4 de septiembre de 2006

¿MEGAOPERATIVO?


En la madrugada del domingo, tuvo lugar un espectacular operativo antidrogas en distintos puntos de la ciudad, comandado por la división Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense.

Este cronista se encontraba en el local conocido como “El Club” en compañía de varios amigos y conocidos cuando sorpresivamente irrumpieron en el lugar efectivos policiales que sin mediar ningún tipo de explicación bloquearon la entrada al citado local nocturno, como así también la de los respectivos baños. Inmediatamente de producido el ingreso del personal policial se interrumpe la música, al tiempo que el estupor y el desconcierto generalizado ganaba terreno en los parroquianos. Los uniformados ordenaron la prohibición del expendio de bebidas alcohólicas, y por los altavoces iban dando indicaciones a los civiles, que no salían de su asombro ante la magnitud del operativo montado para la ocasión, que incluyó perros especialmente entrenados, un cordón de infantería munido de escudos y palos, helicópteros, y todo tipo de parafernalia digna de mejor causa.

Como suele suceder en estos casos, aquellos que se dedican al tráfico de estupefacientes habían sido advertidos de que el operativo iba a llevarse a cabo, y con buen criterio, tomaron la precaución de no dejarse ver en los lugares que suelen frecuentar. Conclusión: fueron sometidos al cacheo y humillaciones varias los “perejiles”, los ciudadanos cuya única intención era reunirse con un grupo de amigos a beber una cerveza. Como en las peores épocas de la dictadura, estos señores, se dieron el lujo de maltratar a la concurrencia, con esa jerga típica de los policías, ese lenguaje que ellos se jactan de usar, con el cual pretenden demostrar una supuesta superioridad del resto de la sociedad, que –resulta obvio decirlo- no es tal.

Los muchachos han visto demasiado cine de acción, y por un momento creyeron ser la viva encarnación de Don Johnson y Philip Michael Thomas, sólo que no estaban tan a la moda como ellos ni conducían Ferraris. Tampoco estaban rodeados de señoritas apetecibles bajo el sol de Miami, sólo los rodeaban sus propios “camaradas”, la autodenominada “familia policial”, que tanto mal le ha hecho a la sociedad argentina, con sus abusos y excesos sistemáticos, con su maltrato generalizado, con su prepotencia, con su falta de escrúpulos, con su absoluta ineptitud.

En un operativo en el cual el aparato más sofisticado resultó ser una notebook, poco cabe agregar acerca de los resultados. Algún infeliz de la concurrencia, quizá extrañando a su mamá que la aguardaba con la cama calentita, esbozó un lacónico “me quiero ir”, lo cual enardeció aún más al resto de los sufridos clientes, uno de los cuales le espetó: ¿Y vos que te creés , que nosotros estamos de vacaciones?”.

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