Día de la Tradición. Prefiero leer literatura gauchesca, o aquellas obras de Esteban Echeverría antes que escuchar folclore. Hubo una época en que lo intenté hacer, pero no es lo mío. Sí puedo admirar el virtuosismo y el talento de guitarristas como Juanjo Domínguez, algunas cosas de Larralde, por dar dos ejemplos. Pero eso no te hace más argentino, como tampoco lo es comer una porción de locro una vez al año. Tanto el gaucho como el cowboy, tal vez sean estereotipos, pienso. Sin ánimo de ofender a nadie, ambos no andan por la calle con todas las pilchas que los distinguen como tales, aunque ese atuendo sí sea utilizado para determinadas tareas de campo. Pero debe ser medio incómodo andar con esas botas de cuero de media caña, con sombrero, rastra, bombacha, y todos los accesorios.
Tema dos: Tiene que haber un motivo valedero para que, al cabo de unos días, necesite expresarme en este espacio, no importa cuál. Un espacio que fue mutando desde 2005 a esta parte. Me demandó alrededor de 3 años encontrarle el perfil que pretendía. No puedo aseverar si ese remedo de mutación ha sido provechoso, pero lo que resulta evidente es que me cuesta más actualizar el blog evitando temas que suenen remanidos o trillados.
En lo sucesivo, pondré énfasis en hablar un poco más de Lobos, ya que hay muchísimo
por hablar y debatir aunque se trate de una ciudad pequeña. Una ciudad que
durante un tiempo indeterminado se ve sumida en la decadencia pero que -nadie
sabe bien cómo ni por qué-, siempre sale a flote del mismo modo intempestivo en que
sucumbió.
Lobos es el
objetivo, porque es lo que nos interesa a quienes vivimos aquí. Quiero volver a
eso, a trazar reseñas breves pero concretas de la historia pueblerina, que se
va escribiendo en el día a día. Esto
incluye el análisis de la actualidad política y de situaciones absurdas que nos
ponen en aprietos, por acción u omisión. Hay muchos funcionarios francamente
poco aptos para el cargo que ostentan. Podría decir que son ineptos, pero antes
de ser tan contundente, debería investigar más a fondo: Ver cómo piensan, cómo actúan en su vida pública, y entonces sí
ratificar mi diagnóstico.
Nunca dejé de buscar esa veta. En la era digital, es necesario
ser más conciso para lograr el efecto esperado de parte de los lectores. No es
casualidad que yo haya decidido llamar a este blog "Cultura Lobos".
Está bueno
debatir temas ligados a la política nacional, pero el temor a ser redundante es una advertencia de tu mente para evitar ser repetitivo como un disco rayado. Los
portales digitales y los canales de noticias están atestados de ese tipo de
material, que en muchos casos no merecería ser considerado periodismo. Claro
que bancarte a Morales Solá durante un hora por TN, se vuelve soporífero también.
Ni hablar de otros kamikazes como Pablo Duggan o el “Gato” Sylvestre.
¿Se puede ser dueño de un estilo, o aunque más no sea, de un enfoque novedoso? Sí, por supuesto. Pero para lograrlo es necesario se requiere ejercitar la capacidad de observación, indagar, dejar de lado la melancolía y la mediocridad que se vuelve un tufo asfixiante, sobre todo para nosotros mismos que somos los que nos vamos tornando mediocres sin darnos cuenta.
Las pequeñas boludeces cotidianas que nos
otorgan algo de satisfacción, me hacen pensar que son dignas de tener su lugar, porque nos nutrimos de ellas. Una charla de café puede ser la excusa
perfecta -o la motivación- para el reencuentro con el otro. Este pueblo
conserva muchas historias que se esconden detrás de cada persona, por algo
somos seres individuales y únicos. Y si a eso le agregamos el poder despojarnos
de prejuicios, cada historia se vuelve más interesante todavía. Me da lo mismo la anécdota de un tipo que duerme en una casilla precaria que la del que vive en un country. Si es buen narrador, te atrapa como un buen libro, de esos que no abundan.
No es un mal plan
quedarse en casa a ver una película por cable o comer una pizza casera con
amigos, lo cual por otra parte me parece un opción bastante factible y que
puede ser atrayente para una persona como yo, que ya dejó atrás todo tipo de
pistas de baile. En realidad, debo decir que tampoco extraño demasiado esa
época. No era ningún Michael Jackson o James Brown si hablamos de bailarines y
cantantes notables.
Durante mucho
tiempo, tuve prejuicios con la música electrónica. Inclusive, me
resultaba insoportable. Pero luego de escuchar a Daft Punk a The Wekend, cambié
mi percepción. Por no mencionar lo que se conoce como synth pop, la piedra
fundacional de lo que hoy tiene más beats por minuto y un ritmo frenético. Podemos
nombrar a los Pet Shop Boys, New Order, Depeche Mode, The Human League… y si se
trata de artistas argentinos, uno de los pioneros de esa movida fue Daniel
Melero, hay que reconocerlo, aunque no sea de mi agrado (a nadie le interesa
que a mí no me guste, desde luego). Mi mayor aporte a la tradición, por
minúsculo que resulte, es el de tomar mate y haber aprendido a prepararlo de un modo aceptable. Sobre todo, mientras escucho música o leo algo
que me parece bien escrito. Una aspiración que se renueva en cada nuevo texto:
Escribir bien. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario