Erase una vez el 2003... usted recordará, estimado lector, que en aquel año debimos elegir a quien sería nuestro próximo presidente (a la postre, el señor K.), tras una serie de hechos bochornosos que son de público conocimiento, a saber: cacerolazo, huida del presidente electo a bordo de un helicóptero, caos, devaluación, crisis económica sin precedentes, un insólito slogan intitulado que se vayan todos, y otras yerbas. Pues bien, así se veía Lobos en aquel lejano 2003. Parece que hubieran pasado varios años, ¿verdad? Pero no, sólo han transcurrido 834 días desde que se registraron estas fotos (algunos menos, en el caso de la imagen del Desfile Cívico por el aniversario de la ciudad). Ahora bien, ¿es un hecho positivo, plausible, ponderable y/o elogiable que todo siga tal y como estaba hace dos años? Me refiero a la idiosincrasia de los lobenses, a nuestra frágil memoria de las cosas que más nos avergüenzan, no a las obras públicas que ésta o aquella gestión haya emprendido. Aún se mantiene en pie la misma casa abandonada que encabeza la secuencia fotográfica, en idéntico estado de dejadez que hace dos años. Tenemos el mismo desfile a toda pompa, pero en la Avenida Alem. Y tenemos la misma horrenda pegatina de afiches y carteles de campaña, sólo que como ahora el propietario de la esquina fotografiada ha tenido el buen criterio de prohibir que le estropeen el céntrico inmueble, los jubilosos pegatineros juveniles se han trasladado a la 9 de Julio a hacer de las suyas. Ojalá que alguien se de cuenta de que el progreso de un pueblo es fruto de la unión de una multiplicidad de factores y variables, para evitar así el reduccionismo que nos llevó a pensar que una calle pavimentada o una vereda barrida eran indicadores de prosperidad.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
27 de septiembre de 2005
19 de septiembre de 2005
LA CIUDAD QUE NO MIRAMOS
He aquí una pequeña sección al estilo de "El país que no miramos", pero con una intención menos melancólica que aquel recordado micro televisivo de Canal 7. Se trata de fotos de Lobos (hay, también, algunas "infiltradas"del conurbano) que han sido escogidas bajo un criterio que -por definición- resulta subjetivo. La idea es que todas las fotos que se publiquen en el blog despierten algún tipo de sensación en quien las observa. La indiferencia sería, para este fotógrafo aficionado, el peor fracaso (entre tantos que uno ha ido sumando).
Por razones operativas comenzaremos con un puñado de fotos, pero la idea es poner a consideración de los lectores todas las que sean posibles. Las imágenes son, por definición, subjetivas, del mismo modo que el criterio empleado por quien escoje publicarlas.
En fin... eso es todo por el momento. Nos encontramos durante la semana!!!!!!!
P.C
14 de septiembre de 2005
DEBATE ABIERTO: ¿EXISTE LA "INDUSTRIA DEL JUICIO"?
Comunicado de prensa de la Asociación de Abogados laboralistas (AAL). Buenos Aires, 28 de agosto de 1998
En la Argentina de hoy, la vida, la salud y la integridad psicofísica de los trabajadores, es un valor objetivo, que se contrapone con el negocio financiero de producción y acumulación de capitales.
El día 27 de Agosto de 1998, en el diario Clarín, se publicó un artículo titulado "¿Vuelve la industria del juicio?", en el cual, determinados apóstatas del derecho, verdaderos personajes de conciencia invertida, (concepto que se explica más abajo), trasuntan preocupaciones, por los proyectos de ley de reforma de la ley 24557, que han tomado estado parlamentario.
Nos vemos en la obligación de aclarar que "La industria del juicio", ha sido una muletilla, reiteradamente utilizada por determinados personeros de intereses contrarios a los de los sectores populares, para denostar, y calificar peyorativamente, la posibilidad real de los ciudadanos, de defender en sede judicial sus derechos subjetivos.
En efecto, un primigenio derecho de todo ser humano en cuanto ciudadano,es precisamente el ser titular de los derechos y garantías que, como tal, consagra en su favor la Constitución Nacional, y todo el plexo normativo, que por debajo de ella rige.
(...)
A tal extremo, es un derecho primigenio el tener el libre acceso al control jurisdiccional, para la defensa de los derechos, de la persona, y de su patrimonio que, por una norma de jerarquía constitucional, entre tantos otras similares, todo habitante de nuestra república, tiene derecho a un acceso irrestricto, sencillo y breve a los tribunales de control jurisdiccional.
En términos interesados y peyorativos, los personeros de una, continua y reiterada violación de los derechos humanos, han denominado al ejercicio de las respectivas acciones judiciales, que concretan el derecho constitucional antes referido, como "la industria del juicio".
(...)
Para ser más concretos en cuanto a nuestra posición como entidad, vamos a referirnos al concepto denominado conciencia invertida. Definición dentro de la cual se enmarca el enfoque estructural, que sostiene que la racionalidad de mercado, la economía y la producción, son verdaderas entelequias virtuales, que no se encuentran en función de la satisfacción de las necesidades de los seres humanos, esto es decir del mundo de la realidad, sino que por el contrario, invierte el punto de mira estructural, poniendo al ser humano y al mundo de la realidad, al servicio de la satisfacción de la producción y la acumulación de riqueza.
En ese contexto de conciencia invertida, se pergeño el dicotómico negocio financiero legislado por la ley 24557, tipificado de una cara, por el mercado de capitales generado alrededor de las recaudaciones de las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo, y de la otra, en el desinterés nunca confesado, de preservar la vida, la salud, y la integridad psicofísica de los trabajadores a quienes, para cohonestar tales fines, se los ha privado de todo tipo de acción judicial, ya sea no legislando expresamente un claro procedimiento de acceso jurisdiccional de conocimiento pleno, en los términos de los derechos que establece en favor del accidentado la misma ley 24557; o lisa y llanamente prohibiéndole el ejercicio de determinadas acciones, pues se ha excluido a los trabajadores "amparados" (?) por la ley 24557 de la aplicación para los mismos del derecho común, generando una discriminación en el propio marco de la normativa positiva, que permite afirmar sin temor a errar, que a los sujetos de derecho integrantes del colectivo denominado "trabajadores en relación de dependencia", por pertenecer al mismo, no se les aplica el derecho común. En la Argentina de hoy, en esta racionalidad de mercado, no todos los ciudadanos somos iguales ante la ley.
Parafraseando "Cambalache", hoy resulta que es más fácil y barato pagar por la pérdida de una vida, que prevenir el siniestro, al amparo de que se han puesto vallas al reclamo tendiente a la reparación integral, prohibiendo inconstitucional y además ilegítimamente, toda acción judicial posible, que pretenda una verdadera indemnización en el sentido etimológico del vocablo.
En ese marco, se pierde la vida, la integridad y la salud, para permitir, de esa manera, generar el negocio de la acumulación de capitales a partir del incremento de la tasa de ganancia de las empresas, y del negocio financiero de la formación de un específico mercado de capitales. La mercancía de cambio que permite la acumulación, y no precisamente en favor del poseedor de la misma, es la vida, la integridad y la salud de los trabajadores.
Obviamente para la lógica conceptual del mercado, quienes reaccionan contra tamaña antijuridicidad e ilegitimidad, son "industriales del juicio".
Debemos entonces preguntarnos, ¿cómo se debe definir a los personeros de la ilegitimidad antes descripta?. ¿A partir de qué concepto?, ¿Qué son?. A no dudarlo: industriales de la explotación, verdaderos personeros de la mentira.
(...)
Mientras haya abogados libres, y jueces independientes, nunca estará perdida la esperanza por recuperar la civilidad. Así lo enseña la historia a la que también han pretendido ponerle fin. La batalla hay que darla con las herramientas con las que se cuenta, capacidad, preparación, honestidad, trabajo, y como dignatarios de un Estado de Derecho sustancial, que no se oculte detrás de la hipocresía del Estado de Derecho formal, él de la mera apariencia.
ASOCIACION DE ABOGADOS LABORALISTAS
8 de septiembre de 2005
LA DECADENCIA DE LA 9 DE JULIO
Alguna vez, la calle 9 de Julio fue una arteria que daba gusto recorrer, aún cuando no hubiera en este trajín otro propósito que no fuera “mirar vidrieras” y ese placer (morboso si se quiere) de ver las cosas que uno no puede comprar. En la época de la "plata dulce", de principios de los años '80 (1980/81), la arteria más "paqueta" de Lobos reunía variopintos locales que vendían baratijas importadas, cual émulo de la calle Florida. Y después surgieron las denominadas "ferias americanas", un antecedente de los maxikioscos que conocemos hoy, pero con pocas pretensiones de glamour: en rigor, eran simples kioscos con golosinas y cigarrillos, en los cuales además se vendían cospeles para hablar por teléfono público.
Hoy, la calle antes mencionada muestra un aspecto deplorable. La campaña electoral en ciernes no hace más que intoxicar la integridad visual de los transeúntes y las chapas de las obras en construcción y frentes de negocios abandonados lucen pegatinas y afiches varios que –concluida la campaña- nadie se encargará de remover. No hay una sola planta o arbusto, ni siquiera un bonsai, como si el hecho de ser una calle de corte netamente comercial impidiera la forestación. No hay nada en ella que nos haga pensar que alguna vez fue el centro de Lobos, en el cual centenares de jóvenes gastaban las suelas de sus zapatos los fines de semana. No existe ya el bar de Perrone, el cine Italiano, hoy devenido en templo de un culto afrobrasileño que arroja a sus fieles a las arsénicas aguas de una pileta de lona como rito bautismal. No existe el bar de Ferrarese. Y mejor ni mencionar al fallido Banco regional del Salado. No existe Mio Cid, ni Calahorra. Desde luego, la desaparición de estos sitios del paisaje urbano no es condición suficiente para señalar la decadencia o la pérdida de vida nocturna de una de las calles más transitadas de la ciudad. Los cambios en las costumbres y en los hábitos de consumo también han hecho lo suyo. Treinta años atrás, los puestos de baratijas que durante los ’90 – aún hoy subsiste un puñado de ellos- inundaban la ciudad bajo la inequívoca denominación de “Todo por dos pesos”, se presentaban con nombres más exóticos. Rótulos sofisticados, pomposos, que disimularan su condición primigenia de comercios de medio pelo, tal es el caso de loque se dio en llamar "feria americana”.
Numerosos desaciertos y tropiezos han contribuido para erosionar el polvo de estrellas de lo que en su momento fue la calle más comercial de Lobos y sus alrededores.
Lo que se conoce genéricamente como “el centro” ha ido cambiando su fisonomía. No soy urbanista, ni arquitecto, ni paisajista, de modo que pido disculpas de antemano si cometo algún exabrupto. Lo concreto es que el centro ha perdido su traza lineal, que iba desde 9 de Julio y Buenos Aires hasta llegar a la Avenida Alem. Hoy se extiende por intrincados recovecos, husmea un poco la esquina de Buenos Aires y Suipacha (La Marina); otro poco la intersección de Castelli y Salgado (El Club Café), y a veces se da una vueltita más under y bohemia por Salgado entre Ayacucho y Rivadavia (Rock N’ Pool y Viejo Lobo), y respira sudor adolescente cuando se detiene en Buenos Aires entre 25 de Mayo y Suipacha (El Cubano).
Así las cosas, sólo nos queda aguardar que alguna autoridad se apiade de esta calle que es patrimonio de los lobenses y le devuelva el brillo y el colorido que alguna vez supo tener. Eso sí: si la van a convertir en peatonal, asegúrense de comprar las baldosas adecuadas.
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