Mucha gente que conozco, incluso algunos amigos, simpatizan con el kirchnerismo o con las políticas del Gobierno actual. Desde hace tiempo aprendí que no vale la pena confrontar con ellos, aún cuando existan argumentos sólidos para hacerlo. Pero todavía me choca un poco que los docentes bajen línea política en sus clases. Considero que no corresponde y que deben limitarse a impartir los contenidos estipulados en el programa. No se puede educar "desde la trinchera", ponderando la Ley de Medios, demonizando a Macri, o adjudicándole a cualquier adversario político el mote de "neoliberal". Mientras esto ocurre, la realidad del hombre de la calle es otra. La gente lucha por ahorrar, y muchos ya no pueden hacerlo y se conforman con vivir al día. El tan mentado "boom del consumo" se podría resumir en lo siguiente: hay plata en la calle, que se devaloriza rápidamente como consecuencia de la inflación, y la gente que tiene unos pesos prefiere comprar un LCD o un auto antes de que la moneda se siga devaluando y perdiendo su poder adquisitivo. Es cierto que cada vez vemos más autos cero kilómetro en la calle, y que los hogares de clase media incorporan artículos de confort, pero no estoy convencido de que eso sea sinónimo de progreso (o de "progresismo"). Además, esa exacerbación del consumismo no alcanza a todos los estratos sociales y de alguna manera se intenta ver como algo positivo a un fenómeno que marcó la década del '90 durante el apogeo del "1 a 1".
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26 de abril de 2012
Detrás de la trinchera
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