Blog de Lobos, ARG, desde hace 20 años en la Web.
31 de diciembre de 2017
Gracias por compartir un año más juntos!
Llegó el final. El día 31. La verdad es que tenía ganas de escribir algo ayer, pero por distintos motivos no se pudo dar. No voy a entrar a reflexionar sobre 2018, porque siempre hago lo mismo y termina convirtiéndose en un aburrido anuario . Sí voy a comentarles lo que pienso que puede suceder.
- Si aumenta la presión sobre los contribuyentes, con más impuestos, o aumentando lo que ya existen, vamos por un pésimo camino. Hay quienes buscan desalentar el consumo para que la gente no gaste y ello no genere inflación, y otros que sostienen lo contrario. Sea como fuere. Los años pasan y ninguna receta ha dado resultado. No hay mucho para inventar porque la economía es una ciencia.
- Por supuesto,ni te molestes en esperar nada de los políticos, ni de los dirigentes...es más, de ninguna autoridad de gobierno. Porque para ellos, no valemos nada tampoco. Lo que no hacés por vos mismo, ningún ministro te lo va a resolver. Y aunque es cierto que cada dos años hay elecciones y es nuestra única oportunidad de expresarnos, hasta que no se elimine la "lista sábana" y se implemente el voto electrónico, seguirán ocupando cargos personas de dudosa autoridad moral y con antecedentes de haber pasado por numerosos partidos políticos.
- Al ser un año de transición, en 2018 se podrá advertir si Macri está en condiciones de ser reelecto, según lo que marquen las encuestas. Aunque no lograría (hipotéticamente) el caudal de votos de 2015, si el peronismo continúa fragmentado y casi en knock out, todo es posible. Porque no va a encontrar un escollo, una oposición genuina. Es decir, que si se postula para 2019 será más por errores ajenos que por méritos propios.
- Quien sí tiene grandes chances de ser reelecta es Vidal, en la Provincia de Buenos Aires. Hoy por hoy, es una de las dirigentes con mejor imagen del país. Inclusive, la preferencia popular la ubica a la Gobernadora varios puntos por encima de Macri. Por eso, en caso de que el Presidente no goce del respaldo del electorado, una buena chance sería candidatear a María Eugenia Vidal para la Casa Rosada. "Heidi", como la denomina la oposición despectivamente, se ha mandado algunas cagadas, pero aún así suena más creíble que el propio Macri, en sus declaraciones públicas. No tiene un perfil tan tecnócrata.
- Por último, queridos amigos, comprendamos que hay cosas que no podemos manejar o no está a nuestro alcance hacerlo, y no saturemos el próximo año de metas inútiles y sin sentido, dejemos que el tiempo fluya naturalmente, las agujas del reloj correrán igual aunque querramos que sea más de prisa. Una cosa es aceptar la realidad, y otra es resignarse a que sea así por tiempo indeterminado. Tendremos que armarnos de paciencia, y esperar el milagro de la Selección en el Mundial de Rusia.
Punto final, yun abrazo a todos ustedes!
28 de diciembre de 2017
Dólar por las nubes e inflación creciente: cóctel fatal
Fin de año caliente: no sólo el dólar sigue aumentando y no parece tener techo. Además, las previsiones sobre la inflación que hizo el Gobierno en 2016 y 2017 distaron mucho de la realidad. En 2016, los precios aumentaron casi un 50 %, y en este año, un 24 %. En rigor de verdad, los argentinos padecimos a diario estos incrementos de todo tipo, pero los "expertos" del Banco Central parecen no haberse dado cuenta, y celebran como un mérito haber lanzado un billete de 1.000 pesos, que, dentro de poco, equivaldrá apenas a 50 dólares.
Desde luego, cuando de aprobar el Presupuesto se trata, nuestros legisladores hacen lo que les ordenan sus respectivos gobernadores de las provincias que representan, o los "caciques" que tengan mayor autoridad. Ellos tienen aseguradas sus dietas, de manera que lo que pueda suceder para la gente de a pie, les importa muy poco.
Sin embargo, y para quitarle un poco de pesimismo a esta nota, hay cosas que no dependen de quienes nos gobiernan o de nuestros superiores, sino de nosotros mismos. 2018 puede ser un gran año, o pasar totalmente inadvertido. Lo más importante, al menos para mí, es la salud mental y física. Tener la capacidad para seguir trabajando, para razonar, leer, escribir, o lo que cada uno desee hacer. Y como sostengo siempre, el 31 a la noche, no empecemos a proponernos metas que difícilmente logremos alcanzar. Sí se puede vivir cada día pensando en concretarlas, con el consabido "sólo por hoy": sólo por hoy no voy a fumar, sólo por hoy no voy a beber en exceso, o lo que fuere. Suena simple, pero te compromete mucho más que el mero hecho de decir: "a partir del 1º de enero no fumo más". Porque ir transitando día por día, y plantearse objetivos para cada uno de ellos, es más exigente por un lado, pero no te frustra tanto por el otro.
El compromiso de trabajar y de hacerlo lo mejor posible, también es parte de esto. A la larga, se ven los frutos. No me refiero a lo económico. Ser responsable y no faltar a la verdad, sobre todo en el periodismo, te otorga credibilidad, que es el mayor valor que podemos tener quienes nos dedicamos a esto. La confianza, en todos los órdenes de la vida, no viene gratis, hay que ganársela, y es lógico, porque nadie confía en quien no ofrece garantías. Yo rara vez me pongo a pensar en cómo me ven los lectores, porque no puedo estar en la mente de cada uno de ellos, sí me gratifica ver que confían en mí como medio de información. Del mismo modo que hay plomeros, albañiles, carpinteros, que todos recomiendan porque realizan bien su trabajo. Esa es la clave, me parece, y no esperar a que los demás decidan por nosotros, ser testigos pasivos del devenir cotidiano. Un fuerte abrazo, y punto final.
Desde luego, cuando de aprobar el Presupuesto se trata, nuestros legisladores hacen lo que les ordenan sus respectivos gobernadores de las provincias que representan, o los "caciques" que tengan mayor autoridad. Ellos tienen aseguradas sus dietas, de manera que lo que pueda suceder para la gente de a pie, les importa muy poco.
Sin embargo, y para quitarle un poco de pesimismo a esta nota, hay cosas que no dependen de quienes nos gobiernan o de nuestros superiores, sino de nosotros mismos. 2018 puede ser un gran año, o pasar totalmente inadvertido. Lo más importante, al menos para mí, es la salud mental y física. Tener la capacidad para seguir trabajando, para razonar, leer, escribir, o lo que cada uno desee hacer. Y como sostengo siempre, el 31 a la noche, no empecemos a proponernos metas que difícilmente logremos alcanzar. Sí se puede vivir cada día pensando en concretarlas, con el consabido "sólo por hoy": sólo por hoy no voy a fumar, sólo por hoy no voy a beber en exceso, o lo que fuere. Suena simple, pero te compromete mucho más que el mero hecho de decir: "a partir del 1º de enero no fumo más". Porque ir transitando día por día, y plantearse objetivos para cada uno de ellos, es más exigente por un lado, pero no te frustra tanto por el otro.
El compromiso de trabajar y de hacerlo lo mejor posible, también es parte de esto. A la larga, se ven los frutos. No me refiero a lo económico. Ser responsable y no faltar a la verdad, sobre todo en el periodismo, te otorga credibilidad, que es el mayor valor que podemos tener quienes nos dedicamos a esto. La confianza, en todos los órdenes de la vida, no viene gratis, hay que ganársela, y es lógico, porque nadie confía en quien no ofrece garantías. Yo rara vez me pongo a pensar en cómo me ven los lectores, porque no puedo estar en la mente de cada uno de ellos, sí me gratifica ver que confían en mí como medio de información. Del mismo modo que hay plomeros, albañiles, carpinteros, que todos recomiendan porque realizan bien su trabajo. Esa es la clave, me parece, y no esperar a que los demás decidan por nosotros, ser testigos pasivos del devenir cotidiano. Un fuerte abrazo, y punto final.
26 de diciembre de 2017
La Navidad que todos nos merecemos tener
Transcurrió la Nochebuena con tranquilidad en mi casa, sin demasiada euforia, simplemente nos sentamos a la mesa a comer, tratando de dejar las diferencias de lado y de pasar un momento agradable. Y el 25 la ciudad se volvió un desierto, entre aquellos que tomaron de más y los que se fueron a dormir tarde (o ambas cosas). Me rompió las bolas la pirotecnia, como todos los años, pero me dio la impresión de que fue menor a otras Navidades.
En realidad, como no soy muy creyente, consideré a esa fecha como una oportunidad para cenar y compartir una celebración que desde hace tiempo se desvirtuó. Hace poco, leí una nota en La Nación, de un grupo de porteños que decidió festejar el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving), típica de los yanquis, y es entonces cuando uno se preguntá adónde vamos a parar. Un grupo de pelotudos que creen que es "cool" cocinar un pavo recreando la escena que vimos en innumerables películas del país del Norte, y tal vez no merezca la pena rasgarse las vestiduras por eso, sino reflexionar acerca de cómo fueron cambiando los festejos en nuestra infancia, o la de nuestros padres, hasta la actualidad.
Alguien podrá decirme que no soy quién para juzgar, y es cierto. Pero no se trata de eso, sino de la gansada de que los shoppings en Buenos Aires estén abiertos hasta última hora el 24 por la noche, por si alguno olvidó comprar su "regalo". Siempre es gratificante recibir un regalo o un obsequio, pero entre los celulares, los videos que se viralizan, y todos estos cambios que nos están volviendo cada vez más esclavos de un aparatito, es para pensarlo. Un aparato que originariamente fue concebido para enviar y recibir llamadas, y que hoy es el objeto de deseo de muchos, porque Samsung, Apple, o cualquier empresa del mercado le agregó a su línea de teléfonos móviles una boludez nueva.
¿Se acuerdan de los recitales de rock, en los que la gente disfrutaba del show y acompañaba el espectáculo con encendedores? Eso no existe más. Lo he visto en varios DVD de shows de grandes artistas. La gente está embobada sacando fotitos, como diciendo "estuve ahí", y se pierde la experiencia de un riff de guitarra, un solo de batería, y todo lo que hace especial un concierto en vivo. Por supuesto, yo también saco fotos con mi teléfono, no lo voy a negar. Pero me gusta fotografiar paisajes, la puesta del sol, captar el momento justo. O retratar a mis amigos y familia. A veces lo consigo, otras no. Y claro, uno tiene su cuota de vanidad como todo el mundo, por eso si voy a un lugar nuevo o que no frecuento hace tiempo, me saco una foto a modo de recuerdo. Pero no mucho más que eso.
Me fastidia estar conversando con alguien, después de mucho tiempo, y que en lugar de ponernos al tanto de nuestra vidas, se genere una situación en la cual el celular no para de sonar con los "mensajitos". Flaco, es una hora de tu tiempo, estamos tomando algo en un bar, ponelo en silencio, no arruines el momento. Bueno, por hoy no me quejo más. Punto final.
En realidad, como no soy muy creyente, consideré a esa fecha como una oportunidad para cenar y compartir una celebración que desde hace tiempo se desvirtuó. Hace poco, leí una nota en La Nación, de un grupo de porteños que decidió festejar el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving), típica de los yanquis, y es entonces cuando uno se preguntá adónde vamos a parar. Un grupo de pelotudos que creen que es "cool" cocinar un pavo recreando la escena que vimos en innumerables películas del país del Norte, y tal vez no merezca la pena rasgarse las vestiduras por eso, sino reflexionar acerca de cómo fueron cambiando los festejos en nuestra infancia, o la de nuestros padres, hasta la actualidad.
Alguien podrá decirme que no soy quién para juzgar, y es cierto. Pero no se trata de eso, sino de la gansada de que los shoppings en Buenos Aires estén abiertos hasta última hora el 24 por la noche, por si alguno olvidó comprar su "regalo". Siempre es gratificante recibir un regalo o un obsequio, pero entre los celulares, los videos que se viralizan, y todos estos cambios que nos están volviendo cada vez más esclavos de un aparatito, es para pensarlo. Un aparato que originariamente fue concebido para enviar y recibir llamadas, y que hoy es el objeto de deseo de muchos, porque Samsung, Apple, o cualquier empresa del mercado le agregó a su línea de teléfonos móviles una boludez nueva.
¿Se acuerdan de los recitales de rock, en los que la gente disfrutaba del show y acompañaba el espectáculo con encendedores? Eso no existe más. Lo he visto en varios DVD de shows de grandes artistas. La gente está embobada sacando fotitos, como diciendo "estuve ahí", y se pierde la experiencia de un riff de guitarra, un solo de batería, y todo lo que hace especial un concierto en vivo. Por supuesto, yo también saco fotos con mi teléfono, no lo voy a negar. Pero me gusta fotografiar paisajes, la puesta del sol, captar el momento justo. O retratar a mis amigos y familia. A veces lo consigo, otras no. Y claro, uno tiene su cuota de vanidad como todo el mundo, por eso si voy a un lugar nuevo o que no frecuento hace tiempo, me saco una foto a modo de recuerdo. Pero no mucho más que eso.
Me fastidia estar conversando con alguien, después de mucho tiempo, y que en lugar de ponernos al tanto de nuestra vidas, se genere una situación en la cual el celular no para de sonar con los "mensajitos". Flaco, es una hora de tu tiempo, estamos tomando algo en un bar, ponelo en silencio, no arruines el momento. Bueno, por hoy no me quejo más. Punto final.
22 de diciembre de 2017
La vida se construye de momentos sencillos
Dejemos de esperar momentos inolvidables, simplemente esperemos que sucedan. Dejemos de tener la soberbia de quien ha leído dos páginas, y aprendamos a escuchar antes de hablar. Basta ya de creer todo lo que nos dicen los grandes medios de comunicación. Aprendamos a tener pensamiento crítico, y de esta manera no recibiremos todo "masticado", sino que tendremos que procesarlo en nuestra mente.Ya nadie se acuerda del submarino hundido, excepto los familiares de las víctimas. Esto ocurre porque los medios "marcan la agenda", como dije alguna vez, y es triste pensar que nunca se llegará a saber qué pasó en realidad.
Volviendo a lo que comentaba al principio, la vida se construye de momentos, que pueden ser gratos o no, pero no podemos permanencer ajenos a muchas cosas que nos pasan y que naturalmente nos afectan. No seríamos humanos de ser así. La sabiduría de darle a cada cosa su justa dimensión, lleva tiempo. Y uno de los pilares es tener una vida saludable. Por más guita que tengas, si tu salud se ve resentida, no vas a disfrutar nunca de ese dinero, o te lo vas a gastar en internaciones y remedios. Una cosa es permanecer indiferentes a lo que pasa a nuestro alrededor, y otra es el modo en que asimilamos eso que viene de afuera.
Por último, quería desearles a todos una feliz Navidad, no importa si la pasan con sus familias, con amigos, o solos. Lo que realmente vale, es que sea una noche en la cual hagamos un "pacto de no agresión", con nosotros mismos y con los demás. Punto final.
Volviendo a lo que comentaba al principio, la vida se construye de momentos, que pueden ser gratos o no, pero no podemos permanencer ajenos a muchas cosas que nos pasan y que naturalmente nos afectan. No seríamos humanos de ser así. La sabiduría de darle a cada cosa su justa dimensión, lleva tiempo. Y uno de los pilares es tener una vida saludable. Por más guita que tengas, si tu salud se ve resentida, no vas a disfrutar nunca de ese dinero, o te lo vas a gastar en internaciones y remedios. Una cosa es permanecer indiferentes a lo que pasa a nuestro alrededor, y otra es el modo en que asimilamos eso que viene de afuera.
Por último, quería desearles a todos una feliz Navidad, no importa si la pasan con sus familias, con amigos, o solos. Lo que realmente vale, es que sea una noche en la cual hagamos un "pacto de no agresión", con nosotros mismos y con los demás. Punto final.
21 de diciembre de 2017
Dispuesto a afrontar lo que venga, la única manera de vivir
Diciembre suele ser un mes convulsionado en esta Argentina siglo XXI. Desde el estallido social de fines de 2001, se ha convertido en una constante que la violencia gane las calles de todas las formas posibles. Ya de por sí, aunque aquella página negra nunca hubiera ocurrido, la gente común se muestra particularmente irritable y ansiosa, como si quisiera realizar en un mes todo lo que no hizo en los 11 anteriores. Es lógico pensar que hay un agotamiento mental en muchos que le pusimos primera en enero y todavía no nos dimos un respiro para "bajar un cambio". Estoy harto de quienes complejizan lo sencillo, y de los que quieren hacer simple lo complejo. Es algo muy común, si se ponen a pensar. Los problemas que uno tiene carecen de importancia para el resto, sin embargo, los ajenos parece ser que sí, y que uno tiene que escucharlos, intoxicándose con una serie de rollos de los más diversos. Los que laburamos en la calle estamos más expuestos, porque desde dificultades económicas, hasta desgracias familiares, la gente te cuenta, como si estuvieran en un confesionario. Realmente hay cosas mías que no puedo resolver, por lo tanto, tengo poca autoridad para resolver la vida de los otros. Puedo emitir una opinión a modo de consejo, pero no mucho más. Hay que tratar de lidiar con lo que nos depara cada día, y si bien es bueno desahogarse, no debe convertirse en un hábito.
Se termina un ciclo, pero hay quienes ven la vida como una continuidad, no la miden en meses o en años. Creo que es un buen enfoque, porque el 31 de diciembre no se termina nada, los hechos seguirán su curso, y deberemos afrontar situaciones ingratas o no tanto. De más está decir que no tengo ninguna expectativa en el Gobierno, que me decepcionó en casi todos los aspectos, y lo único que se puede hacer, es creer y confiar en que el propio esfuerzo dará sus frutos. Insistir, una y otra vez, para conseguir una publicidad, o para hacer un trámite, ir veinte veces hasta que al final les ganes por cansancio. Van a estar tan fastidiados de ver tu cara todos los días reclamando lo que es justo, que de alguna manera te darán una compensación. Porque como bien dice el tango: "el que no llora, no mama". Como sostuve alguna vez, la vida es una lucha, pero vale la pena dar pelea. Punto final.
Se termina un ciclo, pero hay quienes ven la vida como una continuidad, no la miden en meses o en años. Creo que es un buen enfoque, porque el 31 de diciembre no se termina nada, los hechos seguirán su curso, y deberemos afrontar situaciones ingratas o no tanto. De más está decir que no tengo ninguna expectativa en el Gobierno, que me decepcionó en casi todos los aspectos, y lo único que se puede hacer, es creer y confiar en que el propio esfuerzo dará sus frutos. Insistir, una y otra vez, para conseguir una publicidad, o para hacer un trámite, ir veinte veces hasta que al final les ganes por cansancio. Van a estar tan fastidiados de ver tu cara todos los días reclamando lo que es justo, que de alguna manera te darán una compensación. Porque como bien dice el tango: "el que no llora, no mama". Como sostuve alguna vez, la vida es una lucha, pero vale la pena dar pelea. Punto final.
18 de diciembre de 2017
Batalla campal en el Congreso
Definitivamente, hoy no fue una joranda más en el país. Se sabía que podía ocurrir algo así, pero ni el más pesimista de los analistas podría haber presagiado algo semejante. Buenos Aires convertida en una ciudad sitiada, saturada de policías, que aún así no pudieron controlar a un nutrido grupo de activistas de ultraizquierda que les arrojaron todo lo que encontraban. Improvisaron piedras destrozando baldosas y bancos de hormigón de las plazas, hasta pudo verse una suerte de "mortero" que uno de estos sujetos hizo detonar contra los uniformados.
Desde que tomé conocimiento del proyecto de reforma previsional, me opuse, y lo consideré profundamente injusto, pero nunca se me pasaría por la cabeza expresar mi rechazo por medio de la violencia. Una violencia que trasgredió todos los límites, si es que los hay. Partidos políticos que cuando se presentan a elecciones generales obtienen (por ser generosos) un 3 % de los votos, y que nunca llegarán al poder porque la mayoría de la sociedad repudia su mirada retrógada, encuentran como nefasto paliativo la destrucción, el vandalismo, que no fue espontáneo sino rigurosamente planeado en el común de los casos. En realidad, a ellos tampoco les importan un carajo los jubilados, en una causa que abrazaron como propia y que no les pertenece. O al menos, no es privativa de estos movimientos izquierdistas.
Me tomé el trabajo de ver todos los canales de noticias. ¿Hubo represión de Policía y Gendarmería? Sí, hubo. ¿Hubo heridos con balas de goma? También. Pero el objetivo de estos grupúsculos era ganar la Plaza Congreso, y de ser posible, derribar el vallado para irrumpir en el Palacio Legislativo. Por un momento creyeron lograrlo, aunque las fuerzas de seguridad consiguieron un mínimo orden en el medio del caos generalizado.
Lo peor de todo, es que estos pseudo-dirigentes, tienen varios adeptos, idiotas útiles muchos de ellos, ignorantes otros, que pretenden hacer una réplica patética de las gestas revolucionarias. Sí, son patéticos. Dan vergüenza. Pero quizás lo más grave, es que hay sectores de la oposición más moderada que los financian para que puedan consumar su propósito.
Toda la vida me pronuncié en contra de cualquier abuso de las fuerzas de seguridad, pero considero que esta vez actuaron del modo correcto. De hecho, hay más de 80 policías heridos, que probablemente no eligieron estar allí, sino que debieron hacerlo por una orden emanada de un superior. Esto no hace más que demostrar que los argentinos no aprendimos nada, 34 años de democracia al pedo, con políticos que nos meten la mano en el bolsillo, y estos aprendices del troskismo que ni siquiera saben realmente lo que la verdadera izquierda representa. En síntesis, son una caricatura de la propia ideología que dicen representar. Punto final.
Desde que tomé conocimiento del proyecto de reforma previsional, me opuse, y lo consideré profundamente injusto, pero nunca se me pasaría por la cabeza expresar mi rechazo por medio de la violencia. Una violencia que trasgredió todos los límites, si es que los hay. Partidos políticos que cuando se presentan a elecciones generales obtienen (por ser generosos) un 3 % de los votos, y que nunca llegarán al poder porque la mayoría de la sociedad repudia su mirada retrógada, encuentran como nefasto paliativo la destrucción, el vandalismo, que no fue espontáneo sino rigurosamente planeado en el común de los casos. En realidad, a ellos tampoco les importan un carajo los jubilados, en una causa que abrazaron como propia y que no les pertenece. O al menos, no es privativa de estos movimientos izquierdistas.
Me tomé el trabajo de ver todos los canales de noticias. ¿Hubo represión de Policía y Gendarmería? Sí, hubo. ¿Hubo heridos con balas de goma? También. Pero el objetivo de estos grupúsculos era ganar la Plaza Congreso, y de ser posible, derribar el vallado para irrumpir en el Palacio Legislativo. Por un momento creyeron lograrlo, aunque las fuerzas de seguridad consiguieron un mínimo orden en el medio del caos generalizado.
Lo peor de todo, es que estos pseudo-dirigentes, tienen varios adeptos, idiotas útiles muchos de ellos, ignorantes otros, que pretenden hacer una réplica patética de las gestas revolucionarias. Sí, son patéticos. Dan vergüenza. Pero quizás lo más grave, es que hay sectores de la oposición más moderada que los financian para que puedan consumar su propósito.
Toda la vida me pronuncié en contra de cualquier abuso de las fuerzas de seguridad, pero considero que esta vez actuaron del modo correcto. De hecho, hay más de 80 policías heridos, que probablemente no eligieron estar allí, sino que debieron hacerlo por una orden emanada de un superior. Esto no hace más que demostrar que los argentinos no aprendimos nada, 34 años de democracia al pedo, con políticos que nos meten la mano en el bolsillo, y estos aprendices del troskismo que ni siquiera saben realmente lo que la verdadera izquierda representa. En síntesis, son una caricatura de la propia ideología que dicen representar. Punto final.
16 de diciembre de 2017
Temporal feroz y sábado a oscuras
Sábado complicado en Lobos. El feroz temporal de lluvia y viento me obligó a recluirme en mi casa buena parte del día. Con las persianas bajas, para que el agua no golpeara en la ventana, lo cual deteriora notablemente los postigos. Me dediqué a desgrabar unas notas que había hecho, material que tenía en "parrilla" y que me pareció útil publicar. En determinado momento de la tarde, cerca de las 15, se bajó la tensión de tal manera, que la luz del velador estuvo a punto de apagarse. Desconecté todos los aparatos y lo único que podía hacer era leer algún libro, un hábito que nunca viene mal.
Más recientemente, entre las 21 y las 23 hs, la luz se cortó por completo, tanto en las casas del barrio, como en las luminarias del alumbrado público, lo que constituye un verdadero peligro. Cerramos todas las rejas y nos quedamos cenando con velas, algo que no es tan romántico como parece. Estábamos con la familia de mi hermano, y nos pusimos a conversar, a recordar viejos cortes de luz, incluso antes de que la empresa fuera privatizada. Lo más llamativo, es que en esas dos horas, nos comunicamos mucho más que mientras estaba el servicio funcionando. Es decir, sin televisor, con poca batería en el celular, y con una radio a pilas, nos dispusimos a cenar tranquilos mientras hablábamos de bueyes perdidos. Cuando volvió la luz, es como si se hubiera roto el hechizo: todos volvieron a sus respectivos celulares, o a lo que estaban haciendo antes.
Siempre que ocurre un fenómeno meteorológico como éste, es inevitable para mí pensar en aquellas familias que tienen una vivienda precaria, o que viven sin los servicios esenciales. Y no hay que ir muy lejos para comprobarlo: aquí mismo, en Lobos o en Empalme, vemos gente que quedó totalmente excluida y librada a su suerte, porque nadie se ocupa de ellos excepto cuando hay elecciones (sean del partido que fueren). Quizás por eso, aunque renegué por no tener luz (que probablemente se corte otra vez), no fue una tragedia ni muchos menos, más tarde o más temprano iba a volver. Y como suele ocurrir, me acuerdo de la necesidad de tener una linterna, justo en estos momentos. El lunes seguro que compro una, que sea berreta nomás, pero que alcance para iluminar lo suficiente y no andar a los tumbos con la casa a oscuras. Punto final.
Más recientemente, entre las 21 y las 23 hs, la luz se cortó por completo, tanto en las casas del barrio, como en las luminarias del alumbrado público, lo que constituye un verdadero peligro. Cerramos todas las rejas y nos quedamos cenando con velas, algo que no es tan romántico como parece. Estábamos con la familia de mi hermano, y nos pusimos a conversar, a recordar viejos cortes de luz, incluso antes de que la empresa fuera privatizada. Lo más llamativo, es que en esas dos horas, nos comunicamos mucho más que mientras estaba el servicio funcionando. Es decir, sin televisor, con poca batería en el celular, y con una radio a pilas, nos dispusimos a cenar tranquilos mientras hablábamos de bueyes perdidos. Cuando volvió la luz, es como si se hubiera roto el hechizo: todos volvieron a sus respectivos celulares, o a lo que estaban haciendo antes.
Siempre que ocurre un fenómeno meteorológico como éste, es inevitable para mí pensar en aquellas familias que tienen una vivienda precaria, o que viven sin los servicios esenciales. Y no hay que ir muy lejos para comprobarlo: aquí mismo, en Lobos o en Empalme, vemos gente que quedó totalmente excluida y librada a su suerte, porque nadie se ocupa de ellos excepto cuando hay elecciones (sean del partido que fueren). Quizás por eso, aunque renegué por no tener luz (que probablemente se corte otra vez), no fue una tragedia ni muchos menos, más tarde o más temprano iba a volver. Y como suele ocurrir, me acuerdo de la necesidad de tener una linterna, justo en estos momentos. El lunes seguro que compro una, que sea berreta nomás, pero que alcance para iluminar lo suficiente y no andar a los tumbos con la casa a oscuras. Punto final.
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