Hago la salvedad de que resisto la tentación de no echarle la culpa únicamente al Gobierno, porque en el seno de la "Mesa de Enlace", como se ha dado en llamar a los dirigentes de las distintas entidades agropecuarias, existen profundas y mal disimuladas diferencias. Todos quieren salir en la foto y atribuirse el éxito de una negociación. La vanidad humana no sabe de escalafones o jerarquías. Mientras tanto, el país aguarda que haya algún grado de previsibilidad, que haya alguna certeza en medio del hermetismo de ambas partes, aunque nadie espera grandes sorpresas. La voracidad fiscal de unos (el Gobierno) y la victimización ante la sociedad de otros (los ruralistas) se convierten en parte de un jueguito de tira y afloja que tarde o temprano deberá terminarse.
El Gobierno sabe que los números no cierran, que la recaudación crece a cuentagotas, que cayó la actividad industrial, y que sufrió una derrota mayúscula en las elecciones de junio. No tanto por la diferencia de votos, sino porque ellos mismos dimensionaron el acto eleccionario para convertirlo en una apuesta a "todo o nada", que el señor K. elevó a la máxima potencia con sus apocalípticos discursos.
¿Creceremos alguna vez, aprenderemos a vivir de otra manera que no sea en constante alteración? Pensemos en cuáles son los temas sensibles para la sociedad y que ganan espacio en la primera plana de los diarios: hoy es la Gripe "A", ayer fue el dengue, hace unos años el cólera, siempre aparece alguna enfermedad que se creía erradicada (excepto en el caso de la Gripe A) y que tiene su caldo de cultivo en la pobreza y la marginalidad. Y todos los que vivimos en este país estamos dispersos, no sólo geográficamente, sino en cuanto a lo que pretendemos lograr.
Mientras unos se enriquecen con una Ley que les otorga regalías o beneficios impositivos, otros se quejan de una suerte de "confiscación" del dinero que eligieron voluntariamente aportar en una AFJP, es decir, en el sistema previsional privado.
Yo nunca estuve de acuerdo con las AFJP, por eso opté por el sistema de reparto. Pero no por ellos me opondría a que haya gente que quiera efectuar sus aportes a administradores privados. Sería algo así como abolir la medicina prepaga o los colegios privados, algo que sin lugar a dudas harían desde el Ministerio de Economía si con ello pudieran obtener un rédito para repartir entre los cortesanos de la Casa Rosada. Ya habrá más novedades para este folletín. Punto final.