30 de mayo de 2008

Hace frío en el Reino

Todos lo mencionan, y casi se diría que es inevitable no referirse a él con una mueca de disgusto. (No me refiero a Kirchner, sino al frío).

Los abrigos, ¿dónde están los malditos abrigos? A revolver el placard, a toser y estornudar con el olor a naftalina que lo inunda todo, a buscar desesperadamente entre perchas que reúnen prendas de las más diversas. Dentro de unos años, no vamos a poder decir lo mismo, porque la ropa nos quedará chica, o nos dará vergüenza usar un buzo de un color chillón.

Finalmente aparece el suéter o la campera salvadora. El señor X sale a la calle dispuesto a todo, con varios kilos de ropa envolviendo su ínfima humanidad. Bufandas, gorros de lana para los más audaces, todo sirve.

Es el tema del día. No se habla de otra cosa. El frío no da tregua y recluye a la gente en sus casas. Los ancianos, a sabiendas de su salud quebrantada, permanecen entre cuatro paredes hasta nuevo aviso.

Y así es todo. El termómetro del malhumor social está a punto de estallar, pero CFK y su majestad el Rey K viven en su propia realidad, de manera que los plebeyos estamos abandonados a la buena de Dios.

El frío no tiene la culpa, es cierto. Pero no ha sido, precisamente, un invitado esperado en la mesa del banquete nacional. Es, más bien, un intruso que lame las heridas de los pobres y provoca el corte de energía en fábricas e industrias.

Por suerte, gracias a las gestiones oportunamente iniciadas por la Corona, próximamente disfrutaremos de las comodidades de un tren bala que nos permitirá viajar a Rosario o a Mar del Plata (de todas maneras no alcanzar a emular los logros del Rey Carlos, que nos prometió remontarnos a la estratófera y viajar a Japón en dos horas). 

Como buenos súdbitos que somos, hemos de agradecer al Rey y a al Reina por tan desinteresado gesto, que una empresa francesa dedicada a la beneficencia y filantropía ha tenido la gentileza de concretar.

25 de mayo de 2008

Crónica del país de la eterna improvisación


De a poco, sin demasiadas estridencias, nos vamos acercando al tercer aniversario de este blog. Un blog que no es un diario íntimo, ni pretende serlo, sino que consiste en una serie de reflexiones sobre hechos de la vida cotidiana. Ocasionalmente están directamente relacionados con Lobos; en otros casos, se trata de consideraciones más generales que tienen que ver con una visión geopolítica a la que me he vuelto muy propenso últimamente. Lamentablemente, los programas de TV dedicados a la política internacional son aburridos y cuentan con una producción pobre hecha a base de videos viejos, sobreimpresos y voces en off, lo cual desalienta al potencial espectador, que al final de cuentas es un ser humano como cualquier otro y no está dispuesto a aburrirse.
Estoy leyendo "Historia de una pasión argentina", el célebre ensayo de Eduardo Mallea, y me decepcionó bastante. Me cuesta creer que haya servido de inspiración para otros ensayistas, e incluso me atrevería a afirmar que tiene todos los vicios propios del escritor que se cree importante. Desde luego, alguien podrá decirme que yo no soy quién para hablar de Mallea en esos términos, pero aclaro que lo hago en calidad de lector, no de crítico literario. En cambio, otro libro de ensayos más reciente ("Nosotros" de María Seoane) me pareció brillante, y no me sorprende en absoluto, porque María Seoane nos tiene acostumbrados a su excelente prosa: concreta, concisa, sólida. No está en mi ánimo comparar a Mallea con la Seoane, ni siquiera remotamente, dado que ambos son producto de generaciones diferentes, y en consecuencia, de ideas y anhelos diferentes. El ensayo de Mallea es de la década del '30; el de Seoane, si no me traiciona la memoria, es de 2006.
Hoy es el Día de la Patria y debería estar escribiendo algún post alusivo a tan magno acontecimiento, pero la mejor muestra de nuestro fracaso como sociedad civilizada es que haya habido dos concentraciones masivas que dicen perseguir la misma finalidad (rendir memoria a la Revolución de Mayo) pero que persiguen objetivos claramente diferentes.
Pero no se preocupen, porque hay más: en agosto, muchos argentinos se enterarán de la existencia de otros deportes además del fútbol, a saber: ciclismo, remo, judo, canotaje, atletismo en sus diversas manifestaciones. Si la intuición no me falla, en los Juegos Olímpicos pasaremos un papelón formidable, que es la lógica consecuencia de un país sin el menor sentido de la PLANIFICACION (lo irónico es que hay un Ministerio que lleva ese nombre) y que navega en las peligrosas aguas del azar de los commodities. En la Argentina, a nadie le importan los Juegos Olímpicos, la principal competencia deportiva del mundo, donde compiten deportistas de elite de todas las naciones y donde se pone en juego el prestigio del país dado que los participantes representan a sus respectivas naciones de origen.
Quisiera redactar un texto más optimista en ocasión del 25 de Mayo, pero creo no encuentro ninguna razón de peso para hacerlo.
Esta ha sido la crónica de un feriado más en el país de la eterna improvisación.

17 de mayo de 2008

Cosas que ya no hago

Ya no me interesan las mismas películas que antes. Cuanto más difusión tenga, menos conseguirá despertar mi interés. Esto incluye las películas de personajes animados concebidas para adultos, o mejor dicho adultos que no quieren crecer, al estilo de "Buscando a Nemo" y todas las de Disney que siguen esa línea. Si es una secuela (a saber, parte 2 o parte 3, con la única excepción de El Padrino) huyo rápidamente de la pantalla para no contaminar mis retinas con un despilfarro de efectos especiales y fuegos de artificio con atisbos de novedad.
Ya no creo que ningún "regreso" de bandas míticas del rock nacional o internacional (esto incluye a Soda Stereo, Genesis, The Police, y no mencioné antes a los Stones por una cuestión de buen gusto). Esto no implica que los shows derivados de estas giras no sean buenos, sino que simplemente no es sincero, no es genuino, y hasta bordea lo decadente, como en el caso de los Sex Pistols.
Ya no me esfuerzo en escuchar canciones de 15 minutos de bandas de rock sinfónico o progresivo. Pero tampoco me satisface la furia del punk envasada en dos minutos de ruido por canción.
Ya no compro más el diario, muy a mi pesar y contra todos mis principios, porque no estoy dispuesto tirar un promedio de 3 pesos por día para leer lo que la TV me repitió veinte veces el día anterior. Obvimente, la lectura de un diario o de cualquier material informativo impreso no se compara con la TV, pero es lo que hay. No puedo gastar. Prefiero comprar NOTICIAS (la revista) una vez por semana.
Ya no busco más novedades, creo que todo está inventado, que el mundo está lleno de refritos y de cosas que ya fueron hechas y que se vuelven a lanzar con un envoltorio nuevo. Internet, supuestamente la última gran revolución, quizás no sea más que eso. Es cierto que nos cambió la vida, pero dudo si fue una invención relativamente nueva o si en verdad ya existía pero no estaban dadas las condiciones para lanzarla domésticamente.
Eso es todo por hoy. Me fui. Que tengan un buen fin de semana.

9 de mayo de 2008

Crónica de una persona analógica en un mundo digital


Aunque soy consciente de que estoy remando contra la corriente, todavía utilizo cassettes analógicos convencionales para grabar entrevistas y reportajes. Muchas veces, a falta de dinero para un nuevo cassette, vuelvo a usar alguno que yo creía tener su ciclo cumplido, y que sin embargo soporta estoicamente una nueva grabación. Así, los discursos estúpidos, los saludos de ocasión, los formalismos, y todo aquello que no tiene la menor importancia para el futuro es rápidamente borrado y sustituido por algo que -a mi criterio- tendrá mayor valor, al menos en el corto plazo.
Tengo viejos programas de radio del año 2001, cuando "trabajaba" (el encomillado es porque nunca recibí pago alguno) en una FM local, y los conservo de la mejor manera que puedo, a sabiendas de que el deterioro es irreversible. La humedad -ya lo hemos dicho aquí otras veces- hace estragos, y la cinta magnética, sobre todo si es un cassette estándar, pierde fidelidad rápidamente. Por eso, decidí hacer una copia de seguridad de esos programas en un CD (o digitalizarlos, como quieran llamarlo). No es tarea sencilla para el aficionado, y no quiero echar a perder lo poco que tengo de aquellos programas, así que voy a consultar a algún "especialista" en estas lides. El tema es que la persona en cuestión sea lo suficientemente responsable como para no perder ni extraviar el cassette, que -a pesar de todo- me interesa conservar.
Hace unos días también descubrí una suerte de valijita de cuerina que solía fabricarse para guardar los cassettes, perteneciente a mi abuelo, y en la cual hallé cassettes de tango totalmente inutilizados en su mayoría, salvo un puñado que se podían rescatar porque la cinta aún conservaba cierta lozanía.
El tema es que las caseteras están en vías de extinción, ya casi nadie las fabrica, entonces, ¿Cómo hacés para verificar si el cassette en cuestión efectivamente suena bien o no?
Me fastidia ese desprecio por lo analógico y esa fascinación por lo digital, que cada día se incrementa más y nos hace parecer como dinosaurios.
Ayer vi en una película a un adolescente promedio de EE. UU. utilizando la consola de juegos denominada "X-box" y bajando música legalmente de "Itunes".
Fue la primera vez que vi algo semejante en cine. Y como el cine se nutre, por lo general, de los hechos de la realidad, habrá que suponer que, definitivamente, los que atesoramos los gloriosos TDK de la década del '80 estamos condenados a la marginación de los grandes centros de consumo de la sociedad.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...