9 de junio de 2010

Buscando la felicidad en una pelota de fútbol

Miércoles, mitad de semana, mucho frío en la ciudad. Intenté dormir la siesta sin quitarme la ropa y con una frazada como abrigo, pero las bajas temperaturas no me lo permitieron. Estamos viviendo los días previos al Mundial, y siento que a pesar del entusiasmo propio que despierta un evento deportivo de estas característica, no se vive con tanta euforia como en 2006. Recuerdo que hace cuatro años era imposible no hablar del Mundial, no ver programas de TV dedicados al torneo, y en Buenos Aires los cines y teatros permanecían vacíos cuando había un partido importante.

Tampoco es un dato menor que, cuatro años atrás, estábamos viviendo la "primavera kirchnerista". Todo parecía encaminarse lentamente hacia la normalidad, la inflación no era significativa todavía y el desempleo se mantenía estable. Ya por aquel entonces la mayoría de los argentinos presumíamos que Cristina sería candidata a Presidenta.

No recuerdo exactamente qué me encontraba haciendo en 2006, pero sí guardo en mi memoria el partido que la Selección jugó con Alemania, en cuartos de final, terminó empatado y luego se definió por penales en favor de los alemanes. El arquero del equipo rival también pasó a la historia por haber anotado prolijamente en un papelito en qué dirección patearía cada uno de los futbolistas argentinos encargados de ejecutar los penales. Sin embargo, la Selección de Pekerman vivió ciclos notables, tuvo a jugadores de alto nivel y permitió un recambio que era a todas luces necesario. Le dio la oportunidad a los juveniles de demostrar su talento en la Selección Mayor y de jugar de igual a igual con los equipos más poderosos del mundo. Fue una tristeza muy grande haber perdido con Alemania, sobre todo por la manera en que se dio el resultado. Por el contrario, cuando quedamos eliminados del Mundial 2002 y era Argentina el equipo favorito, su prematura eliminación me resultó totalmente indiferente, por ser un equipo mediocre, egoísta y sin ningún hambre de gloria.

Me tengo que ir a trabajar, pero no olviden la frase que tituló mi post anterior: "El silencio no es tiempo perdido". (Aparece en la canción "El rito", de Soda Stereo, 1986)

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