30 de abril de 2017

Deportes y valores.

Ultimo día de abril. Intensa (y agotadora) actividad en el cierre de las Olimpíadas, pero de ningún modo me quejo, es lo que elegí hacer, la profesión a la cual dedico mi vida y que me genera ingresos. Podrán decirse muchas cosas respecto a este evento deportivo, si es un gasto o una inversión, si se escogieron los lugares adecuados, qué perfil de políticas deportivas tiene el Municipio de Lobos. Lo concreto es que se ha tomado la decisión de continuar con esto, y no deja de ser un acontecimiento de interés para cierto sector de la sociedad.

Es un error pensar que sólo con el deporte "se saca a los chicos de la calle". Los menores deben tener acceso a una contención integral, no el mero hecho de jugar al fútbol o a lo que fuere. Y los padres ausentes son los culpables de lo que está sucediendo y vemos todos los días por televisión. Personas que supuestamente decidieron tener un hijo y no asumen que no es una planta que crece sola, sino que necesita ser regada y cultivada todo el tiempo. Por lo menos, hasta que cumplan la mayoría de edad. Para eso existe la Patria Potestad, que es compartida. Y como dice Serrat en su célebre canción, nadie puede impedir que sufran, como nos pasó a nosotros siendo adolescentes. Hace falta educar, para que las nuevas generaciones sepan que el mundo no es el mismo de 30 años atrás, ese en que nos criamos nosotros. Hoy, necesitamos  darles temple, fortaleza para luchar ante la inequidad, el engaño, la miseria moral y la corrupción. Decime cómo le explicás a un chico que vive en un país donde Tinelli y los mafiosos de la AFA tienen más poder que el Presidente. Que hay ciudades sitiadas por los narcos. Cómo explicarle que va a tener que laburar de changas porque no hay trabajo y lo poco que puede haber de demanda, es en negro. Cómo explicarle que se va a jubilar con la mínima, si tiene la suerte de llegar a los 60/65 y no morir en el intento. Desde que tengo uso de razón vengo escuchando a los viejos decir que "la jueventud está perdida". Ellos alguna vez fueron jóvenes y no hicieron demasiado, y hoy se rasgan las vestiduras porque ven el resultado de lo que no pudieron hacer. Por supuesto que todos esfuerzo que se haga es loable, y ojalá que se siga trabajando en minoridad. Pero apelar a eufemismos, no es más que engañarnos nosotros mismos.

Basta de joder con palabras que quedan bien. Basta de hablar de "valores". Se terminó el "todos y todas", se terminó 678. Las instituciones del Estado no están para juntar  un montón de pibes jugando al fútbol y cagándose a patadas, sino para detectar el problema y solucionarlo. Es cierto que enseñarles un oficio es algo positivo, pero no basta, esta es la generación post-2001, que creció en la primavera kirchnerista y luego vio todo el derrumbe. A ver si algún día nos sacamos el rigor académico de encima y llamamos a las cosas por su nombre. Punto final.

28 de abril de 2017

Cambios que asustan

A menudo, nuestra conexión o contacto con los objetos es confusa. La mayoría de la gente tiene predilección por el celular y lo cuida con vidrios templados, fundas y una infinita gama de accesorios. Yo, por supuesto, también tengo uno, pero el aparato cumple su función y ya es suficiente para mí. No estoy las 24 horas pendiente del último mensaje, video o foto que me enviaron. En parte esa escasa dependencia se debe a que no tengo abono con Internet, entonces sólo me conecto en mi casa o en lugares con Wi-Fi. Pero fíjense que nadie tiene ese nivel de fetichismo con un libro, con un disco, con algo tangible, que se pueda tocar. Por ejemplo, hace años que se viene presagiando la "muerte" de los diarios impresos (el último pronóstico es que en 10 años desaparecerán), y sin embargo hay un público que aceptar pagar para tener la información en papel. 

Otro caso es el disco. Un disco fue creado por el artista y el productor, y el criterio de selección y orden de las canciones fue pensado por ambos según distintas variables. Si es un álbum conceptual (como los de Pink Floyd), o una ópera rock, tiene un principio y un cierre bien marcados. Ahora, si vos metés 300 canciones en el celular y hacés una ensalada con las canciones que te gustan, eso se pierde. No es que esté bien ni mal. No es que le vaya a cambiar la vida a nadie, pero se pierde el sentido de la obra. Un libro de tapa dura no es lo mismo que un libro "de bolsillo". En lo personal, prefiero estos últimos porque son más cómodos para leer en la cama. Para resumir, lo que pretendo expresar es que no todo da lo mismo, que forzosamente deberemos acostumbrarnos a un cambio de paradigmas donde todo va a estar en Internet, donde no se enviarán más cartas postales, donde las cosas perderán actualidad e interés cada vez más rápido. Y allí también entra a jugar la ambición propia del ser humano: el tipo tiene un lindo auto, cuidado, con buena mecánica. Pero no le basta, salió otro modelo que tiene alguna boludez nueva y quiere ése. Como yo no sé manejar ni creo que vaya a aprender, no me interesan demasiado esas cuestiones. Ando a pata o si es muy lejos, en remís. 

Pero quizás, lo más importante, es el efímero encanto de la novedad, con qué rapidez compramos algo y nos arrepentimos o decepcionamos. Es parte de la lógica del capitalismo. Si las cosas duraran 30 años, no habría a quién venderle productos nuevos. Nunca pensé que un televisor pudiera ser plano y con pocos centímetros de espesor, y sin embargo hoy eso es real. Un celular que detecta tu huella digital y se enciende, me da escalofríos de sólo pensarlo, y también es real. Lo más paradójico de todo esto, es que la gran mayoría de los argentinos vive sumida en la pobreza y en luchar por sobrevivir, por lo cual es muy probable que esa ambición que mencioné hace que te maten o te caguen a palos para robarte un celular o una computadora. Confío que en algún momento se terminará esta locura, y empezaremos a pensar en lo prioritario: enseñar y aprender, adquirir conocimientos. Punto final.

El dolor de perder a un ser querido

Hoy me informaron de la pérdida de un ser querido, concretamente un familiar cercano, y pese a que se hizo todo lo humanamente posible para mantenerla con vida, su corazón dijo basta. Fue un proceso muy desgastante para todos quienes estuvimos a su lado en esa larga y cruenta agonía. Todavía "no caigo", todavía no logro tomar real conciencia de lo que sucedió, y con el correr de los días iré sintiendo su ausencia, o evocando con nostalgia los momentos en que ella y yo fuimos felices.

La muerte es injusta, incomprensible, no cabe en nuestra mente la certeza de que algún día dejaremos de existir. Cuando alguien muy cercano a nosotros muere, se va con esa persona parte de nuestra vida también. Recuerdo cuando una vez una profesora de Filosofía, que era atea, nos dijo en una clase: "Lo que me asombra y me conmueve, es la fuerza de la vida, ver que hay personas que han perdido un hijo o un hermano y sin embargo pueden continuar viviendo, recuperándose del dolor". Quizás estas no fueron las palabras exactas que pronunció, pero sí recuerdo sin temor a equivocarme aquello de "la fuerza de la vida". Alguna vez nos tocará a nosotros estar en un geriátrico, o en la cama de un Hospital, y sentir el vacío, el abandono, que cada día es igual al anterior. Y peor aún, ser presos de nuestro propio cuerpo: no poder caminar, mover un brazo, girar la cabeza. Cuando los esfuerzos de los médicos no alcanzan, cuando no basta con ir a la Iglesia a rezar o a llorar, sólo nos queda aceptar lo irremediable. Nos quedan las fotos, los recuerdos, los juguetes de los abuelos, objetos que nos aferran y nos remotan a la infancia, cuando parecía que también nosotros teníamos toda la vida por delante, cuando parecía que no había sufrimiento ni dolor. Hoy, lamentablemente, en esta sociedad que se cae a pedazos vemos cada vez más chicos que ni siquiera pueden disfrutar de sus primeros años de vida, porque los padres son unos borrachos o delincuentes que no tuvieron la menor conciencia de lo que significa traer una vida al mundo. 

Cada uno guarda un dolor, "su" dolor. Y también la culpa, de pensar en no haber hecho todo lo posible y necesario, de no poder estar en momentos cruciales. De no darnos cuenta que estamos acá de paso, y que más allá si creés en un Ser Superior, algún día te vas a ir de este mundo. 

Hasta siempre, abuela. Te voy a extrañar. 

26 de abril de 2017

Mitad de semana bajo cero

Miércoles por la noche, mitad de semana. Estoy aprovechando un momento que no tengo notas por cubrir, para realizar un "mantenimiento casero" de la compu. Es increíble la cantidad de fotos y de archivos de Word que se fueron acumulando. Sin embargo, no es para menos: esta máquina la compré en 2010, y todo lo redactado y fotografiado ha ido a parar aquí, y uno se encuentra en la disyuntiva de borrar cierto material. A veces conservar un viejo reportaje, como archivo, nos hace ver las contradicciones en las que incurrió posteriormente esa persona. Con respecto a las fotos,  se mantendrán mientras esta notebook tenga vida útil, aquellas que documenten acontecimientos destacados, visitas de funcionarios nacionales y provinciales, las ya clásicas imágenes del Desfile por el Aniversario de nuestra ciudad. Y por supuesto, aquellos vecinos que hemos tenido oportunidad de entrevistar, y que a mi modesto entender han escrito una página destacada en la historia de Lobos, no es aconsejable borrar del disco rígido. 

Tema dos: Como nos sucede a todos, nos destacamos en determinadas áreas (cabe recordar la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner), y no en otras. Digo esto porque "entro en pánico" cada vez que le sucede algo extraño a la computadora, y hay que llamar al servicio técnico. El técnico en cuestión, probablemente, no sepa redactar, algo que yo sé hacer. Pero a su vez, yo no soy idóneo para desentrañar esa maraña de archivos, códigos HTML, configuración del sistema operativo, entre otras lides. Siempre hubo dificultades, entre los neurólogos y psiquiatras, para definir qué es la "inteligencia". Una vez, un profesional me dijo que es la capacidad de adaptarse, de hacer frente a determinadas situaciones, sin importar cuántos libros hayas leído o cuánto hayas estudiado. El tiempo hizo que terminara de darle la razón. Constantemente sobrevienen situaciones que nos desbordan, y una persona equilibrada que le sabe dar a cada cosa su justa y real importancia, es inteligente. Y además, está siendo saludable, dado que no se obsesiona con algo que no puede resolver ni mantiene un pensamiento rumiante y agotador. Sale adelante como puede. Precisamente, por lo que mencioné antes, tiene esa capacidad de no dejarse avasallar, de no dejarse manipular, y el temple necesario para ser firme cuando hay que poner los huevos sobre la mesa. Todos somos los dueños de la verdad detrás de un monitor, chicaneando por Facebook al que piensa distinto, pero cuando hay que discutir con argumentos, díganme cuántos de esos opinólogos quedan en pie y pueden sostener sus dichos. Paradójicamente, creo que ser conscientes de nuestras limitaciones nos libera de una pesada carga y nos permite sentirnos más libres.  Punto final.

24 de abril de 2017

No somos los mismos de siempre

Domingo por la noche en la ciudad. Muchas caras nuevas en la calle, lo cual es fácil de advertir en un pueblo chico. Debo reconocer que los deportes nunca me entusiasmaron, aunque tampoco recibí mucha motivación en las clases de Educación Física de la Secundaria. Siempre quedaba relegado cuando se formaban los equipos de fútbol o voley. Pero no culpo a los profesores que tuve, tenían su modo de enseñar, y creo que ahí sí, en ese sentido, se avanzó muchísimo en materia de inclusión en las escuelas.

Párrafo aparte, tampoco me interesa cubrir un partido de la liga local, por ejemplo. Hay ocasiones excepcionales donde todos estamos pendientes, como el Mundial, la Copa América, y esos torneos importantes. Soy hincha de Boca de toda la vida, y cuando el campeonato era menos confuso que ahora, cuando todavía quedaban jugadores de jerarquía y no eran rápidamente vendidos a Europa para que siguieran su carrera allá, me enganchaba a ver los resúmenes de Fútbol de Primera o escuchaba los partidos por la radio.

Con el tiempo, van cambiando los intereses y las prioridades de cada uno de nosotros. No somos los mismos, pero la sociedad tampoco es la misma que supimos conocer. Los usos y costumbres, las formas de comunicarse, cambiaron. Muchas veces sin que siquiera nos demos cuenta. A veces es un proceso que se va dando paulatinamente, y en otros casos, la vida nos da un vuelco, un cimbronazo, y nos interpela a mirar hacia atrás de un modo diferente. Podemos ser víctimas y victimarios a la vez. Un día cualquiera nos sentimos con fuerzas para llevarnos al mundo por delante, y a pocas horas podemos sentirnos una piltrafa. Es desgastante el ritmo de vida actual, nos autoexigimos demasiado, pretendiendo dar más de lo que podemos. Es mucho más saludable y sincero ser conscientes de nuestras limitaciones, sin que ello te quite el deseo de superarte. Saber que hay algo que nos cuesta demasiado hacer, es un estímulo para intentar hacerlo, pero sin presionarnos al punto de dejar que los demás decidan por nosotros. El que no cambia, no evoluciona: aquel que se vanagloria de ser "el mismo de siempre", no comprende que en determinados aspectos es imposible sostener esa postura. A menudo cuesta aceptarlo, dar vuelta de página y mirar hacia adelante. Pero es lo único que nos queda. Punto final. 

21 de abril de 2017

Los gajes del oficio del periodismo

Messi, Vilas, Fangio, Monzón...no llegaron a ser glorias del deporte argentino porque alguien les dijo alguna vez que tenían talento. En el deporte como en la vida, la fórmula es 10 % de talento y 90 % esfuerzo. Incluso, personas que no tienen ningún don o aptitud en particular, pueden suplir ese "no-talento" dedicándole muchas horas a aquello que les apasiona o que aman hacer. Del mismo modo que yo recibí críticas por mi trabajo, también hubo elogios, ciertamente muy sinceros. Pero no podía dormirme en los laureles. Hay que saber combinar creatividad con rigor en la información, y ahí podés darle tu impronta, tu sello personal, a lo que escribís. Lo que siempre hago, porque es una cuestión ética, es reproducir textualmente lo que me dice el entrevistado. Nunca voy a poner en su boca palabras que él no dijo. Una entrevista es como una pelea de boxeo, sólo que no hay golpes físicos. Uno pregunta, arremete, y del otro lado del ring te la devuelven. Sin embargo, también está lo que se denomina "ponerse el cassette": el tipo ya tiene un monólogo preparado en el cual evade la pregunta con otras consideraciones que no aportan nada al espíritu del reportaje. 

Otro dato clave es no dejarse seducir, no ser "amigo" del entrevistado. Es ahí donde empiezan los problemas: esto no lo publiques, sacá el párrafo donde dije tal cosa, etc. Lo que lo dijiste, está grabado y lo voy a publicar si resulta de mi interés. No hay que dejarse condicionar, excepto algo que se diga fuera de grabador y en tal caso sí se puede tomar como un dato útil, pero no documentado. 

Todo lo expuesto no lo digo para dar una cátedra de periodismo, soy uno más de los colegas que realizan su labor, sólo explico mi modo de trabajo. Si alguien me niega una entrevista, está en su derecho de no hacer declaraciones, y lo mismo sucede si prefiere no responder a una pregunta. Son las reglas del juego. A veces la vida te sorprende, porque de un hecho que en apariencia es intrascendente comenzás a desatar el nudo de ovillo y descubrís un montón de cosas que pueden constituir una noticia. Más de una vez hay detalles que pasan inavdertidos. Y todos tenemos anécdotas de torpezas que nos han ocurrido, como que se agoten las pilas del grabador o de la cámara de fotos, y que no tengamos ni siquiera un lápiz y un papel para tomar notas. Nos pasa a todos, a los que recién empiezan y a los que hace unos años que estamos en esto. Por suerte, los celulares modernos permiten hacer grabaciones de voz, y sacar fotos de mediana calidad, lo cual te puede salvar del naufragio.Hay jefes que te presionan demasiado, y hay otros que te dan la libertad de trabajar a tu modo. Esto también sucede en cualquier empleo. Hay días que llegás frustrado a tu casa porque no conseguiste una nota, y otros en que tenés que andar a cuatro manos para publicar todo el material. Y seleccionarlo, editarlo, porque el lector se cansa de un texto demasiado largo. Quizás lo que me falte es poder de síntesis, pero a veces prefiero hacer una crónica completa y que la persona que lee entienda con claridad. Son, ni más ni menos, que gajes del oficio. Punto final.

17 de abril de 2017

Si hay miseria que no se note

Y arrancó la semana nomás. Hubo que hacerle frente a una gélida mañana, de 10º C, y seguir los circuitos habituales donde uno trata de conseguir información. Primero que todo: la calle. Después: oficinas, despachos, algún que otro contacto. Hay muchas cosas que no se dicen porque no resulta conveniente para el poder político de turno, y otras que se ocultan porque es más cómodo no hablar de ciertos temas. Esconder la basura bajo la alfombra no conduce a nada. Hace años que el Parque Municipal está en estado de abandono, pero como a alguna "mente brillante" se le ocurrió hacer la apertura de las Olimpíadas allí, han colocado nuevas luminarias y reparado otras, han pintado el acceso a dicho espacio verde. Para que lo vean los demás, digamos. Para que quienes nos visitan vean que somos grosos, que tenemos un parque, que Lobos es una ciudad donde se cuida el Medio Ambiente y los espacios públicos. Nunca se puso empeño en forestar, en reemplazar los viejos eucaliptus que van cayendo vencidos por el peso de los años. Aún así, muchísima gente frecuenta al parque para caminar y hacer actividad física. Los baños son un asco (o al menos lo eran la última vez que fui). 

Para que se entienda mejor, es positivo que se realicen mejoras en todo lo posible, pero no "para que lo vean los de afuera". Por otra parte, las Olimpíadas les interesan a un sector determinado de la población: deben continuar realizándose, pero no es que todo el mundo está pendiente de ello. De hecho, la mayor concentración de público suele darse en el show musical de cierre, que excede lo deportivo, a nadie le interesa la ceremonia de premiación, excepto a aquellos que alcanzaron una posición destacada. Pero me estoy yendo de tema. Durante casi toda mi vida crecí en el barrio del Parque, y ante la ausencia de todos los Gobiernos Municipales, hubo que remarla para conseguir asfalto, gas natural, agua corriente, porque era un barrio olvidado. Me acuerdo cuando pasaba el regador para que no se levantara tierra en las tardes de verano. De manera que a mí no me la van a venir a contar, fueron años difíciles, y costó mucho para todos los vecinos poder mejorar nuestra calidad de vida. Tal vez parezca que en mi análisis soy un resentido o renegado, pero no es así. Insisto, celebro que alguien se haya acordado de nuestro principal pulmón verde, pero si no tenemos en claro las prioridades, estamos en problemas punto final.

16 de abril de 2017

Un poco de paz en medio del caos

Un domingo tranquilo, sin grandes novedades. Durante todos los días feriados por Semana Santa, me confundía reiteradamente: el viernes yo estaba convencido de que era sábado, y así las cosas. Sin referirme puntualmente a este caso, pienso que hay varios feriados inútiles que deberían ser eliminados del calendario, como el de carnaval. Es joda, es fiesta, no recuerda a ningún prócer o acontecimiento histórico. Y precisamente, lo que más necesitamos es laburar y terminar con la joda, con las murgas y las comparsas. Por supuesto, habrá un sector de la población que guste de presenciar un carnaval, pero puede hacerlo siendo un día laborable, dado que la mayoría de los festejos de esa índole son por la noche. 

Siempre hay motivos para pensar que el futuro será mejor, aún en las peores condiciones. Es que, en realidad, el futuro nos sostiene emocionalmente, es como un faro que algún día creemos poder alcanzar. En estas líneas, reitero lo que expresé en otro post: todo tiempo pasado fue peor. Debemos entenderlo así, o practicarlo como un ejercicio mental, para no caer en la nostalgia que nos deja estancados, añorando un supuesto bienestar y prosperidad que alguna vez alcanzamos. Me molesta que hablen de los 12 años de kirchnerismo como una excusa. Es cierto, se robaron hasta los jarrones de la Casa Rosada, pero antes de los K estuvieron otros que también hicieron de la corrupción una costumbre. Es así que llevamos, diría por arriesgar una cifra, más de 50 años de idas y venidas, de efímeros momentos de estabilidad económica, y otros en el cual predominaba el "sálvese quien pueda". Todos buscan "salvarse", inclusive si ello implica cagar al otro. Como decían nuestros abuelos, venderte un buzón. 

Recuperar nuestra propia serenidad, en la medida de lo posible, nos permitirá afrontar de un modo menos convulsionado lo que vaya a venir. No tengo la receta mágica de cómo encontrar un equilibrio emocional, pero quizás algo que me enseñó la vida es darle a cada cosa la importancia que se merece. Ni más ni menos. Salir del pensamiento rumiante que te tortura todo el día, aunque más no sea tomándose un tiempo para escribir algo, del mismo modo que lo estoy haciendo yo ahora. De algo estoy seguro: Si vivimos pensando en la guita, estamos perdidos. Punto final.

15 de abril de 2017

La pelea entre halcones y palomas

Sábado por la noche en la ciudad. En esta Semana Santa que estamos transitando, las calles de Lobos lucieron desiertas. Sin embargo, muchos comercios abrieron sus puertas porque no se pueden dar el "lujo" de estar dos días sin vender. Me he vuelto reiterativo con toda esta cuestión de la conflictividad social, pero como es lo que uno palpa a diario, no puede permanecer ajeno. 

Llegan noticias de que los yanquis bombardean Siria, los rusos para no ser menos muestran su arsenal, al igual que Corea del Norte. Durante los años de la Guerra Fría, al menos, era sólo eso: un recelo mutuo entre dos potencias, con espionaje, y una gran escalada de armamento nuclear. Ahora, bombardean una ciudad, con edificios antiquísimos destruidos, miles de muertos, en un país que supuestamente es una amenaza para la seguridad nacional, a decir de los yanquis. Justo ellos se sienten amenazados, que están armados hasta los dientes y que le vendieron a la comunidad internacional la mentira de que había armas químicas en Irak. Ya no se habla más de Irak, ni de Bosnia, ni de otros sitios tan remotos que escapan a nuestra comprensión y a la capacidad de discernir el horror de la guerra. El espanto de la muerte, que se consuma en nombre de la libertad y la democracia. Pero a no engañarse, que si no era Trump el que cometía estos genocidios, hubiera sido cualquier Presidente que asumiera en EE. UU. Y son tan forros e hipócritas que después hacen colectas o eventos benéficos por la hambruna en Africa. Como se puede advertir, el neo-populismo llegó para quedarse, y de la peor manera: anotarse un "triunfo" en la defensa de las fronteras tiene más rédito para la gilada que el sistema de salud de Estados Unidos (Medicare), que es un desastre. Nuestros hospitales estarán arruinados, pero al menos hay un mínimo grado de compromiso por la salud pública. Punto final.

13 de abril de 2017

Hacer la guerra detrás de un monitor

Luego de un prolongado paréntesis, volví a tener tiempo (y ganas) de escribir, de intentar esbozar una idea sobre lo que nos pasa. Vivimos en una sociedad cada vez más intolerante y ofuscada consigo misma. Es decir: ni nosotros mismos nos soportamos. La escalada de violencia no se detiene, y muchos prefieren agredir detrás de un monitor que mantener una discusión un poco más sensata en forma personal. Honestamente, me parecen unos cobardes y unos forros.

Hoy por hoy, cualquier opinión política que publiques en Facebook da lugar para que te puteen, te insulten, o se haga una cadena interminable de comentarios a favor y en contra. A favor y en contra de los docentes. A favor y en contra del Gobierno. A favor y en contra de cualquier cosa que te puedas imaginar. El juego es contradecir al otro, generarle irritación, provocar, siempre con escasos argumentos. Estamos peor que en los años del kirchnerismo, cuando la división o la grieta se daba entre quienes leían Clarín y quiénes no. Los que fogoneaban la Ley de Medios y los que se oponían. El conflicto con el campo en 2008. Pues bien, todo eso parece un cuento de hadas comparado con lo que estamos viviendo. 

Antes, la gente se sentaba en un bar con un grupo de amigos, tomaba un café, discutían de política, y así pasaban las horas, comentando las noticias de los diarios o simplemente el pulso de la actualidad. Después cada uno de iba a su casa y listo, está claro que no iban a arreglar el mundo. Pero al menos, había la posibilidad de disentir, cuestionar, indagar. Estoy hablando de hace por lo menos 30 años atrás. Hoy todo eso no existe. De hecho, yo casi no uso las redes, salvo para subir alguna foto o para promocionar mis publicaciones. Es el "todos contra todos".

El sentido común indica que uno ya tiene bastantes problemas en el plano personal como para perder tiempo respondiendo comentarios estúpidos. No acepto ni tolero la agresión, no se puede justificar de ningún modo, de lo contrario entraríamos en una "cyber guerra" de nunca acabar. Yo tengo mis convicciones firmes, y nunca claudiqué en ello. Seguramente quien está del otro lado también las tendrá. 

Es inaceptable el enfrentamiento, y más aún ese modo encubierto de agredir publicando cartelitos o "memes". Somos gente grande, déjense de joder, no malgasten la vida perdiendo el tiempo en una red social, ¿no es mucho mejor acaso tomar unos mates bien cebados escuchando radio? ¿Compartir una cerveza y una picada? O lo que sea, pero que nos haga sentir más humanos y menos bestias. Punto final.

9 de abril de 2017

Domingo de diluvio

Con los años, casi forzosamente, he aprendido a ser más tolerante, a dejar pasar ciertas cosas que antes me indignaban muchísimo. No es que claudiqué en mis principios, sino que comprendí que era lo mejor para mí mismo no renegar inútilmente con gente que no entra en razones o que no vale la pena. En esta profesión estás muy expuesto, asumís la responsabilidad de informar, y si un funcionario no te contesta una pregunta o lo hace en forma irrespetuosa, no queda otra que aceptarlo. Siempre estuve en desacuerdo con quienes detentan un cargo y se vuelven autoritarios. Siempre habrá alguna excepción, pero debo decir que todos los gobiernos que pasaron, incluido el actual, me han decepcionado. Para vivir acá tenés que acostumbrarte a los altibajos: puede haber dos o tres años buenos, pero nunca sabés con qué te vas a encontrar. 

Uno trata, dentro de lo posible, que no lo tomen por estúpido o por boludo, pero creo que lo que más duele es la traición. Sentirse defraudado por la persona en que supiste confiar, o ver cómo se lleva los laureles a costa de esfuerzo ajeno. Aprender a confiar, y consecuentemente a desconfiar, también es un proceso. Hay muchos lobos disfrazados de corderos. 
Creo que, lo que verdaderamente reconforta, es sentir que hiciste bien tu laburo, y que los demás lo perciben. Hay quienes consideran que hacer periodismo en un pueblo chico carece de valor, cuando para mí es todo lo contrario. El mismo tipo al que criticaste en una nota te lo cruzás todos los días por la calle. Hay que bancársela. Y por sobre todas las cosas, ser creativo. La creatividad, aunque no la apliques al ámbito profesional, es buenísimo para salir de la chatura, de lo establecido, de lo ya conocido. Cuando decimos que alguien "se las rebusca", no está ni más ni menos que siendo creativo, y eso es lo que tiene verdadero valor. Punto final.

5 de abril de 2017

15 años de periodismo

Hace ya 15 años que me dedico a esto, y continúo tratando de dar lo mejor. En las conferencias de prensa, la postura más cómoda que encuentran algunos es dejar que el funcionario de turno hable, grabar lo que dice y luego difundirlo. Es decir, tenemos a un tipo monologando 20 minutos, ¿y te vas a quedar callado? El periodismo es indagar, es preguntar, es incomodar de alguna forma al otro. Lo contrario es ser sumiso, complaciente, aceptar las cosas como te las dicen y con eso alcanza. Yo sé que hay personas que ven con desagrado que yo haga preguntas, pero lamentablemente no voy a ceder y se van a tener que acostumbrar. Si algo no se entiende, ¿cómo lo vas a dejar pasar sin pedir una explicación más clara, para que el lector también lo pueda entender? A mí no me van a manipular, porque yo no le debo nada a nadie en esta profesión, me costó mucho ser tenido en cuenta, y aún así aspiro a más. Yo tengo mi propio emprendimiento, de manera de no me condiciona nadie: sólo me debo a los lectores y anunciantes. El resto, que se aparte del camino porque es un estorbo. Y no esperen de mí convocarme a una "pseudoconferencia" para que haga publicidad encubierta. La publicidad se cobra como cualquier otro servicio, vivimos de eso, si querés prensa vas a tener que pagar.

Este año, con el tema de las elecciones, será particularmente "picante", y todo lo que escribí antes viene a colación de que, por decisión del Intendente, no se podrán hacer más preguntas durante las conferencias de prensa, sino al término de las mismas. Perfecto, si esas son las reglas de juego, deben ser para todos por igual, y yo no me voy a quedar callado ni me voy a autocensurar. Uno no realiza una pregunta para lucirse, sino para "exprimir" al entrevistado, para obtener la mayor información posible, para hacerle notar sus contradicciones. Quien me conoce, sabe cuál es mi modo de trabajar, que no es el único, pero es el que yo elegí. Muchas veces la gente a la que entrevisto, se sorprende porque desgrabé textualmente lo que dijeron, y hasta me han felicitado como su fuera un mérito. Sólo cumplí con mi deber, jamás pondría en boca de un tercero algo que éste no dijo. Que otros tengan esa metodología es otra cosa, no juzgo a nadie, y espero que no lo hagan conmigo. A mayor cantidad de medios, mayor es la exigencia que uno mismo se impone, para acceder a la información. Ya dije una vez que la primicia no me desvela, si la consigo la tomo como una satisfacción, nada más. Ojalá algún día quienes detentan el poder aprendan que el periodismo  es un arma de doble filo y que quienes abrazamos esta profesión vivimos de ella, pero la ejercemos sin ningún tipo de condicionamiento. Punto final.

Por siempre Charly

 Charly García es -a mi modo de ver- es más grande compositor en la historia del rock argentino. Comparte el podio con el Flaco Spinetta, y ambos músicos tenían mutua admiración. Soy enemigo de los fanatismos, y todos sabemos que Charly ha sido protagonista de escándalos, excesos de todo tipo, situaciones absurdas, y polémicas interminables. Tuve la oportunidad de presenciar un recital suyo, en 1999, en el ciclo "Buenos Aires Vivo" en Puerto Madero. No me lo olvido más, fue una noche para atesorar en la memoria, A pesar de que no estaba en su mejor forma, cantó sus clásicos inoxidables y muchos temas del disco que había grabado por aquel entonces, "El Aguante".

En febrero de este año, para sorpresa de muchos, Charly lanzó un nuevo disco, "Random". Y como bien tituló Clarín en una crónica sobre el álbum fue "el regreso del mejor Charly posible". El disco es breve, dura apenas 33 minutos, pero es el mejor de los últimos 15 años. La voz desgastada y por momentos arruinada, no impiden disfrutar canciones de una belleza extraordinaria. Ya no están sus compañeros de ruta, de esa banda que supo conformar a prueba de balas: la "Negra" María Gabriela Epumer y del Negro Carlos García López fallecieron, y en este último álbum, Charly hace una dedicatoria muy especial a ambos.

García es inclasificable, en términos musicales: hizo folk con Sui Generis, jazz rock o rock progresivo con La Máquina de hacer Pájaros, continuó en los años brillantes de Serú Girán, hasta lanzarse como solista. "Clics Modernos", de 1983, es el disco que rompió con todo en la primavera democrática, que combina temas bailables con otros de medio tiempo como "Los dinosaurios" o "Ojos de videotape". Grabado y mezclado en New York, sigue vigente porque su sonido ya era innovador desde el vamos, y tiene una producción impecable

No se trata aquí de hacer una reseña que Charly, que podrán encontrar en Wikipedia o en cualquier libro biográfico. Lo que lo distingue, es cómo supo atravesar sucesivas generaciones y convertirse en un ícono del rock en español. Los años '90, cuando lo descubrí siendo yo un adolescente, no fueron lo más prolíficos de García. Enredado en su propio caos, en sus propios dogmas, creó un concepto extraño, el ya famoso "Say No More", de mismo modo que Prince reemplazaba su nombre de las tapas de los discos por un símbolo impronunciable. 

Pero volviendo a "Random", hay que tener en cuenta que el Charly de hoy tiene 65 años, cultiva un perfil más bajo que en sus épocas de descontrol, y está pagando las consecuencias de un largo período de adicciones. Por ello, considero que ese nuevo disco es una brisa de aire fresco en medio de tanta mediocridad, los "hits de moda" de las radios FM. Escuchar este álbum es como encontrar un juguete extraviado y recordar las satisfacciones que nos supo dar. Punto fina.

3 de abril de 2017

Despertemos de la siesta y reaccionemos

Que prime la concordia y la convivencia en un país con tantas heridas por cerrar, es lo más cercano a la utopía. Que el Presidente desconozca cuánto gana de mínima un jubilado, es lamentable. Podría haber dicho: “no lo recuerdo en este momento”, o haber optado por cualquier salida elegante, pero arriesgó en un programa de TV una cifra de 9.000 pesos, casi 3.000 pesos más del haber mínimo. 

La famosa “grieta”, término que se acuñó en los años del kirchnerismo, no cesará en la medida que entendamos el respeto a las instituciones. Los sucesivos gobiernos democráticos que nos defraudaron en los 34 años de vigencia del Estado de Derecho se sirven de las mismas prácticas que supimos conocer: asistencialismo, clientelismo, nombramientos por amistad y no por mérito e idoneidad. No es menos cierto que hay un sector que pretende desestabilizar al Gobierno Nacional, y que tiene a su disposición canales de noticias, radios, diarios, la mayoría de ellos propiedad del empresario K Cristóbal López. 

Es preocupante que los asesores de imagen de Cambiemos estén más pendientes de Facebook y Twitter como medios de comunicarse con la ciudadanía, en lugar de salir a caminar la calle, tomar nota de los reclamos de los millones de argentinos, sin distinción de quienes votaron a este Gobierno y quiénes no. La Constitución dice: “El pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”. Pues bien, nuestros representantes dejan mucho que desear. Mientras tenemos un 30 % de pobreza, cierran las fábricas, y las economías regionales están en crisis, salimos a “buscar inversiones” a España y Holanda, que no desembolsarán un centavo hasta que no haya reglas claras y previsibles. Además, y por obvio que resulte decirlo, los empresarios no están para hacer beneficencia: si no ven la posibilidad de obtener un rédito económico buscarán otros destinos más sustentables para radicar sus industrias. Brasil (que tiene profundas desigualdades sociales del  mismo modo que Argentina), es el país del Cono Sur con mayor cantidad de empresas extranjeras, tiene enormes polos industriales como la Zona Franca de Manaos, y ellos exportan productos manufacturados mientras nosotros seguimos con el modelo agroexportador del Siglo 19. Algo está fallando: si tenemos ingenieros electrónicos de excelencia, un capital humano excepcional, ¿Cómo es posible que no se pueda fabricar bienes de consumo, electrodomésticos, con los mismos estándares de calidad de los países del Primer Mundo? La mano de obra barata de las economías asiáticas conspira contra eso, justo es decirlo, pero es hora de que se brinden los incentivos para que Tierra del Fuego no se dedique sólo a ensamblar componentes importados, sino que los mismos se produzcan acá. No será de un día para el otro, pero es un compromiso que nos debemos si nuestro deseo es jerarquizar la producción nacional. Punto final.

2 de abril de 2017

Malvinas: la manipulación política de una causa nacional

En el acto oficial por el 2 de abril, que se llevó a cabo en nuestra ciudad y al cual asistí, escuché en palabras de un veterano (que habló en nombre de toda la Agrupación que representa), un discurso que sintetiza perfectamente el sentimiento de muchos que no aceptamos que se manche el nombre de nuestros héroes. Walter Di Lorenzo, ex combatiente, cuestionó en duros términos que agrupaciones o "movimientos" políticos que dicen defender los DD. HH. se quieran apropiar de un hito de la historia argentina. O lo que es peor, tergiversarlo, deformarlo, establecer conclusiones totalmente absurdas para obtener un rédito espurio. Relacionar a los veteranos con la última dictadura (que ellos mismos repudian), es una canallada. Pero durante mucho tiempo se intentó, desde ciertos sectores, ligar a un gobierno de facto con una causa justa. Podemos convenir en que a Galtieri le hubiera otorgado enorme popularidad una hipotética victoria argentina en la guerra. La que, en cambio, se quedó con ese rédito político fue la Premier Británica, Margaret Thatcher, cuando en el Reino Unido había numerosas protestas de la clase trabajadora. 

Se pueden ensayar numerosos análisis, en el contexto histórico adecuado, pero nada más elocuente que el discurso de este lobense que lo vivió en carne propia junto con sus compañeros y que advierte, con dolor y perplejidad, cómo se ha creado un nuevo prisma desde el cual se ve la historia reciente, que es alentado y fogoneado por quienes ni siquiera se tomaron la molestia de hablar con los soldados que volvieron. 35 años después, ¿aprendimos algo? Sí, nadie quiere más una guerra, pero quienes combatieron no pudieron elegir entre hacerlo en democracia o en dictadura. Fue la inicitiva de una Junta Militar, y ellos cumplieron con su deber, ¿qué otra cosa podían hacer? ¿Desertar, esconderse, irse del país? Más allá de quien detentaba el poder, ellos fueron y combatieron, en una lucha desigual, y el resultado del conflicto es por todos conocido. 
Definitivamente, el oportunismo político no tiene escrúpulos, y cuando resultaba conveniente, el gobierno o el partido de turno se rasgaba las vestiduras, invocando una causa que nos pertenece a todos. Y del mismo modo, cuando en el país se vivía la fiesta del dólar barato, del "1 a 1", se quiso seducir a los isleños con el inefable aporte del ministro menemista Guido Di Tella. Los kelpers serán piratas, pero no estúpidos, y no están dispuestos a renunciar a ser ciudadanos británicos, al menos por ahora. Por lo tanto, lo que nos queda es mantener una línea coherente por la vía diplomática, ante las Naciones Unidas, y todos los organismos y foros internacionales. Sin demagogia. Simplemente con la verdad, que está a nuestro favor. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...