1 de junio de 2009

Una historia que comenzó hace 207 años

De acuerdo con lo que indica la historiografía oficial, mañana 2 de junio, se cumplirá un nuevo aniversario de la fundación de Lobos. Seguramente se escribirán los textos alusivos a esta fecha, con la particularidad que éste es el primer 2 de junio que nos encuentra de inmersos en plena campaña política, y que el menor paso en falso de cualquiera de los candidatos que se crean con serias chances de ganar puede hundirlos a la lona del ring. 207 años de historia desde aquel lejano 1802, y tantas asignaturas pendientes, tantos problemas sin resolver, tantas palabras al vacío. Se ha avanzado en algunos planos, desde luego, y esto no es privativo de tal o cual partido político sino de la esencia misma del progreso y de la evolución, como así también del empeño de vecinos que sin ocupar cargo político alguno han hecho lo posible para que Lobos sea una ciudad donde uno pueda sentirse a gusto, al menos por un rato. La nostalgia es la peor enemiga del presente, y todos nos dejamos ganar por ella cuando recordamos una discoteca que ya no está, una calle que parece desierta y que antes era el centro comercial por excelencia, o un Club deportivo que ha quedado reducido a una cantina donde se juega a las cartas. Podría extenderme sobre estas cuestiones, que son de público conocimiento, pero quizá lo que rescato, retomando el párrafo anterior, es la voluntad de los vecinos por embellecer su ciudad, el lugar donde viven. También podríamos ser críticos y analizar de un modo más ácido la idiosincrasia del lobense, que a menudo muestra total desidia por su ciudad y sólo busca la manera de hacer guita fácil para cambiar el auto, comprarse una casa y (de yapa) un departamento para que "los chicos" estudien en Buenos Aires. ¡Qué va a decir la gente si no tienen hijos universitarios! 

Los padres suelen hacer mil sacrificios para que sus hijos estudien, mientras éstos se dedican a perder el tiempo (al menos dos años) hasta que se dan cuenta de que el tiempo pasa, y la plata también... cuando finalmente se reciben, vuelven a Lobos, y la ciudad ya está plagada de abogados, médicos y contadores. Uno más del rebaño, de vuelta a casa.

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