22 de noviembre de 2005

EL RELOJ DE ARENA




He aquí dos fotos que me provocan sentimientos encontrados. Desolación, estancamiento, falta de progreso (entendido éste por la concepción de un espacio urbano colorido, funcional y agradable). Son imágenes que también me remiten a mi infancia, si bien es cierto que tanto la estación de Ferrocarril como la calle Salgado -entre Belgrano y Castelli- no revisten la misma fisonomía que tenían cuando quien esto escribe era un niño. La lucha insondable del género humano para emerger de la opresión al espíritu que provoca la nostalgia se da a cada instante. "Todo tiempo pasado fue mejor", ya lo hemos dicho, es una sentencia falsa y simplista, pero, ¿Quién no se ha sentido tentado de esbozar esa línea de razonamiento alguna vez?
Mientras esto acontece, camino por una plaza que parece un campo minado, esquivando baldosas, cascotes, obreros, y escombros, y al contemplar ese esperpento me consuelo con la esperanza de que nuestra entrañable plaza principal florezca, que sea un paseo público que los lobenses nos merecemos,donde quizá no se juegue a la mancha o a la escondida como yo lo hacía veinte años atrás, pero... que haya un sitio donde los ancianos puedan sentarse en un banco bajo la sombra de un árbol para ver caer las tardes del estío , no está nada mal, por cierto.
No quiero emitir un juicio de valor hasta que la obra esté terminada. Sabemos lo mal que nos ha ido a los argentinos por entronizar a la opinión prejuiciosa y no fundamentada como el deporte nacional, de modo que no voy a caer en eso.
Y procuremos "dosificar" la nostalgia, para no vivir atrapados de un pasado que, por definición, no regresará.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...