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18 de noviembre de 2015
Por fin ganó la Selección!
Hubo tiempos en que la Selección despertaba entusiasmo, pasión, y daba gusto ir a ver un partido de la albiceleste. Pues bien: eso hace tiempo que no sucede. Inclusive, no importa como juegue el representativo local, la indiferencia de la gente se mantiene de un modo sorprendente. Creo que todavía, la Argentina no hizo el "duelo" (apelando a un término de la psicología) del retiro de Maradona, del mismo modo que tampoco lo hizo Brasil en su momento tras la salida de Pelé. Pero en un país exitista como el nuestro, se castiga a los talentosos, a los que se diferencian del resto por su rendimiento superlativo. Messi no merece de ningún modo todos los calificativos que le propinaron. Ahora que está lesionado y no puede jugar, nos damos cuenta de la falta que nos hace.
Aún cuando Messi en algunos partidos juegue "a media máquina", su sola presencia incentiva y motiva al resto del equipo. Es un líder, un conductor. No al estilo de lo que fue Maradona quizás, ¿pero de qué sirven las comparaciones? Sin Leo, la Selección es un equipo más, con buenos jugadores por cierto, pero uno más del montón. Y no quieren entender que si no juega como en el Barcelona, es porque el tipo cuando tenía que disputar un partido de Selección, se bajaba del avión y enseguida tenía que concentrar y entrenar con jugadores que ni siquiera conocía, y acoplarse a un esquema de juego de acuerdo con las directivas del entrenador. No todo es tan fácil como parece. Messi podría estar jugando en la Selección de España, porque se lo ofrecieron mil veces, pero eligió la celeste y blanca. ¿Ese gesto no vale nada para nosotros? Punto final.
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