Estamos
atravesando tiempos profundamente complejos. Nos gobierna un régimen cuasi
fascista que fue legitimado por el voto. Para ellos el pueblo es la “grasa”, la
escoria, sólo reviste utilidad para ganar elecciones. Hay un flagrante
desprecio de lo popular en todas sus manifestaciones. Nos pretenden imponer un
pensamiento único, diciendo que el germen de todos los males está en el
socialismo. Bueno, yo no sé qué etiqueta ponerles a los gobiernos anteriores, y
tampoco estoy seguro de que valga la pena hacerlo. Lo importante es recuperar
el círculo virtuoso de la economía. Creo que ya ni siquiera tiene forma
circular, sino de un plano inclinado.
Como les
comentaba en otra nota, era previsible que las peripecias amatorias de Alberto
Fernández en la Rosada eclipsaran la estricta actualidad. Pero la realidad de
la calle es otra: Cada vez hay más pobres y menos trabajo. Comprás dos o tres
pavadas en el supermercado y ya te gastaste 6.000 pesos, como me pasó hoy a mí.
Ganar ese dinero cuesta mucho esfuerzo, pero su valor es sumamente escaso. No
hay ninguna señal de que podamos retomar la senda del crecimiento. La
producción industrial cae en picada y hay capacidad ociosa en las principales
empresas. Los pibes más jóvenes que están finalizando sus estudios se enfrentan
a un mercado laboral hostil y competitivo, que no da lugar a quienes están
haciendo sus primeras armas. ¿Cómo se le puede pedir experiencia a quien recién
egresó del secundario o terciario? Hay una disparidad de ingresos muy grande:
Puestos jerárquicos que reciben sueldos ampliamente superiores al millón de
pesos, senadores que cobran 9 millones, mientras la mano de obra (pintores,
albañiles, etc) percibe apenas una migaja de esa cifra.
Disculpen si estoy diciendo una falacia, pero yo no veo ningún signo de reactivación. Es fundamental que podamos informarnos de la realidad por medios alternativos, aquellos que publican lo que los demás callan. El silencio cómplice de los órganos de propaganda oficialista busca acallar a toda voz crítica que pretenda ejercer la libertad de expresión. Yo siempre he sido crítico ante aquello que va en contra de mi forma de entender la vida, sin distinción de partidos o de ideologías. Hubo personajes del kirchnerismo que me desagradaban porque me parecían inmorales y que en su momento expresé sin titubear. Pero los que están ahora tienen una vocación de linchamiento hacia la prensa como pocas veces se ha visto. Además, ejercen un revanchismo hacia quienes los precedieron, como si la democracia hubiera nacido en diciembre de 2023. Tipos repulsivos como Adorni se burlan de los periodistas en las infames conferencias de prensa. Esa malicia y destrato cotidiano no tiene explicación ni seriedad.
Para los aduladores de Milei, los
periodistas que se atreven a cuestionar los desatinos de la actual gestión
merecen ser calificados de “ensobrados”. ¿Acaso los trolls oficialistas no
reciben ningún sobre a cambio de estar todo el día tuiteando detrás de una
pantalla? ¿Cómo es posible que una virulenta ola derechista se haya adueñado de
la Argentina? ¿Cuál es el precio que hay que pagar por sostener a un gobierno
que promueve la quita de derechos? En 9 meses nos hay despojado de todo, hasta
de la posibilidad de pensar con lucidez.
La reconstrucción de la Argentina llevará varios años. Ya veníamos mal en 2023 y ahora estamos peor. El peor enemigo es el ajuste. Un día te va a tocar a vos, otro día a mí, porque suben las tarifas de los servicios esenciales y no se puede vivir sin agua o sin luz. Me genera desconcierto que haya gente que crea que es necesario sufrir y padecer esta situación para vivir mejor en un plazo totalmente indeterminado y ficticio. Mi única reacción ante ello es seguir adelante con mi trabajo.
En ese proceso, voy buscando mi camino, aunque a veces no sé si estoy dando los pasos correctos. Pero no me van a amedrentar. No tengo prisa, pero tampoco pausa. Sigo dándole para adelante. Procuro emprender algo nuevo, y soy consciente de que para hacerlo se necesita voluntad y determinación. Estoy convencido de que encontraré aquello que está por descubrirse desde otro lugar. Hace tiempo que vengo madurando la idea de hacer un relanzamiento de mi portal digital. Claro que eso deberá esperar un tiempo hasta que consiga el dinero. El objetivo es que la lectura sea más ágil, priorizando las fotos. Pero también sumar contenido. No me llevo muy bien con las redes sociales, sobre todo con Instagram que es la más utilizada hoy en día.
Con Facebook tengo un buen manejo, lo que pasa es que una cosa es publicar en tu perfil personal una foto cualquiera, y otra es hacerlo en la fanpage del sitio. Los lectores saben que no cubro salidas de bomberos ni accidentes, salvo que me queden cerca, porque no dispongo de un vehículo. Y si lo tuviera, el gasto de combustible para ir hasta cualquier punto recóndito de la ruta sería muy alto. La forma que encuentro de marcar la diferencia está en los textos, en ser conciso cuando es una nota sencilla y de otorgarle mayor desarrollo sin hablamos de algo que amerita una mayor cobertura. Pienso que LOBOS 24 es un medio que la gente elige para enterarse de lo que pasa en la ciudad, el concepto es muy simple. Y trato de estar en todos los lugares que me sean posibles, pese a que a menudo se superponen los horarios.
No tapo el sol con una mano. Por el contrario, brillar con luz propia es el destino natural de los que demuestran ser abnegados y transparentes en su labor. No claudicar en el objetivo de llevar a cada vecino información auténtica y genuina. Continuar reflejando lo que otros ocultan o ningunean alevosamente. Y así proseguiré, como me enseñaron mis docentes cuando decidí capacitarme y estudiar periodismo para ejercer la profesión con las mejores armas. Es una pasión, y ese fuego sagrado no se apaga nunca. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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