29 de febrero de 2016

Los viejos vicios de la política y la Policía

El hecho de que tengas plata no te hace más importante. Pero lo más frecuente es que quienes tienen dinero, sean quienes acumulan más poder: políticos, empresarios, narcotraficantes, entre otros. Un político sin plata, o sin gente que le financie la campaña, no puede llegar a Presidente. Y si resulta electo, deberá atender los compromisos de quienes apostaron económicamente para su candidatura. Por eso no es casualidad que en el gobierno de Macri haya tanta gente ligada a empresas multinacionales. Esto no es bueno ni malo, en la medida de que esos ministros o funcionarios resulten idóneos para su función. Pero en particular no lo veo correcto, porque defienden intereses corporativos. 

Otro tema que daría para desarrollar con más profundidad es cuando "pasan a disponabilidad" a los policías acusados de abuso de poder o apremios ilegales. Fíjense que rara vez se los echa de la fuerza, sino que se dispone su traslado a otra jurisdicción. Se le abre un sumario, tendrá alguna sanción menor, pero sigue. Y esa es la gente que nos debería proteger o defender de los delincuentes, que en muchos casos son más chorros que los que están entre rejas. 

Por eso pienso, teniendo en cuenta que hay una Academia de Policía en Lobos, que se debe despojar a los aspirantes y cadetes de los viejos vicios que aún persisten, como el pago de coimas o los vínculos con la droga y la prostitución. Las nuevas generaciones de uniformados tienen la oportunidad de cambiar esa mala imagen que cunde en un vasto sector de la sociedad. Formar policías probos y honestos no es tarea sencilla, y si no me creen les recomiendo ver la película Sérpico, en la cual actúa Al Pacino, donde éste empieza a recibir presiones de sus pares por negarse a los sobornos y a los negociados. Es mucho lo que se puede hacer para que la sociedad vuelva a confiar en las fuerzas de seguridad, y son los instructores quienes deben transmitir los valores humanos necesarios para poner fin a esta nefasta historia llena de tropiezos, en la cual (no podemos dejar de decirlo), también pagan justos por pecadores. Punto final.

25 de febrero de 2016

Ya no somos los mismos

Aunque parezca una obviedad, no somos los mismos que hace 5, 10 o 20 años. Y no sería saludable que así lo fuera. Podemos mantener determinados principios y convicciones. Pero la época de los ideales de la adolescencia ya pasó. Hoy, somos hombres y mujeres tratando de ganarse un mango, cada uno desde su lugar y como puede hacerlo. A los tropezones, nos fuimos dando cuenta de que la realidad no es como nos decían en la Escuela, porque el sistema que se plantea es meramente teórico. La escuela sirve para impartir conocimientos, que no es poco. Pero lo otro lo aprendés con tu familia, o en la calle, en el trato cotidiano con la gente. Pienso que no está mal que así sea. Las generaciones que me antecedieron, seguramente, pasaron por lo mismo. 

Nuestros padres, si son personas de bien, han querido lo mejor para nosotros, pero ya somos adultos y es hora de tomar las riendas de nuestra vida. Y de hacernos cargo de lo que nos toque. Porque, aunque sea doloroso decirlo, papá y mamá no estarán toda la vida. Me cuesta aceptarlo, pero es así. Estamos de paso en este mundo, y lo bueno o malo que podamos hacer ya corre por nuestra cuenta. 

Como dije antes, me parece saludable cambiar y entender que el mundo (o la sociedad de hoy) no es la misma de las de dos décadas atrás, cuando éramos chicos. Hoy se vive una vorágine, un ida y vuelta permanente, que era inusitado años atrás. En todo orden: con las redes sociales, con el teléfono celular, y con todas las innovaciones que vayan surgiendo. A veces cuesta no sucumbir ante la tecnología o a tendencias que se imponen, inclusive a pesar nuestro. Sin embargo, cada uno decide un estilo de vida acorde con lo que es, o pretende ser. Y nadie está en condiciones de juzgar a un tercero, excepto que ese comportamiento esté asociado algún delito. 

Está claro que, aquello que nos hace distintos, es la diversidad de opiniones de religiones, de posiciones políticas, del modo de entender la vida. Podemos pensar que Fulano es un inútil o un vago, pero en tanto a mí no me perjudique en su accionar, que haga lo que quiera. Podemos pensar que Mengano en un genio o una mente privilegiada, pero quizás estemos confundiendo el hecho de ser inteligente con ser culto. Están quienes se jactan de  haber leído muchos libros, u ostentan diplomas colgados en la pared para que todo el mundo los vea, pero eso no es ser inteligente. El individuo que es inteligente, sabe callar a tiempo. Sabe escuchar. Saber decir que "no" cuando algo que le ofrecen no le gusta. Tomar decisiones, equivocadas o no, pero se hace cargo de los costos. No hay otra manera. Bienvenidos al mundo real. Punto final.

23 de febrero de 2016

Vivir de glorias pasadas

"Vivir de glorias pasadas" no es bueno. Pero tampoco ayuda negar lo que fuiste o hiciste. En el caso de la Argentina, no sé si hay una grieta como algunos le llaman, lo que sí puedo afirmar es que hay una división en la sociedad que costará mucho tiempo enmendar. Ni TN ni Clarín son tus enemigos, podés verlos o no, vos elegís. Son medios de comunicación que pueden tener una determinada línea editorial, del mismo modo que la tienen los canales de noticias kirchneristas C5N o CN23. Lo que está en juego es tu capacidad de discernir, si te están mintiendo o diciendo la verdad. "Demonizar" al Gobierno resulta muy fácil, más aún con el mérito de su propia torpeza, pero flaco favor le hace para resolver los problemas. Los que aparecen todo el tiempo en la tele y juran no haber votado a Macri, que expliquen qué hubieran hecho ellos, y de qué manera. Lo que rescato es que hay gente que admite haberlo votado, pero que se siente desilusionada, desencantada. Eso es válido. 
Podemos decir que el Presidente es neoliberal o que es "de derecha", pero ¿de qué sirve? ¿cambia en algo recurrir siempre a esa adjetivación excesiva? Hay problemas urgentes por resolver, y se supone que cualquier ciudadano bien informado sabía quien era Macri antes de meter el sobrecito en la urna. Ahora ya está, así funciona la democracia, si no nos convence la gestión le pegamos una patada en el culo dentro de cuatro años. Pero ganó la elección de un modo inobjetable y es él quien hasta 2019 maneja el timón. El malhumor social es creciente, y justificado, porque la economía no repunta, la inflación no da tregua, y hasta los opinólogos más moderados están mostrando preocupación ante lo que está sucediendo.

Ahora el debate gira en torno a la represión. Hay que reprimir de un modo legal, conforme la Constitución y las leyes, cuando 20 o 30 tipos cortan una autopista y perjudican a quienes van circulando en su auto. Ya llevamos varios años de democracia, y ha llegado el momento de pensar en todos los sectores y estratos sociales, porque la protesta se puede canalizar por otra vía. Es tan legítimo un piquete de vecinos que hace días que están sin luz, como el reclamo que hicieron en febrero los trabajadores de Cresta Roja. Lo que pasa es que venimos de 12 años desquiciados, en los cuales se tergiversó todo, y empezamos a aceptar como normales o cotidianas, cosas que no deberían serlo. La "inclusión", en los hechos, se dio para quienes compraron un relato vacío como si fuera verdadero. No estoy diciendo que todo lo que sucedió durante los años K sea negativo, pero se generó una pelea estéril, un agotamiento de la sociedad, una situación de desgaste, y lo insólito empezó a tomarse como normal. 

Por eso, considero que debemos comenzar a dejar de lado el discurso progresista que tan bien nos queda a todos y tomar el toro por las astas, pero no con un tarifazo descomunal como el que implementaron para la luz y el gas. Quizás estemos pagando los platos rotos de 12 años de despilfarro y corrupción, o quizás estos señores que nos gobiernan no tengan la menor sensibilidad social. Esto último es importante, porque da la sensación de que llegan siempre tarde a todo, les falta capacidad de reacción, hasta para negociar con la oposición. 

Así las cosas, el escenario no parece muy alentador, pero me gustaría que por una vez en la vida podamos percibir que alguien piensa en nosotros, que no somos un número, que somos argentinos de distintas clases sociales. Claro está que los más pudientes ni se enterarán de que hay crisis, porque siempre caen bien parados de cualquier descalabro económico. Punto final.

22 de febrero de 2016

Un baño de realidad

Creo que el gran problema de Macri es que decidió implementar medidas impopulares. Podemos discutir si eran necesarias o no, pero al ciudadano promedio no le han caído nada bien. El "tarifazo" de la luz (y el que se viene para el gas), no es precisamente del agrado de la clase media, que fue la franja del electorado que más lo votó. Y aquí podemos pensar dos cosas: una, es que el Presidente tomó la decisión de aprovechar estos meses de popularidad y buena imagen para pagar el costo político que implica cualquier aumento de un servicio esencial para la población. Otra, que en realidad no reparó en ello, y que lo que le interesaba era tomar esta medida lo antes posible para que el Estado se desprenda de la carga que implica el pago de subsidios a las empresas. 

Ambas lecturas de un mismo hecho son válidas, pero en su edición de ayer, Clarín empezó a hacer sus primeros cuestionamientos al Presidente. Y dentro del propio Gabinete se le está reclamando a Macri un acercamiento a los sectores más humildes, quizá para mitigar el impacto negativo que tuvo con el tarifazo. Quizás por eso, eligió Diario Popular para publicar una columna de opinión en la cual establece su compromiso de luchar contra la inflación. El problema, si nos ponemos a pensar un poco, es que más allá de las buenas intenciones, el Gobierno no tiene "un plan", no sabe cómo hacer para controlar los precios, y -como dije antes- se ha visto obligado a recurrir a una estrategia similar a la de "Precios Cuidados". Y llama la atención que tipos que tienen posgrados o masters en Economía, que estudiaron en las mejores universidades del mundo, que se codearon en los foros internacionales con los principales líderes de los países desarrollados, se muestren tan desconcertados. Nosotros, como consumidores, tenemos que echar mano a distintas estrategias para que nuestro sueldo no se escurra como arena en el desierto. Y no les vamos a dar el gusto a las grandes empresas a que pongan los precios que se les antojen. Si hay que comprar las denominadas "segundas marcas", pues así lo haremos. Pero sin que ello signifique un retroceso. Porque no estamos en 2001. Tenemos la oportunidad de torcer la historia errática de la Argentina y de pensar que el futuro resultará promisorio. Pero bríndennos motivos para ilusionarnos, al menos. Punto final. 

21 de febrero de 2016

Crecer como argentinos




Domingo por la mañana en la ciudad. Tenemos que empezar a crecer como argentinos. Dejar de ser tan exitistas y tan derrotistas, casi en un instante. Pasamos de la euforia al llanto, como si fuera un trastorno bipolar colectivo, que se contagia y anida en cada uno de nosotros. Los científicos que aportaron al conocimiento y al progreso son olvidados, probablemente nunca conozcamos sus nombres y a nadie les importe saberlo. Pero sí recordamos quién hizo el gol en un determinado Mundial de Fútbol. Es triste pensar en un país que no se da la oportunidad de ser feliz. Porque en definitiva, lo que está sucediendo ahora, no es nada que no hayamos vivido antes. Inflación, recesión, el omnipresente dólar que nos obsesiona, no es nada nuevo. ¿Por qué no nos sentamos a tomar unos mates y dejamos de lado la pantalla del celular y el boludeo constante? Es muy positivo estar comunicados con nuestros afectos, sobre todo si viven lejos, pero a menudo descuidamos a nuestros seres queridos más cercanos. La tecnología avanza, y no le podemos echar la culpa a ella, sino al uso (o abuso) que hacemos de los nuevos descubrimientos que van surgiendo. Tener un celular con todos los chiches no te hace más inteligente. Lo que te hace más inteligente, es ser estable emocionalmente, darte un tiempo para cada cosa, y también darle a cada situación que te pasa la importancia que se merece. En síntesis: evitar dramatizar. Por ejemplo, Macri no es el ángel ni el demonio. Es el Presidente de la Nación, y punto. Tiene cuatro años para demostrar su capacidad que conducir los destinos de un país. Y no podemos pasarnos todo ese tiempo haciendo el rol de Ministros de Economía: son los funcionarios quienes toman medidas, asesoran al mandatario, proponen leyes o decretos. Porque así es la democracia, es representativa. Los representantes del pueblo gobiernan en nombre de éste. 

Es cierto que lo que está pasando dista mucho de ser lo que nos gustaría ver, pero por una vez en la vida, quiero confiar en un futuro mejor para mí y para mis hijos (cuando lleguen a este mundo). Tenemos una mirada selectiva de la realidad, es como si con una tijera la recortáramos según nuestra conveniencia. Y la realidad es lo que se ve, tan simple como eso, es el pulso de la calle, de los trabajadores, no es tan difícil de entender. Mientras muchos se pasan la vida quejándose por lo mal que le va a la Argentina, hay gente que labura y que hace su aporte para que tengamos un país mejor. Cada uno desde su lugar, como corresponde. Punto final.

15 de febrero de 2016

Macri y la inflación

A poco más de 60 días desde que Macri asumió el Gobierno, la paciencia de la gente ya se empieza agotar. Como hemos dicho en este blog varias veces, el primer golpe que uno siente es cuando le tocan el bolsillo. Y la inflación no cesa. Podríamos hablar largo y tendido de quienes son los "formadores de precios", desde que la yerba, el azúcar, o el dulce de leche sale de la fábrica hasta que llega al supermercado. Y de quién se queda con la mayor tajada. Pero lo cierto es que Macri está implementando un sistema similar al de "precios cuidados", del cual él mismo renegó siendo candidato. ¿Será la solución "enfriar la economía? Esa alternativa tiene sus riesgos. Al haber menos circulante en la calle, la gente consume menos y la inflación tiende a bajar. Pero ello genera recesión. El equipo económico del Presidente no tiene la menor idea de qué hacer ante esto. La gente no puede, como pretende el Gobierno, perder tiempo entrando por Internet a las páginas de todos los supermercados para buscar los mejores precios. Me hace acordar a una versión aggiornada de lo que recomendaba Lita de Lázzari: "camine, señora, camine". Por supuesto, la inflación comenzó a dispararse mucho antes de que Macri asumiera: entre noviembre y diciembre de 2015, los precios aumentaron de un modo desmesurado. Pero la realidad es que hoy "Mauricio" es el Presidente y tiene que resolver varios frentes de tormenta. 

En primer lugar, las negociaciones por paritarias son desprolijas. Primero el Jefe de Gabinete habló de una recomposición del 25 %, pero la reacción negativa fue tal que se vio obligado a decir que "las paritarias no tienen techo". Y es casi un hecho que las clases no van a empezar el 29/2, y como todos sabemos, tampoco se podrá cumplir con los 180 días de escolaridad establecidos por Ley. Pero los sindicalistas tienen "la manija". Se arrogan el derecho de los afiliados y llevan agua para su molino. Estoy seguro que si a Baradel o a Moyano les ponés sobre la mesa una valija llena de guita, te dicen: "listo, muchachos, todo resuelto". Lo que pasa es que el Sindicato de Camioneros es uno de los más poderosos de la Argentina. Si ellos quieren, paralizan el país. ¿Por qué? Porque todo el transporte de alimentos, insumos para las farmacias, medicamentos, o lo que sea, lo tienen ellos. Porque desde que Menem desmanteló la red ferroviaria, ya quedan pocos trenes de carga, aquellos que unían a los pueblos chicos que hoy cayeron en desgracia. Un pueblo sin tren, es un pueblo muerto. Fue así como, durante décadas, Moyano se hizo fuerte y sabe que tiene el poder para hacer un paro cuando le plazca. Es perverso, pero es así. 

Las paritarias de todos los sindicatos están es "stand by". Sólo unos pocos llegaron a un acuerdoo con el Gobierno. ¿Y que pasa con aquel que no tiene ningún sindicato que lo represente, porque es peón de campo, jornalero, y lo "negrean"? Se pasan por el culo el Estatuto del Peón Rural que tanto ponderó Cristina. Andá a cualquier estancia del Interior y preguntale a un peón si tiene un recibo de sueldo. Y vas a ver lo que es tener que laburar sin obra social, sin jubilación, y con todos los derechos vulnerados. Ellos, los de Gobierno que se fue y los del Gobierno que está, lo saben muy bien. Entonces no nos tomen por estúpidos, queremos un índice de desempleo real, estadísticas fehacientes, y en ese sentido confío en que las nuevas autoridades del INDEC las brinden. Punto final.

12 de febrero de 2016

Basta EDEN!!!!



Viernes por la tarde en la ciudad. Hoy, en una jornada agobiante, los lobenses padecimos más de dos horas sin luz. O "sin suministro eléctrico", como les gusta decir a ellos, a los de EDEN. Basta, viejo, déjense de joder e inviertan, porque pasar el verano en estas condiciones no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Siempre hay un problema en Chivilcoy, en Luján, o donde fuere, que repercute en nuestra ciudad. Al vecino común, y yo soy uno de ellos, poco le importa qué se haya roto o averiado: queremos una solución de fondo, que evidentemente no están brindando, porque caen dos gotas y se corta la luz, y no me podés dar argumentos técnicos cuando mi familia y yo nos estamos cagando de calor. Malditas privatizaciones. Algún "iluminado" (vaya paradoja) que vino de Anillaco y estuvo 10 años como Presidente creyó que rematar el Estado al mejor postor, o a precio vil, resolvería todo y las empresas dejarían de ser deficitarias. Y así estamos. Que les pregunten a los porteños cómo funciona EDENOR O EDESUR. Hasta ellos mismos, que siempre se creyeron superiores al resto de los argentinos, te reconocen que el servicio es una cagada. Y vos como un gil tenés que "hacer el reclamo", y rogá a Dios que no se te queme ningún aparato, porque andá a cantarle a Gardel. 


Como les estaba diciendo: una cosa son los cortes programdos y otra es este mamarracho. De repente, se apagaron todas las luces, los equipos de aire acondicionado, los ventiladores, en una jornada agobiante que alcanzó los 36 grados. En casi toda la Planta Urbana, se registró hoy (12/2) un prolongado corte de luz entre las 12:30 y 14:30 aproximadamente. Los vecinos ya están hartos de reclamar por artefactos quemados. Y la indignación crece aún más, luego de conocerse el tarifazo que aplicará el Gobierno a los usuarios de energía eléctrica, que es un servicio esencial. ¿Los señores de EDEN se dieron cuenta de que estamos en el siglo XXI? Porque todo parece tan inverosímil, el sólo hecho de tener que ir a la oficina comercial a reclamar, que haya un guardia de seguridad, y numerosos “filtros” antes de hablar personalmente con el Gerente de la sucursal. Queremos destacar que en muchas ocasiones el Sr. Federico Liria hace lo mejor que puede, pero lo que debería volver a implementarse son los cortes programados mediante los cuales se dé aviso a los lobenses, entre ellos comerciantes, y todos aquellos que no pueden prescindir del consumo de energía. Hay mucha gente con nebulizaciones, postrada en una residencia geriátrica o en un domicilio particular, que no puede esperar, porque cada minuto que pasa corre peligro su vida. Sobre todos aquellos que tienen la salud quebrantada y no tienen por qué saber los motivos del corte, ni tampoco interesa. Porque al precio que estamos pagando el suministro,  merecemos un servicio de calidad, que realmente sirva para algo la Planta Generadora que instalaron en la Ruta 205 y que no sea un monumento a la inoperancia. Vergonzoso y lamentable, es tener que permanecer con 35º C sin poder usar ni siquiera un ventilador. Basta se excusas, señores, que para eso pagamos nuestras facturas, para que cuando nos piden el “número de reclamo” se los podamos proporcionar. Entonces, si se reiteran los reclamos, la Gobernadora Vidal tiene la potestad de rescindirle el contrato de concesión a esta empresa deficiente.  

9 de febrero de 2016

El peligro de pensar demasiado en el futuro

Muchas veces, se vuelve desgastante "pensar en el futuro": en el futuro nuestro, del país, de nuestros hijos, o de la cotización de dólar. En principio, esto es así porque lo único que tenemos para aferrarnos es el momento presente, lo que estonstamos viviendo, y por lo tanto aventurarse a lo que vendrá no aporta demasiado. Lo que sí podemos hacer es tomar conciencia de que, más allá del gasto público, podemos administrar nuestra economía doméstica para llegar lo mejor posible a fin de mes. Eso de algún modo también es pensar en el futuro, pero desde un lugar diferente: no ya desde lo que pueda o no suceder, sino previendo que la guita no nos va a alcanzar si nos gastamos la mitad de lo que ganamos en la primera semana. 

Constantemente estamos proyectando, pensando qué vamos a hacer cuando nos tomemos vacaciones, un fin de semana largo, cuando llegue una fecha tan anhelada.. y eso nos genera expectativas desmesuradas sobre hechos que, cuando se ven consumados, no revisten la importancia necesaria como para justificar tanta carga emocional, tanto "maquinarse", por más buenas intenciones que tengamos. Cuando en un mundo tan incierto el hombre intenta buscar certezas (y se da cuenta de que la única certeza es la muerte), entramos en problemas. Las cosas difícilmente salgan como las planeamos, porque no depende sólo de nosotros sino de una serie de factores externos que no podemos controlar. Por citar un caso, podemos pensar en unas vacaciones maravillosas en Mar del Plata, pero resulta que llovió toda la semana y ni siquiera pudimos "mojarnos las patas" en el mar. Es así. Nuestra responsabilidad es con el corto plazo, no con utopías o proyectos ilusorios. Cuanto menos expectativas tengamos sobre "lo que vendrá", mejor nos vamos a sentir si -llegado el momento- las cosas nos salen bien. Contrariamente a lo que la gente cree, tener aspiraciones modestas no es de mediocres, es de personas equilibradas que realmente piensan en sus posibilidades concretas y no construyen "castillos en el aire". Punto final.

6 de febrero de 2016

2002: el año que nos puso de rodillas


Sábado, 8 de la mañana. Estaba pensando en los recuerdos que cada uno de nosotros tenemos, difusos o quizá más instalados en la memoria, del año 2002. Fue, sin lugar a dudas, el momento en que nos dimos cuenta que habíamos tocado fondo. En realidad, como nos suele pasar, nos percatamos tardíamente, dado que tanto el FMI como el resto de los organismo internacionales habían decidido no prestarle ni un centavo al país. En el bienio 2001/2002, hubo gente que se murió esperando que llegara una medicación imposible de afrontar por los costos. Quienes pudieron (y quisieron hacerlo) se fueron temporalmente al Exterior. Lo que nos quedamos, nos cagamos de hambre. Hubo que ajustarse el cinturón, empezar a pagar con esos papeles pintados denominados "cuasimonedas", como los Patacones o Lecop. Pero tan pronto como se salió de la fantasía del "1 a 1" al derogarse la Ley de Convertibilidad, las empresas encontraron incentivos para crecer. Cuando Eduardo Duhalde, siendo candidato a Presidente en 1999, propuso "cambiar el modelo", la clase media argentina se horrorizó. Y es natural, porque estábamos endeudados hasta las b... en dólares, pagando cuotas para un auto, una heladera o un televisor. O bien pagando un crédito. Fue entonces que, garantizando que se mantendría el "1 a 1", ganó De la Rúa dichos comicios. El resto es historia conocida. Y por esas parábolas de la historia, Duhalde logró su cometido de ser Presidente, no por voluntad popular, sino por la Asamblea Legislativa, ya que habían pasado cuatro tipos por la Casa Rosada antes que él, los cuales ni siquiera alcanzaron a pisar la alfombra porque huyeron como ratas. Nadie quería agarrar ese "fierro caliente". El Primer Mundo, al que con tanto orgullo decíamos pertenecer, nos dio la espalda.

En 2002, sólo quienes tenían dólares en el colchón se vieron beneficiados. Si hablamos de indicadores económicos, fue el peor año en todos los sentidos: cayó la construcción, el empleo, el poder adquisitivo se redujo dramáticamente. Hubo que recurrir a "segundas marcas" en las góndolas de los supermercados: algo había que comer, sea arroz, polenta o lo que fuere. Si era "marca pirulo", no importaba: también se empezó a vender después de muchos años leche cruda o sin pasteurizar, que uno compraba a algún conocido, la hervía, le sacaba toda la grasa que podía, y se la tomaba. No había otra salida más que comer lo que se pudiera. Muchos jubilados murieron en la vana espera de que les reconocieran sus depósitos bancarios, cuando por su avanzada edad, ellos deberían haber tenido la prioridad. La gente golpeaba con palos las sucursales de los bancos, prolijamente tapiadas con chapas, caso contrario hubieran sido incendiadas o saqueadas. 

En medio de todo este quilombo, hubo un Mundial de Fútbol para el olvido: se disputó en junio y por primera vez la sede fue compartida entre dos países, Corea y Japón. Los partidos, por la diferencia horaria, había que verlos a la madrugada. La Selección dio vergüenza, sólo le alcanzó la "nafta" para jugar los tres partidos de su grupo y cayó en la primera ronda. El equipo argentino era favorito, pero flaco favor hicieron los elogios de la prensa cuando hubo que jugar la Copa del Mundo. De esta manera, esos 11 forros que dieron lástima en la cancha, no hicieron más que exacerbar la frustración, en un país donde el fútbol es el deporte más convocante. 

Así, entre lamentos, nostalgias y penas, transcurrió buena parte de 2002. Hubo una famoso "veranito" (siempre los argentinos somos tan vivos para los eufemismos), cuando Roberto Lavagna asumió como Ministro de Economía, cuyos efectos concretos se verían recién a comienzos de 2003. Por supuesto, los políticos, famosos, y empresarios, como es natural, ni se enteraron de que 2002 fue el peor año de nuestra historia, y siguieron con sus vidas como si nada hubiese sucedido. Para ellos, el huracán fue apenas una leve brisa. Punto final.

4 de febrero de 2016

Hubo uno que "pateó el hormiguero"

Para dirigir los destinos de un país, es fundamental tener en claro de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es decir, hacer un diagnóstico acerca de con qué te encontraste al asumir para intentar (se supone) resolverlo. Salvo que te sientas cómodo ante una realidad que te va sumergiendo en lo más profundo del río, por tu propia incapacidad de tomar decisiones.

Ayer se conoció la noticia de que 12 diputados K abandonaron el bloque del FPV. Un síntoma de que nada es eterno, y que las promesas de fidelidad a "la causa" o "al modelo" tienen fecha de vencimiento. Estos 12 legisladores díscolos patearon el hormiguero del imaginario kirchnerista, rompieron con el denominado "núcleo duro", y en estas condiciones, el escenario se presenta ampliamente favorable al Presidente Macri. 

Pero como te digo una cosa, sería injusto si no te contara la otra: El infame Leopoldo Moreau, tristemente famoso por haber sacado el 3 % de los votos en las elecciones presidenciales de 2003, también hizo la peripecia del panqueque y se pasó al kirchnerismo. Su ex compañeros radicales no lo recuerdan de la mejor manera, y no es para mejor. Es algo inédito, si te ponés a pensar: Con él como candidato, la UCR obtuvo el porcentaje más bajo de votos en toda su historia reciente.

Yendo de un extremo a otro del arco político, podríamos afirmar que Macri se encontró con una situación totalmente inesperada, que tiene como principal protagonista a Diego Bossio, ex Director Ejecutivo de la ANSES. Este joven diputado, aparentemente, tuvo que tragarse el "baño de humildad" que le impuso Kristina cuando tenía la aspiración de ser candidato a Gobernador por la Provincia de Buenos Aires. En su lugar, la ex mandataria bendijo con su aprobación a "la Morsa" Aníbal Fernández, quien mordió el polvo de la derrota de un modo categórico. Desde 1987 hasta 2015, el PJ gobernó con mano de hierro la provincia. Quizás no fue Vidal quien ganó la elección, sino "La Morsa" que la perdió por sus supuestos vínculos con el  narcotráfico y con los hermanos Lanatta. Fue entonces cuando en el Justicialismo el clima comenzó a tornarse espeso, y en la cumbre del partido estalló la bronca contenida de quienes durante 12 años agacharon la cabeza y levantaban la mano, como si pararan a un taxi, ante cada proyecto de Ley presentado por los K. 

Bossio fue uno de los que pateó el tablero, pero sería injusto señalarlo como "el traidor", o "el que se cortó solo". ¿Este es el principio del fin del kirchnernismo en su versión 2.0? Tal vez sí, porque Cristina, desde su exilio soñado, no logra disciplinar a los díscolos de su propia tropa. Y cuando el barco se hunde, lo primero que buscan los tripulantes son los botes salvavidas. ¿Tenemos que ser macristas por unos años? No hay problema. ¿Tendremos que negociar con Massa y tragarnos el sapo de los fondos buitre? Perfecto. Todo sirve para seguir en la cresta de la ola y no caer en el ostracismo, que es el mayor miedo al que le tienen los políticos. Además del hecho del ir presos por corruptos, cosa que logran evadir durante varios años amparándose en sus fueros. 

El Justicialismo, hoy por hoy, está poniendo a prueba su capacidad de reinventarse, de reciclarse, como siempre lo ha hecho. De ser neoliberal en los 90, proteccionista e intervencionista en principios de la década de 2000, parece inclinarse en la era macrista como un defensor del libre mercado y de la apertura de la economía. Los más reaccionarios todavía se resisten a este cambio de paradigmas, pero cuando necesitan fondos para sus provincias y "la chequera" no aparece, son capaces de ir en Procesión hasta Luján. Punto final.

1 de febrero de 2016

Una sociedad que no funciona

Lobos es un pueblo chico, pero quizás sin darnos cuenta, nos hemos "aporteñado": ya nadie saluda por la calle. Todos caminan apurados, nerviosos, tensos, porque te das cuenta al observarlos. Camina un tipo de traje por la vereda, concentrado en el celular, te lleva por delante y sigue como si nada. Para él, vos sos un estorbo, no una persona. Si tenés la mala suerte de ser peatón, nadie que vaya en auto te cede el paso. Es la ley de la selva: "si voy en auto y no te apurás a cruzar, te piso". Es que se ha trasladado a todos los órdenes: el que se cree depositario de una autoridad superior, te pisa la cabeza. Hay poco respeto por el laburante y demasiada contemplación para quien anda al pedo dando vueltas en un Toyota o en un Audi. A esos tipos nadie los infracciona, ni les cobra multas. Agarran a un boludo sin casco en la moto (de pura casualidad seguramente, porque los controles son fáciles de evadir), y le sacan la moto. Cuando vas a pagar la multa y te permiten retirar el vehículo, seguramente lo encontrás hecho mierda, en el mejor de los casos. Lo mismo sucede con los autos que van a parar al depósito judicial. Se te cruzó un flaco que iba en moto sin luces, lo chocaste sin querer, y fuiste. Te retienen el auto. Te hacen  la denuncia. Tenés que rogar que la compañía se seguros asuma la responsabilidad que le cabe. El auto, obviamente, está a la intemperie, de manera que las condiciones en que lo vas a encontrar serán deplorables. Es que, como mencioné en otro post, si la Dirección de Tránsito hace los operativos siempre en el mismo lugar, es obvio que nadie flojo de papeles aceptará circular alegremente por allí. Toman un atajo por otra calle y listo, problema resuelto. Así funcionan las cosas. Las motos que hacen delivery de helados o de comidas van a mil, pero no porque el pibe que maneja quiera necesariamente hacerlo, sino porque el dueño del local le exige entregar rápido el pedido. Son síntomas de una sociedad disfuncional, en la cual muchas veces pagan justos por pecadores. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...