Hace unos días, me encontré con un amigo que tiene un negocio en el Centro. Cuando no hay clientes, suele sacar una sillita a la vereda, fumarse un pucho y ponerse a pensar quién sabe qué. Lo interesante es que la última vez que lo vi, la escena cambió. "¿Estás fumando mucho?" le pregunté. "No, dejé el cigarrillo, antes de la cuarentena". Me quedé estupefacto, ya que el consumo de tabaco se incrementó de manera notable, precisamente, en la cuarentena, cuando había demasiado tiempo al pedo en medio del confinamiento. Por lo tanto, este chico hace ya un año que dejó el vicio, siempre según su relato. En abril del año pasado, los atados de cigarrillos comenzaron a escasear, aparecieron marcas de pésima calidad y totalmente desconocidas, y el fumador empedernido acepta pagar el precio que sea. Muchos hicieron una gran diferencia económica al cobrar una atado a precios exorbitantes. Fue como la época de la Ley Seca, hasta te los enviaban por delivery. Cuando las tabacaleras reanudaron su producción, se terminó el curro.
Dejar de fumar es terriblemente difícil, incluso más que drogas ilegales como la cocaína, según leí en algún lado. Soy fumador y preso de un vicio, el cual hizo que una simple gripe tardara casi 10 días en curarse. Cuando me enfermé, hará dos semanas, nunca se me cruzó por la cabeza tener COVID, porque no había ningún síntoma de ello, no tenía fiebre, ni pérdida de gusto u olfato. Pero me di cuenta de que son avisos o "señales" que te va dando el cuerpo, ya que en el hipotético caso de haber contraído COVID, ser fumador es un factor de riesgo. Alguien podrá decir que una gripe común y corriente no es para darle tantas vueltas al asunto, pero eso depende de cómo le cae la ficha a cada uno.
Durante un tiempo compraba unos chicles con nicotina (Nicotinell), que en teoría te ayudan a dejar el tabaquismo. Lo único bueno es que, aunque esos chicles contengan la droga que es el principio activo de los cigarros, no tragás el humo y preservás tus pulmones. Son importados y carísimos, sirven para un tratamiento a corto plazo solamente.
A veces me asombro de ver, cuando voy al kiosco, gente que compra tres o cuatro atados, estamos hablando de 600 pesos o más, que es mucha guita. Hasta ahora, yo compro una cajetilla de 10 y con eso me doy por satisfecho. La meta principal que me he fijado en infinidad de ocasiones es dejar de depender del tabaco, pero en última instancia me tranquiliza un poco saber que siempre compro la misma cantidad. En los bares se ve mucho: es casi automático el hecho de tomar un café o una cerveza y encender un cigarrillo, y creo que lo mejor es desintoxicar el cuerpo de a poco. No soy médico, pero pienso que una buena manera de intentar lograrlo es beber abundante agua y buscar ese efecto levemente sedativo del pucho en un té de tilo o en un ansiolítico recetado, por ejemplo. Veremos como sigue esta novela. Punto final.
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