1 de febrero de 2009

Alegría y decepción en un mismo acto

Hoy, la conexión a Internet parece funcionar a pedal. De a ratos da la impresión de querer retomar el vigor y la velocidad habituales, pero luego vuelve a caer. De algún modo, siento que nuestra vida también es así. Los seres humanos somos objeto de permanentes oscilaciones, por hechos ajenos a nuestra voluntad pero que nos afectan directamente. En algunas personas, esto constituye una patología, y podría hablarse de un trastorno bipolar. Pero en el común de los casos, sucede que hoy nos sentimos en la gloria y mañana caemos en el peor de los abismos. Casi nada en la vida resulta predecible, aunque vivir en un país donde tus ahorros estén garantizados y tengas acceso a un buen sistema de salud sin duda ayudaría bastante. 

Desde hace años busco alcanzar la independencia económica y no puedo lograrlo, del mismo modo que no pueden hacerlo miles de personas de mi edad que aún viven con sus padres. Yo no estoy muy convencido de que este fenómeno se deba a una "adolescencia tardía", o a que esa etapa de la vida se ha extendido más por una mayor longevidad. En mi caso, soy una adulto y me comporto como tal.  Si hubiera oportunidades de trabajo suficientes para todos, y si los encargados de seleccionar al personal lo hicieran sobre la base de fundamentos sólidos, más jóvenes podría irse a vivir solos y dejar que sus padres tengan toda la privacidad y el espacio que desean. Pero como las consultoras de Recursos Humanos convocan a psicólogos, grafólogos, e infinidad de inútiles con título universitario para una búsqueda laboral, el resultado es el que podemos ver a diario: por un lado, falta de oportunidades de trabajo. Por el otro, empleados mediocres, ineficientes e ineptos, que han sido contratados en virtud de ese perverso proceso de selección, en el cual se busca tener una sesión de psicoanálisis con el aspirante en lugar de tomarles una simple entrevista para ver si reúne las condiciones requeridas para el puesto en cuestión.

Siempre hay una buena excusa

  Cuando pasan varios años sin que te encuentres con alguien y esa persona aparece súbitamente en escena, pueden suceder dos cosas: O que te...