El objetivo de este artículo es preguntarnos quién es un intelectual hoy, cómo llega a ser considerado, qué pasos siguió, quién lo promulgó y demás interrogantes que atañen a la figura del mismo. Apuntan a ver cómo es considerado en la sociedad, sabiendo que según su concepción y estrategia política en lo interno y en lo internacional definirán su posición. Siendo el caso del periodista Hernán Invernizzi, que se detuvo en la gran idea de explorar los alcances que tuvo durante la dictadura la represión en el campo de la cultura, cuya investigación reveló la importancia estratégica que la cultura tenía para el proyecto político de la dictadura.
A mediados de la década del '70, el interventor de Eudeba ( Editorial universitaria de Buenos Aires), capitán de navío Francisco Suárez Battan, invitó al Comandante del Primer Cuerpo del Ejército, Guillermo Suárez Masson, para inspeccionar el material que había hallado y proceder al retiro y posterior destrucción de libros calificados de subversivos. Punto de partida para que se ordenara la quema de un millón de libros.
¿Aquí consideramos a Invernizzi un intelectual?, podríamos afirmar que sí, su aporte a la realidad de este país es fundamental, ingresó en el plano de la cultura y tuvo la capacidad de saber investigar para fomentar la memoria en nuestra cotidianeidad sin dejar de mirar al pasado, sin sepultarlo. Además, comprendió que la definición de cultura que implementaron los militares era mas o neos que todo lo que hacia el hombre era cultura, en consecuencia lo funcional a dicha definición era la necesidad represiva de legitimar el control de toda actividad cultural, con la intención de no perder la batalla cultural que debían librar para salvar al país.
El intelectual tiene que analizar los nuevos elementos de análisis que se van generando en su contexto, ofrecerle algo distinto a las personas que no se detienen a mirar la realidad de otra manera que no sea la de sus propios ojos, y comprender lo que esta ocurriendo, pasando o pensar en el por qué de las situaciones que nos tocan vivir.
Otro ejemplo de intelectual?, realmente no sé, pero quise aportar lo que un profesor en filosofía de esta ciudad expresa en un artículo de su autoría al decir que “ Desarrollar la capacidad de asombro que todos tenemos y acercarnos cautelosamente a la realidad que nos convoca”; Al respecto me preguntaba desde mi posición de periodista y profesor, asombrarnos de qué?, o respecto a qué?, con qué fin?, y la cautela, en qué forma?, para qué?, son las dudas que me causo esta parte del texto; pensar en cautela a mi me llama a lentitud, una sensación de quietud, derrota, derrumbe intelectual, a un nulo proceso de propuestas y dar por resultado un individuo más individual de lo que ya está en esta actualidad neoliberal. Sin propuestas, caminos a seguir o por lo menos una guía para empezar a entender lo que esta pasando, como mencioné antes, es realizar una retórica sin sentido que se pierde en el bosque de la colectividad social con todos sus cruces que la van hilvanando.
La contratara de este pensamiento y la de muchos hombres que son llamados y se hacen llamar intelectuales, es un hombre llamado Rodolfo Walsh. El dejó en claro lo siguiente, “ Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”.
No hace falta agregar nada más, solamente decir que un intelectual tiene que dejar por un instante, lo cual no quiere decir deslindarse; sus ideas, pensamientos tan cerrados o concepciones de cómo debería ser la sociedad, de cómo tendríamos que actuar en convivencia con el otro, para de esa forma realizar el ejercicio que propone y propuso Rodolfo Walsh.
José Rebaliatti
Lic. en Ciencias de la Comunicación