30 de octubre de 2022

Aceptación no es lo mismo que claudicación

Domingo por la tarde en la ciudad. Probablemente esta sea la última nota que publique este mes. Ha sido un octubre particularmente intenso, que me dio la impresión de ser más rendidor, si lo comparamos con su antecesor. Más productivo, podría afirmar, pese a que hubo un fin de semana largo de 4 días que no sirvió para nada y que alguna mente brillante consideró que era bueno implementar con el pretexto del turismo.

Septiembre, se sabe, despierta expectativas y algo de cursilería por ser el mes de la primavera, el Día del Estudiante, el del florecer, y un sinnúmero de tópicos a los cuales se lo ha caprichosamente vinculado. La percepción general, fue que septiembre versión 2022 resultó bastante insípido. El devenir de los días fue tan rápido e intrascendente, que llegó a su fin llevándose consigo todas las alegorías que los poetas mediocres le fueron atribuyendo a lo largo del tiempo. En cambio, el mes actual no me pareció tan pesado, y eso que trae un día más. No es tiempo aún como para hacer evaluaciones o balances sobre este año que se encamina a finalizar. Y quizás, no sería una mala idea evitar cualquier tipo de juicio de valor, de buenas a primeras. Excepto que te haya pasado un hecho particularmente extraordinario que te haga pensar que 2022 será difícil de olvidar. Muertes y nacimientos lideran el ránking con comodidad, y después puede haber algunos logros personales que permiten posicionar a ese ciclo anual en un sitial de privilegio. Si te recibiste de la Facultad luego de remarla por 6 años, claro que va a ser un año para destacar, que no es ni más ni menos que la consecuencia del esfuerzo de los cinco anteriores.

Si te ponés a pensar, y sin prentender reflexionar demasiado, son dos caras de la misma moneda: Una sería "romantizar" un hecho (como se dice ahora), un evento de tu vida y darle una impronta épica. Y la otra, sería una mortificación excesiva por un evento que te tocó atravesar pero que no reviste gravedad en términos reales, por más que te haya afectado o provocado una decepción. 

 Haciendo esas salvedades, no abundan otros motivos de relevancia como para destacar un año respecto del otro. Y, por supuesto, quedan excluidos de todo análisis también los avatares políticos y económicos del país.  Hacer un diagnóstico tan exhaustivo al final de un ciclo implica un esfuerzo que sólo tiene sentido para los anuarios que antes se publicaban como un suplemento en los diarios en papel.

Pero en lo que a vos o a mí respecta, si durante un mes o año cualquiera no estuviste bien de salud, tanto física como mentalmente, todo lo demás queda relegado. Por mucho que haya prosperado el país, o la guita que hayas ganado con tu trabajo, nada será suficiente. Un accidente que te mantuvo incapacitado y te demandó una rehabilitación de varios meses hará que ese año en particular sea para el olvido, y sin lugar a dudas eso demuestra claramente que la salud continúa siendo el principal valor que sostiene una vida plena.

Por esos motivos, creo que esbozar una reseña minuciosa no conduce a nada rescatable. Estás luchando contra tu propia naturaleza humana, que es la de olvidar. Si no olvidáramos muchos momentos de mierda, nos sería imposible continuar, porque estaríamos limitados por ese sufrimiento. Por supuesto que no estoy refiriéndome a pérdidas de seres queridos, o cualquier suceso que te haya marcado a fuego, porque de eso nunca es posible recuperarse del todo.

Pero no sería extraño que, dentro de 10 años o más, recuerdes a 2022 por un hecho bisagra en tu vida y del cual no te percataste en el momento que ocurrió. Es algo muy común, y está relacionado con la tendencia a mirar en retrospectiva, a plantearnos qué pasó cuando nos abruma la sensación de que los años se nos vinieron encima. Por eso nos enroscamos, le damos vueltas una y otra vez a lo mismo, buscamos encontrar algo meramente valioso para autoengañarnos y pensar que todo ese lapso no transcurrió en vano. Puede que de esa búsqueda cuasi antropológica surja un lindo recuerdo que dejaste pasar de largo, y entonces te sentís mínimamente aliviado porque ese hecho actúa como un disparador. Te lleva a convencerte de que no todo fue al pedo, algo hiciste, te tocó dar el puntapié inicial de un proyecto que quedó flotando en un limbo pero que años después se concretó de otra manera que no creías viable. Por ejemplo, 2012 fue un año particularmente malo para mí, tuve que afrontar experiencias desagradables, pero todo eso entra a jugar con más fuerza ahora que ya pasaron 10 años. 

Cuando hay un aniversario con “número redondo”, como se los denomina de un modo corriente, te salta la ficha. En la medida que no pase más de ahí, creo que es normal y aceptable para cualquier persona. Pero mirar hacia atrás deliberadamente, sobre todo si sabés que al rebobinar la cinta te esperan episodios que fueron de mucha turbulencia, no es lo más conveniente. Eso va a seguir estando ahí, lo sabemos, porque dejó una huella como el ying y el yang, pero hay que seguir. Siempre lo he entendido así, aunque es más fácil decirlo que asumirlo. Y para finalizar, les diría que no hay un año que haya sido complemente malo, desastroso, y decadente. A nivel macro tal vez sí, pero estamos hablando de experiencias individuales. Las crisis cada uno las atraviesa como mejor puede o como mejor le sale. No hay ningún manual para eso, ningún librito que te asegure destreza y habilidad para esquivar obstáculos. Te vas a seguir dando la cabeza contra la pared aunque tengas 80 años, y sería bueno aceptarlo sin que parezca una claudicación. Antes de pedirles a los demás que tengan empatía, deberíamos ejercerla hacia nosotros mismos. Castigarse por un error involuntario que no jodió a nadie, no merece la pena. De hecho, puede que esta nota misma sea un error, pero quedará así.

Nos estamos viendo en noviembre. Punto final. 


27 de octubre de 2022

Hoja en blanco

Viernes por la tarde en la ciudad. Cuando estoy off line (sin Wi Fi ni conexión de ningún tipo, como me pasó hoy forzosamente dado que hubo un prolongado corte de Internet), siempre surgen ideas que podrían formar parte de un próximo posteo, o si se da la ocasión, algo más elaborado. También sucede que hay bocetos que uno descarta sin miramientos, porque siente que no es el momento, que es necesario que madure un poco, como si fueran esas frutas o verduras que ponen en oferta porque están más verdes que un dólar guardado en el freezer de la heladera.

Se habla mucho del “síndrome de la hoja en blanco” en relación a los escritores, pero creo que tiene más que ver con aquellos que ya son consagrados por el público, y que el propio autor sabe que se espera mucho de él. 

Yo soy escritor aficionado, lo cual no quita que lo haga con seriedad. No subestimo al lector. Es un proceso de corregir muchas veces, a riesgo de que el espíritu del manuscrito original termine reduciéndose a un porcentaje mínimo. Lo importante es conservar la idea (si te sigue pareciendo convincente) e irla trabajando para que el desarrollo no sea obvio y previsible. Pero si hay algo que te moviliza, no dudes en plasmarlo de la forma que vos creas más conveniente, porque todos podemos canalizar ese impulso en algo artístico, digamos. Quizás tildarlo de artístico le quede grande, pero cada uno lo hará como mejor le salga.

Dicho sea de paso, hasta el día de hoy, no tomarse las cosas en serio continúa siendo el principal defecto de muchas películas argentinas que son financiadas por el INCAA, totalmente incomprensibles. Buena fotografía, planos y encuadres, pero nada más. Como la trama no tiene sustento, no las ve nadie, no se estrenan en los cines, y su destino final es el de ser “latas” que se acumulan para el canal “CINE.AR”. Esa señal, teóricamente, está dedicada a difundir a lo que consideran “nuestro cine”, pero ignorada por la mayoría, rara vez se encuentra algo rescatable y te la enchufan dentro del combo de cualquier abono de TV por cable porque debe ser gratis para los operadores.

Pero basta de cháchara, hablemos ahora de la actualidad política: Hay una creciente sensación de frustración y hastío ante cada nuevo anuncio presidencial. Hay una batalla feroz dentro del FDT para lograr salvar la ropa mirando a 2023. Fernández va perdiendo poder minuto a minuto, esa cuota de poder que le otorgaron los mismos que lo pusieron en su lugar. Probablemente si leyera una nota mía de hace 10 años, ese diagnóstico no cambiaría, aunque los nombres fueran otros. Es positivo que hayan decidido otorgar un bono de $ 45.000 a personas sin ningún tipo de ingresos. Y cuando digo "ningún tipo", es literalmente así, ese es el requisito excluyente. Por eso las organizaciones sociales, como el Movimiento Evita, no comparten ese criterio porque ese un subsidio destinado a personas casi indigentes y ellos se pierden parte de la tajada. 

Las palabras van perdiendo fuerza, se resquebrajan, se erosionan ante la realidad de los hechos. Pero insisto: Que se hagan cargo de la responsabilidad que asumieron, que se banquen la olla a presión y que se hundan solos, yo no voy a salir al rescate de los inoperantes o corruptos sean del partido que fueren. En los meses que restan, si no aprenden a consensuar y a ordenar la tropa, se les hará cuesta arriba seguir adelante, y ellos lo saben.

Pero no están dispuestos a ceder. Y siempre, en una negociación, alguien tiene que ceder. Un acuerdo precario al menos. Nunca se espera nada de la clase política porque el modo que tienen de manejarse parece calcado de un gobierno a otro. Yo hago lo que considero que es correcto y como soy un anónimo más, difícilmente sea noticia, precisamente porque me dedico a publicar noticias. Si fuera al revés, no me imagino que alguien pierda su tiempo dedicando una nota a hablar de mí.

Si de ficción de trata, los que despuntamos el vicio tenemos momentos de “bloqueo”, porque para que fluya espontáneamente, hay que desarrollar ese pensamiento primigenio. Tal vez eso me ocurra porque no tomo apuntes ni nada similar, sí es posible que haga un borrador, cuando veo que ese texto ya está encaminado. 

Claro que, eso no me pasa con el laburo: Si tengo que redactar una nota, lo hago del modo más rápido y profesional posible, y listo. Sé que lo tengo que hacer: Básicamente, para eso es un diario digital, para informar y no para vender publicidad encubierta como hacen varios. Y en una entrevista o conferencia de prensa, pregunto todas las veces que lo crea necesario, porque si algo no me queda en claro a mí, no puedo transmitírselo a quienes me leen como ellos se merecen. Si a alguien le molesta, corre por su cuenta. Si preguntás con respeto y no lo hacés para hacerte el vivo, es totalmente correcto. Los demás que digan lo que quieran.

A nivel macro, habrán notado que cuando a ellos les conviene (políticos en complicidad con medios y periodistas pagos), nos venden la imagen de que Buenos Aires (o CABA) dejó de ser una ciudad prolijita para convertirse en tierra de nadie y que impera la ley de la selva, y las inundaciones, la suciedad, los pungas, los cartoneros,los motochorros en la zona del Obelisco, los pibes que se drogan en Plaza Once... Bueno, como hace 20 años también polemizaban haciéndose los moralistas contra los travestis que ofrecían sus servicios sexuales en Palermo, y la famosa "zona roja". La lista en infinita. No sé, como periodista, no comparto ese recurso de pretender instalar una realidad paralela. Necesitamos motivos para creer que se puede seguir luchando, que el esfuerzo vale la pena, y eso debe nacer de las políticas que implementa el Estado. Pero para ello también es fundamental tener una mirada federal. Nunca nos enteramos de lo que pasa en Corrientes o en Santiago del Estero, por nombrar dos provincias al azar. Y los grandes medios son funcionales a ese ninguneo permanente. Ni la sociedad, ni quienes nos gobiernan tienen objetivos claros y definidos.

Nuestro gran problema es que no nos ponemos de acuerdo sobre qué país queremos. No seamos obvios: Por supuesto,  queremos una mejor salud y educación públicas, que haya empleo para los chicos que recién comienzan, jubilaciones dignas, y demandas que se repiten desde hace años porque a nadie le ha importado actuar en consecuencia. Pero es muy simplista plantearlo así. Son meros enunciados. Somos tan volátiles e inestables emocionalmente que pasamos de la euforia a la indignación cuando sentimos que nos están cagando o metiendo la mano en el bolsillo con tarifazos constantes. En esas condiciones, si cuando estén en campaña no nos explican CÓMO van a lograr lo que están prometiendo o proponiendo, lo único que queda es el discurso patético de una dirigencia que cuida su quintita. Además, esas generalidades no resistirán el menor archivo en caso de que ellos sean “los elegidos”. Ya no pueden privatizar nada, porque todo ese veloz proceso de remate, desmantelamiento y vaciamiento de las empresas públicas lo hizo otro en los '90. Van a tener que pensar algo nuevo, muchachos.

La literatura se nutre de la ficción, basada en hechos verosímiles si es que cabe. Pero la vida real es otra cosa. Cuando salen de gira a buscar votos, ahí sí son capaces de visitar un pueblito de 500 personas perdido en el mapa. No nos tomen por estúpidos. Si son neoliberales, díganlo. Si son estatistas o proteccionistas, también. Y si son inútiles y fueron elegidos candidatos puestos "a dedo", traten de disimularlo, porque -a decir verdad- es demasiado evidente. Ya con eso estaríamos dando un paso adelante. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

23 de octubre de 2022

Ratones

 Si vos o usted me está leyendo desde algún punto lejado de la geografía rioplatense, el título de esta nota alude a los Ratones Paranoicos. Una banda que replica el sonido de los Stones, no sé si todavía continúa en actividad, pero la cuestión es que estaba escuchando un disco en vivo de 2017. Podría decir que sus canciones más logradas son “La Nave”, “Isabel”, y “Carolina”.  Bueno, convengamos que “Vicio” es una canción aceptable, pero que está muy quemada porque fue el leit motiv del programa de Tinelli. Esa sobreexposición llevó a que mucha gente comenzara a detestarla, es lógico suponerlo, pero no viene al caso. Algo parecido sucedió con un tema de Manuel Wirtz, pero visto y considerando que el nombrado carece de demasiados méritos, creo que le vino bien mientras duró que su hit sonara en el programa de TV de mayor rating antes de sucumbir en el olvido.

Por alguna extraña razón, todo esto viene a cuento de que estaba escuchando ese disco en vivo de los Ratones. Siempre me fastidia que dediquen demasiada cuota de participación al público, sólo por el hecho de demostrar que se trata de un álbum en vivo. Bueno, algo parecido ocurrió con La Renga, en un lanzamiento que ni siquiera los fans de la banda toman en cuenta. Y tienen razón.

Lo que sigue a continuación, son algunas ideas sueltas que surgieron espontáneamente, y como escribí casi todo sin pausa, lo único que corregí fueron los errores de tipeo, bastante frecuentes.

En el supermercado de siempre, está el señor de seguridad. Su presencia no intimida a nadie ni ejerce poder disuasorio, sumado al hecho de que no porta armas de fuego. Hay, por lo menos, 50  cámaras monitoreando el lugar. Quien pretenda afanarse algo será inmediatamente localizado, y probablemente escrachado si esas imágenes se filtran en las redes. Ahora bien. ¿Quién permite o autoriza que eso pase? Claramente el registo fílmico está, y estoy hablando como si se tratara de una película. Una película que, como mucho, dura un minuto, y es la secuencia en la cual el o la la cliente esconde algo dentro de sus ropas. Varias veces me he puesto a conversar con “el chico de seguridad”, a sabiendas de que nunca seremos amigos ni nada parecido, sino para matar el tiempo. Y por ende, el diálogo es escueto y trasunta por tópicos parecidos. No es lo mismo que el súper del chino que está cerca de casa. Desde el mismo momento en que entrás, aunque hayas ido 80 veces, te miran con desconfianza. Es todo bastante mecánico: Tomás un producto de cualquiera de las góndolas que haya, pagás y te vas. Ni vale la pena saludar. Ya fue, por eso solamente voy al chino cuando el resto no han abierto aún las persianas o el motivo que fuere. Conservo siempre el ticket de la compra efectuada, al menos durante un par de días, no vaya a ser cosa que me vengan a reclamar algo inverosímil que estoy en condiciones de desmentir. Escuchan una música que no entiendo, y yo tampoco los entiendo a ellos, pero no me importa porque no fui a hacer una tertulia sino a comprar una gaseosa o una lata de cerveza. No jodan. Sí, sé que tienen cámaras fuera del local, pero no tengo nada que esconder, siempre uso la misma bolsa de tela azul, y es allí donde guardo mi mercancía. Es complicado pagar con tarjeta. Porque el mínimo que ellos decidieron arbitrariamente son equis pesos, y el monto que pretendo pagar es menor, así que ellos quieren los billetes, esos manoseados y desgastados papeles que pasan de mano en mano. Ni hablar de promociones de ningún tipo o cuenta DNI, ya sería mucho pedir. El chino quiere la plata, y vale aclarar que no es una estigmatización del chino, si fuera brasileño pensaría lo mismo. O judío, no por ello me convierte en antisemita.

Ah, aquel verano de 1996. Recién egresados de la Secundaria, y fuimos a festejar a pleno a un boliche que ya no existe más. 1996 fue el mejor año que recuerdo si tuviera que recapitular, aunque hay un par más que pelean el podio. No viajé a Bariloche, no me interesó, porque básicamente previo a la travesía los cabecillas del grupo nos plantearon a mí a a otros más una hipócrita reconciliación, casi como si se tratase de un cese del fuego. Intuí que era de una falsedad absoluta pergeñada al sólo efecto de ir a Bariloche, lo cual, debo decir, tampoco estaba mal. Pero yo ya lo conocía en febrero de 1993. Espectacular. No por el lugar en sí, más que nada por cómo llegamos. El Cerro Catedral, sin nieve, carece de gracia o no tiene el marco que lo distingue, aunque lejos de mis intenciones estaba esquiar, porque era carísimo y lo sigue siendo ahora, casi 30 años después.

Viajaba con un familiar que me había invitado y acepté casi sin dudarlo. En una travesía que demanda muchas horas, gastamos el stereo del auto escuchando una y otra vez aquel disco (en formato cassette) que catapultó a Fito Páez a la masividad. Sí, por qué, no nombrarlo, “El amor después del amor”, ya para esa instancia todos lo teníamos en algún lado, en algún lugar aunque más no sean algunas canciones sueltas pirateadas, era lo más, pero el tiempo pasa factura y es evidente que 30 años después, ni las canciones ni su propio autor resistieron el paso del tiempo. Son canciones de un país inexistente, y de una celebración a la vida o a lo que mierda sea que ya resulta demodé. Ni Fito Páez volvería a editar su obra maldita que fue casi un pacto con el Diablo, porque lo llevó a hacer, casi inexorablemente, “una que sepamos todas”, con resultados paupérrimos. Rutas argentinas, cruzar La Pampa, Neuquén, hasta llegar a Bariloche a bordo de un Ford Sierra que por entonces era bastante top. En el ’93, cualquier modelo de gama media que tuviera levantavidrios eléctrico y amplio baúl era toda una novedad para lo que yo conocía del vehículo de mis viejos o de algunos amigos.

Ahora que lo pienso bien, quizás todo esto sea buen material para un futuro cuento, con los recursos literarios propios de un relato ficcional. Y ahora que lo pienso por segunda vez, es probable que los recuerdos se desdibujen y sean tan sólo una construcción basada en hechos reales, anecdóticos, pero con otros episodios que elegimos evitar, o saltear, y entonces ya de por sí es una manera de construir ficción casi sin darnos cuenta. Claro que, quedarán algunas fotos dando vueltas por ahí, o un objeto que nos haga anclar en el farragoso terreno de la nostalgia. Por eso, siempre es mejor una evocación grosso modo, si es que cabe. Para los acontecimientos importantes, creo yo, están los feriados y las efemérides. 

Olvidé mencionar que hoy Boca salió Campeón (partido épico), que hoy es el cumpleaños de Charly García (salud, Maestro), y que en las primeras horas del sábado 22/10, llovieron 15 mm. en Lobos luego de casi 8 meses sin que cayera una gota. Algo es algo. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

19 de octubre de 2022

Holding back the years

 Es un día cualquiera, de septiembre u octubre. El cielo está horrible, encapotado, y además hay mucha humedad en el ambiente. Alguien pregunta: "¿Se viene el agua?". Ni merece llamarse pregunta, es un comentario casual. "Puede ser", contesto, aunque estoy convencido que no sucederá. Y así se va repitiendo la secuencia. Como si fuera un sketch cómico de Grandes Valores del Tango. Desde luego que carece de toda gracia. Estamos casi implorando por una lluvia abundante, y sé que eso no pasará. Ya casi ni miro el firmamento, continúa firme como un flan que lleva mucho tiempo en la heladera y que te lo encajan como postre en un restobar de medio pelo. Continuará de la misma manera por varios meses. Las napas se resecan. Las plantas también. Aquel que tenga una huerta hogareña debe regarla constantemente si espera conseguir una buena cosecha de lechuga, tomate, o lo que sea. Se multiplican los incendios de pastizales, muchos de ellos intencionales. Toda persona que tenga la capacidad de razonar, sabría que no es el mejor momento para quemar basura o la porquería que fuere. Lo hacen igual, y si el fuego se descontrola, se van del lugar porque no quieren quedar pegados por su audacia que es hija de la imprudencia. Se siente olor a podrido cuando sopla viento del Sur. Son las cloacas. Asoman cucarachas y otros insectos desagradables por las alcantarillas. Van en busca de un hábitat más húmedo que donde habían montado campamento previamente. 

Comienza a contagiarse entre la gente un malhumor cuyos motivos son diversos, pero uno de ellos no deja de ser la sequía y sus complicaciones para la vida doméstica. Nunca creí en la mala vibra pero ciertamente flota algo en el aire que no es, digámoslo, de sesgo optimista. Puede que nunca lo haya habido, y que la economía, el dólar, y los qué se yo tenga a muchos en un estado de bronca contenida. Mientras tanto la vida sigue. Nadie habla del próximo Mundial y a nadie le importa. Yo me incluyo dentro de los nadies. Seguramente veré algún que otro partido, pero no madrugaré exclusivamente para eso. Total, la síntesis de ese partido será repetida infinitamente por la televisión o por los medios digitales. A quién se le ocurre organizar un Mundial para noviembre, casi con la sidra y el pan dulce. Déjense de joder, y métanse las figuritas donde mejor les quepa. A medida que voy escribiendo estas líneas, percibo que efectivamente me he contagiado el malhumor. Es como una peste, se me pegó con el hedor de un perfume barato. Mejor no hablar de esto ni de lo otro, mejor hacerse el gil (ver nota anterior). Como cantaba Luca Prodan, "Mejor no hablar de ciertas cosas". Eso me hace acordar de un libro con el cual estudiábamos inglés, y que te decía (o sugería) como iniciar una conversación con un inglés o un americano. Para ello tenías que hablar del clima o algo así. "English people are always interested in the weather", no sé por qué pero esa frase estúpida no me la olvido más, y me remite de inmediato a la enseñanza acerca de la pregunta de rigor: "What´s the weather like?". Estimo que si vas a Londres, Nueva York, o el lugar del mundo angloparlante que se te ocurra y preguntás eso a un desconocido, lo más probable es que te ignoren por completo. 

Buscás distensión. Leés un libro y al toque comprendés si vale la pena seguir. Es lo mismo que pasa cuando estás conociendo a otra persona con la idea de formar una relación. Hay que sortear varios pasos previos, que quizá yo he olvidado porque no me llevo bien con las plataformas de citas. Que el chat, que el WhatsApp, bueno tomamos un café, a qué bar querés ir, dale quedamos a esa hora, che mirá que bueno, tenés hijos, ah entonces te llevás mal con el padre de tus hijos, a qué te dedicás porque vi en tu perfil que laburabas de equis cosa pero no, eso lo había puesto en FB pero ya no lo hago más, me olvidé de actualizar, qué lastima che pero no importa, por lo menos conseguiste otro trabajo, y sí es lo que hay, y vos qué onda, no me gusta que me interroguen pero respondo lo mismo que yo estoy preguntando, terminamos el café y miro un reloj y veo que permanecimos en el mismo lugar 50 minutos o casi una hora, bueno entonces nos estamos hablando, seguimos en contacto, dice que sí, te mando un mensaje si no estás ocupada, sí no hay problema, vemos como sigue, por supuesto, siento que pasé la entrevista aunque estoy acostumbrado a entrevistar, llego a mi casa y ya no me importa el derrotero del futuro mensaje porque puede que llegue o que no, si tuviera una paloma como era antes de la creación del correo postal le mandaría una, aunque en el trayecto el ave suelte una cagada que caerá en la cabeza de alguien que lo verá como señal de buena suerte lo cual no deja de ser un paliativo al estropicio que implica, del mismo modo que pisar caca de perro en la calle, que es habitual en las veredas por la desidia de sus dueños si es que los tienen, y no sé si va a llover, y viste lo que anuncia el pronóstico para mañana, porque lo dijo Fulano por televisión, francamente me da lo mismo, entonces alguien se acuerda de la última de Francella que es malísima y se llama granizo, esa la lanzaron por streaming agrego, menos mal que la vi gratis porque ni en pedo hubiera pagado entrada por eso, dice uno y coincido, entonces no podemos evitar reírnos y recrear escenas de ese filme que nunca debería haber existido, al igual que muchas cosas en la vida. 

No va a llover. Punto final. 



18 de octubre de 2022

El arte de hacerse el boludo

Casi todos sabemos qué significa en el argot argentino "hacerse el boludo", o denominado eufemísticamente, "hacerse el distraído". Es, en resumen, evitar involucrarse en quilombos que no tienen nada que ver con uno en particular. Por ejemplo, si dos personas se ponen a discutir y vos estás presenciando eso, no intervenís. Si presenciaste un accidente de tránsito tampoco lo hacés, o tratás de rajar tan pronto como puedas, porque pensás que la Policía te citará como testigo y que vas a perder más tiempo de lo que duró el siniestro. En el primer caso que mencioné, yo no me metería en una discusión ajena, pero si la cosa se pone más álgida y dos o más sujetos empiezan a golpearse, intentaría separarlos, pese a que la pueda ligar yo también. 

Lo que no nos damos cuenta, o pretendemos no hacerlo, es que los políticos nos boludean todo el tiempo. Es decir, se hacen los boludos con nosotros. Terminamos bebiendo de la misma medicina, y lo peor es que ellos tienen un poder de decisión infinitamente superior al nuestro. Por eso nos va como nos va. Por pensar que ellos son libres de transgredir los límites republicanos constantemente, y por dejarlos hacer. Y cuando eso ocurre (con más frecuencia de lo que suponemos), no podemos salir a cagar a trompadas al Presidente o al Ministro de turno. Simplemente los puteamos y esperamos que se vayan. Hasta que lleguen otros que también cosecharán amores y odios. Cuando lo que predomina es el descontento, es más factible que pierdan una elección, pero no cambiará demasiado si el que asumió es un cortesano del anterior. 

Ahí sí que estamos en un problema, en un callejón sin salida. Esperamos que los demás nos resuelvan todo porque entendemos que la democracia funciona así y porque aceptamos que la participación ciudadana no conduce a ningún cambio en concreto. Nos resignamos a eso. Puede que sea cierto en parte, pero si todos nos quedamos en la comodidad de la casa mirando estupideces por televisión, la posibilidad de forzar un golpe de timón de parte de los "representantes del pueblo" se reduce a su mínima expresión. Reclamar es un derecho que no sabemos ejercer, y cuando pretendemos ejercerlo, nos sale mal. Todo termina de la peor manera, con represión y personas heridas. 

Entonces comprendemos dos cuestiones: Que hacerse el boludo no es tan conveniente como parece, y que nada es gratis en términos de participación popular. Nadie está interesado en integrar una comisión de un club o lo que fuere porque los días en que hay asamblea cualquier posible integrante está más ocupado pensando en comer un asado que en los asuntos que la convocan. Por eso, no es sorpresa que estén sean siempre los mismos quienes estén atornillados a una silla, y piensen que hablamos de algo tan insignificante como presidir un club o formar parte de la "mesa chica". Imaginate si querés presidir el comité de un partido político. Nadie quiere agarrar viaje, porque es un fierro caliente (sobre todo si ese partido hace rato que no gana o consigue votos). Las discusiones o el debate quedan dentro de esa gente que está en la conducción. Los afiliados ni se enteran, o cometen el error de dejar en manos de los otros los ideales, principios, etc. Bueno, convengamos que hablar de ideales y principios en 2022 es casi una antigüedad. El pragmatismo se impone por sobre lo dogmático, nadie está dispuesto a escuchar un discurso de barricada cuando sabe que no tiene el menor sustento. O que, aquel que lo pronuncia con tanto énfasis, no tiene la menor autoridad moral para nada de lo que está declamando. Esa gente se da por satisfecha con los aplaudidores de turno, como estos programas de TV donde invitan al público a la tribuna con el sólo fin de aplaudir. El resultado de todo esto termina siendo patético. 

Es decir que hacerse el boludo es todo lo contrario a involucrarse o tomar partido por algo. Jugársela. Como decíamos hace unos años, la prioridad continúa siendo zafar. Actuamos de esa manera y creemos que nos sacamos un quilombo de encima, pero los que tienen la manija deciden por vos, por mí, y por todos. Deben completar su mandato sea como sea, y es lo que corresponde. Como decía el gran Enrique Pinti, "acá no se va nadie". ¿Te votaron? Perfecto, ahora hacete cargo y empezá a gobernar, si esa es tu aspiración, y hasta el último día vas a tener que garantizar (teóricamente) los derechos básicos de los ciudadanos. Yo rescato eso de la democracia argentina post-'83:  ya no te vas a poder victimizar porque una Junta Militar interrumpió tu mandato antes de lo previsto. Estás 4 años, te la bancás, y te vas, excepto que seas reelecto. Todo lo que hiciste o dejaste de hacer, si vivimos en una sociedad con alguna dosis de coherencia, te lo harán saber los mismos que te votaron antes, y los que vos creés que te pueden respaldar otra vez. Si te sueltan la mano, estás jodido. Bancátela también. Esperá otros cuatro años y tal vez tengas revancha. Mientras tanto, vas a poder meterte en la lista sábana y "cobijarte" con una banca en el Senado, como hace la mayoría. Nos estamos viendo pronto. Punto final.




 

16 de octubre de 2022

No leas esto, a menos que...

 La música popular (o “pop”, digamos), es la que escuchamos la mayor parte del día. Quedan excluidas la música clásica y la sacra, o religiosa. Y ese terreno dominante se lo ganó hace más de 50 años, desde que comenzó a ser difundida por las radios porque era la única manera de vender los discos, de darles difusión. La música y la lectura son las dos actividades que ocupan el tiempo que tengo libre cada día. Quizás no te lea un libro completo, pero puedo leerte un artículo completo de Wikipedia en inglés sobre el Imperio Romano. Casi todas las veces que consulto Wikipedia lo hago en inglés porque me permite continuar ejercitándome en el idioma al cual le dediqué 6 años de estudio. Seguramente el punto más flojo que tengo sea la fluidez al hablar, pero aquí en Lobos es casi imposible encontrar angloparlantes nativos. 

Excepto esos muchachos de una congregación religiosa que parecen muñequitos de torta por la pulcritud en el vestir, y que provienen del estado de Utah. Son mormones, que es considerada una religión para buena parte de la sociedad, aunque algunos piensen que son una secta. Como yo nunca les di lugar porque no me interesa el planteo que tienen, perderé la oportunidad de conversar en inglés. En realidad, cuando hablé de “planteo” me expresé mal. Corresponde decir que sus creencias incluyen un gran número de restricciones a la vida que cualquiera lleva hoy por hoy, y yo no creo estar haciendo nada malo. En lugar de considerarme un pecador, deberían motivarme de alguna manera si quieren ganar mi favoritismo. Francamente, son infumables, disculpen si ofendo a alguien. Sólo aceptan hablar en su idioma de origen para congraciarse, pero vienen aquí para sumar adeptos, o convencerte de lo que ellos creen. O persuadirte, mejor dicho. Quieren que vos creas en lo que ellos creen. Bueno, lo mismo hacen los políticos. 

Pero me estoy yendo de tema. Comencé hablando de la música y esta gente no tiene nada que ver con eso. Ahora, si me hablás que Pink Floyd, no cabe duda de que son talentosos, pero ya no tengo tiempo ni ganas de escuchar una "suite" de 15 minutos. Y "Dark Side of The Moon", por otra parte, no es su mejor disco. Es el más vendido. 

Hay artistas muy buenos que tienen reconocimiento nulo y que probablemente jamás conoceré. Y están los que suenan en la radio, un universo muy acotado. Dentro de ese recorte, encontrás tipos que obviamente buscan ganar guita pero lo hacen de un modo decente. Después tenés a los otros, los oportunistas, que siguen la moda y que se extiguirán tan pronto con ésta desaparezca. No sé, te pueden gustar o no los Beatles, pero no concederles mérito, es casi inaceptable. Los Rolling Stones son chicos de jardín de infantes comparados con ellos.

Cambio el switch: La realidad nos abruma y nos agobia con más frecuencia que lo habitual. Creemos que sólo aquello que vemos en los portales de noticias, o en la tele, es lo único que ocurre en el lapso de un día. O, mejor dicho, se trata de un "recorte" de lo real que hacen los grandes medios en función de distintos intereses. Hay muchísimos portales de Internet que brindan información más relevante y esclarecedora que un noticiero de tevé a las cinco de la tarde. Es cuestión de buscar, y de no quedarse en una actitud pasiva. No somos niños o bebés como para que nos den todo "masticado". 

Como periodista, tengo el compromiso cotidiano de brindar toda la información disponible, y no tergiversar los hechos, porque eso significaría inducir a los lectores para que piensen según lo que a mí teóricamente me favorece (y ahí sí tiene que ver con lo anterior). Más allá de la carga de subjetividad que cada uno tenga, el que termina formándose un juicio de valor sobre ese hecho que es informado, siempre es el lector. Lo que nunca me gustó, que la sociedad deposite una carga bastante pesada sobre la prensa, al exigirnos que investiguemos, que chequeemos un determinado dato, porque yo no le digo a nadie cómo tiene que hacer su laburo, por lo tanto no me gusta que se metan con el mío. No es tan difícil de entender, me parece.

 La mayoría de nosotros, en algún momento del día, nos quejamos de algo o de alguien, ya sea porque no nos salió bien, o porque lo consideramos una injusticia, como que nos brinden un trato que –creemos- no nos merecemos. Una cosa es reclamar, que ya de por sí es tedioso, y otra quejarse. Yo hago ambas cosas casi sin percatarme, al igual que muchos de ustedes. Y a medida que te vas haciendo viejo, más motivos encontrás para quejarte.

El meollo del asunto es que, si hacemos esto con gente cercana como amigos o familiares, nadie quiere escuchar –a largo plazo- a alguien que expone ese tipo de planteos todo el tiempo. Sólo lo hacen los psicólogos, porque les estás pagando y porque tienen una formación profesional que, si dan en la tecla, te permite canalizar ese malhumor en una dirección distinta. Esto lo estoy diciendo ahora porque estoy tranquilo y puedo razonar mejor, pero si tengo un mal día, me vuelvo irritable. Cuando es al revés, es decir, que alguien se queja excesivamente conmigo, es una sensación similar a mirarme al espejo. Ese sujeto rompebolas soy yo, en la piel de otro.

Reitero: Por supuesto que muchas veces me quejo por cosas que, en retrospectiva, son boludeces. Eso no es bueno, porque es una forma de inyectarse veneno uno mismo. Es un rasgo de mi personalidad que quizás, algún día, consiga atenuar un poco. Las noticias que veo por TV a menudo ya ni siquiera me ponen mal, tal vez porque a esta altura de los acontecimientos nos hemos acostumbrado a todo, y en cierta forma, hemos perdido la capacidad de asombro. Bueno, eso puede que sea peligroso. Pero nos pasa: Todo nos da lo mismo.

Tanto los diarios como los noticieros muestran lo peor de la sociedad, y si son hechos reales es legítimo que lo hagan, pero ¿acaso nunca sucede nada bueno y sin sinsiblería barata? Hay argentinos que se la siguen jugando. Apuestan sus conocimientos y su prestigio profesional,  y continúan haciéndolo pese a las sucesivas crisis que nos toca atravesar. Y si te sirve de paliativo, pensá en la gente que la está pasando realmente mal. Eso no es consuelo, claro está. Pero también tenés al tipo que se fundió porque se la jugó apostando a un proyecto. Ese ejercicio mental hace que tus demandas o reclamos queden reducidos a meras nimiedades.

Hay mucha gente que hace grandes esfuerzos para estudiar y trabajar a la vez, personas de mediana edad que bien podrían estar sentados en el sofá rascándose y todavía tienen las ganas y la voluntad de cumplir el sueño de terminar una carrera. Si uno logra ser un poco más tolerante ante el sinsentido que debemos lidiar a diario, la cosa cambia. No es fácil para mí, se los aseguro, pero el resto de la sociedad no tiene la culpa de que a mí me moleste tal o cual cosa. Hay reglas elementales de convivencia, y cuando se transgrede ese límite, ya estamos hablando de otra cuestión, porque alguien está vulnerando nuestros derechos con el maltrato y la violencia, no importa de que género se trate. Pero eso ya constituye un tema que llevaría más espacio, y es posible que mi opinión, y mi propio yo, no sea el más indicado para explayarme en una nota como esta. Tampoco tengo respuestas para todo, al parecer para eso está Google. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

12 de octubre de 2022

Hundimiento

A menudo la gente quiere que le digas lo que ellos les gusta escuchar. Si te piden una opinión o un consejo y lo que vos podés llegar a decirles no los complace, les molesta. Claro que, una cosa es que ese pedido provenga de un amigo que te conoce bien, y otra es cuando te lo dice alguien que sólo conocés de verlo en la calle o de compartir lugares como un bar de vez en cuando. 

Entonces, te interrogan, algo así como: "¿A vos qué te parece esto?". No es recomendable polemizar inútilmente, más aún si esa persona pertenece a un partido político o a una institución cualquiera. Mejor decirles que sí, que tienen razón, y dejarlos satisfechos con eso. Además, como en mi caso yo tengo mi propio pensamiento sobre un determinado candidato (pongamos por caso), y sabiendo que estamos en una sociedad tan virulenta, no es de me interés continuar con ese juego. 

No tardará en suceder, como casi siempre, que el candidato en cuestión o alguno de su equipo de campaña te pregunte qué dice la gente, o qué comentarios escuchaste por ahí cuando están en pleno proselitismo. En principio yo no soy encuestador, y a mí lo que me interesa cuando se llega a esa instancia es cobrar por la campaña que cada uno decida hacer en mi medio. Demanda un gran esfuerzo, tanto para ellos como para mí. Son como mínimo tres o cuatro meses en los que hay que estar a full, cubriendo todo lo que ellos hagan o  pretendan publicitar. Para ese momento que la gente sabe, porque es evidente, que entramos en una etapa donde aparecen las "propuestas" y esas cosas. Bueno, la experiencia del ciudadano común dice que un porcentaje ínfimo de esas propuestas se plasma en los hechos si ese candidato resulta ganador. Y el que tiene la manija, es decir, el que ya ejerce el poder y va por más, dirá que tiene una gestión para mostrar: "Hicimos esto y lo otro, ahora queremos continuar mejorando aquello...". 

Eso pasa en todos los órdenes, no solo a nivel local. Lo que es real, es cuanto mayor sea el estamento de poder, más dinero hay en disputa y más caros son los servicios publicitarios, porque estamos hablando de grandes cadenas de TV, medios gráficos, portales de alcance nacional, redes sociales, y probablemente la tajada que estos gigantes se llevan no la veré nunca en mi vida.  Hace varios años que se destina mucha guita para Facebook, Twitter, Youtube, y plataformas que son de uso cotidiano para mucha gente. Y si buscás atraer el "voto joven", más todavía. 

Ahora, si te la jugaste abiertamente por uno, y ese pierde, para muchos obsecuentes no significará nada, porque enseguida se acomodan con el triunfador. No les conviene ser periodistas opositores, al menos por un tiempo. Si transcurrido unos meses todo sigue va realmente mal, por ende no hay manera de disimular que los que gobiernan son un desastre. Quizás ahí sí sean un poco más críticos y les den un poco con el hacha. Eso sólo ocurrirá cuando ya haya pasado la "luna de miel" con el electorado, y los que ocupan un despacho deban demostrar si son verdaderamente capaces.  

En Lobos, conozco vecinos que son amigos míos desde mucho tiempo antes que hayan decidido postularse. Pero nunca mezclo las cosas, porque lo cortés no quita lo valiente, y hay que tener honestidad intelectual. Puedo ser crítico con ellos en lo que respecta a su faz política, pero eso no va a hacer mella en la amistad o en el aprecio que -reitero- es previo a toda candidatura que hayan aceptado asumir. Por momentos es una línea muy delgada, pero si te comportás como un chupamedias están subestimando a quienes te leen, que no son estúpidos. 

Y lo que sí deberían entender, es que el horno no está para bollos, que la gente está harta de toda una serie de desaciertos que la clase política arrastra desde hace años. ¿Ese inconformismo general derivará en un nuevo "que se vayan todos"? Es posible, aunque no en lo inmediato. En la medida que los que están arriba continúen mandándose cagadas, no es descabellado pensarlo. 

El voto castigo es el paso previo, luego le sigue la apatía absoluta con un marcado descenso de participación electoral, y luego vendrá lo otro. Todavía están a tiempo para evitar que se acentúe el descalabro social, y suena apocalíptico pensar que lleguemos a lo que ya vimos en 2000/2001. Lo único que puede replicarse es este hartazgo de la ciudadanía, diría yo. No me agradaría para nada pensar en un escenario semejante, porque si los de la clase media o media/baja nos hundimos, nos hundimos todos. Otro día la seguimos, no quiero ser redundante. Punto final. 

Nota mental: no hay recetas para el éxito

Hay tareas laborales u obras artísticas que demandan mucho esfuerzo o dedicación. Sin embargo, no siempre esto trae aparejado una buena recepción del público. Es que, en realidad, al público no le interesa cuánto tiempo te llevó concretar o plasmar el resultado final. Quien es el depositario de lo que hacés ve eso que vos elegís mostrar, lo demás es irrelevante. Del mismo modo, hay cosas que uno hace fácilmente porque ya aprendió lo suficiente para que salgan casi "de taquito", y el público las recibe de una manera positiva. Lo cual no hace más que reforzar lo que pretendo plantear al comienzo: La gente ve lo que vos hacés por tu trabajo (si es que éste te permite un margen de creatividad), pero no todo el proceso que tuviste que desandar para llegar hasta allí. 

¿El éxito comercial es fácil de conseguir? No lo sé, no vamos a entrar a definir qué significa "éxito" porque no terminaríamos nunca.Ni el diccionario alcanzaría porque cada uno lo interpreta de una forma diferente. Pero si le encontraste la vuelta, la fórmula precisa, no lo veo tan difícil. Y ese es un caso que representa lo que decía: Si el libro, la película, la nota periodística, sale de un modo tan prolijo y natural que la persona que recibe este material por el medio que fuere, no puede menos que dar su aceptación y satisfacción. Repetir la fórmula, puede que te lleve a desarrollar un estilo por el cual la gente te distinga, pero como ya no hay mucho para inventar, yo diría que eso te puede durar hasta que la gente deje de seguirte porque encontró otro que les genera más fascinación que vos. Todo esto, por no mencionar las equivocaciones por doquier que uno puede cometer en ese camino, quizás guiado por consejos más propios de empresarios que de otra cosa. 

¿Y entonces, qué pasa? Y, a decir verdad, podés seguir con lo que venías haciendo mientras consideres que está bien hecho, pero ya resignando toda aspiración a esperar el "aplauso" de nadie. O, por otra parte, está la opción continuar buscándole la vuelta para que la gente te vuelva a elegir, que sería como reconquistar a un viejo amor que parece habernos dejado para siempre. Yo elijo hacer mi laburo a conciencia, y lo mismo cabe si intento escribir algún relato de ficción. Si me parece una porquería, ya es motivo suficiente para empezar de nuevo, no importa cuánto tiempo me lleve. Es por respeto al público. Que haya gente que consume basura a sabiendas de que eso que ve o lee es una mierda, correrá por cuenta de ellos. El éxito puede servirte si lo conseguís traducir en guita, si lo podés monetizar, pero cuando te bajaron el pulgar o dejaste de tener el respaldo de una cantidad significativa de seguidores, ya nadie inverirá un mango en lo que hacés. En tiempos de Instagram, uno está acostumbrado a hablar de seguidores, pese a que no siempre el rebaño digital te hace más popular, algo que la gente que maneja las redes de los famosos aún no lo entendió del todo. Por "seguidores", entiéndase a la gente que te respeta por lo que hacés y que, llegado el caso, banca tu proyecto económicamente. Lo demás es puro cuento, y metafóricamente hablando, no conviene insistir para seducir a la chica que ya te dijo que no. Es mejor buscar a otra persona que y que ese romance sea mutuo, además de que no hay otra forma de entender una relación si no hay un feedback. Le damos pausa al teclado para esta nota, y nos estamos viendo pronto. Punto final. 

9 de octubre de 2022

Largo

Domingo en la ciudad. La ausencia de noticias, o de hechos relevantes para comunicar, es notoria en estos días feriados. Lo único distinto que hice fue dormir un poco más que lo habitual, y eso es consecuencia de que podía quedarme más tiempo despierto por las noches sin tener mucho para hacer al día siguiente. Pero permanecer sin ningún horario, por tiempo indeterminado no es saludable ni provechoso. Todos necesitamos un orden, una estructura.  Siempre me gustó producir y generar mis propias notas, hablar con la gente, y eso también depende de la disponibilidad que esa persona tenga. Habrá que esperar unos días.

 Por eso, a veces es una contradicción pensar en el futuro y no sacarle provecho a cada instante, aunque siempre creamos que vemos las mismas calles o el mismo paisaje. Yo ando todos los días en bici y aunque el recorrido sea similar, quienes transitan o frecuentan esos lugares no son los mismos, especialmente los fines de semana. El resto de los días sí son casi siempre los habitués o los clientes que uno ya conoce, y que uno también detesta, porque los ve sin hacer nada o embelesados en posibles alianzas políticas que por lo general no prosperan en lo más mínimo. Pero es la vida de ellos, no creo que en una mesa de café pueda lanzarse ningún proyecto serio.

Ya es casi de noche, me pongo a buscar unos discos que guardo en cajas de cartón, elijo cualquiera al azar, le doy play al equipo, subo el volumen y tomo unos mates. Un momento de distensión, pero que no lo considero tiempo perdido. Llega un punto en que escuché suficiente, cambio y paso a otro. Una suerte de Spotify manual sin auriculares, como era antes de la llegada del streaming. Tengo Spotify en el celular, lo uso de vez en cuando, para escuchar algo “nuevo” que no compraría de ninguna manera, pero como ahí está todo, no pierdo nada en indagar si me agrada o no. Entonces me calzo los desgastados auriculares que inevitablemente terminarán por romperse cuando suene solo uno de los dos canales o parlantitos que se insertan en cada oreja.

Aparece Elton John con Dua Lipa. Un mix muy bueno, con un beat bailable. Dua Lipa promete, The Weeknd también. Podría repetir ese track u otros similares un par de veces, y seguiría siendo bueno. 

Hace unos días le hicieron una entrevista al uruguayo Jorge Drexler, le preguntaron por el trap y el reggaetón, una pregunta inducida porque en la misma el periodista dejaba entrever que las letras no decían nada, que eran decadentes. Drexler lo negó, comparando este fenómeno con algunas canciones de los ’80 que en rigor de verdad, tampoco decían mucho. Tiene razón, en parte. O tal vez lo dijo para hacerse el vivo tomar distancia del sentir general de los melómanos. 

Podés escuchar música de hace 40 años y comprobar que no es gran cosa, y entonces la cuestión es elegir. Earth Wind & Fire, Billy Joel, uno puede citarlos. Para algunos no serán la quinta esencia de la excelencia musical, pero ambos son muy buenos. EWF es música bailable con muchos arreglos y orquestaciones que en sus mejores épocas logró conjugar el funk y el sonido disco. Billy Joel tiene álbumes notables como “Piano Man”. El tema que da título a la placa y “Captain Jack”, son los mejores y los que el público en general recuerda. Pero tomándolo como una obra en su conjunto, el resto de las canciones no desentonan, no da la sensación de que estén ahí de relleno para cumplir los 42 minutos de duración. Si te gusta el hard rock o el heavy metal, tendrás que buscar otra cosas pero todavía existen Metallica, Skid Row, o La Renga a nivel local. 

Uno percibe enseguida, aunque no hablemos de discos en formato físico, cuando sí hay temas que se incluyeron con el único fin de rellenar el espacio entre algún hit aislado que es el que suena en la radio. No hay que tener prejuicios con la música sin haberla escuchado antes. Hay artistas notables que tuvieron una seguidilla de discos muy malos, como Paul McCartney. Pero el ex Beatle tiene más de 80 años y siempre estará en nuestro corazón, porque es multimillonario y todavía tiene ganas de lanzar música nueva. Lo mismo que Bruce Springsteen. "El Jefe", en líneas generales, no defrauda. Nunca hizo algo que uno pueda calificar de mediocre, hay discos desparejos, pero no son tan aborrecibles como para no darles una oportunidad. 

Esos tipos que la rockean y son veteranos, conocen todos los trucos, porque llevan varios años encima dentro de  "la industria", como dicen los yanquis. Por lo tanto, bien pueden darle a su público lo que ellos esperan, o patear el tablero y hacer lo que se les antoja. No les interesa curtir la imagen de reventados o rebeldes, tampoco a los Stones. Si seguís creyendo que Mick Jagger o Keith Richards, son drogadictos que van contra lo establecido, pecás de ingenuo. Los Rolling son casi una megaempresa, una máquina de facturar y nada más. Termina el show y cada uno se va a su casa, o a sus mansiones. Otro día la seguimos. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

7 de octubre de 2022

¿Orgullo de pertenecer?

 Ah, fin de semana largo. Quienes me hayan leído alguna vez en este espacio ya conocen mi pensamiento al respecto, así que no pretendo ser redundante. De mi parte, voy a continuar trabajando y redactando notas durante todos estos días no laborables, como lo he hecho siempre. Aquellos que puedan aprovecharlos para vacacionar o lo que fuere, me parece perfecto. Hoy salí por la mañana como lo hago a diario, noté que el Centro estaba "planchado", con menos tránsito y menos circulación de vehículos. Desde luego que, en lo que respecta a este feriado, todavía habrá quienes tienen un remanente para gastar porque son los primeros días del mes. Implementar una medida similar del día 20 en adelante, supongamos, carece de sentido porque no hay ni un mango en la calle. Pero qué les voy a explicar yo a los del Gobierno, quizás alguien de mayor llegada hacia los más altos estamentos algún día los haga entrar en razón. 

Y hablando de explicar y todo eso, muchas veces escuchamos frases del estilo "yo no le debo explicaciones a nadie". No es tan así. En mi caso, yo se las doy a mi familia y a mis seres queridos si es que corresponde o si es que me piden el motivo de una determinada actitud. Pero si vos sos funcionario público, tenés que explicar cada decisión que tomás, porque repercute en la vida de millones de personas. A veces lo hacen, pésimamente, tuiteando boludeces o polemizando con la oposición. Y en el resto de las ocasiones decretan una medida equis y listo, ya está. Queda así porque yo soy el Ministro de turno y así lo he decidido. Presumen que, explicando, se meten en un terreno incómodo, y puede que lo sea. Si vos decretás algo sin sentido, tenés que bancártela. Y si te molesta, renunciá y dejale el lugar a otro que sepa lo que tiene que hacer (nunca pasa, por supuesto). Bueno, a los jueces federales y a los magistrados en general se les exige que se comporten con "decoro". Es un planteo utópico, ni deben conocer el significado en el diccionario. Recuerden a Oyarbide, Trovato, Zaffaroni, y tantos otros. 

A la ex Ministra Silvina Batakis, quien ahora es Presidenta del Banco Nación, la "pescaron" en un Apple Store de Nueva York. ¿Es relevante? En un mundo ideal, sí, porque vos estás paseando mientras somos nosotros quienes te bancamos la joda. Los funcionarios de segunda línea se apresuraron a aclarar que "no compró nada". Eso no interesa, hasta hubiera sido mejor que no dijeran nada. Pero a su vez, ése es el error. Batakis podría haber mandado a cualquier "pichi" de su comitiva a que le compre un Iphone o una tablet, y nadie se hubiera enterado, por lo tanto no hubiera existido foto alguna. No lo sé, pienso que no es extremadamente grave, sí fue una estupidez que hiciera esto. Si alguno del Gobierno tiene todavía sentido común, está claro que a este affaire se lo dejaron pasar. Donde se mande otra cag.., la rajan. Los mismos que hacen campaña criticando la frivolidad de los '90, se comportan sin ceder un milímetro en el ajuste que la sociedad les está pidiendo. Y llegado el caso, si lo que les interesa es enriquecerse y hacer alarde de la vanidad, por lo menos no sean tan básicos. 

Disimulen un poco, hágannos creer por unos meses que ustedes realmente saben gobernar. Desde el '83 hasta ahora, ninguno supo gobernar, y si no es así, que me lo digan, o que me lo expliquen. Es verdad que algunos supieron ejercer el poder mejor que otros, pero no significa lo mismo. Podés acumular poder político y creer que sos Dios, pero no te darte cuenta de que te están socavando y que los más fieles de tu séquito se van alejando de a poco. Ese es el final de la gobernabilidad, la falta de respaldo o de consenso. Que no quieran entenderlo es otra cosa. Todo va bien mientras la mayoría de la gente te siga votando, pero en determinado momento eso se temina. Por supuesto, esos mismos políticos regresarán, al cabo unos años, claro, porque luego lo harán en alguna versión de bajo perfil, como víctimas injustas de un destino antojadizo.

Si alguien de Lobos se compra una Ferrari y sale a recorrer las pocas cuadras que tiene el Centro, se quemó para toda la vida. En cambio, si tiene la guita, se la compra y va por cualquier ruta que no sea la 205 o la 41, no pasa nada (teóricamente). Sólo habrá quienes se sorprendan por ver un auto tan caro. Bueno, con lo de Batakis es un caso parecido. Esas nimiedades irritan a la gente porque ya ha soportado bastante, si hubiera guita para gastar, el escenario sería distinto. Me temo que ellos nunca lo van a entender. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  






4 de octubre de 2022

Bolsillos

Cuando el ex Ministro Martín Guzmán se fue, ese portazo significó el preludio de un estallido inflacionario fenomenal. Pero aunque hoy siguiera sentado en su despacho, se veía venir que eso iba a pasar. Lo único que hizo fue precipitar los hechos. Esos días de locura de principios de julio no serán los mejores recordados del año. Pulverizó los salarios de la clase media y media/baja, que ya de por sí no eran muy altos, pero lo peor de todo es que el poder adquisitivo se redujo de un modo increíble de dimensionar. O no tanto: basta con calcular cuántos paquetes de harina o cuántos kilos de azúcar vos podías comprar con 1.000 pesos en junio de 2022, y trazar una comparación con agosto, cuando el "reacomodamiento" de los precios ya era un hecho y generó un descalabro social del cual no logramos salir a flote, y dudo que eso ocurra en lo que resta de la gestión kirchnerista. Por si todo esto fuera poco, ahora parece ser que el Gobierno dará marcha atrás en los aumentos de tarifas de luz y gas, de manera que los millones de personas que completaron pacientemente el formulario de rigor para que no les quitaran el subsidio, si es que esta noticia se confirma, lo hicieron al reverendo pedo. Todo sigue igual que antes, no importa que haya sido una de las condiciones que puso el FMI para avanzar hacia un entendimiento. Todos sabemos que esos condicionamientos no son gratos para nadie, pero de algún modo apuntaban a cerrar el grifo del despilfarro para aquellos que sí estaban en una buena posición y pagaban facturas por valores irrisorios. Nada de eso cambiará. 

Pero bien vale la pena recapitular: Hasta el momento de la renuncia de Guzmán, el dólar blue cotizaba $ 240, y actualmente oscila entre $ 284 y 288. El "superministro" Massa tuvo que hacer lo mismo que le cuestionaban a su predecesor y que forzó su salida: Negociar con el FMI. No había otra alternativa para evitar un nuevo default. Y como he mencionado en otros posteos, Massa empezó un ajuste silencioso, camuflado, y nunca utilizarán esa palabra públicamente porque para el ideario K es casi un sacrilegio, implica reconocer la derrota de creernos que podemos llevarnos al mundo por delante, incluidos los acreedores. La diferencia con un prestamista de barrio es que, en lugar de molerte a palos si no les pagás, te embargan los bienes el Exterior.

Todo lo que estoy exponiendo se vuelve evidente para cualquiera que se limite a observar las medidas que se fueron implementando. Lo que hizo Guzmán, fue limpiar el terreno para que el que viniera pudiera hacer el trabajo sucio y sembrar tranquilo. Bueno, convengamos que lo de "tranquilo" es mucho decir. Seguramente habrá nuevos cepos al dólar e infinitas limitaciones para la compra de divisas, y justamente ayer estaba leyendo una nota que resaltaba uno de los pocos aciertos del tigense: logró reducir la masa monetaria. Es decir, hay menos pesos en la calle, lo cual trae como lógica consecuencia una recesión porque desalienta el consumo. En la jerga, esto se conoce como "secar la plaza de pesos". 

Massa intuyó enseguida que esos billetes devaluados que circulaban por doquier se volcaban casi automáticamente a la compra de dólares en las cuevas, porque la depreciación de la moneda hacía que, los que tenían algo de resto como para ir haciendo la jugada, buscaran asegurarse un respaldo en los "verdes". El máximo objetivo al que apuesta Massa es mantener la economía en una parálisis controlada, probablemente implementando algunas políticas sociales para atenuar el impacto, pero no hay nada nuevo bajo el sol. Ni sueñen con un crecimiento del PBI, por ejemplo. Pueden darse por conformes si llegan a 2023 sin ningún nuevo estallido, que ya no sería estrictamente económico, sino que atravesaría todos los niveles, aunque la gobernabilidad no estaría en riesgo. El Ministro Todopoderoso sabe, desde luego, que es muy difícil satisfacer las demandas del empresariado y al mismo tiempo resistir la presión del discurso demagógico y populista que todos los días tuitea CFK. Hasta ahora, la viene gambeteando como puede, pero en algún momento la confrontación será inevitable. Por otra parte, es consciente de que las reservas del BCRA están en rojo, y que la única manera rápida de recuperar algo para las arcas del Estado es que el propio Banco Central compre dólares, que se esfuman tan pronto como llegan los vencimientos de la deuda. La vieja receta de subir las tasas de interés ya no seduce a ningún inversor: Nadie, hoy por hoy, se sentiría tentado a hacer un plazo fijo en pesos, porque cuando retire el dinero no podrá ganarle a la inflación. Las tasas de interés carecen de interés para la gente.

Hay muchos cabos sueltos que van a terminar por implosionar no demasiado tarde, y la estrategia del Gobierno quizás sea dilatar lo inevitable para llegar en condiciones dignas al año próximo. Al que venga después le va a tocar desactivar la bomba, y hago la salvedad de que no me refiero a la "pesada herencia recibida" ni nada semejante, sino a hechos concretos, palpable, que no pueden sostenerse indefinidamente. No es necesario tener un Master en Economía para advertirlo, porque acá lo que manda es la economía doméstica del asalariado o monotributista y continuar parando la olla todos los días. 

Hace algunos años (no tantos) escribí en este blog una nota que titulé "La crisis que nos enferma". Claramente sigo pensando que es así para el que no vive de la especulación y no tiene la utópica aspiración de comprar dólares. Vivir así no es "gratis", y pensar en el mañana es enfermante: En principio, por la incertidumbre y el estrés, además de otras patologías propias del estado emocional de cada uno que no estoy en condiciones de determinar porque no soy médico. Fui crítico con el macrismo, y lo sigo siendo con este Gobierno que pertenece a otro partido. El día que logremos algo, aunque sea una mínima señal de bienestar que se prolongue por un tiempo razonable, redundará también en beneficio de los gobernantes de turno, porque los ciudadanos volverán a ratificar ese rumbo, meramente acertado, con su voto. Pero cuando se acaba la paciencia del pueblo, los mismos que te subieron a un pedestal y que no representan el voto cautivo, te van a bajar de un hondazo. Deberían saberlo, dado que hay tantos analistas y politólogos dando vueltas y haciendo encuestas totalmente manipuladas para quien las paga. De lo contrario, hacen más que convertirse en kamikazes porque sólo escuchan el relato que les gusta oír. Por eso, no desestimen aquella alegoría que acostumbraba repetir Charly García: "El Rey fue muerto por sus cortesanos".

Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

2 de octubre de 2022

Octubre de 2022, pensando en lo que vendrá

 A veces es mejor dejar que las cosas pasen. Que los hechos vayan ocurriendo y decanten por sí solos. Intervenir (es decir, actuar) sólo cuando realmente lo  consideremos necesario. Ser apresurado trae consecuencias tan negativas como reaccionar tardíamente. ¿Cuál es, entonces, el momento apropiado para hacerlo? No es nada fácil de determinar. Pero lo que no sirve, porque nos desgasta, es "maquinarnos" o imaginar lo que va a pasar antes de que los hechos ocurran realmente. Cuando la decisión depende de vos, sos quien tenés las cartas en la mano. Pero cuando está condicionada a lo que decidan otras personas, ahí lo único que podés hacer es defender lo tuyo y nada más. Digo "nada más" como si fuera poca cosa, pero significa bastante, si entendemos que no alcanza con pedir consejos, aún cuando se trate de gente de confianza. No sirve, porque cada uno actuaría de una forma diferente, inclusive tus adversarios. Somos prisioneros de pensamientos que están ligados a lo que "podría ser" o a lo que "debería ser", vamos teorizando en función a eso. Y no no damos cuenta de que esos mismos preconceptos pueden ser útiles en alguna ocasión, pero nos limitan. 

Estamos a dos meses de concluir este año. Todavía estamos a tiempo de ser menos rígidos y estructurados con nosotros mismos. Yo trato de implementar todo lo que vengo diciendo, de lo contrario sería un hipócrita. Claro que no siempre me sale bien. Todos tenemos impulsos que nos cuesta reprimir. Hay que domesticar al tigre que tenemos adentro, para que reaccione sólo cuando nosotros queremos, y no que salga desbocado por cualquier lado. Por eso siempre pensé que cada persona tiene algo más que corazón y el resto de los órganos, tenemos voluntad de decidir y de actuar. Y por sobre todo, de razonar. Si nos sentimos maltratados, reaccionamos porque es algo que nos toma por sorpresa, no lo esperamos. No es así como funciona la sociedad. En esos momentos no hay que arrugar ni tampoco discutir sabiendo que a los efectos prácticos, no cambiará nada. Como se decía antes, "no hay que hacerse mala sangre", ni tampoco se puede vivir siempre con rencor. Qué se yo, hay gente que me ha ofendido muchísimo (como les habrá sucedido a cualquiera ustedes, creo suponer), pero yo intento olvidar eso por mi propio bienestar, no por perdón o lo que sea. El tiempo pasó, esas ofensas siguen estando ahí, pero yo no puedo retroceder 10 o 20 años. Además, quizás esa persona ya no sea la misma, me refiero a que ni siquiera recuerde lo que dijo o hizo. O no le importe recordarlo. 

Los grandes líderes mundiales, tienen una virtud: No negocian o no deciden bajo presión. Si hay un miembro del Gabinete acusado de corrupción, lo sostendrán en el cargo aunque se acumulen pilas de tapas de diarios hablando de él. Cuando el escándalo se disipe un poco, ahí sí puede que lo rajen, o lo pasen a un puesto de menos exposición. Para ellos, hacer lo que la prensa o el común de la sociedad está demandando, representa una claudicación. Lo harán, pero más tarde. Y esa virtud es la templanza. Muy pocos la tienen, o pueden demostrarla. A decir verdad, no hace falta ser un "líder mundial", todo aquel que ocupe un puesto jerárquico va a tener que ejercitarla, porque si no lo logra vivirá tomando pastillas. Este ejemplo no justifica la corrupción ni mucho menos, pero sí se trata de una forma inteligente de actuar. Reitero, es frecuente ver esto entre quienes han estado en una posición de poder, que obviamente no es mi caso, pero sí lo rescato como una forma de dejar que los demás hablen todo lo que quieran y que vos decidas cuando mejor te convenga, pase lo que pase. Dadq ue ellos tienen el poder, les basta con levantar un dedo y ya es suficiente para echar a cualquier funcionario. La diferencia que conocen el "timing" para hacerlo. Si intepretamos esto como un "dejar hacer, dejar pasar", estamos equivocados. Simplemente esperar el momento oportuno. 

Vivimos en la era del escrache, no sabemos si nos están grabando o filmando, o si alguien consiguió una foto que supuestamente nos compromete. Yo no tengo nada que ocultar, pero es inaceptable que se grabe una conversación privada. Yo tampoco lo haría con un funcionario, pero esa es otra historia, porque tiene que ver con la ética periodística más que nada. Lo que vale en una entrevista es lo que está grabado cuando ambas partes saben que esa charla va a quedar registrada en algún lado. El uso de la cámara oculta es un recurso válido en hechos muy puntuales, creo que no sería aplicable en Lobos, por citar el caso que nos convoca. Además, no hay que olvidar de que el aludido podrá desdecirse, o desmentir lo que aparece filmado, con lo cual serás vos quien quede como un pelotudo. Por no mencionar que nadie más va a aceptar ser entrevistado, pensando que vas a hacer lo mismo con él. Deja mucho para pensar. Pero, para hacerla corta, lo que resta sde 2022 debe ser un tiempo para buscar tranquilidad, cada uno buscará la manera de conseguirla. Están los que se "matan" en el gimnasio, y los que leen libros compulsivamente, y si te da resultado, dale para adelante. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  





 






















A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...