(Disculpen los errores de tipeo)
En los países que
adoptaron el sistema métrico, los milímetros se utilizan generalmente para
determinar el calibre de las armas de fuego, o bien para medir con un
pluviómetro la cantidad de lluvia caída. Entre la noche de ayer y la madrugada
de este lunes, se registraron 16 mm. en la Planta Urbana de Lobos. No es mucho
quizás, pero representó un gran alivio luego de varios días en los que imperó ese tufo y
pesadez que son consecuencia de un exceso de humedad ambiente. El domingo estuve
cubriendo las elecciones internas de la UCR. Todo pintaba como para que el
cielo se cayera a pedazos, pero la mayoría sabíamos que no iba a pasar de ahí: La
tormenta eléctrica estaba disipándose porque ya había dejado su estela en pueblos
vecinos. Pero como no me agrada mojarme al pedo y además tengo que cuidar la bicicleta,
tan pronto como se conoció el resultado final y se hicieron las notas con los
ganadores de rigor, volví a casa, me puse a escribir, y así fue transcurriendo
la tarde a resguardo de algo que no intuía como preocupante.
Estas lluvias de
períodos breves y escasos milímetros, son un paliativo, y creo que tendremos
que acostumbrarnos a eso, al menos hasta el año que viene. Lo único interesante
fue la súbita aparición el arco iris, y poder capturarlo en una foto: Cuando
uno lo ve, sea cual fuere el escenario o el “decorado” que lo rodea, no puede
evitar maravillarse por la naturaleza y bla bla blá. No sé si la naturaleza es
sabia, pero más que cualquiera de nosotros, seguro que sí. Debería retomar las
clases de biología, indagar en los ecosistemas y los biomas, y casi sin proponérmelo, recuerdo que fue una de las materias que más detesté en la Secundaria. Me iba pésimo
porque en lugar de abordar esos temas que mencioné, nos hablaban de células,
glóbulos rojos y blancos, es decir, cosas que es necesario saber según un plan elaborado por pedagogos que nunca pisaron un aula, pero que son
de interés de un futuro bioquímico, no de un estudiante promedio de una escuela
comercial. En las pruebas, siempre había uno (o varios) que tenían la dignidad de
entregar de inmediato la hoja en blanco porque no habían estudiado nada, yo me copié
alguna que otra vez, pero no siempre me salió bien. Y aunque parezca una
excusa, yo diría que, si enseñaran contenidos interesantes, habría más
motivación para aprenderlos. Ya habrá tiempo para la microbiología. Si en la
escuela hubiéramos contado con un microscopio, es posible que ver las células “in
situ” y no en una página mal fotocopiada de un libro nos hubiera otorgado algún
estímulo. Pero todo eso ya pasó. Ocurrió en 1995 o 1996, y 26 años es demasiado
tiempo como para teorizar acerca de lo que “hubiera podido ser”.
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