Este será uno de mis últimos intentos de publicar un nuevo post en este blog, a menos que el Señor Blogger esté de buen ánimo y me permita verlos publicados al instante, como solía ocurrir hace no tanto tiempo. Escribo y los textos permanecen ahí, en la base de datos del blog, pero la gente no los puede leer y comentar. De qué me sirve entonces? De todas maneras, no pierdo las esperanzas de que esto se normalice. Hoy es lunes y me sorprendo a mí mismo encontrándome tranquilo para lo que suele ser el primer día de la semana. Tras un "weekend" para el olvido, tengo que concentrarme en la semana propiamente dicha, en la vorágine del día a día, mal que me pese.
Son días de recuperar viejos afectos, de hacer las paces, de cerrar heridas que parecían no cicatrizar nunca, de pensar el futuro. Días de presupuesto ajustado y de contar las monedas una por una, porque la maldita inflación carcome tus ahorros. Días de un post que quisiera ver publicado en un corto plazo porque este blog tiene tres años de presencia en la Red y no voy a tirar todo lo que hice por la borda, por culpa de cuestiones totalmente ajenas a mi voluntad.
Y otra vez, mientras redacto estas líneas, la pantalla de la TV me escupe imágenes de una mano misteriosa contando billetes verdes, de colas interminables en las casas de cambio para conseguir la codiciada divisa, de mercados bursátiles que se derrumban como castillos de arena, de un gobierno argentino totalmente inepto para reaccionar y dar un golpe de timón en un país donde todo está atado con alambre. Los que vivimos con lo justo, como quien esto escribe, no tenemos mucho de qué preocuparnos, y lo digo en este sentido: nuestro poder de decisión es totalmente nulo y no tenemos depósito alguno en el banco, de modo que si nos quieren sacar las pocas monedas que tenemos en los bolsillos tendrán que pegarnos un palo por la cabeza.
Son días de recuperar viejos afectos, de hacer las paces, de cerrar heridas que parecían no cicatrizar nunca, de pensar el futuro. Días de presupuesto ajustado y de contar las monedas una por una, porque la maldita inflación carcome tus ahorros. Días de un post que quisiera ver publicado en un corto plazo porque este blog tiene tres años de presencia en la Red y no voy a tirar todo lo que hice por la borda, por culpa de cuestiones totalmente ajenas a mi voluntad.
Y otra vez, mientras redacto estas líneas, la pantalla de la TV me escupe imágenes de una mano misteriosa contando billetes verdes, de colas interminables en las casas de cambio para conseguir la codiciada divisa, de mercados bursátiles que se derrumban como castillos de arena, de un gobierno argentino totalmente inepto para reaccionar y dar un golpe de timón en un país donde todo está atado con alambre. Los que vivimos con lo justo, como quien esto escribe, no tenemos mucho de qué preocuparnos, y lo digo en este sentido: nuestro poder de decisión es totalmente nulo y no tenemos depósito alguno en el banco, de modo que si nos quieren sacar las pocas monedas que tenemos en los bolsillos tendrán que pegarnos un palo por la cabeza.
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