13 de febrero de 2012

La minería

Admito mi ignorancia sobre la contaminación que puede producir la exploración minera a cielo abierto. Pero creo que esa ignorancia es compartida por muchos argentinos. Lo que está claro es que si los habitantes de Tinogasta o de Famatina se manifestaron en contra de estos emprendimientos, cortando rutas en forma pacífica, deben tener razones fundadas para hacerlo.

Sería bueno, para despejar toda duda, que las empresas que se dedican a estas actividades expliquen cómo se extraen los metales, qué procedimientos emplean, y el impacto ambiental que ello provoca. Hay muchos intereses en juego, y desde el Gobierno Nacional se respalda la llegada de estas empresas, la mayoría de ellas de capitales foráneos. Ninguna autoridad de estas corporaciones habló con los medios, para brindar información acerca del grado de toxicidad que trae aparejado la explotación de yacimientos y el nivel de contaminación que éstos producen. Es positivo que la actividad minera haya cobrado nuevo impulso en nuestro país, pero lo que se dice es que emplean procedimientos que no son acordes con los estándares internacionales. Es triste pensar que se puedan demoler impunemente miles de toneladas de roca para extraer unos pocos gramos de oro u otros metales preciosos.

La mejor manera de terminar con la confusión general y de brindar tranquilidad a la población, en el caso de que la minería a cielo abierto reúna condiciones adecuadas de salubridad, es que las propias empresas expliquen cómo se extraen los metales, qué procedimientos emplean, y que posibles consecuencias puede provocar esta actividad en la preservación de medio ambiente. Y si se niegan a brindar información al respecto, es el Gobierno quien tiene que intimar a las empresas a que transparenten su modo de trabajo. Estuve leyendo el libro de Miguel Bonasso, que documenta los negocios que hay detrás de la explotación minera de Barrick Gold, pero no podemos esperar a que aparezca una investigación periodística para estar tranquilos o preocupados. Si todavía queda algo de racionalidad en medio de este conflicto, que la propia empresa abra las puertas de sus yacimientos al periodismo y permita documentar de qué manera operan, cómo se trabaja, y bajo qué condiciones se encuentran sus empleados. Punto final.

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