Mañana, se cumplen 13 años desde que comencé a escribir en este blog. Al cual decidí llamarlo "Cultura Lobos", entendiendo a la cultura en un sentido amplio. Procuré desde este humilde espacios volcar mis reflexiones sobre acontecimientos de la vida cotidiana, posibles soluciones también. Y criticar todo aquello que me desagrada, me incomoda y me molesta. Yo no soy el mismo de 2005, sin lugar a dudas. Pero los pensamientos y las convicciones se mantienen. Busqué que el sentimiento colectivo hacia tanta inequidad e injusticia tuviera voz, aunque mi voz sea un grito en el desierto. Y no escribo estas líneas para autoelogiarme, sino para decir que voy a seguir desde acá, desde la trinchera, escribiendo como pueda, aquello que me disgusta y que considero necesario cambiar.
Asimismo, los que me leen desde siempre o aquellos que buscan en el archivo, podrán encontrar reseñas de discos, comentarios o pequeñas postales de la vida pueblerina, porque no todo es darle con el hacha a cualquier cosa. Necesitamos comprender lo que nos pasa como sociedad para intentar revertirlo, de lo contrario no llegaremos a ningún lado. Lobos es una ciudad (o un pueblo) donde tengo la satisfacción de vivir, pero nunca he sido complaciente hacia la mediocridad o chatura que a veces vemos en el devenir cotidiano. Yo elegí vivir acá, soy nacido y criado en esta ciudad, y no me iría a menos que se den una serie de circunstancias que dudo se concreten.
Mirando hacia atrás, puedo decir que desde aquellas primeras publicaciones hasta hoy, también es evidente mi estado de ánimo, a veces he escrito textos con gran optimismo, y abundan otros con profunda desazón. Porque a todos nos duele la falta de educación, el destrato, la falta de coherencia, y la imposibilidad de armar un proyecto colectivo en el cual estemos todos involucrados. Elegimos autoridades políticas cada dos años, pero no podemos dejar que en ese intervalo ellos tomen decisiones por nosotros. Si bien la democracia es representativa, hay acciones que no están al alcance de los políticos decidir o implementar. No hay clases de buenos modales, por ejemplo, y sería absurdo que las hubiera, en una ciudad donde todos estamos acostumbrados a saludar al vecino, a tener un buen trato con quien piensa diferente, a debatir sin recurrir a la violencia.
El mejor mensaje que les puedo dejar luego de 13 años de estar escribiendo en este blog, es un gran agradecimiento a todos quienes lo leen, y que son mi principal motivación para seguir. Como sostengo siempre, aunque haya una sola persona que lo haga, el objetivo está cumplido. Es como arrojar una botella al mar. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
29 de junio de 2018
25 de junio de 2018
Días de falsa euforia
(Este texto lo redacté un día antes del partido Argentina-Nigeria)
Es tan ilusorio aferrarse a un evento deportivo creyendo que va a cambiar tu vida... no digas que no te lo avisé. Todos queremos ganar el Mundial, pero también queremos vivir mejor en condiciones dignas para todos, con luz, gas, y cloacas, y no siendo rehenes de una euforia que se disipa en 90 minutos. Si estos 11 inútiles que están en la cancha no hacen nada por nosotros, no los culpemos. "La culpa no es del chancho...", dice el refrán, y nada más cercano a la verdad. Somos nosotros quienes le damos de comer a la prensa deportiva resultadista y cómplice de los boludos que se creen héroes. Por favor, a ver si entramos en razón de una buena vez y pensamos en no festejar las derrotas ajenas sino en sentirnos orgullosos de los logros propios. Qué se yo, si fuera por mí prefiero que incendien la AFA, pero no la Casa Rosada. La AFA es una cueva de ladrones que no representa a nadie, un nicho de corrupción que aún no han podido erradicar. O no quieren, porque el poder político de turno los está bancando. No se puede seguir así, hermano, con la cabeza metida dentro de un televisor. Hay países que tienen un nivel de desarrollo humano altísimo y nunca ganaron un Mundial. Bueno, yo prefiero eso, antes que la estupidez colectiva.
Me quedo con las cosas que realmente importan, que los jugadores hayan pasado un papelón o una vergüenza corre por cuenta de ellos, se lo merecen por ineptos, no es culpa del rival ni del resto de los argentinos. Cuando pasan estas cosas es casi inevitable recordar glorias pasadas, esa nostalgia tan nuestra, de un trofeo que hace varios años nos es esquivo. Pero la vida es mucho más que eso, que un mes de fútbol. No podemos esperar milagros de nadie, debemos aprender a vivir con lo que tenemos y si está a nuestro alcance, compartir. Como dije una vez, ser solidario es muy más que donar ropa que ya no usás o un tetra brik de leche. Ser solidario es ceder el paso al peatón si vas en auto, no tirarle la basura o la mugre al vecino de al lado, cuidar de las mascotas. Y si no las querés cuidar, mejor no tenerlas, y dárselas a alguien que pueda dedicarles el tiempo que vos no tenés disponible. Punto final.
Es tan ilusorio aferrarse a un evento deportivo creyendo que va a cambiar tu vida... no digas que no te lo avisé. Todos queremos ganar el Mundial, pero también queremos vivir mejor en condiciones dignas para todos, con luz, gas, y cloacas, y no siendo rehenes de una euforia que se disipa en 90 minutos. Si estos 11 inútiles que están en la cancha no hacen nada por nosotros, no los culpemos. "La culpa no es del chancho...", dice el refrán, y nada más cercano a la verdad. Somos nosotros quienes le damos de comer a la prensa deportiva resultadista y cómplice de los boludos que se creen héroes. Por favor, a ver si entramos en razón de una buena vez y pensamos en no festejar las derrotas ajenas sino en sentirnos orgullosos de los logros propios. Qué se yo, si fuera por mí prefiero que incendien la AFA, pero no la Casa Rosada. La AFA es una cueva de ladrones que no representa a nadie, un nicho de corrupción que aún no han podido erradicar. O no quieren, porque el poder político de turno los está bancando. No se puede seguir así, hermano, con la cabeza metida dentro de un televisor. Hay países que tienen un nivel de desarrollo humano altísimo y nunca ganaron un Mundial. Bueno, yo prefiero eso, antes que la estupidez colectiva.
Me quedo con las cosas que realmente importan, que los jugadores hayan pasado un papelón o una vergüenza corre por cuenta de ellos, se lo merecen por ineptos, no es culpa del rival ni del resto de los argentinos. Cuando pasan estas cosas es casi inevitable recordar glorias pasadas, esa nostalgia tan nuestra, de un trofeo que hace varios años nos es esquivo. Pero la vida es mucho más que eso, que un mes de fútbol. No podemos esperar milagros de nadie, debemos aprender a vivir con lo que tenemos y si está a nuestro alcance, compartir. Como dije una vez, ser solidario es muy más que donar ropa que ya no usás o un tetra brik de leche. Ser solidario es ceder el paso al peatón si vas en auto, no tirarle la basura o la mugre al vecino de al lado, cuidar de las mascotas. Y si no las querés cuidar, mejor no tenerlas, y dárselas a alguien que pueda dedicarles el tiempo que vos no tenés disponible. Punto final.
Resistir hasta donde se pueda
A veces me pongo a pensar si los paros, como el de hoy,
sirven para algo o son sólo una excusa para faltar al trabajo amparados en
algún gremio fuerte, porque yo soy autónomo y tengo que laburar igual. Las movilizaciones y protestas son una
herramienta del pueblo en la medida que logremos cambiar algo, porque si
seguimos presos de la zozobra mundialista y no miramos lo que los legisladores
votan en el Congreso, estamos en el horno como sociedad. Se perdió tiempo
debatiendo sobre el aborto, ríos de tinta se destinaron a esa álgida cuestión,
cuando en rigor debería haberse llamado a un plebiscito o una consulta popular
que fuera VINCULANTE, de manera que toda la ciudadanía se pudiera expresar a
hacer oír su voz, sobre todo las mujeres. Este destrato del gobierno por las
cuestiones públicas no hace más de acrecentar el malestar y la falta de
expectativas. La economía está estancada y no hay motivos para suponer que vaya
a crecer en un corto plazo. Estamos zarpando en el barco de la recesión y los
opinólogos siguen sin resolver nada. Macri se parece a De la Rúa, sólo que es
más joven y no tiene una oposición de peso en este momento, como puede ser el
peronismo en tiempos de los “cinco presidentes en una semana”, de la crisis de
2001.
No estoy diciendo que la situación actual sea igual a la de
2001, sino que se repiten las recetas de los economistas de Harvard, y el hilo
se sigue cortando por lo más delgado. Hay comercios que no resisten el aumento
brutal de las tarifas. No es posible que haya que tener un auto con más de 10
años de antigüedad para acceder a la tarifa social, siendo que un coche no es
un bien de lujo, mucha gente lo usa para laburar o lo necesita para dirigirse
hacia un Hospital. Yo soy crítico del macrismo al igual que lo fui del
kirchnerismo, porque ya pasó suficiente tiempo para ser mesurado y estoy harto
de ser la variable de ajuste, del mismo modo que muchos argentinos, que
seguimos resistiendo. Nunca me "casé con nadie" ni lo voy a hacer, por eso no me afilié a ningún partido político. Nos resistimos a los globitos de colores del PRO, pero
también nos resistimos a plantar bandera, a decir basta, y a bajar los brazos.
Queremos seguir laburando, y que nos dejen hacerlo. Queremos seguir
produciendo, y que haya reglas claras.
Necesitamos tarifas razonables, servicios públicos que se adapten a la
realidad que nos toca vivir, y un desarrollo sustentable. Es decir, que vaya
más allá de una gestión de gobierno. Sólo así empezaremos a ser un país
previsible, para sus propios habitantes y para los ojos del mundo. Y si nos
dicen que somos populistas, responderemos que históricamente cualquier medida
en beneficio del pueblo ha sido tildada de ese modo. No a la dádiva, sí a las
fuentes de trabajo para todos. Que no le falte el laburo a nadie, que haya
acceso a las personas con discapacidad, y que no vivamos en un país tan
exitista y mediocre. Punto final.
21 de junio de 2018
El periodismo es verdad, no es rumor
En el ejercicio del periodismo, se pueden cometen errores,
como en toda profesión. En el mayor de los casos, son imprecisiones que se dan
en los datos que se vuelcan en las
notas, para poder publicarla antes que otros medios. Pero nunca se puede caer
en la infamia o en la calumnia, en la falsa imputación de un delito. Aunque
tengamos sospechas de un manejo espurio que involucra a un funcionario, si no
tenemos pruebas, estamos expuestos a una acción judicial en nuestra contra, que
nos puede obligar a retractarnos o a tener que pagar una suma de dinero por
daño moral. En los años que llevo dedicándome a esto, nunca me pasó recibir
carta documento alguna, ni exponerme innecesariamente a esas situaciones. Eso
no significa ser tibio o no “jugársela”. La sociedad demanda demasiado al
periodismo en la búsqueda por la verdad o esclarecimiento, pero las acciones
judiciales recaen en última instancia sobre el editor responsable, no sobre los
lectores. Guiarse por un rumor, sobre todo en un pueblo chico como el nuestro,
es peligroso e irresponsable. Hay que ir directamente a las fuentes para
constatarlo.
A veces pienso que este Ejecutivo Municipal tiene poca
vocación de diálogo, a excepción de las conferencias de prensa donde se hacen
anuncios que ya fueron pautados con anterioridad. Por supuesto que toda
información es valiosa si redunda en el beneficio de la población, pero este
Intendente no es tan accesible como su antecesor, al menos desde mi
experiencia, lo digo porque solicitar una entrevista con él no es tarea fácil.
Con Sobrero, que puede tener defectos y virtudes, no había que pedir audiencia,
se lo podía consultar sobre cualquier tema, inclusive fuera del Palacio
Municipal. Cuando no se reciben respuestas de los funcionarios, o responden lo
que ellos quieren, se alimentan los rumores.
Por otra parte, el discurso que brindó el Intendente
Etcheverry en ocasión del desfile de Lobos fue excesivamente largo y sacado de
contexto. No es momento para hablar de “la herencia recibida”, o del
kirchnerismo, cuando el momento de gobernar es aquí y ahora. Al común de la
gente poco le importa cómo los K dejaron el país o la Provincia, lo que
realmente le preocupa es cómo las actuales autoridades, es sus distintos
estamentos, le están haciendo frente a la crisis. Negar la crisis es como tapar
el sol con una mano, una insensatez. Pedirle a la gente “paciencia”, cuando se
la está pasando muy mal por la caída de las ventas y el consumo, no parece ser
lo más adecuado. Y la ciudadanía tiene memoria para saber por qué estamos así,
no hace falta que nadie se lo recuerde con palabras altisonantes. Podemos
coincidir en lo que dejaron “los K”, pero ahora el Presidente es Macri y es él
quien debe decidir por todos los argentinos el rumbo a seguir. En lugar de
hablar de Lobos, se perdió tiempo recitando un discurso ambiguo sobre la
situación preexistente. Ya tenemos el diagnóstico, lo que necesitamos ahora es
la cura, o el antídoto. Punto final.
15 de junio de 2018
Vivir en tiempos de crisis
Cada cuatro años, el gobierno de turno busca sacar tajada de los resultados de un evento deportivo como es el Mundial. Sobran en nuestra historia reciente, episodios de como la dirigencia política pretende que la gente esté entretenida y contenta con el rodar la pelotita sobre el verde césped ruso, mientras desde la Casa Rosada cometen toda clase de errores en el plano institucional. Algunos alevosos, otros no forzados, y otros, forzados por las circunstancias. Hoy por hoy, las circunstancias o el contexto no parecen ser nada alentador para el laburante. Como vos y yo.
Es momento de reflexionar, de recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Precisamente, esto último es el problema: el Gobierno no tiene plan, no tiene rumbo, y no es posible que el Banco Central sea una caja de Pandora que nos conduce a la miseria. La última corrida del dólar nos lleva a pensar que habrá más ajuste, y que ello deberá realizarse para "hacer los deberes" con el FMI y aplicar la receta que ellos nos mandaron para otorgarnos el préstamo que se solicitó. Pedir financiamiento externo no ha servido para nada, excepto para endeudarnos más y ver como en la City Porteña la divisa no tiene techo, se dispara hasta niveles insospechados, por especuladores y ahorristas que no son tales. Son los mercados quienes palpan el humor social y generan estas crisis constantes. La pregunta es, por nuestra salud mental, si todos los días nos vamos a desayunar en los noticieros con una nueva escalada del dólar. Porque esto nos está enfermando a todos, se encarecen los insumos importados, y por la falta de una política de Estado, estos insumos son cada vez más. No somos capaces de fabricar ni un encendedor, ni una máquina de afeitar, todo es importado.
Nadie va a invertir un solo peso en el país en las condiciones actuales, eso está claro. Y si Macri se mantiene en funciones y aspira a un nuevo mandato, es por la ineptitud de las fuerzas políticas de la oposición, que no han sabido organizarse para librar una pelea institucional. No se tome esto como un ánimo destituyente. Que Macri se quede hasta el fin de su mandato y que pague todas las cagadas que hizo. Y que después él y sus funcionarios vayan presos del mismo modo que los ministros y secretarios de Cristina. No es revanchismo, es un deseo de Justicia. Resulta difícil de explicar las incompatibilidades de los funcionarios con los cargos públicos que ostentan, cómo le piden a la gente que haga un blanqueo de capitales y ellos se llevan la guita al exterior.
Punto final.
Es momento de reflexionar, de recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Precisamente, esto último es el problema: el Gobierno no tiene plan, no tiene rumbo, y no es posible que el Banco Central sea una caja de Pandora que nos conduce a la miseria. La última corrida del dólar nos lleva a pensar que habrá más ajuste, y que ello deberá realizarse para "hacer los deberes" con el FMI y aplicar la receta que ellos nos mandaron para otorgarnos el préstamo que se solicitó. Pedir financiamiento externo no ha servido para nada, excepto para endeudarnos más y ver como en la City Porteña la divisa no tiene techo, se dispara hasta niveles insospechados, por especuladores y ahorristas que no son tales. Son los mercados quienes palpan el humor social y generan estas crisis constantes. La pregunta es, por nuestra salud mental, si todos los días nos vamos a desayunar en los noticieros con una nueva escalada del dólar. Porque esto nos está enfermando a todos, se encarecen los insumos importados, y por la falta de una política de Estado, estos insumos son cada vez más. No somos capaces de fabricar ni un encendedor, ni una máquina de afeitar, todo es importado.
Nadie va a invertir un solo peso en el país en las condiciones actuales, eso está claro. Y si Macri se mantiene en funciones y aspira a un nuevo mandato, es por la ineptitud de las fuerzas políticas de la oposición, que no han sabido organizarse para librar una pelea institucional. No se tome esto como un ánimo destituyente. Que Macri se quede hasta el fin de su mandato y que pague todas las cagadas que hizo. Y que después él y sus funcionarios vayan presos del mismo modo que los ministros y secretarios de Cristina. No es revanchismo, es un deseo de Justicia. Resulta difícil de explicar las incompatibilidades de los funcionarios con los cargos públicos que ostentan, cómo le piden a la gente que haga un blanqueo de capitales y ellos se llevan la guita al exterior.
Punto final.
12 de junio de 2018
Aprender a envejecer, una lección que nos da la vida
Bertrand Russell, el matemático y filósofo inglés que obtuvo el premio Nobel, escribió hace muchos años un breve ensayo titulado "How to grow old" ("Cómo envejecer"). Russell sabía que su tiempo estaba llegando a su fin, pero lo afrontó con entereza y lucidez. La vida discurre como un río, fluye, pero ese río desemboca en lo insondable. Lo único que le pido a Dios es que los años no me quiten la lucidez, podría tolerar achaques físicos, pero no la capacidad de pensar, de discernir, de disfrutar de las cosas que me gustan. Sin embargo, no soy un hedonista: mi vida también es trabajo, de eso vivo, porque no concibo otra manera honesta de ganarse el mango.
Yo antes pensaba que la solución (entre comillas) ante cada recaída anímica era "romper con el pasado", darse cuenta de que aquello que nos perturba ya no está sino en nuestra mente y en nuestros recuerdos. No obstante, considero que fue un error no tener en cuenta que "ese pasado" es parte de nuestra historia de vida, y que no lo podemos soslayar, no nos debe mortificar, tenemos que conservar la sensatez de aceptarlo. Los hechos traumáticos no se olvidan, por mucho empeño que le pongamos. Del mismo modo que las grandes satisfacciones, la primera vez que te pagaron un sueldo, el primer beso en la boca que te dio una chica, aquel primer amor adolescente. Nuestro pasado no nos condena, por el contrario, nos interpela acerca de lo que fuimos y de lo que hoy somos. Las experiencias que hemos atravesado nos deben fortalecer, aunque es cierto que a veces las fuerzas flaquean un poco y pensamos qué hemos hecho para merecer semejante seguidilla de "palos". Ojalá que esta modesta interpretación que hago que lo vivido, sea bien entendida como una invitación a mirar hacia adelante, pero no dejar de lado aquello que alberga nuestras miserias o demonios. Todo es parte de nuestro ADN. Punto final.
Yo antes pensaba que la solución (entre comillas) ante cada recaída anímica era "romper con el pasado", darse cuenta de que aquello que nos perturba ya no está sino en nuestra mente y en nuestros recuerdos. No obstante, considero que fue un error no tener en cuenta que "ese pasado" es parte de nuestra historia de vida, y que no lo podemos soslayar, no nos debe mortificar, tenemos que conservar la sensatez de aceptarlo. Los hechos traumáticos no se olvidan, por mucho empeño que le pongamos. Del mismo modo que las grandes satisfacciones, la primera vez que te pagaron un sueldo, el primer beso en la boca que te dio una chica, aquel primer amor adolescente. Nuestro pasado no nos condena, por el contrario, nos interpela acerca de lo que fuimos y de lo que hoy somos. Las experiencias que hemos atravesado nos deben fortalecer, aunque es cierto que a veces las fuerzas flaquean un poco y pensamos qué hemos hecho para merecer semejante seguidilla de "palos". Ojalá que esta modesta interpretación que hago que lo vivido, sea bien entendida como una invitación a mirar hacia adelante, pero no dejar de lado aquello que alberga nuestras miserias o demonios. Todo es parte de nuestro ADN. Punto final.
9 de junio de 2018
Día de cumpleaños, cerca del Mundial
Constantemente hago apología de “la belleza de lo simple”, y esta prédica se sustenta quizás porque mi vida es simple, y aprendí a entenderla como tal. Celebrar la
vida es disfrutar de aquello que nos rodea y que toda la mugre nos impide ver.
De la familia, de los amigos, de la buena música, de un café o una cerveza. Son
cosas que nos llenan, y no cuestan mucho dinero, sobre todo en estos tiempos de
estrechez económica. Puedo entender a geste que esté enemistada con su familia,
pero siempre habrá una oportunidad para recomponer la relación. Con la pareja
es más difícil, cuando no va más, se terminó el amor y no tiene más sentido
seguir. Ni siquiera por costumbre, como suele decirse. O esta estupidez de los
“amigos con derecho a roce”, no me va. Si querés tener sexo con alguien, podés
hacerlo por supuesto, pero no confundas la amistad con el amor, sobre todo si sos una
persona adulta, deberías saberlo.
“Tu tiempo es hoy”, mi tiempo es hoy, podría decirles, parafraseando al Flaco Spinetta. Y hoy más que nunca, ¿saben por qué? Porque hoy (10 de junio) es
mi cumpleaños, y aprendí que cada año trae consigo algo nuevo, para bien o para
mal. Estoy muy cerca de los 40, cumplí 39, y quiero vivir intensamente esta
etapa que me queda. Me sorprendo de llegar a esta edad "intacto", pese a que tengo sobrepeso y otros problemas de salud. Sé que quizás parezca vanidoso o egocéntrico escribir un texto sobre un cumpleaños, pero éste es especial, no es uno más en el calendario. Me aproximo a la década infame, a la cuarta década de mi vida, y quiero estar entero y con fuerzas cuando llegue ese momento. Por supuesto que la vida no tiene un cambio dramático de un día para otro, no es una bisagra. Los principios e ideales se mantienen, aunque tal vez lo que cambie sea el modo de percibirlos, de retenerlos en la memoria colectiva. De darles valor y de honrarlos con los propios actos. Estamos a mitad de año, nos quedan 6 meses para que este 2018 sea "nuestro año".
Y estaba viendo el fixture, por el cual me acabo de enterar de que la Selección jugará su partido debut en el Mundial el próximo sábado 16, ante Islandia. Veremos qué acontece.
De eso se trata, no de una mera declamación de buenas intenciones. Punto final.
Y estaba viendo el fixture, por el cual me acabo de enterar de que la Selección jugará su partido debut en el Mundial el próximo sábado 16, ante Islandia. Veremos qué acontece.
De eso se trata, no de una mera declamación de buenas intenciones. Punto final.
6 de junio de 2018
Vísperas del DIA DEL PERIODISTA: HONRAR LA PROFESIÓN
Considero fundamental honrar la profesión para la cual uno se capacitó y estudió. Y aún en el caso de aquellos que no han contado con la posibilidad de recibir una formación académica, me consta que hacen el esfuerzo por brindar a la sociedad lobense la información que demanda: desde los hechos de estricta actualidad, pasando por las notas o columnas de opinión, hasta el análisis político o editorial que es propio de cada medio. Precisamente, cada uno tiene un prisma diferente de la realidad, y eso es lo que hace enriquecedor este laburo. Cada cual tiene su propio estilo, su impronta, su forma de transmitir el mensaje a la opinión púbica.
Me siento orgulloso de ser periodista, fue una vocación que tuve desde muy joven. Pude haber elegido profesiones mejor pagas, pero mirando hacia atrás, creo que no me hubiera sentido a gusto en ellas, ni hubiera rendido lo suficiente en términos laborales. Tengo un trabajo en el cual a veces no sucede nada relevante o de interés, y otros días te pasás todo el día en la calle buscando noticias y haciendo reportajes. No tenemos horario. Comemos a cualquier hora, porque a veces hay conferencias de prensa al mediodía, a las 2 o 3 de la tarde y hay que postergar el almuerzo, pero de ningún modo me quejo, es lo que elegí hacer, y volvería a elegirlo si se me presentara la oportunidad.
El respeto a los colegas, es muy importante. Yo puedo no coincidir con muchos de ellos, pero no caigo en la descalificación, porque ellos tienen su modo de trabajar y yo el mío, y mientras no se entrometan con mi "modus operandi", no hay motivos para sentirse molesto. Y cubrimos las sesiones del Concejo Deliberante porque el pueblo debe saber de qué se trata, y vamos a los actos patrios, y a los protocolares, tratamos de estar cuando ocurre algún accidente grave que compromete la vida de un vecino... es el duro, pero gratificante, oficio de escribir. Se puede ser un excelente autodidacta o se puede aprender. Yo escogí este último camino, gracias a mis padres que me brindaron la posibilidad de estudiar, de conocer amigos entrañables, de empaparme de la bohemia de Buenos Aires. Hoy, eso ha quedado atrás, y es momento de cosechar la siembra de 15 años en el ejercicio de la profesión. Punto Final. Y gracias por la confianza a todos mis lectores.
Me siento orgulloso de ser periodista, fue una vocación que tuve desde muy joven. Pude haber elegido profesiones mejor pagas, pero mirando hacia atrás, creo que no me hubiera sentido a gusto en ellas, ni hubiera rendido lo suficiente en términos laborales. Tengo un trabajo en el cual a veces no sucede nada relevante o de interés, y otros días te pasás todo el día en la calle buscando noticias y haciendo reportajes. No tenemos horario. Comemos a cualquier hora, porque a veces hay conferencias de prensa al mediodía, a las 2 o 3 de la tarde y hay que postergar el almuerzo, pero de ningún modo me quejo, es lo que elegí hacer, y volvería a elegirlo si se me presentara la oportunidad.
El respeto a los colegas, es muy importante. Yo puedo no coincidir con muchos de ellos, pero no caigo en la descalificación, porque ellos tienen su modo de trabajar y yo el mío, y mientras no se entrometan con mi "modus operandi", no hay motivos para sentirse molesto. Y cubrimos las sesiones del Concejo Deliberante porque el pueblo debe saber de qué se trata, y vamos a los actos patrios, y a los protocolares, tratamos de estar cuando ocurre algún accidente grave que compromete la vida de un vecino... es el duro, pero gratificante, oficio de escribir. Se puede ser un excelente autodidacta o se puede aprender. Yo escogí este último camino, gracias a mis padres que me brindaron la posibilidad de estudiar, de conocer amigos entrañables, de empaparme de la bohemia de Buenos Aires. Hoy, eso ha quedado atrás, y es momento de cosechar la siembra de 15 años en el ejercicio de la profesión. Punto Final. Y gracias por la confianza a todos mis lectores.
2 de junio de 2018
Semblanzas de un nuevo aniversario de nuestro pueblo
Cada vez que
se cumple un nuevo aniversario de la fundación de Lobos (y ya vamos por el 216º),
se cede a la tentación de recordar aquellas cosas que hemos perdido. En
realidad, debe admitirse que cualquier ocasión es propicia para la nostalgia.
Nótese la profunda depresión que produce en el género humano el día domingo,
quizá por la inminencia del maldito lunes. De este modo, al día de escogido por
los suicidas y por quienes gustamos del asado y de hojear de las revistas de los
diarios le sucede otro aún peor, en el cual los asalariados deben retomar la
agobiante rutina semanal.
Evidentemente, la nostalgia no pide permiso, simplemente irrumpe en nuestro esquema mental: lugares que ya no están, aromas que han desaparecido, sabores que nos remiten a otros tiempos.
Pero -y he aquí el problema- deberíamos contemplar la posibilidad de que el deterioro de nuestra calidad de vida se deba a esa incapacidad crónica para aceptar que no todo tiempo pasado fue mejor.
Si fuimos alguna vez una comunidad próspera y pujante, no hay motivos para suponer que no podamos volver a serlo.
Deberíamos plantearnos, ante todo, qué perfil de ciudad pretendemos para Lobos. A menudo se confunde la encomiable tarea de fomentar el turismo, con la velada intención de concebir una “ciudad-country”, al estilo de Pilar, donde quienes han nacido y crecido allí ven desdibujado su estilo de vida ante el avance de los barrios privados que brotan como hongos.
Los cambios que se van dando en la sociedad moderna se extienden cada vez más rápidamente de las grandes metrópolis a los pequeños centros urbanos. La brecha que existía entre las grandes ciudades del país y los asentamientos urbanos periféricos se ha reducido considerablemente. En consecuencia, éstos últimos resultan más permeables a los vicios y virtudes que los medios masivos de comunicación difunden a diario. Alguien nos hizo creer que tener un televisor gigante, de infinitas pulgadas, o un celular de alta gama, por sí solos, son sinónimos de progreso. Hace tres décadas, un viaje a Buenos Aires era todo un acontecimiento para los “pajueranos” del interior (mote con el que se nos conocía pasando la General Paz). En la actualidad, viajar a Capital es carísimo, por el costo de los combustibles, y quien no deba realizar un trámite administrativo o una consulta médica de urgencia debe prescindir de viajar a Buenos Aires aunque ello le impida acceder a las opciones de confort, consumo y esparcimiento de “la reina del Plata” ofrece.
Lobos se vive. Lobos se sufre. Lobos se siente en cada nueva calle pavimentada, en el llanto de un niño recién nacido, pero también en cada fábrica que cierra y en la destino ingrato del anciano que pasa sus días postrado en una cama. Lobos es el reflejo de una sociedad, ni más ni menos. Suele decirse que a un pueblo lo define su gente. Y nuestra gente a menudo alienta enconos, discusiones estériles, suspicacias que nos limitan como cuerpo social y nos impiden crecer. Seguramente el lector estará cansado de escuchar a licenciados, “opinólogos”, y pensadores de diversas vertientes –no sólo en Lobos, justo es decirlo- aludir reiteradamente a “la crisis de valores”, o bien a que “se ha trastocado la escala de valores”. La pregunta es: ¿Alguien asume un compromiso genuino con lo que está diciendo, o es una “frase comodín”, carente de sentido, que nos gusta repetir en reuniones sociales para demostrar nuestro grado de preocupación con la situación actual?
El ejercicio mediático de la política contribuye a que conozcamos a un concejal por la foto o por lo que publica en Facebook, por lo sus opiniones en tal o cual diario, pero no por haber escuchado su intervención en el recinto deliberativo.
Previo a un año electoral, deberíamos plantearnos de qué manera queremos estar representados al momento de la toma de decisiones que nos involucran a todos.
Nos aguardan tiempos complejos, en los que necesitaremos de personas capaces, a quienes no les tiemble el pulso para votar una ordenanza por sus propias convicciones y no por mera “disciplina partidaria”.
Otra paradoja: cuando estamos alejados de Lobos, extrañamos esta tierra que nos vio nacer. Cuando estamos aquí, renegamos de ella.
Uno de los mayores aportes a la racionalidad que podemos hacer es no creernos imprescindibles. Lobos seguirá existiendo, con o sin nosotros. Tratemos de desempeñarnos en nuestros quehaceres de la mejor manera posible, sin estridencias ni actitudes de divismo.
La búsqueda por la verdad no debe detenerse nunca y es una tarea que debe asumir como propia cada uno de nosotros. Quien cree que el periodismo es el único ámbito en el cual debe develarse la verdad está desconociendo el valor de las instituciones democráticas.
Pero también hay un Lobos pujante, creativo y solidario. Con jóvenes que dibujan, pintan, diseñan, construyen, escriben. En tiempos recientes, la ciudad cuenta con un florecimiento de las actividades culturales, en sus diversas manifestaciones, que contribuyen a elevar el espíritu por sobre lo fugaz e intrascendente. La lectura y consulta de material bibliográfico en general, sea cual fuere la naturaleza de éste, es una de las actividades más gratificantes que puedan existir, por cuanto permite al lector tomar contacto con otras realidades.
La estridencia del devenir cotidiano, que nos aturde y nos impide reflexionar, encuentra un bálsamo apropiado en las bibliotecas. Muchas de ellas fueron creciendo con el aporte de colecciones particulares, que fueron sumando en sus ananqueles volúmenes imposibles de hallar en las librerías. Textos que no han vuelto a editarse o que resultan demasiado onerosos para ser adquiridos, encuentran cálido refugio en nuestras bibliotecas.
El Grupo de Apoyo a la Cultura es otra institución que no podemos dejar de mencionar. Que se haya conformado un grupo de personas con ganas de trabajar desinteresadamente para ofrecer charlas, exposiciones y disertaciones, y para rescatar del olvido a tantos hitos de la historia pueblerina, es un orgullo para todos los lobenses.
La cultura no es algo que se “tiene” (como generalmente se dice), sino que es una producción colectiva y esa producción es un universo de significados, el cual está en constante modificación.
Por todo esto, por lo que somos capaces de hacer, por el potencial de nuestra gente, por el empeño de los que no bajan los brazos y deciden seguir luchando, es que casi 40.000 personas hoy han elegido tomar a Lobos como lugar de residencia. Desde luego, ello no implica asumir posturas intolerantes –cuando no reaccionarias- ante quienes emigraron hacia otros puntos del país o del mundo. Cada uno sabrá las razones –todas personales, todas atendibles- que lo llevaron a tomar esa determinación.
Partiendo de esta línea de razonamiento, quizá sea posible que cuando llegue el ocaso de nuestros días podamos decir, orgullosos, o con resignación: somos lobenses.
Evidentemente, la nostalgia no pide permiso, simplemente irrumpe en nuestro esquema mental: lugares que ya no están, aromas que han desaparecido, sabores que nos remiten a otros tiempos.
Pero -y he aquí el problema- deberíamos contemplar la posibilidad de que el deterioro de nuestra calidad de vida se deba a esa incapacidad crónica para aceptar que no todo tiempo pasado fue mejor.
Si fuimos alguna vez una comunidad próspera y pujante, no hay motivos para suponer que no podamos volver a serlo.
Deberíamos plantearnos, ante todo, qué perfil de ciudad pretendemos para Lobos. A menudo se confunde la encomiable tarea de fomentar el turismo, con la velada intención de concebir una “ciudad-country”, al estilo de Pilar, donde quienes han nacido y crecido allí ven desdibujado su estilo de vida ante el avance de los barrios privados que brotan como hongos.
Los cambios que se van dando en la sociedad moderna se extienden cada vez más rápidamente de las grandes metrópolis a los pequeños centros urbanos. La brecha que existía entre las grandes ciudades del país y los asentamientos urbanos periféricos se ha reducido considerablemente. En consecuencia, éstos últimos resultan más permeables a los vicios y virtudes que los medios masivos de comunicación difunden a diario. Alguien nos hizo creer que tener un televisor gigante, de infinitas pulgadas, o un celular de alta gama, por sí solos, son sinónimos de progreso. Hace tres décadas, un viaje a Buenos Aires era todo un acontecimiento para los “pajueranos” del interior (mote con el que se nos conocía pasando la General Paz). En la actualidad, viajar a Capital es carísimo, por el costo de los combustibles, y quien no deba realizar un trámite administrativo o una consulta médica de urgencia debe prescindir de viajar a Buenos Aires aunque ello le impida acceder a las opciones de confort, consumo y esparcimiento de “la reina del Plata” ofrece.
Lobos se vive. Lobos se sufre. Lobos se siente en cada nueva calle pavimentada, en el llanto de un niño recién nacido, pero también en cada fábrica que cierra y en la destino ingrato del anciano que pasa sus días postrado en una cama. Lobos es el reflejo de una sociedad, ni más ni menos. Suele decirse que a un pueblo lo define su gente. Y nuestra gente a menudo alienta enconos, discusiones estériles, suspicacias que nos limitan como cuerpo social y nos impiden crecer. Seguramente el lector estará cansado de escuchar a licenciados, “opinólogos”, y pensadores de diversas vertientes –no sólo en Lobos, justo es decirlo- aludir reiteradamente a “la crisis de valores”, o bien a que “se ha trastocado la escala de valores”. La pregunta es: ¿Alguien asume un compromiso genuino con lo que está diciendo, o es una “frase comodín”, carente de sentido, que nos gusta repetir en reuniones sociales para demostrar nuestro grado de preocupación con la situación actual?
El ejercicio mediático de la política contribuye a que conozcamos a un concejal por la foto o por lo que publica en Facebook, por lo sus opiniones en tal o cual diario, pero no por haber escuchado su intervención en el recinto deliberativo.
Previo a un año electoral, deberíamos plantearnos de qué manera queremos estar representados al momento de la toma de decisiones que nos involucran a todos.
Nos aguardan tiempos complejos, en los que necesitaremos de personas capaces, a quienes no les tiemble el pulso para votar una ordenanza por sus propias convicciones y no por mera “disciplina partidaria”.
Otra paradoja: cuando estamos alejados de Lobos, extrañamos esta tierra que nos vio nacer. Cuando estamos aquí, renegamos de ella.
Uno de los mayores aportes a la racionalidad que podemos hacer es no creernos imprescindibles. Lobos seguirá existiendo, con o sin nosotros. Tratemos de desempeñarnos en nuestros quehaceres de la mejor manera posible, sin estridencias ni actitudes de divismo.
La búsqueda por la verdad no debe detenerse nunca y es una tarea que debe asumir como propia cada uno de nosotros. Quien cree que el periodismo es el único ámbito en el cual debe develarse la verdad está desconociendo el valor de las instituciones democráticas.
Pero también hay un Lobos pujante, creativo y solidario. Con jóvenes que dibujan, pintan, diseñan, construyen, escriben. En tiempos recientes, la ciudad cuenta con un florecimiento de las actividades culturales, en sus diversas manifestaciones, que contribuyen a elevar el espíritu por sobre lo fugaz e intrascendente. La lectura y consulta de material bibliográfico en general, sea cual fuere la naturaleza de éste, es una de las actividades más gratificantes que puedan existir, por cuanto permite al lector tomar contacto con otras realidades.
La estridencia del devenir cotidiano, que nos aturde y nos impide reflexionar, encuentra un bálsamo apropiado en las bibliotecas. Muchas de ellas fueron creciendo con el aporte de colecciones particulares, que fueron sumando en sus ananqueles volúmenes imposibles de hallar en las librerías. Textos que no han vuelto a editarse o que resultan demasiado onerosos para ser adquiridos, encuentran cálido refugio en nuestras bibliotecas.
El Grupo de Apoyo a la Cultura es otra institución que no podemos dejar de mencionar. Que se haya conformado un grupo de personas con ganas de trabajar desinteresadamente para ofrecer charlas, exposiciones y disertaciones, y para rescatar del olvido a tantos hitos de la historia pueblerina, es un orgullo para todos los lobenses.
La cultura no es algo que se “tiene” (como generalmente se dice), sino que es una producción colectiva y esa producción es un universo de significados, el cual está en constante modificación.
Por todo esto, por lo que somos capaces de hacer, por el potencial de nuestra gente, por el empeño de los que no bajan los brazos y deciden seguir luchando, es que casi 40.000 personas hoy han elegido tomar a Lobos como lugar de residencia. Desde luego, ello no implica asumir posturas intolerantes –cuando no reaccionarias- ante quienes emigraron hacia otros puntos del país o del mundo. Cada uno sabrá las razones –todas personales, todas atendibles- que lo llevaron a tomar esa determinación.
Partiendo de esta línea de razonamiento, quizá sea posible que cuando llegue el ocaso de nuestros días podamos decir, orgullosos, o con resignación: somos lobenses.
1 de junio de 2018
El esfuerzo y la inteligencia van de la mano
Dicen que con esfuerzo y siendo perseverante, todo se consigue en la vida. Sin embargo, ese razonamiento no es totalmente correcto. Sin la inteligencia necesaria para administrar lo que tenemos, es imposible imaginar que aquello que podamos conseguir perdurará por mucho tiempo. En tiempos como los que vivimos, se hace difícil establecer un ahorro, porque apenas alcanza para pagar los gastos esenciales. Y volviendo al tema del esfuerzo que uno hace para mejorar, hay sobrados ejemplos de personas que se han enriquecido y han prosperado porque provienen de una familia adinerada, y por un tráfico de influencias. Lo que nos queda a nosotros, a los vecinos de a pie, es seguirla peleando, ganarnos el mango honestamente, cuidar lo que tenemos, no sólo lo meramente material sino las buenas relaciones con nuestros afectos más cercanos.
E insisto en que es fundamental valorar lo que tenemos, respetar a los viejos, a nuestros viejos, porque algún día nosotros llegaremos a una edad en la cual también tendremos que pedir ayuda. El cuerpo ya no nos responderá como antes. Ser responsables de nuestra propia vida, no implica dejar de pedir ayuda cuando estemos en una situación de necesidad. Los ancianos sólo son noticia en los medios cuando reclaman por sus haberes, o cuando sufren un ataque de motochorros. Ahí sí, se los llama hipócritamente "abuelos". En otras circunstancias, pareciera que son material de descarte. Y también sabemos, que se los confina en geriátricos, asilos, y otros establecimientos porque en la casa representan un estorbo para los más jóvenes. Se puede entender que un anciano, con la salud quebrantada, requiere un cuidado especial. Lo que es inadmisible, desde todo punto de vista, es que estando en plena lucidez física y mental sean desalojados de su casa para ir a parar a un lugar que les es totalmente ajeno. Porque su familia ha decidido que ya no tienen lugar en el hogar, y porque la sociedad argentina dictamina que las personas mayores no merecen una vida digna, teniendo que tramitar un vergonzoso certificado de supervivencia para demostrar que están vivos y cobrar su jubilación. Punto final.
E insisto en que es fundamental valorar lo que tenemos, respetar a los viejos, a nuestros viejos, porque algún día nosotros llegaremos a una edad en la cual también tendremos que pedir ayuda. El cuerpo ya no nos responderá como antes. Ser responsables de nuestra propia vida, no implica dejar de pedir ayuda cuando estemos en una situación de necesidad. Los ancianos sólo son noticia en los medios cuando reclaman por sus haberes, o cuando sufren un ataque de motochorros. Ahí sí, se los llama hipócritamente "abuelos". En otras circunstancias, pareciera que son material de descarte. Y también sabemos, que se los confina en geriátricos, asilos, y otros establecimientos porque en la casa representan un estorbo para los más jóvenes. Se puede entender que un anciano, con la salud quebrantada, requiere un cuidado especial. Lo que es inadmisible, desde todo punto de vista, es que estando en plena lucidez física y mental sean desalojados de su casa para ir a parar a un lugar que les es totalmente ajeno. Porque su familia ha decidido que ya no tienen lugar en el hogar, y porque la sociedad argentina dictamina que las personas mayores no merecen una vida digna, teniendo que tramitar un vergonzoso certificado de supervivencia para demostrar que están vivos y cobrar su jubilación. Punto final.
Segunda mitad del año, con el mismo entusiasmo de siempre
Entramos en la segunda mitad de 2018. De nosotros (y de las
variables económicas), depende para que este sea “nuestro año”, un planteo algo utópico. Debo decir que
este es un mes especial para mí, dado que se cumple un nuevo aniversario de
este modesto blog. Como los lectores saben, la primera nota fue publicada el 30
de junio de 2005. Y como se hace camino al andar, de a poco le fuimos
encontrando la vuelta. A veces con reflexiones que nacían de mi fuero íntimo, y
en otras ocasiones abordando cuestiones que nos acucian a todos, como el
panorama político que se muestra confuso. Y por momentos, errático. Siempre he
tratado de mantener la premisa de no publicar trivialidades que pueden verse en
cualquier programa de televisión de la tarde. Cada mes que inicia, es un buen
momento para recargar las pilas, para mirar hacia adelante, aunque la cruda
realidad no traiga consigo buenas expectativas. En mayo escribí menos notas que
el resto de los meses porque no me sentía bien, esa realidad a la que hago
referencia me perturbaba y me abrumaba. Carecía de voluntad para sentarme a
redactar unas líneas frente a la computadora, aunque por las noches iba
elucubrando reflexiones e ideas que bien podrían plasmarse en un nuevo texto. Por
otra parte, también estoy recobrando el impulso por mi humilde faceta de
escritor, despojado de todo prejuicio. Lo que salga, será lo mejor que yo esté en condiciones de brindar.
Y si hay que corregir el material una y mil veces, así lo haré.
Estoy en una etapa de mi vida en la cual quiero concentrarme
en mi familia, en mis seres queridos, en mis amigos, que son quienes a diario
me brindan estímulo para seguir. Por supuesto, la motivación tiene que nacer de
uno mismo. En estar convencido de que podés. De que podés llevar una vida plena
más allá de las dificultades, poniéndole huevos a las situaciones complicadas.
Es mi deseo continuar escribiendo en este espacio, porque lo tomo muchas veces
como un cable a tierra, y lo comparto con ustedes. Es cierto que muchas veces
me quejo de lo que nos toca vivir a todos, pero esas quejas están sustentadas
en un presente que no me gusta y que, si estuviera en mis manos, lo cambiaría.
No es consuelo pensar que otras personas lo están pasando peor que yo. No es un
paliativo válido, si bien nos ayuda a dimensionar hasta qué punto nos vamos
alterando y enfermando cada vez más a causa que las decisiones que se toman
desde arriba, y que nos quitan calidad
de vida. Para finalizar, quería agradecer a todos los que me vienen
leyendo, y decirles que voy a continuar escribiendo notas aquí, tengo la firme
decisión de no claudicar ante la adversidad. Punto final.
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