Ansío que llegue el verano. Sé que probablemente cuando arribemos a esa instancia voy a renegar por el calor, pero no me importa. En tal caso, en ese momento deberé volver a adaptarme al igual que lo estoy haciendo ahora.
Me gusta sentarme en la reposera en el patio de mi
casa, mirar el atardecer, o tirarme al pasto en esas largas noches estrelladas
mientras fumo un cigarrillo o tomo un vaso de alguna bebida refrescante. Todo eso no se puede hacer actualmente porque
todavía hace frío y los días son muy cortos aún. Pero ya habrá oportunidad de
hacerlo. Mientras tanto, continúo intentando hacerle frente a lo que nos toca
en suerte.
Por un tiempo, decidí no escribir más sobre la actualidad política. A mí mismo me está cansando ser reiterativo, y si lo soy es porque la realidad se repite de modo tétrico. Es necesario un poco de distensión, abordar temas más triviales y pasatistas. No hay que temerle al escapismo, porque en cierto punto nos permite evadirnos de asuntos más acuciantes. Siempre es bueno transitar por caminos paralelos para tomar distancia de los hechos. Quizás, de ese modo, se puedan analizar mejor al cabo de unos días.
Si podemos mirar
los hechos como si éstos no nos afectaran directamente, con seguridad la
percepción que tenemos de ellos cambiaría. Pero es demasiado rebuscado y
forzado emprender un ejercicio mental de ese tipo. No podemos soslayar el
perjuicio que nos producen determinadas medidas, porque lo padecemos a diario
en nuestra economía. Habría que preguntarse quiénes son los que se benefician
con los despidos y con el cierre de dependencias del estado, como el INTI o el
INADI. O bien el recorte de financiamiento para las películas que pasan por el
INCAA.
Entonces, uno en lugar de quejarse, trata de encontrar algo de lógica en las decisiones. Y lo único que se vislumbra es el “plan motosierra”, no hay otra cosa. Es una decisión de reducir como sea el costo de la administración pública cesanteando trabajadores, y vaciándola a su mínima expresión.
Eso sí, los cargos del
Ejecutivo no se ven perjudicados de modo alguno, con sueldos altísimos, de
manera que es falso que el ajuste lo iba a hacer la política. Eso fue lo que se
dijo, nada más. No implica que sea lo que realmente sucede. Pero no es algo
nuevo, porque siempre los ministros, secretarios y asesores han estado exento
de cualquier poda en sus salarios.
En fin, no quiero embalarme otra vez. ¿Saben qué es lo bueno? Que no han logrado privatizar los parques ni las plazas, que los espacios verdes nos sirven de esparcimiento gratuito, que tenemos bibliotecas populares para retirar libros y poder cultivarnos, que en Lobos contamos con un teatro magnífico que ofrece espectáculos gratuitos y funciones de cine a precios accesibles.
Todo eso es lo
bueno que podemos aprovechar día a día. Es una forma de salir de la pesadez, de
la letanía de que todo se va a pique y que ya no nos queda esperanza. Tenemos
una mente luminosa, que brilla por dentro y por fuera. Y ese capital de la
consciencia plena es algo que tampoco conseguirán privatizar. Por eso y por mucho
más, seguimos dando pelea. Como dice la canción, en la búsqueda del bienestar "somos mucho más que dos". Nos
estamos viendo pronto. Punto final.
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