2 de febrero de 2011

Cómo evitar morder el anzuelo


(Versión corregida, 2023)

Cuando uno debe salir a la calle a laburar, no se puede vivir eligiendo con quién relacionarse según se trate de oficialistas y opositores. Porque además de resultar inviable, implica ignorar la diversidad del pensamiento. No coincidir con un modo de entender la política es una toma de posición personal, pero los demás tienen derecho a hacer lo que quieran. Total, para los políticos los ciudadanos tenemos tan poco valor (somos un sobre con una boleta cada 2 años), que es una pérdida de tiempo distanciarse de alguien porque asumió una postura ideológica determinada.

Las discusiones trasnochadas no conducen a ningún lado. Los que se oponen a todo tampoco me caen bien: son pesimistas, siempre están presagiando el Apocalipsis y viven esperando que todo explote para que la balanza se incline a su favor. Egocentrismo puro. 

Pensá en esto: Todos sabemos que De la Rúa fue un presidente para el olvido, pero justo es decir que ningún dirigente del PJ salió a respaldarlo cuando hizo un llamamiento a un gobierno de coalición. Prefirieron aguardar a que todo estallara y se cagaron en la gente que luego los terminó votando. Una operación política totalmente inmoral. 

Para mí, sería lamentable perder una amistad por desavenencias políticas, sobre todo porque no me interesa convencer al otro de cómo tiene que pensar o qué ideas debe defender. Se puede debatir, por supuesto, pero no con un fanático. Si se logra llegar a ciertos acuerdos, como evitar temas de confrontación, también es posible preservar una amistad más allá de diferencias que en apariencia son irreconciliables. Porque haciendo un poco de memoria, antes que existiera la Ley de Medios, el Fútbol para Todos, o cualquier medida polémica que se haya tomado, yo ya era amigo de esa persona. Entonces, ¿qué me importa el resto? Se supone debo priorizar lo que realmente tiene valor, y que es lo que en definitiva va a perdurar cuando se termine una gestión de gobierno. Quizás ése es el secreto para no dejar que nos venzan las limitaciones del pensamiento vacío y estrecho de los políticos que no son más que un “sello de goma”.


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