14 de noviembre de 2022

Milímetros

(Disculpen los errores de tipeo)

En los países que adoptaron el sistema métrico, los milímetros se utilizan generalmente para determinar el calibre de las armas de fuego, o bien para medir con un pluviómetro la cantidad de lluvia caída. Entre la noche de ayer y la madrugada de este lunes, se registraron 16 mm. en la Planta Urbana de Lobos. No es mucho quizás, pero representó un gran alivio luego de varios días en los que imperó ese tufo y pesadez que son consecuencia de un exceso de humedad ambiente. El domingo estuve cubriendo las elecciones internas de la UCR. Todo pintaba como para que el cielo se cayera a pedazos, pero la mayoría sabíamos que no iba a pasar de ahí: La tormenta eléctrica estaba disipándose porque ya había dejado su estela en pueblos vecinos. Pero como no me agrada mojarme al pedo y además tengo que cuidar la bicicleta, tan pronto como se conoció el resultado final y se hicieron las notas con los ganadores de rigor, volví a casa, me puse a escribir, y así fue transcurriendo la tarde a resguardo de algo que no intuía como preocupante.

Estas lluvias de períodos breves y escasos milímetros, son un paliativo, y creo que tendremos que acostumbrarnos a eso, al menos hasta el año que viene. Lo único interesante fue la súbita aparición el arco iris, y poder capturarlo en una foto: Cuando uno lo ve, sea cual fuere el escenario o el “decorado” que lo rodea, no puede evitar maravillarse por la naturaleza y bla bla blá. No sé si la naturaleza es sabia, pero más que cualquiera de nosotros, seguro que sí. Debería retomar las clases de biología, indagar en los ecosistemas y los biomas, y casi sin proponérmelo, recuerdo que fue una de las materias que más detesté en la Secundaria. Me iba pésimo porque en lugar de abordar esos temas que mencioné, nos hablaban de células, glóbulos rojos y blancos, es decir, cosas que es necesario saber según un plan elaborado por pedagogos que nunca pisaron un aula, pero que son de interés de un futuro bioquímico, no de un estudiante promedio de una escuela comercial. En las pruebas, siempre había uno (o varios) que tenían la dignidad de entregar de inmediato la hoja en blanco porque no habían estudiado nada, yo me copié alguna que otra vez, pero no siempre me salió bien. Y aunque parezca una excusa, yo diría que, si enseñaran contenidos interesantes, habría más motivación para aprenderlos. Ya habrá tiempo para la microbiología. Si en la escuela hubiéramos contado con un microscopio, es posible que ver las células “in situ” y no en una página mal fotocopiada de un libro nos hubiera otorgado algún estímulo. Pero todo eso ya pasó. Ocurrió en 1995 o 1996, y 26 años es demasiado tiempo como para teorizar acerca de lo que “hubiera podido ser”.

Sin ánimo de poyectar excesivamente, lo mejor que podemos esperar es que el año termine con tranquilidad, tanto en lo personal como en las decisiones que se toman desde los despachos oficiales. Claro que esas decisiones arbitrarias y antojadizas nos joden la vida y por ende, repercuten en nuestra persona. Lo que han hecho hasta ahora es cavar para tapar un agujero, sin darse cuenta de lo elemental: taparon uno, pero con la tierra que utilizaron, crearon un hoyo nuevo, que ni siquiera sirve para largas tertulias y partidos de golf con ricachones. En la Biblia hay un ejemplo (o parábola) parecida: Nadie utiliza la tela de una túnica nueva para remendar otra má vieja, o algo así. 

Jesús era (y es) un gran líder espiritual, acaso el más grande de todos los tiempos. Te lo reconoce cualquiera, aun los no creyentes o practicantes como yo. El problema de la Biblia (o de los Evangelios en particular), es que como son relativamente sencillos de leer, caen en manos de fundamentalistas que perpetran verdaderas masacres y atrocidades en nombre de Dios, además de que se llenan el bolsillo ante la desesperación y la angustia de sus fieles. Ayer salió publicada en La Nación una nota muy crítica sobre el Opus Dei, una organización de fanáticos religiosos católicos. Me resultó llamativo siendo que LN es un medio afín al culto católico y de rasgos conservadores en general. Por mucho menos de lo que hacía o sigue haciendo esta gente, al Teto Medina lo metieron en cana por regentear charlas para una granja de adictos en recuperación. Saquen sus propias conclusiones. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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