28 de septiembre de 2007

Erase una vez un teléfono....


Transcurrido un tiempo prudencial de prestar desinteresados servicios a quien esto escribe (???), el 1º de noviembre de 2008 "dí de baja", por así decirlo, mi antiguo celular (me refiero al aparato, no al número) un Motorola V3i. Un auténtico "compañero de emociones", aunque fue hasta la fecha el aparato que más me ha durado, si de estadísticas se trata. Ahora que me pongo a pensar, el que más tiempo permaneció en funciones hasta que decidi cambiarlo fue el Motorola C 155 Silver, que compré en agosto de 2005. Ante todo, la sinceridad: su diseño era francamente horrible, y tomé plena conciencia de esto desde el mismo día que lo compré. También era pesado e incómodo para guardarlo en el bolsillo, habida cuenta de que siempre me he resistido a utilizar funda alguna para el teléfono móvil. Pero uno tiende a minimizar esas falencias cuando recuerda lo sencillo de su interfaz, lo adelantado a su tiempo que supo ser (al menos para estas latitudes), y esos juegos tontos pero suficientemente adictivos como para mitigar el tedio de la sala de espera del médico, o hacernos perder tiempo de un modo menos penoso. Casi todos los juegos que me gustan suelen recrear el esquema del célebre "Tetris" o del "Tres en línea", algunos con menor suerte.
En fin, la cuestión es que tras alguna vacilación inicial en los primeros días de agosto me decidí por adquirir el celular que tengo actualmente, un Samsung F 250 L, el cual, obviamente, tiene prestaciones superiores al anterior. Espero que este teléfono sea testigo de grandes momentos y de pequeñas frustraciones de la vida cotidiana como lo ha sido su antecesor. Pienso que es un rasgo inherente a las personas el asociar determinados objetos con momentos de nuestra vida, aunque algunos exageran esta tendencia fetichista para llevarla a puntos obsesivos.
Creo que en cuanto a los dispositivos tecnológicos que nos acompañan diariamente (celulares, reproductores de MP3 y similares) al momento de elegir impera el mismo criterio para todo el mundo: el usuario busca que ofrezcan la mayor cantidad de prestaciones posibles, que sean portátiles (nadie quiere tener un "ladrillo" en el bolsillo), que la batería tenga una buena autonomía, y que tenga un diseño agradable a la vista. El equilibrio entre diseño y funcionalidad es difícil de lograr. Muchos equipos son un prodigio del diseño pero presentan serias limitaciones, es decir que el esmero puesto en la presentación exterior del aparato no tiene su correlato con lo que ofrece en materia de características técnicas.

26 de septiembre de 2007

Pequeñas delicias del Messenger

Hace un tiempo decidí hacer una "limpieza" de mis contactos de Facebook. Nunca tuve demasiados, es cierto, pero tampoco es algo que me desveló. Además,  no me da para hacerme el popular en este blog y decir que tengo un millón de amigos. Pero la sola idea de tener gente dentro de mi lista con la cual no hay ningún nexo (si es que alguna vez lo hubo) no me satisface. Uno de mis mejores amigos y mucha gente que conozco se complace en sumar cada día nuevos contactos, algunos de los cuales pasan prontamente al olvido, por razones diversas: es posible que la persona en cuestión no coincida con nuestros horarios, y si aparece conectada lo hace esporádicamente. Por lo tanto, cuando finalmente se conecta tras varios meses sin dar señales de vida, hay un abismo que un par de preguntas impersonales y unas caritas no bastan para salvar. A veces nos creemos ciertamente muy astutos por no admitir una solicitud de amistad o por ingresar al Facebook Messenger en modo "no conectado" como si se tratara de una idea brillante fruto de nuestro intelecto, y en realidad seguramente ejercen idéntica actitud con nosotros, lo cual vendría a explicar por qué fulana aparece siempre como "no conectada" o "no disponible". El Messenger es la hoguera de las vanidades, créanme, o acaso me van a decir que no hay mucho de vanidad y de mostrar una imagen producida no sólo desde la típica foto, sino desde los íconos, emoticones, tipografía, colores, fondos de pantalla, y demás fuegos de artificio. Lo peor de todo es que cuando finalmente conocés personalmente a la señorita que provocaba en nosotros tanta euforia y adrenalina bajo el amparo de la pantalla, te querés matar.

20 de septiembre de 2007

Un país de "buena gente"?


Vísperas de primavera en la ciudad. Me pregunto, no sin cierta ingenuidad: ¿Dónde están las buenas personas? ¿Alguien las ha visto por ahí, o simplemente se han puesto de acuerdo para tomarse vacaciones simultáneamente? ¿Qué ha sucedido con ellas, que han desaparecido tan súbitamente? Estamos acostumbrados a escuchar definiciones tan simples pero tan significativas como éstas: "Fulano de Tal es un buen tipo", "Mengano es una buena persona".

Hace poco se difundió un estudio, en el cual los encuestados priorizaban como valor el hecho de ser considerados buenas personas por sus semejantes. Hay un poco de vanidad en esto, porque nos desvela que reconozcan como seres amables y serviciales. Lo cierto es que no abundan, al menos para mí. ¿Es tan difícil encontrar gente buena, sin segundas intenciones, a quien le guste conversar y compartir una parte de su vida con los demás? Parece que sí, a juzgar por lo que uno puede apreciar es una sociedad donde todos quieren sacar ventaja y se cagan en el resto. Hay pocas personas dispuestas a escuchar, salvo que se dediquen a ello, como los psicólogos. Durante mucho tiempo fui uno de los que daban consejos sin que me los pidieran, en lugar de limitarme a escuchar, hasta que me tocó a mí estar del otro lado y comprendí lo irritante que resulta que un tipo nos intente resolver la vida diciéndonos lo que tenemos que hacer.
El contacto personal es algo que nunca quiero perder y que pongo por encima de cualquier chat o red social donde se comparten emojis y caritas para expresar sentimientos que no se comparar en nada a un abrazo franco y sincero. Estamos tan pendientes de tener el último modelo de celular o del chiche nuevo que fuere,  que en pos de esas pequeñas metas consumistas sacrificamos tiempo que bien podríamos dedicar a conocer a alguien. Tan simple como eso, conocer a alguien, no importa si lo hacemos con ánimo de conquista amorosa o no, lo relevante es el hecho de no descuidar el contacto humano, que es lo que nos hace ser lo que somos. A veces me aterra pensar en lo rápido que los objetos de consumo de vuelven obsoletos, y me pregunto si no nos estaremos acostumbrando a hacer eso con las personas, a declararlas obsoletas o a "darlas de baja" simplemente porque ya no sintonizan nuestra "onda", o porque han decidido elegir un camino diferente al nuestro.

Creo que las buenas personas están en algún lado, y que sin duda vale la pena conocerlas, estar en contacto con ellas, y escucharlas. A veces nos vemos obligados a tomar decisiones contrarias a esto, es cierto, pero a veces queda la sensación de que muchas personas se quedan en las buenas intenciones y nunca pasan a los hechos.

13 de septiembre de 2007

Algo por el estilo

A veces me pregunto si este blog tiene un estilo definido, una línea, o como ustedes quieran llamarlo. Es como mirarse el ombligo, en realidad, porque la carga subjetiva que puede haber en un análisis de ese tipo hace que uno desista ante el menor intento serio por llevarlo a cabo. Pero, volviendo al tema, creo que la persona que frecuenta asiduamente un blog cualquiera (no sólo éste),  ya sabe con qué se va a encontrar. En lo que a mí respecta, puede suceder que publique algún texto medio descolgado, pero más o menos se maneja dentro de lo previsible. Ahora, si el día de mañana se me canta darle otra forma, no les quepan dudas de que lo haré, porque no me quiero sentirme atado a escribir comentarios ácidos o irónicos todo el tiempo, como los que abundan en la mayoría de los blogs. Te vas repitiendo sin darte cuenta.  Leo bastantes blogs, y en la mayoría de ellos noto que están bien escritos, lo cual denota una buena formación intelectual del autor. No obstante, en algunos de ellos noto mucho resentimiento, como si el autor de un blog se creyera depositario de un saber que le es vedado al resto de los mortales, o como si sus observaciones supuestamente agudas o mordaces sobre la sala de espera del médico lo pusieran a la altura de Woody Allen. Por eso, renuevo mi voto de confianza hacia la lectura de los blogs, pero no acudan a ellos buscando un derroche de creatividad porque hay mucha hojarasca dando vueltas. A menudo hay sitios web de coleccionistas, de gastronomía, la oferta en bastante amplia. Plasmar en palabras el prisma con el cual vemos la realidad, es un buen comienzo. 

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...