Qué país extraño, no? Celebramos el arribo de la Fragata Libertad a Mar del Plata como si fuera un triunfo y no honramos nuestros compromisos (vale decir deudas) con los denominados "fondos buitre". Por supuesto, no deja de ser una satisfacción que el buque esté nuevamente en Argentina, pero hay una notoria improvisación de la Cancillería y del Ministerio de Defensa. Las respectivas autoridades ya había sido advertidas de que en el puerto de Ghana la Fragata podría sufrir un embargo. Lo que hicieron con la Fragata al traerla de regreso no es para vanagloriarse ni mucho menos, es lo que corresponde. Para eso existe la diplomacia, que debe dirimir sobre cuestiones internacionales en un marco de paz y respeto mutuo. Pero quizás lo peor no es todo lo que sucedió, sino que se haya querido convertir en un show político la llegada del barco, con un discurso anacrónico de la Presidenta, que está totalmente alejado de las verdaderas preocupaciones de los argentinos. Alguien podrá argumentar que no era el momento para hablar de la inflación, el problema es que Cristina nunca lo hace y prefiere que sea el INDEC quien "dibuje" los números. A lo mejor se siente más a gusto dedicando su tiempo en criticar a Ricardo Darín por Facebook.
La sociedad argentina es así: en lugar de la austeridad, elige la desmesura. En lugar de cuestionar, prefiere el silencio y la indiferencia. Como suele suceder, tarde o temprano el país entra en una nueva crisis y ya es demasiado tarde para lágrimas y cacerolas. Punto final.
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11 de enero de 2013
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