A veces me pongo a pensar cómo era yo cuando inicié este blog, en 2005. Digo esto porque observo que otras personas han cambiado, y a veces se hace una apología del cambio, del movimiento. Creo que uno debe cambiar solamente cuando no se siente a gusto en la situación en que está. Por ejemplo, si te cansaste de trabajar por un empleo mal pagado, si estás harto de ver siempre las mismas caras, o quizás simplemente querés "cambiar de aire".
Este año, todos los textos que ustedes pueden ver aquí han sido escritos por mí. No ha habido colaboraciones o aportes de terceros, y me he sorprendido a mí mismo al advertir que he escrito más de lo que pensaba, motivado por la coyuntura política y por hechos de estricta actualidad a los cuales no podía permanecer ajeno. Actualizar este modesto blog no lo tomo como una tarea tediosa o como algo forzado, me siento bien haciéndolo. El día en que ya no tenga motivación para seguir escribiendo, dejaré el blog en "stand by", lo cerraré, o lo que sea.
Hoy (sábado), si todo sale bien, iré al gimnasio. Es interesante observar a la gente que concurre allí. Muchos van para tonificar su cuerpo y sentirse mejor, otros sólo buscan "levantar kilos". Sumar cada vez más kilos, tanto en los distintos aparatos que componen el gimnasio como en las pesas o mancuernas. Algunos van vestidos como si fueran a competir en el Mundial de Fisicoculturismo, con muñequeras, rodilleras, zapatillas especiales, y accesorios caros. Otros van simplemente con ropa cómoda para hacer ejercicio, tal es mi caso. Cuando voy al gimnasio, trato de concentrarme en mi rutina y de no complicarme la vida para aumentar el peso de un determinado ejercicio. Si considero que lo puedo hacer, mucho mejor, pero no me desvela. Me gusta la sensación de cansancio luego de haber hecho algo por mí. Correr 15 ó 20 minutos en una cinta, es algo bueno para olvidarse por un momento de las preocupaciones cotidianas. En fin, cada uno llega con un objetivo definido y se dedica a cultivar ese propósito. Lo importante es no dejar de ir, siempre que tus recursos económicos lo permitan. Para ello se requiere un mínimo de voluntad, y quizás por eso el gimnasio me sirve como manera de medir mi capacidad de asumir un compromiso con una actividad fija. Sin embargo, nada se obtiene si esfuerzo y sin incorporar hábitos que contribuyan a que vivamos mejor. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
30 de noviembre de 2019
29 de noviembre de 2019
Hacer cosas imposibles es posible
Hola amigos, buen viernes para todos. Cálida jornada la de hoy, luego de varios días que poco coincidían con la temporada estival. Empieza a pesar en el común de los casos el cansancio al momento de entrar en la recta final del año. Si tuviera que recapitular lo que fue 2019, diría que pasó un poco de todo, llantos y sonrisas, porque cada ciclo que transitamos es como la vida misma. Es imposible imaginar o un año, ni siquiera una semana, en que todo salga de diez. Siempre hay situaciones que nos incomodan y nos ponen a la defensiva, porque la mejor defensa es el ataque, suelen decir. En el plano personal siempre trato de superarme. Sé que tengo mis limitaciones y no hace falta que alguien me las haga notar porque lucho con ellas. Me esfuerzo por ser creativo aunque a veces no haya demasiado margen para serlo.
Pero lo más importante, que me cuesta más de lo imaginable, es la capacidad de adaptarse a situaciones adversas. Cuando ando mal de guita, por ejemplo, tengo que ajustar mi presupuesto y mis gastos, barajar y dar de nuevo. Y es en ese escenario cuando no te podés adaptar, porque uno se resiste a mantener un determinado estilo de vida que se cae a pedazos por la crisis que estamos atravesando. No creo en soluciones de corto plazo, de manera que no queda más remedio que asumir que esta situación llevará, como mínimo, dos años para revertirse. Mis ingresos son por publicidad en el diario digital, y sabido es que en épocas de recesión, los avisos, las rifas, y todo aquello que un comercio considere un "gasto", quedan fuera de juego. Así estamos, así estoy. Peleándola a los 40 años como si tuviera 20, sin terminar de comprender qué fue lo que pasó en todo este tiempo.
Si bien, como ustedes saben, me fascina la música, también aprendí a disfrutar del silencio. Dejar que los segundos transcurran sin sonido alguno, o escuchando el ladrido de algún perro vecino. Me gusta tirarme en la cama mirando al techo y pensar en boludeces, o en ideas para escribir un texto. Es mi cable a tierra cuando me siento un poco agotado. Le estoy agradecido a la vida, porque me dio unos padres que me apoyan en todo. Y que no soy condescendientes, sino que me marcan mis errores. Pero por sobre todas las cosas, nunca me faltó nada: ni comida, ni ropa, ni educación. Y todo eso se lo debo a ellos.
Luego llega el momento de empezar a recorrer el propio camino, hay que buscar trabajo, y es entonces cuando nos enfrentamos al mundo "de verdad". Cuando descubrimos que hay gente que te caga, te forrea, o que hace todo para que no progreses. Y es entonces cuando tenemos que imponernos, no en base a la violencia, sino mostrando que hacemos un trabajo de calidad. De esta manera nos diferenciamos de los mediocres y podemos desplegar nuestro verdadero potencial. Podrán envidiarnos, pero no quitarnos nuestras capacidades y aptitudes. Es difícil conseguir trabajo hoy en día. Siendo un adulto, los intereses de mi generación son muy diferentes a los de la actual, lo cual es lógico porque hay una edad para cada etapa de la vida. En los últimos añosel desempleo se ha incrementado considerablemente, y los chicos que recién empiezan tienen que hacer laburos basura porque la plata no alcanza hay que parar la olla en la casa. Antes por ahí podías meterte en un estudio contable, o trabajar en una oficina. Es la percepción que yo tengo, no estoy seguro de que sea así. Lo que sí puedo afirmar es que soy Perito Mercantil y nunca me dediqué a nada relacionado con los números o la contabilidad. Pero así se dieron la cosas. Punto final.
Pero lo más importante, que me cuesta más de lo imaginable, es la capacidad de adaptarse a situaciones adversas. Cuando ando mal de guita, por ejemplo, tengo que ajustar mi presupuesto y mis gastos, barajar y dar de nuevo. Y es en ese escenario cuando no te podés adaptar, porque uno se resiste a mantener un determinado estilo de vida que se cae a pedazos por la crisis que estamos atravesando. No creo en soluciones de corto plazo, de manera que no queda más remedio que asumir que esta situación llevará, como mínimo, dos años para revertirse. Mis ingresos son por publicidad en el diario digital, y sabido es que en épocas de recesión, los avisos, las rifas, y todo aquello que un comercio considere un "gasto", quedan fuera de juego. Así estamos, así estoy. Peleándola a los 40 años como si tuviera 20, sin terminar de comprender qué fue lo que pasó en todo este tiempo.
Si bien, como ustedes saben, me fascina la música, también aprendí a disfrutar del silencio. Dejar que los segundos transcurran sin sonido alguno, o escuchando el ladrido de algún perro vecino. Me gusta tirarme en la cama mirando al techo y pensar en boludeces, o en ideas para escribir un texto. Es mi cable a tierra cuando me siento un poco agotado. Le estoy agradecido a la vida, porque me dio unos padres que me apoyan en todo. Y que no soy condescendientes, sino que me marcan mis errores. Pero por sobre todas las cosas, nunca me faltó nada: ni comida, ni ropa, ni educación. Y todo eso se lo debo a ellos.
Luego llega el momento de empezar a recorrer el propio camino, hay que buscar trabajo, y es entonces cuando nos enfrentamos al mundo "de verdad". Cuando descubrimos que hay gente que te caga, te forrea, o que hace todo para que no progreses. Y es entonces cuando tenemos que imponernos, no en base a la violencia, sino mostrando que hacemos un trabajo de calidad. De esta manera nos diferenciamos de los mediocres y podemos desplegar nuestro verdadero potencial. Podrán envidiarnos, pero no quitarnos nuestras capacidades y aptitudes. Es difícil conseguir trabajo hoy en día. Siendo un adulto, los intereses de mi generación son muy diferentes a los de la actual, lo cual es lógico porque hay una edad para cada etapa de la vida. En los últimos añosel desempleo se ha incrementado considerablemente, y los chicos que recién empiezan tienen que hacer laburos basura porque la plata no alcanza hay que parar la olla en la casa. Antes por ahí podías meterte en un estudio contable, o trabajar en una oficina. Es la percepción que yo tengo, no estoy seguro de que sea así. Lo que sí puedo afirmar es que soy Perito Mercantil y nunca me dediqué a nada relacionado con los números o la contabilidad. Pero así se dieron la cosas. Punto final.
27 de noviembre de 2019
Un testamento espiritual
Detrás de todo lo que hacemos, está el deseo de trascender, que no es hijo de la vanidad sino de la naturaleza humana. Somos polvo en el viento. Pero antes del fin, sentimos que queremos dejar algo, para la posteridad, para nuestros hijos, un grano de arena que perdure hasta que se desvanezca en el aire. Me fastidia que haya gente que no tenga ese anhelo, o que niegue tenerlo, porque el motor que nos impulsa a seguir es convencernos de que algo de nosotros perdurará en este puto mundo, cuando en un instante la luz se apaga definitivamente y ya dejamos de ser personas. Todos tenemos mañas, tics, defectos, rollos mentales, porque crecimos en una sociedad que nos llevó a complicarnos cada vez más y a distraernos de lo que realmente es la vida. Hay gente que sueña con viajar a Europa, otras con ir a un recital de rock, y algunos tenemos aspiraciones más modestas, como tratar de entender qué rol tenemos en este desquicio que se ha convertido la humanidad, cómo escapar de la lucha por sobrevivir para dejar de lado esa angustia y sumirnos en la calma y la tranquilidad de degustar cada día como si fuera una aceituna para luego escupir el carozo.
La mejor función de cine que existe es admirar el atardecer, ver como el cielo se va tiñendo de rojo para dejar que el sol caiga mansa y perezosamente en el horizonte. No tiene sentido que te preguntes para qué estás aquí (en este mundo), porque ya estás aquí. Aprovechá el viaje porque es corto y te vas a encontrar con muchas dificultades, que te obligan a tomar decisiones dolorosas y cruciales. Te tocó nacer en un puntito perdido en el mapa llamado Lobos, pero eso es lo que te diferencia del que vive en Cruz del Eje, por decir algo. Podés devorar kilómetros en la autopista pero, sin darte cuenta, siempre vas dando vueltas en el mismo lugar, ello se percibe cuando aprendés a reconocerte en el otro y ver que es la imagen del espejo, deformada, un espejo roto pero real. Tan real como la vida misma. Punto final.
La mejor función de cine que existe es admirar el atardecer, ver como el cielo se va tiñendo de rojo para dejar que el sol caiga mansa y perezosamente en el horizonte. No tiene sentido que te preguntes para qué estás aquí (en este mundo), porque ya estás aquí. Aprovechá el viaje porque es corto y te vas a encontrar con muchas dificultades, que te obligan a tomar decisiones dolorosas y cruciales. Te tocó nacer en un puntito perdido en el mapa llamado Lobos, pero eso es lo que te diferencia del que vive en Cruz del Eje, por decir algo. Podés devorar kilómetros en la autopista pero, sin darte cuenta, siempre vas dando vueltas en el mismo lugar, ello se percibe cuando aprendés a reconocerte en el otro y ver que es la imagen del espejo, deformada, un espejo roto pero real. Tan real como la vida misma. Punto final.
24 de noviembre de 2019
Conviviendo con 2020: el futuro llegó hace rato
Domingo por la noche en la ciudad. Este fin de semana hubo numerosas actividades culturales, lo cual me lleva a pensar en una falta de planificación, ya que hay findes muy pobres y otros como éste con casi 10 eventos que a una persona que se maneja por su cuenta y sin empleados como yo le resulta imposible cubrir. Más aún si los horarios se superponen. Pero bueno, lo más importante es que los lobenses en general los puedan disfrutar, dado que la mayoría de ellos eran gratuitos. Cuando alguien hace una exposición o presenta un libro, lo más habitual es que concurran familiares y amigos del artista, y no público en general. Por eso hay que jerarquizar estas actividades para ampliar el espectro hacia todos quienes se muestren interesados en salir de la monotonía pueblerina.
Me pongo a pensar en lo poco que falta para terminar este 2019, y casi inevitablemente me incita a reflexionar en lo que pude concretar y aquello que quedó en el camino. Realizarme profesionalmente es algo que voy logrando de a poco, sin bajar la guardia, con los altibajos lógicos de un ciclo que se presentó complicado. Por lo general, es en octubre o noviembre cuando te cae la ficha de que el año se termina, y al caer el telón quedan sepultadas buena parte de las expectativas o deseos que nos propusimos como metas cuando brindamos el 1° de enero. Es así, amigos, quien lo niegue quizás no lo quiera reconocer, pero el ser humano es bastante básico en ciertas cuestiones. Por eso sostengo que hay que tomar el 2020, como diciendo "a ver qué onda", sin grandes aspiraciones que sabemos que no podremos cumplir, o que no dependen 100 % de nosotros. Por supuesto, como la mayoría de ustedes, quiero creer que 2020 será un buen año. Pero no me puedo convencer de algo en lo cual no tengo indicios suficientes.
Recuerdo cuando estudiaba Periodismo en Buenos Aires, y cómo ansiaba regresar a Lobos los viernes, apenas terminaba de cursar. No sé por qué, pero nunca conviví con la bohemia de Baires, con sus boliches, etc. De hecho, creo que la última vez que viajé a Buenos Aires fue en 2017, a pasear y comprar boludeces, cuando todavía se podía hacerlo. En aquel momento el pasaje de la combi salía 30 o 40 mangos, y hoy cuesta más de 100. Tiempos de cambio...
Con mi familia, cuando se puede, acostumbramos ir al Conurbano, a los shoppings de Lomas o de Canning, a los hipermercados...queda mucho más cerca de Lobos, no tenés que pagar infinidad de peajes, y encontrás casi lo mismo que en cualquier shopping de Baires, con la diferencia de que no hay tanta marginalidad alrededor. De todos modos, con la suba de la nafta es cada vez menos frecuente que viajemos.
La verdad es que no extraño a Buenos Aires, me parece una ciudad al borde del colapso, muy distinta a la que yo conocí allá por 1997. Es curioso pensar que mucha gente se quiere ir del loquero, y otros van (sobre todo estudiantes) para cumplir diferentes propósitos. Hay muchos porteños viviendo en Lobos, y los reconocés al toque por la forma de hablar, de actuar, de comportarse... en fin, por todo aquello que la gente del Interior aborrece del porteño. Es frecuente verlos en algún bar conocido de la calle 9 de Julio e intentar comportarse como pueblerinos, pero la impostación resulta en vano. Están acostumbrados a otro ritmo de vida.
Sin embargo, algunos de los recién llegados a nuestra ciudad, que están jubilados, aburridos, o son simples oportunistas, logran una aceptación social llamativa, sustentada fundamentalmente en el "verso" o chamuyo. Pero también es cierto que emprendimientos comerciales que ya no son novedosos en los grandes centros urbanos, arriban aquí como si fueran lo mas "cool" que uno pudiera conocer.
En fin, me voy a dar un paseo por el Centro, que seguramente debe estar dormido, casi como yo. Punto final.
Me pongo a pensar en lo poco que falta para terminar este 2019, y casi inevitablemente me incita a reflexionar en lo que pude concretar y aquello que quedó en el camino. Realizarme profesionalmente es algo que voy logrando de a poco, sin bajar la guardia, con los altibajos lógicos de un ciclo que se presentó complicado. Por lo general, es en octubre o noviembre cuando te cae la ficha de que el año se termina, y al caer el telón quedan sepultadas buena parte de las expectativas o deseos que nos propusimos como metas cuando brindamos el 1° de enero. Es así, amigos, quien lo niegue quizás no lo quiera reconocer, pero el ser humano es bastante básico en ciertas cuestiones. Por eso sostengo que hay que tomar el 2020, como diciendo "a ver qué onda", sin grandes aspiraciones que sabemos que no podremos cumplir, o que no dependen 100 % de nosotros. Por supuesto, como la mayoría de ustedes, quiero creer que 2020 será un buen año. Pero no me puedo convencer de algo en lo cual no tengo indicios suficientes.
Recuerdo cuando estudiaba Periodismo en Buenos Aires, y cómo ansiaba regresar a Lobos los viernes, apenas terminaba de cursar. No sé por qué, pero nunca conviví con la bohemia de Baires, con sus boliches, etc. De hecho, creo que la última vez que viajé a Buenos Aires fue en 2017, a pasear y comprar boludeces, cuando todavía se podía hacerlo. En aquel momento el pasaje de la combi salía 30 o 40 mangos, y hoy cuesta más de 100. Tiempos de cambio...
Con mi familia, cuando se puede, acostumbramos ir al Conurbano, a los shoppings de Lomas o de Canning, a los hipermercados...queda mucho más cerca de Lobos, no tenés que pagar infinidad de peajes, y encontrás casi lo mismo que en cualquier shopping de Baires, con la diferencia de que no hay tanta marginalidad alrededor. De todos modos, con la suba de la nafta es cada vez menos frecuente que viajemos.
La verdad es que no extraño a Buenos Aires, me parece una ciudad al borde del colapso, muy distinta a la que yo conocí allá por 1997. Es curioso pensar que mucha gente se quiere ir del loquero, y otros van (sobre todo estudiantes) para cumplir diferentes propósitos. Hay muchos porteños viviendo en Lobos, y los reconocés al toque por la forma de hablar, de actuar, de comportarse... en fin, por todo aquello que la gente del Interior aborrece del porteño. Es frecuente verlos en algún bar conocido de la calle 9 de Julio e intentar comportarse como pueblerinos, pero la impostación resulta en vano. Están acostumbrados a otro ritmo de vida.
Sin embargo, algunos de los recién llegados a nuestra ciudad, que están jubilados, aburridos, o son simples oportunistas, logran una aceptación social llamativa, sustentada fundamentalmente en el "verso" o chamuyo. Pero también es cierto que emprendimientos comerciales que ya no son novedosos en los grandes centros urbanos, arriban aquí como si fueran lo mas "cool" que uno pudiera conocer.
En fin, me voy a dar un paseo por el Centro, que seguramente debe estar dormido, casi como yo. Punto final.
21 de noviembre de 2019
El reloj de arena se ha vuelto loco
Llueve torrencialmente en la noche de Lobos. Un fenómeno climático largamente esperado, luego de varios días de una humedad asfixiante. Hoy perdí mi tarjeta de débito, seguramente por una boludez mía, por no tomar recaudos. Tengo la esperanza de que se la haya "tragado" el cajero automático y que mañana, cuando vaya al banco, la pueda recuperar. Voy a esperar a que eso suceda antes de denunciarla como extraviada o robada, además de que te cobran un recargo por la reposición de la tarjeta. Hoy fue un día de relativa calma, aprendí a no darle mayor importancia a episodios como el que acabo de describir. A decir verdad, 2019 estuvo lejos de ser un buen año para el común de los argentinos, excepto aquellos que especularon con el dólar, los bonos de la deuda, y que viven de eso, se las rebuscan tratando de hacer una "diferencia" que al resto de la sociedad no le interesa, porque está más preocupada en conservar su fuente de trabajo y de llevar el pan a la mesa que de frecuentar a las cuevas y las financieras.
A modo anecdótico, este año será recordado por el apagón masivo que afectó a todo el país. Fue el 16 de junio, Día del Padre, con casi 8 horas sin suministro que le rompieron la paciencia a cualquiera. Si tuviéramos un servicio de calidad, la gente no compraría grupos electrógenos para estas contingencias, porque en todo caso serían cortes esporádicos y no por mucho tiempo. También en 2019 padecimos una megadevalución que dejó a nuestra moneda como papel pintado, luego de que (sin el menor sentido común), el Presidente anunciara un acuerdo con el FMI con un mensaje grabado. Y en los días previos y posteriores a las PASO de agosto, el dólar volvió a dispararse, con el Banco Central quemando reservar para intentar contener la cotización del billete y apagar el incendio.
Infancias destrozadas, pérdida de la inocencia y de la ingenuidad propias de todo niño: Hay muchos chicos en Argentina que se ven obligados a mendigar o a trabajar a una edad muy temprana en plantaciones de tabaco llenos de tóxicos, y en muchos casos hay padres inútiles e irresponsables detrás de este flagelo que mandan a sus hijos a trabajar mientras ellos derrochan el dinero o no contribuyen a la economía del hogar. Yo todavía no tengo hijos, pero siempre fui de la idea de que hay que pensar muy bien antes de traer un hijo al mundo. Una cosa es tener sobrinos o primos, y otra muy diferente es asumir la responsabilidad de la educación y crianza del pequeño. Además, las familias optan por tener cada vez menos hijos por el costo que ello trae aparejado. Desde que nacen, con los pañales, los controles pediátricos, los medicamentos, la ropa, los juguetes que todo chico quiere tener, la leche maternizada (creo que se llama así), son todos gastos que motivan una gran erogación en los primeros meses. Por lo general, las mujeres son las que sienten una natural inclinación a ser madres, es parte de su naturaleza, el cuerpo de la mujer está preparado para concebir un hijo. El hombre muchas veces lo ve desde otro punto de vista, lo cual no quiere decir que no vaya a amar a su hijo. La voracidad comercial hace que cada vez haya más productos orientados hacia los chicos, y no sólo juguetes: los chicos tienen su primer celular a una edad cada vez más temprana, y el consumismo hace que quieran una Playstation o una Tablet, en fin, ¿cómo explicarle a un chico que en esta sociedad capitalista el dinero no alcanza para todo? Cómo decirle que no a algo que se impone porque la TV lo promueve constantemente? No voy a ser tan ingenuo de pretender que los chicos vuelvan a jugar a la rayuela o a las bolitas, porque sería lo mismo que seguir sacando fotos en blanco y negro, el tema es detenerse a pensar un momento y ver si, en las últimas décadas, evolucionamos y involucionamos. En la era del descarte, donde lo que no sirve se tira sin pensar que al otro sí le puede resultar útil, es muy difícil alentar esperanzas. Punto final.
A modo anecdótico, este año será recordado por el apagón masivo que afectó a todo el país. Fue el 16 de junio, Día del Padre, con casi 8 horas sin suministro que le rompieron la paciencia a cualquiera. Si tuviéramos un servicio de calidad, la gente no compraría grupos electrógenos para estas contingencias, porque en todo caso serían cortes esporádicos y no por mucho tiempo. También en 2019 padecimos una megadevalución que dejó a nuestra moneda como papel pintado, luego de que (sin el menor sentido común), el Presidente anunciara un acuerdo con el FMI con un mensaje grabado. Y en los días previos y posteriores a las PASO de agosto, el dólar volvió a dispararse, con el Banco Central quemando reservar para intentar contener la cotización del billete y apagar el incendio.
Infancias destrozadas, pérdida de la inocencia y de la ingenuidad propias de todo niño: Hay muchos chicos en Argentina que se ven obligados a mendigar o a trabajar a una edad muy temprana en plantaciones de tabaco llenos de tóxicos, y en muchos casos hay padres inútiles e irresponsables detrás de este flagelo que mandan a sus hijos a trabajar mientras ellos derrochan el dinero o no contribuyen a la economía del hogar. Yo todavía no tengo hijos, pero siempre fui de la idea de que hay que pensar muy bien antes de traer un hijo al mundo. Una cosa es tener sobrinos o primos, y otra muy diferente es asumir la responsabilidad de la educación y crianza del pequeño. Además, las familias optan por tener cada vez menos hijos por el costo que ello trae aparejado. Desde que nacen, con los pañales, los controles pediátricos, los medicamentos, la ropa, los juguetes que todo chico quiere tener, la leche maternizada (creo que se llama así), son todos gastos que motivan una gran erogación en los primeros meses. Por lo general, las mujeres son las que sienten una natural inclinación a ser madres, es parte de su naturaleza, el cuerpo de la mujer está preparado para concebir un hijo. El hombre muchas veces lo ve desde otro punto de vista, lo cual no quiere decir que no vaya a amar a su hijo. La voracidad comercial hace que cada vez haya más productos orientados hacia los chicos, y no sólo juguetes: los chicos tienen su primer celular a una edad cada vez más temprana, y el consumismo hace que quieran una Playstation o una Tablet, en fin, ¿cómo explicarle a un chico que en esta sociedad capitalista el dinero no alcanza para todo? Cómo decirle que no a algo que se impone porque la TV lo promueve constantemente? No voy a ser tan ingenuo de pretender que los chicos vuelvan a jugar a la rayuela o a las bolitas, porque sería lo mismo que seguir sacando fotos en blanco y negro, el tema es detenerse a pensar un momento y ver si, en las últimas décadas, evolucionamos y involucionamos. En la era del descarte, donde lo que no sirve se tira sin pensar que al otro sí le puede resultar útil, es muy difícil alentar esperanzas. Punto final.
20 de noviembre de 2019
No dejar de insistir es la clave del éxito
Miércoles de intenso calor en Lobos. Las altas temperaturas no dan respiro, y esto es sólo el comienzo. El sol abrasador nos hace transpirar de un modo inusual y tener que ducharnos con frecuencia cada vez que volvemos de la calle, 36 grados no es poca cosa, y es probable que debamos atravesar marcas superiores en los próximos días. Siempre el verano se adelanta un par de semanas, y es entonces cuando uno empieza a pensar en la falta de un plan serio de forestación en la planta urbana. La sombra de un árbol disminuye notablemente la temperatura, pero acá estamos acostumbrados a talar y podar sin control. Reemplazamos los plátanos que levantan las veredas, por especies minúsculas que son un esperpento. Y hay cierto sesgo exótico en algunos lobenses que insisten en plantar palmeras, me pregunto para qué. Son las tres de la tarde y estoy recluido en mi casa por los motivos antes mencionados, supongo que a las 18 o 19 hs saldré a cumplir con los quehaceres domésticos, no antes.
Yendo a asuntos más profundos, o al tema que nos convoca, creo que la clave del éxito es insistir. No ceder ante el primer intento, aunque haya que padecer la famosa "amansadora" en los despachos y oficinas de gobierno. No claudicar si un comerciante decide no darte la publicidad para el diario. Ahorrar lo poco que se pueda, con la convicción de que esta plata puede sacarte de un apuro cuando la necesites. Salir a caminar todas las veces que sea necesario para reducir de un modo natural el sobrepeso que tanto te molesta y te avergüenza. En mi caso puntual, si escribo una nota que no obtiene la respuesta esperada, puede ser porque el tema carece de interés o por diversos motivos, pero tengo la revancha de escribir otra que concite mayor atención. El comportamiento del lector no siempre es el mismo. Sacando las noticias policiales y los accidentes, todo lo demás que puedas producir como periodista está relacionado con el oficio que cada uno tenga para hacer que ese texto sea atractivo. Quienes me conocen saben que pasé por momentos difíciles, pero nunca bajé los brazos. Y si lo hice, fue solamente por un rato, para reponer fuerzas. Mi manera de pensar está íntimamente relacionada con mi modo de escribir, porque yo nunca he incitado a la violencia, ni al revanchismo inútil. Como muchos argentinos, tuve una dosis de esperanza cuando asumió Macri, pero el peso irrefutable de los hechos hizo que tuviera espíritu crítico, no estaba dispuesto a tragarme cualquier sapo. Ahora, con Fernández, sucederá algo parecido. Tengo expectativas, pero no le voy a otorgar un cheque en blanco. Esto que estamos viviendo llevará por lo menos 10 años en revertirse. Y vivimos en un país donde nadie quiere sacar los pies del plato, algo que ciertamente no ayuda.
Por último, acá en Lobos espero que haya una voluntad de diálogo genuina, porque los años pasan y seguimos estancados. Que "alguien" haya hecho unas cuadras de asfalto no lo convierte en un superhéroe, es el deber del funcionario municipal invertir los dineros públicos en lo que se considere prioritario. Fijate que hay un policía en cada esquina, cámara de seguridad por doquier, y sin embargo a la gente le siguen robando. Hay que prevenir el delito, es decir, evitar que ocurra, porque los tiempos de investigación de las fuerzas de seguridad son lentos y hasta que la Fiscalía autorice allanamientos, hay que esperar más aún. Pensemos que 2020 puede ser mejor, pero basándonos en indicios concretos. Punto final.
Yendo a asuntos más profundos, o al tema que nos convoca, creo que la clave del éxito es insistir. No ceder ante el primer intento, aunque haya que padecer la famosa "amansadora" en los despachos y oficinas de gobierno. No claudicar si un comerciante decide no darte la publicidad para el diario. Ahorrar lo poco que se pueda, con la convicción de que esta plata puede sacarte de un apuro cuando la necesites. Salir a caminar todas las veces que sea necesario para reducir de un modo natural el sobrepeso que tanto te molesta y te avergüenza. En mi caso puntual, si escribo una nota que no obtiene la respuesta esperada, puede ser porque el tema carece de interés o por diversos motivos, pero tengo la revancha de escribir otra que concite mayor atención. El comportamiento del lector no siempre es el mismo. Sacando las noticias policiales y los accidentes, todo lo demás que puedas producir como periodista está relacionado con el oficio que cada uno tenga para hacer que ese texto sea atractivo. Quienes me conocen saben que pasé por momentos difíciles, pero nunca bajé los brazos. Y si lo hice, fue solamente por un rato, para reponer fuerzas. Mi manera de pensar está íntimamente relacionada con mi modo de escribir, porque yo nunca he incitado a la violencia, ni al revanchismo inútil. Como muchos argentinos, tuve una dosis de esperanza cuando asumió Macri, pero el peso irrefutable de los hechos hizo que tuviera espíritu crítico, no estaba dispuesto a tragarme cualquier sapo. Ahora, con Fernández, sucederá algo parecido. Tengo expectativas, pero no le voy a otorgar un cheque en blanco. Esto que estamos viviendo llevará por lo menos 10 años en revertirse. Y vivimos en un país donde nadie quiere sacar los pies del plato, algo que ciertamente no ayuda.
Por último, acá en Lobos espero que haya una voluntad de diálogo genuina, porque los años pasan y seguimos estancados. Que "alguien" haya hecho unas cuadras de asfalto no lo convierte en un superhéroe, es el deber del funcionario municipal invertir los dineros públicos en lo que se considere prioritario. Fijate que hay un policía en cada esquina, cámara de seguridad por doquier, y sin embargo a la gente le siguen robando. Hay que prevenir el delito, es decir, evitar que ocurra, porque los tiempos de investigación de las fuerzas de seguridad son lentos y hasta que la Fiscalía autorice allanamientos, hay que esperar más aún. Pensemos que 2020 puede ser mejor, pero basándonos en indicios concretos. Punto final.
18 de noviembre de 2019
Si empezamos a producir, podemos dar vuelta la historia
Fin de semana largo en Lobos. Hubo muchas actividades para cubrir, pero no todas despiertan el interés de los lectores, sin embargo hay que estar en todos los lugares donde sea posible. La noticia no viene a vos, sino que vos tenés que ir hacia ella. Creo que los próximos meses serán decisivos para ver si podemos recuperar algo de poder adquisitivo, si la guita empieza a rendir un poco más. No es que Fernández y su séquito sean estadistas, simplemente es lo que se eligió, y llevará tiempo advertir algún cambio en nuestra calidad de vida. Lo más importante es que no haya más despidos del sector privado y que las industrias vuelvan a producir. Como decía el sindicalista Barrionuevo, que dejen de robar por lo menos por dos años y se dediquen a gobernar, puesto que ya se enriquecieron lo suficiente entre 2003 y 2015. Y que el Papa y la Iglesia en general se dediquen a dar misas y nada más, no representan a todos los argentinos ni mucho menos, cada uno puede profesar la religión que desee pero las políticas de Estado no tienen nada que ver con eso.
No sé cómo serán los próximos cuatro años para Lobos. El cambio de signo político en Nación y Provincia condicionará lo que pueda ocurrir, aunque los más optimistas digan lo contrario. Por eso es necesario tener una gestión eficiente y generar programas culturales propios, ya que no todo el mundo puede irse de vacaciones o tomarse un descanso. Recién hoy terminé de armar la "Pelopincho" para refrescarme en los días sucesivos.
Casi parece un posteo de despedida el que estoy redactando, pero no es así. Lo que ocurre es que de acá a diciembre todo puede pasar, los hechos son más imprevisibles de lo que pensamos. Pero hasta el momento da la impresión de que la transición no tendrá grandes sobresaltos. Cada cual juega su juego, y Cambiemos se despide del poder luego de 4 años de magra cosecha. No veo una mejora significativa en mi calidad de vida, sino todo lo contrario, por más que le puse ganas y voluntad. Macri fue una suerte de "experimento" en un país que recurre al peronismo como tabla de salvación, a veces con buenos resultados, y otras con poco de la doctrina que el General le supo inculcar a sus acólitos. Punto final.
No sé cómo serán los próximos cuatro años para Lobos. El cambio de signo político en Nación y Provincia condicionará lo que pueda ocurrir, aunque los más optimistas digan lo contrario. Por eso es necesario tener una gestión eficiente y generar programas culturales propios, ya que no todo el mundo puede irse de vacaciones o tomarse un descanso. Recién hoy terminé de armar la "Pelopincho" para refrescarme en los días sucesivos.
Casi parece un posteo de despedida el que estoy redactando, pero no es así. Lo que ocurre es que de acá a diciembre todo puede pasar, los hechos son más imprevisibles de lo que pensamos. Pero hasta el momento da la impresión de que la transición no tendrá grandes sobresaltos. Cada cual juega su juego, y Cambiemos se despide del poder luego de 4 años de magra cosecha. No veo una mejora significativa en mi calidad de vida, sino todo lo contrario, por más que le puse ganas y voluntad. Macri fue una suerte de "experimento" en un país que recurre al peronismo como tabla de salvación, a veces con buenos resultados, y otras con poco de la doctrina que el General le supo inculcar a sus acólitos. Punto final.
14 de noviembre de 2019
Hacer un puente entre vos y yo
Jueves por la noche en la ciudad. Hay días que ya desde el vamos se presentan complicados, como si hubieran estado "mal paridos" . Pero el camino se hace al andar. Hoy grabé un nuevo programa para la tele, y es algo que me reconforta porque estoy metiéndome en un formato que no estaba acostumbrado a hacer. El primer programa salió al aire el 1° de mayo, y desde entonces se mantiene con una frecuencia semanal por la señal de RSO /Lobos Digital. Es un ciclo de entrevistas, y hubo situaciones en las cuales sentí que no le pude sacar todo el jugo al entrevistado o invitado. Cuando se enciende la luz roja de la cámara, por supuesto que es distinto a lo que no se ve, a la charla previa, probar sonido, y todo lo inherente a la producción.
Por otra parte, a veces trato de tener "cero expectativas", es decir, no esperar nada bueno ni malo de lo que sucederá. Es una manera bastante básica, pero efectiva, de dejar que la vida te sorprenda. Pero para ello es necesario controlar la ansiedad, algo que no me es nada fácil.
Mantener un blog, actualizarlo periódicamente y tratar de esbozar unas ideas que sean de interés es lo que me impulsa a seguir. En primer lugar, siempre tuve la convicción que lo haría por el placer que me da expresar mis pensamientos fuera de lo meramente periodístico. Es normal que haya temas que se repitan, relacionados quizás con la situación del país. Pero si se reiteran, es porque todavía esos problemas que mencioné hacen meses o años no han sido resueltos. Pasan los gobiernos y seguimos igual, lo único que falta es que cuando asuma Fernández, visto que el Poder Judicial ha dejado hace rato de ser independiente, “abra la jaula” para que recobren la libertad los presos K, que nos robaron no sólo guita, sino sueños, a todos los argentinos.
Este espacio es un pequeño rincón que tengo para mí y que comparto con los demás, con perfil bajo como lo hice siempre. Mi gran anhelo es hacer una selección de las notas que –a mi modo de ver- sean las más logradas, para publicarlas en un libro. Cuando esto desaparezca y vuele todo por los aires, quedará testimonio de que alguna vez en mi vida escribí algo fuera del periodismo.
Si tengo que hacer una autocrítica, diría que tomé muchas decisiones equivocadas, o que me apresuré demasiado al hacerlo. Quizás por eso, noviembre es para mí un mes distinto a los anteriores, porque estoy tratando que no me afecten cosas que antes me angustiaban más de lo que merecían. De a poco voy retomando viejos hábitos que me daban placer, ya que me cuesta desenchufarme del laburo y me sigo maquinando hasta que logro dormirme. Procuro despejar mi mente de todo aquello que no puedo solucionar en un corto plazo. Tengo una familia que me apoya incondicionalmente, y eso es el mayor capital con el que puedo contar. Nunca me gustaron las tareas domésticas, como barrer los pisos o tener que lijar una puerta, pero comprendí que es una manera de colaborar para que la casa no se venga abajo, porque en casi todos los hogares siempre se rompe algo como consecuencia del desgaste natural de una vivienda. Además, quién te dice que algún día para ganarme el pan en la mesa tenga que dedicarme a hacer esas cosas, no se me cae el ego por eso. Nunca se saben los vericuetos de la vida, ni los apremios económicos que te llevan a rebuscártelas de un modo lo más digno posible para ganar el mango.
Constantemente trato de ofrecer textos que sean amenos para leer. Nadie está obligado a compartir mis puntos de vista, por supuesto. Trato de evitar temas sensibles porque no me gusta que este espacio sea destinado a generar polémica. Buena parte de mis experiencias y de mis vivencias están plasmadas aquí. Pero como suele decirse, yo hago "un recorte de la realidad". No cuento todo lo que me pasa, no es un lugar para lavar los trapos sucios. No escribo para una persona en particular, sino para todos los que entren y quieran leer. Este blog es de libre acceso, como casi todo lo que está disponible hoy por hoy en Internet. De manera que yo preservo mi intimidad en el cyberespacio y sólo la comparto con personas de mi confianza. Todos nos hemos sentido defraudados en alguna oportunidad por gente en la que creíamos y confiábamos, lo más frustrante es cuando se trata de una puñalada artera en la espalda. Diría que la confianza es la virtud más difícil de construir, y que se logra con los años de mantener una conducta coherente, algo complicado de llevar a cabo cuando este país desquiciado nos obliga a reinventarnos y aguzar el ingenio para salir de múltiples atolladeros. Punto final.
Por otra parte, a veces trato de tener "cero expectativas", es decir, no esperar nada bueno ni malo de lo que sucederá. Es una manera bastante básica, pero efectiva, de dejar que la vida te sorprenda. Pero para ello es necesario controlar la ansiedad, algo que no me es nada fácil.
Mantener un blog, actualizarlo periódicamente y tratar de esbozar unas ideas que sean de interés es lo que me impulsa a seguir. En primer lugar, siempre tuve la convicción que lo haría por el placer que me da expresar mis pensamientos fuera de lo meramente periodístico. Es normal que haya temas que se repitan, relacionados quizás con la situación del país. Pero si se reiteran, es porque todavía esos problemas que mencioné hacen meses o años no han sido resueltos. Pasan los gobiernos y seguimos igual, lo único que falta es que cuando asuma Fernández, visto que el Poder Judicial ha dejado hace rato de ser independiente, “abra la jaula” para que recobren la libertad los presos K, que nos robaron no sólo guita, sino sueños, a todos los argentinos.
Este espacio es un pequeño rincón que tengo para mí y que comparto con los demás, con perfil bajo como lo hice siempre. Mi gran anhelo es hacer una selección de las notas que –a mi modo de ver- sean las más logradas, para publicarlas en un libro. Cuando esto desaparezca y vuele todo por los aires, quedará testimonio de que alguna vez en mi vida escribí algo fuera del periodismo.
Si tengo que hacer una autocrítica, diría que tomé muchas decisiones equivocadas, o que me apresuré demasiado al hacerlo. Quizás por eso, noviembre es para mí un mes distinto a los anteriores, porque estoy tratando que no me afecten cosas que antes me angustiaban más de lo que merecían. De a poco voy retomando viejos hábitos que me daban placer, ya que me cuesta desenchufarme del laburo y me sigo maquinando hasta que logro dormirme. Procuro despejar mi mente de todo aquello que no puedo solucionar en un corto plazo. Tengo una familia que me apoya incondicionalmente, y eso es el mayor capital con el que puedo contar. Nunca me gustaron las tareas domésticas, como barrer los pisos o tener que lijar una puerta, pero comprendí que es una manera de colaborar para que la casa no se venga abajo, porque en casi todos los hogares siempre se rompe algo como consecuencia del desgaste natural de una vivienda. Además, quién te dice que algún día para ganarme el pan en la mesa tenga que dedicarme a hacer esas cosas, no se me cae el ego por eso. Nunca se saben los vericuetos de la vida, ni los apremios económicos que te llevan a rebuscártelas de un modo lo más digno posible para ganar el mango.
Constantemente trato de ofrecer textos que sean amenos para leer. Nadie está obligado a compartir mis puntos de vista, por supuesto. Trato de evitar temas sensibles porque no me gusta que este espacio sea destinado a generar polémica. Buena parte de mis experiencias y de mis vivencias están plasmadas aquí. Pero como suele decirse, yo hago "un recorte de la realidad". No cuento todo lo que me pasa, no es un lugar para lavar los trapos sucios. No escribo para una persona en particular, sino para todos los que entren y quieran leer. Este blog es de libre acceso, como casi todo lo que está disponible hoy por hoy en Internet. De manera que yo preservo mi intimidad en el cyberespacio y sólo la comparto con personas de mi confianza. Todos nos hemos sentido defraudados en alguna oportunidad por gente en la que creíamos y confiábamos, lo más frustrante es cuando se trata de una puñalada artera en la espalda. Diría que la confianza es la virtud más difícil de construir, y que se logra con los años de mantener una conducta coherente, algo complicado de llevar a cabo cuando este país desquiciado nos obliga a reinventarnos y aguzar el ingenio para salir de múltiples atolladeros. Punto final.
11 de noviembre de 2019
A menos de un mes para que asuma el nuevo Presidente
Estamos a menos de un mes de que asuma el nuevo Presidente. La transición hasta el momento parece ser ordenada y en paz. Sobre todo, si tenemos en cuenta lo que sucedió en Ecuador, Venezuela, Chile y Bolivia. Sin ánimo de incitar a la violencia, veo que la gente aquí no se rebeló y aceptó con mansedumbre y resignación todo tipo de atropellos, como un aumento desmedido de tarifas, transporte público, combustibles y medicamentos. Este gobierno se va derrotado no sólo por las urnas, sino por un fracaso colectivo de forjar una alternativa al kirchnerismo. La sociedad se desencantó con este modelo, que en rigor de verdad cuesta mucho definirlo, porque no tuvo un rumbo coherente. Podríamos decir que es neoliberal, sin embargo hay países que con la misma "etiqueta" lograron prosperar. La Argentina siempre fue un caso incomprendido para el resto del mundo occidental, y sería bueno que dejemos de culpar a los yanquis de todo, porque los que roban y se dedican a manejar los hilos de la burocracia doméstica son los políticos argentinos. Ahora bien, lo que se viene a partir del 10 de diciembre me genera expectativa, aunque verlo a Fernández en la foto con los gordos de la CGT no es lo más halagador. Tampoco es positivo que me metas en cuestiones que no te incumben y salir a defender la libertad de Lula, cuando los brasileños se supone que saben lo que tienen que hacer. Si Fernández logra algo de independencia de CFK para tomar decisiones que son políticas de Estado, puede haber un avance. El macrismo contó con la complicidad de los medios para consumar el despojo de los salarios y del poder adquisitivo. Sin embargo, la gente no es estúpida y no necesita leer lo que le quiera contar un determinado diario. Cada uno se forma su propio juicio de valor en base a la situación que le toca vivir. Y lo real que nunca ha habido un derrumbe tan pronunciado de la industria y de la producción. Estamos casi igual que en 2002, y si no hay una suba del precio de los commodities, como tuvo Kirchner a partir de 2003, todo será más cuesta arriba, porque los mismos que demonizan al campo saben que los dólares que se liquidan de las exportaciones de cereales son fundamentales para poner en marcha la economía.
Durante los años K, "Inclusión" fue la palabra de moda. La escuchábamos en cada ocasión en que el oficialismo tomaba el control de los medios por la Cadena Nacional. Es realidad, nunca creí demasiado en que se estuviera incluyendo a nadie para algo provechoso. Por ejemplo, muchos argentinos están excluidos de la tecnología, de los servicios básicos, de un empleo digno. Podrán tener acceso a la educación, pero tal como está planteada por estos días, no es de calidad. Las sucesivas reformas educativas no han hecho más que poner parches, intentar remediar aquello que dio muestras de haber fracasado, pero no mucho más que eso. El lema es incluir a todos. Si tenés en el aula a un chico violento y con problemas de disciplina, no importa. Tiene que estar en la escuela igual, aunque el docente pueda ser agredido en forma física o verbal por el alumno. Parece ser que una regla no escrita dice que los chicos tienen que pasar de grado sí o sí. ¿Por qué? Bueno, es obvio que sirve para las estadísticas oficiales tener un bajo nivel de alumnos repitentes y como así tambíen de deserción escolar. Hay docentes capacitados, que dan lo mejor que pueden para que los chicos aprendan. Pero abundan también las estudiantes de Magisterio que reciben una pésima formación, y ello hace que cuando se reciban no puedan ser buenas docentes. Por eso, la prioridad es que los chicos puedan aprender a discernir la paja del trigo, a razonar, y que los maestros motiven a los alumnos a investigar para hacer un uso didáctico de Internet y no solamente recurrir a lo más fácil y buscar en Wikipedia. Punto final.
Durante los años K, "Inclusión" fue la palabra de moda. La escuchábamos en cada ocasión en que el oficialismo tomaba el control de los medios por la Cadena Nacional. Es realidad, nunca creí demasiado en que se estuviera incluyendo a nadie para algo provechoso. Por ejemplo, muchos argentinos están excluidos de la tecnología, de los servicios básicos, de un empleo digno. Podrán tener acceso a la educación, pero tal como está planteada por estos días, no es de calidad. Las sucesivas reformas educativas no han hecho más que poner parches, intentar remediar aquello que dio muestras de haber fracasado, pero no mucho más que eso. El lema es incluir a todos. Si tenés en el aula a un chico violento y con problemas de disciplina, no importa. Tiene que estar en la escuela igual, aunque el docente pueda ser agredido en forma física o verbal por el alumno. Parece ser que una regla no escrita dice que los chicos tienen que pasar de grado sí o sí. ¿Por qué? Bueno, es obvio que sirve para las estadísticas oficiales tener un bajo nivel de alumnos repitentes y como así tambíen de deserción escolar. Hay docentes capacitados, que dan lo mejor que pueden para que los chicos aprendan. Pero abundan también las estudiantes de Magisterio que reciben una pésima formación, y ello hace que cuando se reciban no puedan ser buenas docentes. Por eso, la prioridad es que los chicos puedan aprender a discernir la paja del trigo, a razonar, y que los maestros motiven a los alumnos a investigar para hacer un uso didáctico de Internet y no solamente recurrir a lo más fácil y buscar en Wikipedia. Punto final.
7 de noviembre de 2019
Recuerdos de la infancia
La "hora de la siesta" es un rito bien pueblerino, aunque justo es afirmar que se ha extendido a más conglomerados urbanos. Recuerdo que cuando éramos niños, a mi hermano y a mí nuestros padres no nos dejaban salir, sobre todo en el verano, tal vez para no perturbarles el descanso a ellos. Cuando el resto de la ciudad se sumía en el letargo. Podíamos, sí, usar la pileta de fibria de vidrio que Papá con mucho esfuerzo había podido comprar, hasta que comenzaron a sobrevolar la zona avionetas de alguna dependencia del gobierno para determinar quiénes tenían piletas y el consiguiente gasto de agua.
Me viene a la memoria, también, que ocasionalmente me daban plata para ir a la pileta del Fitti, pero yo era muy tímido y ni siquiera me animaba a entrar. Me parecía medio cheto el ambiente así que les devolvía el dinero. En esa época no había tantas quintas con pileta como en la actualidad, y menos aún estaba disponible la posibilidad de alquilarlas para pasar el día.
Aquellos veranos de fines de los '80, con cortes de luz y miles de inconvenientes propios de la alta demanda de energía, no los sufrimos, éramos felices, pese a que no estaban dadas las condiciones que todos queríamos. Nos arreglábamos con lo que teníamos, y nuestros padres eran quienes hacían el mayor esfuerzo porque no dudaban en privarse de muchas cosas para otorgarnos a nosotros una buena educación, y oportunidades de esparcimiento.
Durante el invierno, la pileta se llenaba de sapos y renacuajos, por el agua estancada. La limpieza cada vez que asomaba el verano y el calor demandaba mucho trabajo, con escobas y cepillos con lavandina removiendo los hongos y el verdín.
Ya casi nada queda de ese rescate emotivo: la pileta fue removida, la casa se vendió, y nosotros fuimos creciendo. Desde 2004 que cambié de domicilio junto a mi familia y a decir verdad se extraña un poco la excelente vista que teníamos al levantar las persianas cada mañana, frente al Parque. En aquel entonces era un barrio muy postergado y poco urbanizado. No fue hasta 1993 que llegó el asfalto, y hubo que pagarlo en interminables cuotas. Pero fue todo en aras del progreso de un sector de Lobos que, con el tiempo, se convirtió en una zona netamente residencial.
Uno va cambiando conforme a sus deseos y expectativas, pero también en base a lo que impone el contexto social. Porque allá por 1988/89, había crisis, sólo que nuestros padres hacían todo lo posible para que no lo notáramos. Ahora, siendo yo y mi hermano adultos, debemos asumir la responsabilidad que nos cabe por tal condición.
Aquellas semblanzas de chapuzones promediando diciembre, del "toque de queda" a la hora de la siesta, de cassettes grabados de la radio porque era carísimo comprar uno original, perdurarán para siempre en mi memoria, porque acaso fue aquella inocencia la que nos hizo pasar una infancia feliz. Punto final.
Me viene a la memoria, también, que ocasionalmente me daban plata para ir a la pileta del Fitti, pero yo era muy tímido y ni siquiera me animaba a entrar. Me parecía medio cheto el ambiente así que les devolvía el dinero. En esa época no había tantas quintas con pileta como en la actualidad, y menos aún estaba disponible la posibilidad de alquilarlas para pasar el día.
Aquellos veranos de fines de los '80, con cortes de luz y miles de inconvenientes propios de la alta demanda de energía, no los sufrimos, éramos felices, pese a que no estaban dadas las condiciones que todos queríamos. Nos arreglábamos con lo que teníamos, y nuestros padres eran quienes hacían el mayor esfuerzo porque no dudaban en privarse de muchas cosas para otorgarnos a nosotros una buena educación, y oportunidades de esparcimiento.
Durante el invierno, la pileta se llenaba de sapos y renacuajos, por el agua estancada. La limpieza cada vez que asomaba el verano y el calor demandaba mucho trabajo, con escobas y cepillos con lavandina removiendo los hongos y el verdín.
Ya casi nada queda de ese rescate emotivo: la pileta fue removida, la casa se vendió, y nosotros fuimos creciendo. Desde 2004 que cambié de domicilio junto a mi familia y a decir verdad se extraña un poco la excelente vista que teníamos al levantar las persianas cada mañana, frente al Parque. En aquel entonces era un barrio muy postergado y poco urbanizado. No fue hasta 1993 que llegó el asfalto, y hubo que pagarlo en interminables cuotas. Pero fue todo en aras del progreso de un sector de Lobos que, con el tiempo, se convirtió en una zona netamente residencial.
Uno va cambiando conforme a sus deseos y expectativas, pero también en base a lo que impone el contexto social. Porque allá por 1988/89, había crisis, sólo que nuestros padres hacían todo lo posible para que no lo notáramos. Ahora, siendo yo y mi hermano adultos, debemos asumir la responsabilidad que nos cabe por tal condición.
Aquellas semblanzas de chapuzones promediando diciembre, del "toque de queda" a la hora de la siesta, de cassettes grabados de la radio porque era carísimo comprar uno original, perdurarán para siempre en mi memoria, porque acaso fue aquella inocencia la que nos hizo pasar una infancia feliz. Punto final.
4 de noviembre de 2019
Luchá por aquello que te apasiona!!!
Muy pocas
veces nos ponemos a reflexionar en lo que realmente es importante y vale la
pena, como son los amigos, la familia, los afectos. Hay personas que se jactan
de tener mucha cultura y billetes pero carecen de todo contacto personal. Almuerzan
o cenan sin saber lo que están comiendo, mirando la pantalla de TV como si
fueran zombies. Lo sustituyen con el uso del celular, el WhatsApp, o cualquier "chiche" nuevo. Hasta
las postales navideñas, con sus habituales mensajes cursis y sensiblería
barata, se envían ahora por Internet.
Sin
embargo, todo se mide según los deseos e intereses de cada uno. Por ejemplo:
sin la Web, claro está, este blog no sería posible ni tendría la posibilidad de
difundirlo. De manera que renegar de "la red de redes" a esta altura
sería escupir para arriba. Pero creo que podemos hacer un uso racional de las
nuevas tecnologías. Inclusive, más productivo. Aprender algo a partir de una
noticia publicada en Internet no está nada mal. Hay muchos tutoriales en You
Tube que muchas veces te sacan de un apuro. Y quizás no vendría mal no estar
tan pendientes de Facebook, ya que
dejaríamos de vivir la fantasía de que tenemos centenares o miles de
"amigos virtuales". No hace falta ser demasiado sagaz para razonar
que sólo un puñado de ellos estarán con nosotros en situaciones límite.
2020 será
un año duro, pero me consuela pensar que, al menos para quienes hacemos
periodismo no tendremos que cubrir una interminable sucesión de actos políticos
que son propios de las elecciones. Realmente
los meses de campaña política fueron muy desgastantes y en lo profesional te
exigen al máximo. En los meses previos
al 27 de octubre, hubo de todo: anuncios, inauguraciones, acusaciones cruzadas,
cortinas de humo, chicanas políticas, y golpes bajos. Es el juego de la
política, tal como se entiende en la Argentina de hoy.
Simplemente
espero que tengamos la capacidad suficiente para ser tolerantes, porque los
medios de prensa suelen ser blanco fácil
de las críticas y quienes nos dedicamos a esto debemos tener el temple
necesario para seguir adelante a pesar de que más de una vez, uno quisiera
reaccionar ante un acto que considera injusto.
Mientras
tanto, insisto que debemos buscar refugio en aquellas cosas que nos hacen bien,
que nos dan placer, porque no vinimos a este mundo sólo a trabajar y a pagar
cuentas, sino a darnos la oportunidad de ser felices con lo mucho o poco que
tengamos a nuestro alcance. De lo contrario, estamos condenados a vivir al
mejor estilo "Tiempos Modernos", de la mecanización del hombre, el
antológico filme de Chaplin. Soy
optimista respecto a lo que pueda hacer Alberto F. a partir del 10 de
diciembre, pero no le voy a dar un cheque en blanco.
Considero
oportuno meternos en el "bocho" algo muy simple, que mencioné en otro
texto, con sesgo optimista: Todo tiempo pasado fue peor (contradiciendo el
popular "Todo tiempo pasado fue mejor"). En todos los sentidos, sería
arduo abundar en esto, pero particularmente en Ciencia y Tecnología. Dejemos de
luchar contra la nostalgia, de sostener aquella imagen de "El Granero del
Mundo" que creímos ser y quizás ni siquiera lo fuimos, porque fue la
coyuntura de un determinado momento de la historia.
Dejemos de lado todo
amiguismo, más aún en tiempos de campaña. Si cada uno se dedicara a superarse
en lugar de mirar la paja en el ojo ajeno, todo sería diferente, por más que el
dólar esté por las nubes y los diputados se roben hasta la Casa Rosada. Punto
final.
Primer lunes de noviembre de 2019
Lunes por
la tarde en la ciudad. El pronóstico anuncia lluvias, sin embargo mi aspiración
es que eso ocurra cuando ya haya terminado de hacer todos los mandados y
cobranzas del día. Mientras redactaba estas líneas se desató una breve tormenta,
de 15 o 20 minutos, y luego el cielo comenzó a limpiarse. Hace varios días que
teníamos alerta meteorológico por un fenómeno que pasó casi desapercibido. Por
un lado me viene bien, ya que el último temporal que se produjo me rompió el
paraguas y apenas tengo un impermeable para zafar cuando llueve. Hoy tuve
bastante actividad, me dediqué a desgrabar varias notas pendientes del fin de
semana para actualizar mi diario digital, y sumarle contenido. Me dijeron que
la Lechonada en Carboni fue un evento muy bien recibido, sinceramente no tuve
oportunidad de ir. Es positivo que se promueva el turismo en la zona rural de
Lobos, ya que existen varios distritos cercanos que tienen fiestas
gastronómicas que congregan muchos visitantes. Es momento de mostrar todo el
potencial que tiene nuestra gente, porque hace falta que ingresen recursos a la
alicaída economía que permanece en profunda debacle como herencia del gobierno
macrista.
No creo que
la asunción de Fernández resuelva todos los problemas del país, porque ni él ni
nadie podrían revertir en un corto plazo el escenario actual sin implementar un
paquete de medidas rápidas y efectivas. El comienzo debe ser la producción y el
empleo. Garantizar que no se pierdan más puestos de trabajo y recomponer los
salarios. De esta manera, el notorio desfasaje existente entre el salario real
y el costo de vida podrá reducirse. El resultado, se me ocurre pensar, tendría
que verse replicado en un mayor consumo, que la gente tenga plata para gastar
no sólo en alimentarse, sino en comprarse ropa o lo que fuere. El problema es
que venimos de muchos años de retroceso, y costará otros tantos retomar la
senda del crecimiento. El kirchnerismo tuvo sus años de bonanza, digamos entre
2003 y 2007, pero luego comenzó a agudizarse la corrupción, el saqueo de la
obra pública, y la inflación ya fue incontenible. Sería necio afirmar que Macri
nos llevó a esta situación, cuando ya veníamos en el último tramo de CFK, de un
panorama crítico, y cada cual buscaba “salvarse” para cuidar su pellejo.
En esta
Argentina siglo XXI que no deja de sorprendernos, hay compatriotas que viven al
margen de todo: sin electricidad, luz, gas, cloacas, teléfono, y obviamente sin
Internet. Y no hay que alejarse demasiado de Buenos Aires para comprobarlo. La
pregunta que uno suele hacerse, y que surge naturalmente cuando somos testigos
directos de estos casos de extrema indigencia y precariedad, es: "¿Qué
puedo hacer?" Probablemente, muy poco, excepto sentirnos culpables por
tener todas las cosas de las cuales estas almas carecen. Y es así, porque casi
sin darte cuenta empezás a pensar “de qué me quejo”, si este pobre tipo no
tiene acceso a los servicios mínimos que le garanticen bienestar y calidad de
vida. Y estoy acá, con cuatro paredes y un techo, haciendo filosofía barata en
la Web, y hay gente que la pasa realmente mal, durmiendo en la calle,
abrigándose con cartones o con mantas viejas y corroídas por la intemperie. Y
cuando llega el verano, ven pasar a quienes se van de vacaciones a la Costa, o
simplemente tienen la posibilidad de darse un chapuzón en una pileta pública,
mientras ellos padecen el sol calcinante, los mosquitos, los días
interminables, y esas horas que parecen ser eternas en las largas jornadas del estío.
Nunca fui una persona de grandes gestos solidarios, ni se trata tampoco de
sentir lástima por nadie, pero sí tengo el criterio suficiente para darme
cuenta de que alguien debería hacer algo para que estos argentinos tengan sus
necesidades básicas satisfechas, lo cual me supera y me excede totalmente.
Porque el Estado es una agujero negro donde va a parar la guita que todos
aportamos a la AFIP, con dietas altísimas de diputados, senadores, y ñoquis. Si
estamos en una situación de emergencia, empecemos por plantear un ajuste serio
que involucre a todos los sueldos políticos, y del poder judicial: para ellos,
que cobran en seis cifras, la crisis nunca existió, porque siempre tuvieron la
heladera llena y el hambre nunca golpeó a su puerta. Punto final.
3 de noviembre de 2019
A salvar el pellejo de los oportunistas de turno
La vida es complicada. Porque se trata de un aprendizaje que nunca termina. Hay gente que se dedica a cagar al resto, ya sea con plata o con otros artilugios que les funcionan muy bien. Es común que operen a través de los grupos de "Compra Venta" de Facebook. Porque son buscas, están esperando la oportunidad, que alguno pique y muerda el anzuelo. Cuando uno vende algo, le pone un precio que debe ser el que corresponde pagar, pero siempre te piden una rebaja porque saben que vos sos honesto. En cambio, cuando comprás (si tenés la suerte de que el celular o la tablet no esté roto), terminás pagando hasta el último centavo. Después desaparecen, o se crean otra cuenta de FB con un perfil falso. Por ese motivo me abstengo en lo sucesivo de hacer uso de esos grupos, y sería injusto generalizar porque hay gente de bien que se gana la vida vendiendo pasteles, facturas, o lo que fuere. Las ovejas negras son comparables a las manzanas podridas. Hay que estar muy atentos, fijarse bien el precio real del producto en Mercado Libre tomando éste como referencia, y el que no esté dispuesto a pagar lo que uno pide, que no lo haga, así de simple.
No hay nada más contraproducente que buscar respuestas en lugares equivocados, o con gente que no comprende lo que te está pasando. Esto puede suceder por miopía intelectual, o porque no son capaces de ponerse en el pellejo ajenos. Y traigo a colación lo que mencionaba antes: aun en un período de espiral inflacionaria como el actual, no estoy dispuesto a pagar el valor que se les antoje a los mercaderes de turno para comer un asado o beber una cerveza.
Todos hemos tropezado dos veces con la misma piedra, y si bien es cierto que de los errores se aprende, hay momentos o situaciones que nos inducen a caer en esos errores. Las cosas no ocurren porque sí, al menos para mí. Cada uno actúa en función de las opciones que tiene disponibles, y hay veces en que hay que elegir el mal menor, porque ninguna de ellas nos satisface plenamente. Ya hemos hablado aquí del boom de los libros de autoayuda, un fenómeno típico de la posmodernidad, de una sociedad y de un estilo de vida que se ha ido imponiendo en los últimos años. El mundo de hoy exige rapidez, información al instante, comunicación inmediata vía Internet y redes sociales, pero confundimos a esto con un avance o una evolución. Es absurdo renegar de la tecnología, pero también lo es volverse prisionero de ella. Para los fanáticos de los discos de vinilo, por ejemplo, la aparición del CD en la década del '90 significó el principio del fin. Y para quienes en su momento adoptamos el CD, los archivos de mp3 o el pendrive constituyen otra experiencia de escuchar música. Por eso uno se va adaptando a estos nuevos hábitos, dentro de lo posible.
Lo que ocurre es que el ocio también ha cambiado. Tomar mate en un parque o en una plaza ya no es tenido en cuenta para un grupo de adolescentes que pasan horas frente a una Playstation. El hábito de comprar un diario es totalmente ajeno para estos jóvenes, que sólo leen los textos escolares, en el mejor de los casos. Tampoco les interesa navegar en un diario online, porque las redes sociales insumen la mayoría de su tiempo. Creo que muchas cosas están cambiando, y no todos podemos adaptarnos a ese cambio, porque somos de generaciones diferentes. Si a mí, que soy relativamente joven, a veces me cuesta, no quiero ni pensar el esfuerzo que le demanda a una persona de 70 años, por ejemplo. Tener que hacer un reclamo por teléfono es casi una tortura. Ya no hay una persona detrás de un mostrador, hay un número al cual llamar para elevar una queja que nunca llega. En fin, así estamos. Esta noche de domingo, a las 21: 58 hs, ando algo nostálgico, quizás. Se me ocurre pensar no es ni más ni menos que un signo de los tiempos que vivimos. Punto final.
No hay nada más contraproducente que buscar respuestas en lugares equivocados, o con gente que no comprende lo que te está pasando. Esto puede suceder por miopía intelectual, o porque no son capaces de ponerse en el pellejo ajenos. Y traigo a colación lo que mencionaba antes: aun en un período de espiral inflacionaria como el actual, no estoy dispuesto a pagar el valor que se les antoje a los mercaderes de turno para comer un asado o beber una cerveza.
Todos hemos tropezado dos veces con la misma piedra, y si bien es cierto que de los errores se aprende, hay momentos o situaciones que nos inducen a caer en esos errores. Las cosas no ocurren porque sí, al menos para mí. Cada uno actúa en función de las opciones que tiene disponibles, y hay veces en que hay que elegir el mal menor, porque ninguna de ellas nos satisface plenamente. Ya hemos hablado aquí del boom de los libros de autoayuda, un fenómeno típico de la posmodernidad, de una sociedad y de un estilo de vida que se ha ido imponiendo en los últimos años. El mundo de hoy exige rapidez, información al instante, comunicación inmediata vía Internet y redes sociales, pero confundimos a esto con un avance o una evolución. Es absurdo renegar de la tecnología, pero también lo es volverse prisionero de ella. Para los fanáticos de los discos de vinilo, por ejemplo, la aparición del CD en la década del '90 significó el principio del fin. Y para quienes en su momento adoptamos el CD, los archivos de mp3 o el pendrive constituyen otra experiencia de escuchar música. Por eso uno se va adaptando a estos nuevos hábitos, dentro de lo posible.
Lo que ocurre es que el ocio también ha cambiado. Tomar mate en un parque o en una plaza ya no es tenido en cuenta para un grupo de adolescentes que pasan horas frente a una Playstation. El hábito de comprar un diario es totalmente ajeno para estos jóvenes, que sólo leen los textos escolares, en el mejor de los casos. Tampoco les interesa navegar en un diario online, porque las redes sociales insumen la mayoría de su tiempo. Creo que muchas cosas están cambiando, y no todos podemos adaptarnos a ese cambio, porque somos de generaciones diferentes. Si a mí, que soy relativamente joven, a veces me cuesta, no quiero ni pensar el esfuerzo que le demanda a una persona de 70 años, por ejemplo. Tener que hacer un reclamo por teléfono es casi una tortura. Ya no hay una persona detrás de un mostrador, hay un número al cual llamar para elevar una queja que nunca llega. En fin, así estamos. Esta noche de domingo, a las 21: 58 hs, ando algo nostálgico, quizás. Se me ocurre pensar no es ni más ni menos que un signo de los tiempos que vivimos. Punto final.
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