28 de julio de 2015

Cotillón electoral

Martes por la tarde. En estos últimos días, ha cesado la ola de inauguraciones, actos proselitistas y mitines políticos. Pero el problema es que como todo el mundo siguen concentrado en esas cuestiones, el resto de la actividad que hace a un pueblo se encuentra virtualmente paralizada. En la esquina de Buenos Aires y 25 de Mayo, sobre la Plaza 1810, están los clásicos stands o "kiosquitos" donde un grupo de militantes te dice en qué escuela tenés que votar, y otro grupo de activistas PRO, regala globos de colores y stickers. Ya están las pancartas, los carteles en los postes de alumbrado, las pintadas, las boletas que se reparten por debajo de la puerta. Se vive el clima de elecciones anticipadas, y decimos esto porque vamos a afrontar las "Primarias" o PASO, que es una especie de "testeo" para que cada partido con representación en nuestra ciudad vea qué chances tiene en las elecciones generales de octubre. 

Tanto nos costó a los argentinos poder elegir a nuestros representantes, sin fraude, que más allá de que toda esta parafernalia y este cotillón nos conduzca al hastío, uno se deja llevar por el entusiasmo que  muestran algunos dirigentes. Sobre todo, aquellos que saben claramente que no tienen ninguna posibilidad de ganar, y aún así deciden participar de esta nueva instancia democrática. Me molestan las alianzas, los acuerdos entre partidos que son el agua y el aceite, porque tarde o temprano terminan mal. Así nos sucedió con De la Rúa. Pero será la voluntad popular la que sepa dimensionar la importancia (o no) que tiene el hecho de establecer estos "matrimonios por conveniencia". Punto final.

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