28 de mayo de 2018

Las facturas en papel dicen adiós: un "gasto" que no es tal y que nos sirve a todos


Acaba de llegar a mi casa una factura del Impuesto Inmobiliario, que promete ser la última que envíe ARBA, al menos en formato papel. En un pequeño folleto, el fisco nos explica que se está modernizando, y que por ese motivo, las próximas boletas serán electrónicas. Una pésima noticia, sobre todo para la gente mayor, que tiene más difícil el acceso a Internet para entrar a revisar cuánto es lo que hay que pagar. Resulta extraño que querramos una Provincia con alta penetración tecnológica, cuando hay bonaerenses que no tienen agua corriente, ni cloacas. Las necesidades básicas están totalmente insatisfechas, y el Estado está más preocupado en ahorrar el costo de papel de las facturas que en mejorar nuestra calidad de vida. Por otra parte, se dice que un gran porcentaje de lo que se recauda va destinado al pago de sueldos a estatales. Sin embargo, en sintonía con el ajuste que propone el FMI, la Provincia se ha fijado como meta un recorte de 300.000 empleados. Y me resisto a creer que muchos de ellos sean ñoquis o personas que permanecen ociosas. Ni que hablar de la calidad educativa: la semana  pasada hubo dos días de paro, y ya estamos casi a mitad de año y el conflicto sigue sin solución. Vidal y sus ministros se han mantenido firmes y se resisten a hacer una propuesta superadora.    

 Me pregunto, con bastante ingenuidad, cuándo el ajuste se hará "de arriba hacia abajo", comenzando por los sueldos políticos, saliendo a la caza de los inútiles e inoperantes que ocupan cargos públicos. Si un funcionario no sirve, hay que removerlo y poner a alguien idóneo en su lugar. Tan simple como eso. Y la Gobernadora lo sabe. No es un secreto para nadie que seguimos alimentando parásitos sociales, mientras aquellos que realmente cumplen con su trabajo se ven postergados día a día. No acostumbro a hacer lobby en favor de los docentes, principalmente por los dirigentes que los representan en las negociaciones, como el impresentable de Baradel. Pero aún así, prefiero que les aumenten el salario básico a ellos, y no a cualquier Ministro o "asesor" que pretenda arrogarse la voluntad popular, adjudicarse algo que no le pertenece. Lamentablemente, la gente (es decir, nosotros) vota por sus representantes, pero no a los ministros, ni a los jueces de la Corte. El Poder Judicial sigue siendo objeto de permanentes cuestionamientos, en su mayoría, haciendo foco en los jueces denominados "garantistas". 
 Creo que en algunas provincias como Córdoba se está dando un primer paso, exigiendo a los magistrados que paguen el Impuesto a las Ganancias. Ojalá que este ejemplo se replique en el resto del país. Punto final. 

24 de mayo de 2018

Vísperas del Día de la Revolución

En vísperas de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, deberíamos repensar en aquello que nos hace argentinos, que no es solamente haber nacido en el mismo suelo. Somos los trabajadores y aquellos que ya se jubilaron quienes construimos la Patria día a día y le ponemos el hombro, cada uno desde nuestro modesto lugar y posibilidades. Desde luego, no todos podemos concretar (o ver plasmado) en lo cotidiano la epopeya de nuestros próceres, y quizás la mejor manera de hacerlo sea honrando su memoria y tratando de demostrarles que el esfuerzo y empeño que pusieron no ha sido en vano. Que la sangre derramada de tantos compatriotas trajo consigo la paz institucional que tanto costó conseguir. 

Y hoy, con un escenario diferente y un poco aciago, tendríamos que dejar de lado esa tontería de que "la Patria es el otro". No, la Patria somos todos, el otro y yo también. No dejemos que el árbol nos impida ver el bosque. Aunque el panorama actual del país no sea el mejor o el que deseamos, confío en que vamos a salir adelante. No sé cómo. No todo es responsabilidad de la dirigencia política. Si estos tipos están ocupando cargos, es porque "alguien" los eligió. Hagámonos cargo del deber cívico de votar. Implementemos el "voto castigo" si algo no nos gusta. Salgamos a las calles a protestar de forma pacífica, no con palos y piedras. Porque la democracia es meramente representativa, el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes. Está en nosotros torcer el rumbo de la historia, que no es fácil, porque acumulamos repetidos fracasos. En educación, en salud, en la falta de respeto a las instituciones. Esto no es nuevo, y los lectores de bien, lo saben. Hace años, diría décadas, que venimos arrastrando sucesivos fracasos, y entonces aparece un "iluminado" que nos encandila con un discurso mesíanico, o nos dice que "sí se puede". Claro que se puede, con Macri o sin él, cuando termine su mandato. El problema, reitero, es cómo salimos de este embrollo. Porque esta fiesta la vamos a tener que pagar entre todos, como ha sido siempre. Años de despilfarro, de amiguismo y de corrupción, no son gratis para el pueblo. Punto final. 

20 de mayo de 2018

Animarse a "salir del cascarón"


Convencernos de que podemos emprender un proyecto, tiene que ver con lo viable que éste parezca o resulte. Pero hace falta ingenio, creatividad, buscarle la vuelta, además de la plata. Tener los recursos para financiar un emprendimiento no es todo. En mi caso,  cuando me decidí a refundar mi diario digital, que hoy se llama LOBOS 24, lo hice pensando en las nuevas tendencias, en las redes sociales, y en los dispositivos móviles (celulares y tablets). Transcurrido el tiempo, debo decir que no me arrepiento, pude dar con las personas adecuadas que me asesoraron y diseñaron la página. Y ya la inversión está amortizada, es decir, ya se saldó el importe del costo inicial.

 Debo decir que “me la jugué”, era imposible saber cómo me iba a ir, o cómo iba a ser recibido por los lectores. Sin embargo, les cosas salieron bien, la respuesta de los lectores y anunciantes fue positiva, y ahora hay que seguirla remando. Uno no se puede dormir en los laureles, y la premisa que siempre he mantenido, es no subestimar al lector. Tratar de brindar noticias locales, por supuesto, pero no descuidar el análisis de la actualidad regional o nacional que impacta en nuestra vida cotidiana.

La oferta de medios en Lobos en tan amplia, que de algún modo hay que buscar la manera de marcar la diferencia, dentro de lo posible. Ser críticos, pero respetuosos y criteriosos. No acusar a nadie sin pruebas fundadas. Emitir juicios de valor sustentados en la razón, y no en la emoción. Ser respetuosos de quienes piensan distinto (y lo hacen con argumentos). A todos quienes fueron anunciantes, les estoy más que agradecido. Y a quienes lo siguen siendo, les digo que me reconforta que confíen en este producto periodístico. Lleva tiempo y esfuerzo, como todo trabajo. Y hay que redactar lo mejor posible para que el lector comprenda lo que se pretende expresar. Ese desafío de superarnos día a día, nos hace sentir vivos a todos, de lo contrario nuestra existencia sería monótona y ya no habría motivación para continuar. Por eso siempre es bueno tener expectativas, aún en los momentos más aciagos del país, porque donde vos sembraste una semilla, algo va a salir. Ganarse la confianza es fácil, lo complejo es mantenerla y no defraudar a nadie en su buena fe. Esos son los pilares en los que sostengo mi trabajo cotidiano.

Luego de haber tenido durante 11 años el segundo diario online de Lobos, como fue Lobos Digital, ahora tengo LOBOS 24, que es como mi segundo hijo, mi fuente de ingresos, y lo que me da apoyo para no claudicar. Punto final.

18 de mayo de 2018

Ser dueño de la propia vida, nada más y nada menos

El gusto por el tango y el jazz lo fui adquiriendo de adulto, aunque con la música siempre remé contra la corriente. De chico me fascinaba Pink Floyd, o las tapas de los discos de vinilo que tenía mi viejo. En los '90 sonaban fuerte Nirvana y Guns N' Roses, sin embargo nunca me dejé llevar al punto de querer conseguir todos sus discos, o el deseo de verlos en algún show. A veces me dejo sorprender por lo nuevo, lo que escucho en alguna radio AM perdida en el  dial, por las voces jóvenes de nuestro país y no de Puerto Rico o de Colombia. Siempre consideré al reggaeton como la forma más básica y primitiva de los que se podría llamar música, un subgénero sexista y misógino a la vez, que promueve la degradación de la mujer. Claro está que no se puede luchar contra molinos de viento, o contra "lo que vende", lo que sí se puede hacer es no escucharlo. 

Esto me hace reflexionar en algo más profundo. Nosotros muchas veces no podemos cambiar la realidad, lo que podemos hacerlos es intentar apartarnos de ella. O buscar el modo de torcer la historia, de cambiarla, ese impulso libertario y creativo que todo ser humano lleva consigo, porque no nacimos para sufrir o ser sometidos, sino para vivir con plenitud, sin esclavizarnos por los prejuicios, que es el peor modo de esclavitud moderno. No está mal que te importe qué dirá tu vecino de vos, lo que es limitante, es que todo el tiempo bases tus conductas para buscar la aprobación de los demás. O decir lo que al otro le gustaría escuchar. Porque hoy por hoy, mucha gente no se detiene a pensar y como si fuera la comida de un bebé, quiere que le den todo masticado, todo procesado. Por ese motivo es que nuestra sociedad es disfuncional: nadie hace un esfuerzo por entender o interpretar lo que nos pasa. No se trata de escribir un manifiesto, sino de plantear las cosas que nos afectan de un modo simple, pero concreto.

Ciertamente, dejarse llevar por el rebaño no es el modo que yo concibo de vivir, ni el que quisiera para mi familia. Hay que indagar en qué estamos fallando, qué estamos haciendo mal. Tan sólo eso, pensar y debatirse entre varias ideas, porque si no, vamos a dejar que los demás piensen y decidan por nosotros. Punto final.  

Monólogo pausado de viernes

Llegó el fin para una semana brava, trabada, complicada, tanto desde lo emocional como desde lo profesional. Luego de varios días recuperé el entusiasmo por comunicarme por este medio, que es un humilde blog, pero representa  mucho para mí. Han transcurrido casi 13 años desde la primera nota que está escrita. Mucha agua ha corrido bajo el puente, yo no soy el mismo que antes, y quizás tampoco me gustaría serlo. Creo que uno debe ser consecuente con la edad que tiene, pero sin llegar al punto de que ello se vuelva un factor limitante sobre el modo de actuar. Yo ya no hago cosas de pendejos, porque es una etapa que ya viví y la disfruté mientras duró. Creo que esa es la clave, tratar de encontrarle a las distintas etapas de la vida, un significado, un sabor especial. Ejercer el periodismo en Lobos no es fácil, y yo he mantenido durante casi toda mi carrera -hasta ahora- este blog, y mi trabajo que todos conocen.

Y aunque ahora estoy más gordo, más cansado de ciertas cosas, en parte esto último tiene que ver con que asumí responsabilidades que antes no tenía. Cuando tratás de hacer tu laburo lo mejor posible, a veces te desgasta, pero tenés la satisfacción de algo bien hecho. Después, como lo juzguen los demás, corre por cuenta de ellos. Eso es algo que aprendí con el tiempo. Ya no traslado más las frustraciones ajenas a mi vida, yo soy el dueño de decidir qué hacer y qué no, y además tengo la capacidad de razonar y de discernir. Aunque todos cometemos alguna vez actos irracionales o infantiles. Pero en líneas generales, les puedo decir que me siento bien con los años que llevo puestos sobre mis hombros. Cuesta asumir que uno ya no es un "pendex", pero es parte del juego. No quiero que me pase como cantaba Julio Iglesias, aquello de : "Me olvidé de vivir". Eso no. Yo me olvido de las cosas que quiero dejar atrás, y trato de de recoger lo bueno que me depara el camino. Nuestro paso por este mundo no es más que eso, un camino, que llega a un fin, y hay que aprovecharlo antes de que se baje el telón. Punto final.  

14 de mayo de 2018

Monólogo rabioso de lunes


Estoy harto de ver y escuchar, en los grandes medios, sólo noticias sobre la cotización del dólar. Ya está, loco, que vuele todo por los aires y listo, no podemos vivir pendientes de la especulación aquellos que tenemos que parar la olla todos los días. Nosotros cobramos lo que ganamos en pesos, y gastamos en pesos, no tenemos margen para salir a comprar dólares. Y bastante que nos cuesta poder mantener nuestro estilo de vida, darnos algún gusto como todos nos merecemos, porque no vinimos a este mundo solamente a trabajar, no somos máquinas, tenemos una familia y necesitamos dedicarle tiempo y descansar. Manga de inoperantes nuestros políticos, del primero al último, háganse cargo de lo que hicieron y no joroben al laburante. La presión impositiva es cada vez más fuerte y buena parte de nuestros ingresos va a pagar impuestos cuyo destino nadie sabe cuál es, como siempre, mientras nuestros diputados y senadores cobran dietas altísimas y canjean pasajes de avión que no usan por guita en efectivo. ¿Por qué no reducen el IVA a los alimentos esenciales? Sí, van a recaudar menos, pero es una forma de incentivar el consumo y de que esos productos estén al alcance de los sectores más postergados. Bajen el IVA a la harina, al pan, a la leche. Todos los países desarrollados están proponiéndose como meta reducir impuestos, y acá hacemos todo lo contrario. Y encima nos endeudamos cada vez más para tapar agujeros. Como dijo Melconian, para detener la diarrea (fuga de divisas).

Por otra parte, el Mundial de Fútbol no me despierta el menor interés. Por supuesto que voy a ver los partidos y ojalá salgamos Campeones, pero sería un error considerar este hipotético logro como una forma de canalizar frustraciones colectivas. No podemos caer en el exitismo. Es triste pensar que nos aferramos a un evento deportivo para obtener un poco de satisfacción. Y más aún, cómo se convierte en una cortina de humo de nuestros dirigentes para no abordar una discusión en serio, un debate donde todos se sienten en la misma mesa. Si cada uno pone un huevo en una canasta, no vamos a ningún lado. Punto final.


13 de mayo de 2018

Buenos Aires misteriosa y llena de desigualdades

Ayer tuve la oportunidad de viajar a Buenos Aires, en el marco de una excursión. Recorrimos Caminito, el Museo Quinquela Martín, entre otros lugares. Debo reconocer que todo se encuentra reluciente y prolijo, pensado para el turismo internacional, con mucha presencia policial y taxistas que cobran fortunas por unas pocas cuadras. Y no faltan las casas de cambio, o los "arbolitos" que buscan hacerse el día, en la City Porteña. Sin embargo, a medida que íbamos pasando por el micro con todos los vericuetos, vi que los conventillos siguen existiendo, hay miseria, mugre y abandono. Como ya salíamos de lo turístico, pues entonces a nadie le importa mantener seguro al barrio de La Boca, asegurar la calidad habitacional, un albergue adecuado. También están los mendigos en la Catedral o en el Cabildo, muy cerca de la Casa Rosada. Y la Plaza de Mayo está siendo remodelada, por lo cual luce como un esperpento aún, del cual no se puede ver nada. 

La verdad es que Buenos Aires presenta más contrastes que Lobos. Desde la opulencia y el lujo de Puerto Madero o Palermo, pasando por la decadencia de Once o el ya citado barrio de La Boca. Y esos contrastes los perciben, más aún, los propios habitantes de una ciudad que ha crecido de manera totalmente despareja y extraña, ya que Puerto Madero hasta la década del '90 no valía un peso, y hoy es el barrio más caro de la Capital. Y estos inventos como "Palermo Soho" o "Palermo Hollywood", son para la gilada, el barrio fue siempre el mismo, sólo que se fueron agregando bares o sitios temáticos que les impusieron esos nombres de fantasía. 

Y ahí veo las pintadas contra Macri, otras a favor del aborto legal, y siguen las pintadas con aerosol, otras contra el FMI, en una fábrica abandonada, negocios cerrados o llenos de rejas, mugre y más mugre. Un sábado por la tarde, caminar por la calle Bolívar es un desierto, parece. Al menos, para quienes no estamos acostumbrados al fragor de la zona bancaria. Paradójicamente, todas esas leyendas contra el Presidente tendrán efecto nulo en la ciudad, dado que nunca han votado los porteños a nadie que no sea del radicalismo o de Cambiemos como alcalde de la gran urbe. Punto final. 

9 de mayo de 2018

Volver al fondo del abismo

En una nota anterior, mencionaba lo imprevisible que se ha vuelto el país. Eso sí, en algunas cosas somos bastante predecibles, como tener que pedirle guita nuevamente al FMI. Con Kirchner nos habíamos desendeudado, más allá de que la gestión del santacruceño tuvo puntos flojos. Y ahora, volvemos al principio, a endeudarnos de nuevo. Tocamos fondo, cerremos la persiana, che, no tenemos arreglo. Un país serio no se construye así, no me jodan. Cómo es posible que le echemos la culpa del aumento del dólar a los mercados internacionales? Nuestra moneda no vale nada, $ 1.000 son casi 45 dólares, una miseria. Y eso que es el billete de mayor denominación que tenemos, me quedo más tranquilo...

La base de nuestra economía es absolutamente endeble. Nadie nos garantiza qué pasará mañana, vivimos en un estado de alteración permanente, sin saber qué factura de luz o de gas llegará, y como la podremos pagar. Y encima, como si todo esto fuera poco, nos encontramos con esto, tener que pedir plata cuando nos costó muchísimo salir del endeudamiento, de los fondos buitre, ¿o ya nadie se acuerda?

Les decía que nuestra moneda es papel pintado, porque el poder de compra y la capacidad de pago se licúan de tal manera, que lo que cobramos todos los meses no nos alcanza para nada. O cada vez menos. De más está decir que los alimentos y los productos con insumos importados subirán su valor, bailando al compás del dólar y de este ritmo frenético en que estamos sumidos. La maquinita de remarcar precios está cada vez más "afilada". Hace 12 años, desde 2006, que Argentina no le debía nada al FMI. Hoy volvemos a retroceder, y a seguir en esta espiral que no la pagará la gestión de Macri, sino sus sucesores, porque un préstamo de 40.000 millones de dólares no se cancela tan rápidamente. Así, pensar que el Presidente puede aspirar a una reelección parece una utopía, aunque como suele decirse, la política es el arte de lo posible. Punto final. 

5 de mayo de 2018

¿Cómo tomar decisiones en un país tan imprevisible?


Todo el tiempo debemos tomar decisiones. Desde aquellas que parecen más simples y cotidianas, como elegir un determinado producto de la góndola del supermercado, hasta otras donde está en juego la vida de un ser querido. Comprar un medicamento que es muy caro. Elegir entre una internación o un tratamiento ambulatorio. Hacer los trámites necesarios para cambiar de obra social, o buscar una prepaga de mayor cobertura que no te descosa el bolsillo en el intento.

Pero también, en la vida a veces hay que aprender a decir que “no”. No a la manipulación de nuestras emociones. No a los hábitos poco saludables, aunque nos den placer, como fumar un cigarrillo (de hecho de vez en cuando lo hago). Negarse a ser víctima de la burocracia, dentro de lo posible. No dejarse engañar por personas cuyo único objetivo parece ser cagar al otro. Porque no vinimos a este mundo para sufrir o mortificarnos, la persona no es una “cosa”, tenemos sentimientos, aspiraciones, proyectos, ganas de torcer la historia que a veces nos resulta esquiva.

No quiero llegar a viejo (si es que llego), y tener que decirles a mis hijos o a mi sobrino que el país está peor de cómo yo lo encontré cuando crecí. Quiero que mis hijos puedan jugar en la vereda, o en la calle, o en un potrero. Eso no existe más.  Lamentablemente, la clase política se caga en todos nosotros, en quienes los votamos y en quienes no, porque en definitiva siempre vuelven. El “que se vayan todos”, es una utopía. Vuelven reciclados, con otro slogan,  con el escudito de otro partido, pero son los mismos. Y si se mueren, dejan como legado a toda una generación de idiotas útiles, manga de tecnócratas que se consideran intocables,  que nos quieren hacer creer que son el cambio y que son “lo nuevo”. A veces, me da la sensación de que esta película ya la vimos. Punto final.


4 de mayo de 2018

El dólar imparable y la crisis que se viene

La divisa norteamericana siempre ha sido refugio para ahorristas y especuladores. Pero son estos últimos quienes, por la ley de oferta y demanda, hicieron temblar las pizarras de la City Porteña y aumentar el valor del billete hasta límites exorbitantes. La política económica del Gobierno es errática y contradictoria: para decirlo claramente, no saben qué hacer. Habían asegurado que iban a dejar "flotar" el valor del dólar, como su fuera una hoja en el viento, pero se dieron cuenta de que tenían que recurrir a la vieja receta de intervenir, vendiendo dólares, para calmar a las fieras. Como esto tampoco dio resultado en el corto plazo, optaron por subir las tasas de interés, para que fuera más atractivo tener un depósito a plazo fijo, por ejemplo. 

Lo cierto es que si el dólar sigue subiendo, se encarecen los miles de insumos importados que adquiere la Argentina, todo lo que sea electrodomésticos, y ni hablar de agroquímicos y otros productos necesarios para el campo. Estamos en el horno, como dirían los chicos. "Estamos condenados al éxito", dijo Duhalde alguna vez. Lo curioso es que esta "condena" nos persigue desde hace años, y este Gobierno no da respuestas, no sabe para dónde correr ante la corrida del dólar. Es como perseguir a un delincuente que se mete en un aguantadero. Todos los gobiernos han tenido sus dos o tres años de bonanza económica, excepto éste. Desde que comenzó la era macrista, entre el aumento de las tarifas y la incapacidad de calcular los tiempos del común de la sociedad, se ha generado un cuello de botella que ellos mismos propiciaron, y ahora no se puede salir porque estamos todos metidos en el baile al cual no pedimos invitación. Nos metieron a todos: pobres, clase media, clase alta (que tan mal no le está yendo), y Macri sigue ilusionándose con ser reelecto en 2019. No es que sea Macri o sea Juan Pérez, el problema es que si se aplicar las mismas recetas harto conocidas, nos espera un colapso.No es posible que el Banco Central venda $ 4.000 millones de sus reservas para estabilizar al dólar. Lo cual, insisto, no dio el efecto esperado, y los resultados están a la vista. 

Los argentinos estamos tan curtidos de todas las crisis económicas que hemos atravesado, que ya nada nos sorprende. Pero alguien, con una mínima dosis de razón, debería darse cuenta de que esto -sin sonar apocalíptico- puede terminar en un estallido social, con consecuencias imprevisibles. No digo un 2001, porque el contexto era otro, pero sí un descontento tal que acabe con los sueños presidenciales que acceder a un nuevo mandato. Punto final. 

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...