16 de noviembre de 2022

¿Sin margen de error?

 ¡Hola, amigos! Comienzo del finde, y estoy nuevamente en contacto, tratando de darle impulso a este blog, sobre todo por la falta de tiempo que tengo últimamente para actualizarlo como yo quisiera.

Más de una vez postergás aquello que te da placer y que no está ligado al laburo, porque considerás que no tenés tiempo suficiente, o porque priorizás un descanso. A falta de vacaciones en lugares exóticos, tanto unas horas de siesta como una cerveza bien fría son un buen plan cuando el calor comienza a apretar en la recta final del año.

Por ese motivo, afirmar que “no tengo tiempo para…”, puede ser una mera percepción, o un dato incontrastable que surge de la carga que demanda cumplir una jornada laboral de 8 horas o más en una persona promedio, alimentarse, pasar a buscar a los chicos al colegio en el caso de que tengas hijos, ir a pagar las tarifas de luz y gas, y un largo etcétera de pagar y pagar. Si pretendés higienizarte y además lucir con un aspecto prolijo, necesitás productos elementales como shampoo, jabón, papel, y no hace falta seguir enunciando más.

 Yo muchas veces reniego de "Yanquilandia"(el famoso American Way of Life). En efecto, no me gusta para nada el estilo de vida de los EE. UU. ni estoy de acuerdo con su política exterior intervencionista. El sólo hecho de que se tomen la atribución de invadir países ricos en petróleo y de derrocar a supuestos dictadores no es algo que me caiga bien. Pero aun así, debemos pensar que los yanquis por algo llegaron a ser la primera potencia mundial. Dejemos de lado por un momento todos los barbaridades y aberraciones que han cometido casi como una cruzada con argumentos inexistentes, y pongámonos a pensar si en Estados Unidos existen los barrabravas, o si los presos se fugan con tanta facilidad como sucede cada dos por tres en una cárcel de Ezeiza, o si la Justicia en el fuero penal es tan exasperadamente lenta como en Argentina. En EE. UU., los afiliados a los partidos políticos (que son básicamente dos) ponen dinero voluntariamente para financiar las campañas, no hay valijeros venezolanos ni grandes empresas que aporten fondos a cambio de prebendas. Lo que quiero decir, en síntesis, es que ningún sistema es perfecto. En los países desarrollados hay un respeto hacia las instituciones que nosotros no tenemos, tal vez porque no nos sentimos representados por ellas. Los yanquis impusieron a nivel global el sistema capitalista con la derrota del bloque soviético en la Guerra Fría. Ellos nos querían hacer ver al comunismo como un grupo de naciones empobrecidas gobernadas por tiranos, que se daban la gran vida mientras el resto del pueblo debía racionar los alimentos para sobrevivir. ¿Les suena? Argentina y muchos países teóricamente capitalistas no se diferencian demasiado de la caracterización antojadiza que se tenía de Moscú. Tenemos democracia y elecciones libres. No es poco, pero con eso no alcanza. Hoy todos sabemos que con la democracia (por sí sola) no se come, ni cura, ni se educa, 

Sea como fuere, retomo la idea inicial de este texto: para los individuos, para las naciones, para los pueblos, es importante aprender a dar vuelta de página. Lo hizo Alemania tras la caída del Muro de Berlín. ¿Por qué no intentarlo nosotros?

Tema dos: Revisando el archivo de notas, encontré textos que a la distancia me parecen bien escritos, pero que narran hechos que parecieran de otra persona. No soy yo, es la persona que fui cuando decidí poner en palabras eso que me estaba pasando en un determinado momento. Tiene que ver con muchos factores: con mi estilo de redacción, escribiendo a las apuradas deliberadamente porque así nace más espontáneo, a riesgo de no tomarme el tiempo necesario para buscar un orden preciso (que sea funcional a lo que pretendo expresar). 

Redactar un texto sin errores y con ese "gancho" que sólo tienen los grandes escritores lleva tiempo, no es algo que se pueda hacer de un tirón. En este verano en ciernes, trataré de sobrellevar los días cálidos lo mejor que pueda y no dejarme llevar por la locura de “las Fiestas”, o el Mundial, no lo sé. 

Pienso que antes de fin de año puede haber cambios importantes en el Gobierno, y que significará el hundimiento del FDT, pero todavía es prematuro emitir un diagnóstico irrefutable. Eso sí: Dudo que Fernández y séquito que se dice peronista, reparta sidra y pan dulce a la usanza de El General. Punto final.

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