocidos y malos por conocer).

 

La idea de las autopistas que se cruzan entre sí no es casual. Es cierto que podría haber buscado una idea mejor para introducir este texto, o más referencial, pero es una imagen que me parece válida. Esos caminos, que no sabemos si nos llevarán a un destino cierto, son los que seguimos recorriendo para darle un sentido a nuestro presente. Hay que evitar la crítica sistemática sin emprender ninguna acción concreta. Ya me cansé de criticar a los demás sin mirar lo que yo soy y lo que tengo para ofrecer. Es muy fácil poner el ojo en la paja ajena, y tampoco sirve para nada. Este sitio, con sus limitaciones, es un intento de crear algo diferente. Sobrevive con no pocas dificultades, derivadas no de cuestiones presupuestarias, sino de disponibilidad horaria. Casi todos los anónimos escribientes que hacemos este blog tenemos otras ocupaciones, y procuramos compatibilizarlas de la mejor manera posible.


Hay personas que han defendido sus ideas caiga quien caiga y han pagado con su vida el precio de mantener en alto sus ideales. Y esto no es una fantasía o el argumento de una mala película, es algo que ocurrió y seguirá ocurriendo mientras tengamos a nuestro alcance un medio para difundir esas ideas. Algunos son próceres, otros héroes, otros anónimos.


A veces no se trata más que de un germen, que tardará varios meses en convertirse en algo apreciable. El trabajo silencioso, sin estridencias, es quizá la mejor receta para quien quiera alcanzar el éxito y lograr que su voz sea escuchada en una sociedad que tiene a un creciente individualismo.


Modificar la realidad es una pretensión que todos sabemos inalcanzable, a menos que ocupemos cargos dirigenciales y que tengamos el poder derivado de un patrimonio con varios ceros a nuestro favor. La democracia que tenemos es no participativa, excepción hecha por la obligación de emitir el voto cada dos años.


Existe un importante segmento de lectores que consume libros de autoayuda y publicaciones que instan a superarse, pero nada es más cierto que el consejo de un amigo, un familiar, o de un profesional. No reniego de este tipo de textos, los hay muy buenos y motivadores, pero la vida es otra cosa. No se puede resumir en unas páginas impresas.


Diseñar este blog, corregir los posteos, “pulirlos” para que transmitan un mensaje que se comprensible y claro, es tarea ardua. Considero que todo lo aquí publicado puede ser tenido en cuenta o no. No puedo ni quiero indagar en la calidad del mismo, eso deberán juzgarlo los lectores. Aún los textos breves, fueron trabajados y concebidos en función de ser publicados en este sitio.


A todos lo que hacen que este espacio tenga sentido, les agradezco de corazón. Seguiré adelante con esto, ya no por inclinaciones egocéntricas, sino por el deseo de poner en consideración de ustedes un modo de entender la vida que quizá compartamos.


Ojalá alguien comprenda que el progreso de un pueblo es fruto de la unión de una multiplicidad de variables, para evitar así la excesiva conformidad que nos llevó a pensar que una calle pavimentada o la reparación de alumbrado público son indicadores de prosperidad.

Es interesante, por otra parte, conversar con quienes nos visitan desde otras localidades y darnos cuenta de que Lobos no es el ombligo del mundo, de que no somos tan buena gente como suponemos, y de que somos un pueblo más de los tantos que abundan en la vasta geografía bonaerense. No tenemos ningún atributo que nos haga especiales, excepción hecha de la Laguna, que se encuentra sumida en una polémica como consecuencia de las deficientes políticas que se han adoptado para fomentar el turismo, cobrando el uso de mesas y parrillas a valores que no son accesibles. Pero ya es suficiente por hoy. Lo que yo digo lo podrán comprobar ustedes mismos, y llegado el caso podrán refutarme. Sea como fuere, sigue siendo valioso promover el debate y que las opiniones sean con total libertad, dentro de los límites que impone el respeto. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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