Me deshice de muchos de ellos, los vendí porque necesitaba hacerme de unos pesos ante un objeto que ya no iba a seguir usando. Por supuesto, uno siempre tiene presente que nunca a aquellas bandas que hicieron historia y que trascendieron por su talento, por su impulso creativo. Por romper con lo establecido. La lista sería larga de enumerar: Pink Floyd, The Doors, Genesis, Led Zeppelin, Bruce Springsteen... y también grupos de rock argentino que desafiaron los estereotipos y la pacatería, como Sumo o Divididos.
Fue así como resolví quedarme con aquellos discos que considero esenciales o de frecuente escucha, e ir dejando de lado lo que se vuelve prescindible, también pensando en una cuestión de espacio.
Por lo general, aprovecho la noche, antes de que me venza el sueño, para dejarme llevar por la magia de los músicos o bandas que supe admirar, y que aún admiro. De vez en cuando, le encuentro el gusto al tango, a artistas innovadores como Piazzolla o Goyeneche. No me gusta la vulgaridad, o que te den todo masticado sin la posibilidad de pensar. En el caso del celular, tengo bastante música y muy heterogénea, pero casi no escucho, salvo cuando emprendo algún viaje y necesito liquidar esas horas muertas con un poco de distensión.
Por lo general, aprovecho la noche, antes de que me venza el sueño, para dejarme llevar por la magia de los músicos o bandas que supe admirar, y que aún admiro. De vez en cuando, le encuentro el gusto al tango, a artistas innovadores como Piazzolla o Goyeneche. No me gusta la vulgaridad, o que te den todo masticado sin la posibilidad de pensar. En el caso del celular, tengo bastante música y muy heterogénea, pero casi no escucho, salvo cuando emprendo algún viaje y necesito liquidar esas horas muertas con un poco de distensión.
Una vez, hablábamos con un amigo de cómo se ha perdido el hábito de escuchar un disco completo, de principio a fin, como si fuera una película. Es todo un signo de los tiempos. Con Spotify y otros servicios similares, la mayoría de los usuarios va "picoteando" por diferentes artistas y rara vez escucha una obra completa. Esto no está bien ni mal, se trata de un símbolo de una época en la cual la mayoría de la gente no toma a una obra discográfica con la misma vara que el cine, o la lectura. Punto final.